Un a?o sin qu¨ªmica en el cine
A falta de historias cre¨ªbles en la gran pantalla, vamos tan desesperados en las redes por sentir esa chispa que nos hemos conformado con migajas
Que la taquilla no les enga?e: 2024 no ha sido un buen a?o para los romances en pantalla. No habr¨¢ sido por falta de pel¨ªculas, pero las nost¨¢lgicas de la elocuencia de Nora Ephron y de la chispa que desprend¨ªa la ¨²ltima edad dorada vista en Cuando Harry encontr¨® a Sally (1989), La boda de mi mejor amigo (1997) o Notting Hill (1999) no compramos esta nueva ola de t¨ªtulos sobre el flirteo en la construcci¨®n de la parejita hetero. Si algo ha definido a estos 12 meses, y los cuatro a?os que llevamos de d¨¦cada, es la explosi¨®n en la producci¨®n de comedias rom¨¢nticas. A primera vista, estupenda noticia para las adictas al g¨¦nero; l¨¢stima que todas lleguen sin rastro de qu¨ªmica entre sus protagonistas.
Haciendo balance, la cosecha ha sido tan predictiva como olvidable. Tanto, que ya nadie recuerda los t¨ªtulos ni de las que ha visto. Pregunta seria: ?alguien puede distinguir entre t¨ªtulos como Cualquiera menos t¨², La idea de ti o Todo me lleva a ti? Ficciones tan mediocres que hasta se antojan intercambiables en sus t¨ªtulos. Este ha sido un a?o de pel¨ªculas tan malas que cuando avisamos a otros para que no cometan nuestro error y pierdan preciosos minutos de su existencia, lo hacemos destac¨¢ndolas solo por la fama de quien las interpreta: ¡°Uy, ni se te ocurra ponerte la de Anne Hathaway [La idea de ti]. Hazlo solo si tienes ganas de siesta¡±. No solo pasa con las que se llaman pr¨¢cticamente igual. Que levante la mano quien sepa decir sin googlear el t¨ªtulo de ese experimento f¨ªlmico de Jennifer Lopez a lo cuento de hadas en el que mezcl¨® Flashdance con videoclips de su ¨²ltimo ¨¢lbum para intentar probar al mundo que su idilio con Ben Affleck era genuino (pista: no lleva el you de las de antes, sino el me de rigor, porque las divas tiran del yo si se ponen pastelosas en la autoficci¨®n).
?Alguien explicar¨¢ dentro de 30 a?os la que se mont¨® en redes porque Twisters no tuvo beso final con la misma devoci¨®n con la que se comparte de forma c¨ªclica la escena del orgasmo fingido de Meg Ryan en el Katz¡¯s ante la mirada at¨®nita de Billy Cristal? ?Ad¨®nde nos va a llevar todo este super¨¢vit de contenido sin flechazos genuinos? Quiz¨¢ una de las respuestas a c¨®mo el Me Too y la cuarta ola feminista han puesto a la heterosexualidad en crisis no est¨¦ en la falta de sexo en las pel¨ªculas (seg¨²n The Economist, m¨¢s de la mitad de las pel¨ªculas m¨¢s taquilleras de los ¨²ltimos cinco a?os carecen de escenas de cama; en el cambio de milenio, era una de cada tres). Quiz¨¢ radique en esta oleada de ficciones con enamoramientos poco cre¨ªbles. Puede que no conectemos porque la brecha de entendimiento entre hombres y mujeres, como explic¨® Delia Rodr¨ªguez, se est¨¦ acentuando por el consumo del algoritmo de chicos (dinero, fuerza, liderazgo) y el algoritmo de chicas (psicolog¨ªa, cultura y feminismo). Puede que por todo ello la ¨²nica historia que ilusion¨® este 2024 fue una cita que no se proyect¨® en ning¨²n cine, sino en nuestra pantalla del m¨®vil. ¡°?Se ha vuelto todo tan penoso que ver a dos personas bromeando en una poller¨ªa nos tiene echando espuma por la boca?¡±, se pregunt¨® en octubre Merryana Salem en This Reeks of A Chemistry Recession (¡°Esto apesta a una recesi¨®n de la qu¨ªmica¡±). En aquel texto de Substack, Salem defiende lo que muchas nos planteamos: que aquella cita de 11 minutos entre Andrew Garfield y Amelia Dimoldenberg seguida por nueve millones de almas enloquecidas que la viralizaron durante d¨ªas en octubre no emocion¨® por mostrar una qu¨ªmica genuina, sino por un ansia de romance tan voraz que nos hizo conformarnos con las migajas que nos serv¨ªan.