Algoritmo de chicos, algoritmo de chicas
Los contenidos para ellos tienden a la recuperaci¨®n de valores masculinos tradicionales: dinero, fuerza, liderazgo
Cuando miras a alguien que observa un m¨®vil, lo que mira a su vez esta persona es un misterio. Dos personas pueden encontrarse en el mismo sof¨¢ y cada uno de ellos flotar en un universo diferente. Digo universo porque as¨ª es: una constelaci¨®n de contenidos que se relacionan unos con otros, proporcionando una visi¨®n del mundo a su medida. Mi internet, por ejemplo, es un internet de chica. Leo las newsletters de Ainhoa Marzol y de Carmen Pacheco, y me divierten los v¨ªdeos de Marita, porque es piloto y bruja. Le pregunto a mi pareja y ¨¦l me dice que lo mejor de X son ahora los chistes de f¨²tbol de @u_arroba y @vvvhannah, y que un tipo que limpia piscinas en TikTok tiene 15 millones de seguidores. Su internet es un internet de chico y por tanto, ¡°un lugar misterioso y oscuro¡± para m¨ª, como escribi¨® Rebecca Jenninggs en el texto que bautiz¨® la diferencia el a?o pasado, The Girl Internet and the Boy Internet.
Hasta ah¨ª, perfecto, siempre que existan lugares comunes, como el espacio informativo. Pero ¨²ltimamente siento que la deriva del algoritmo nos aleja y la diferencia entre lo que ¡°nos sale¡± a unos y otras es cada vez mayor, dividi¨¦ndonos en confortables burbujas de filtro de g¨¦nero, como en un colegio segregado donde la ideolog¨ªa est¨¢, sobre todo, en la propia separaci¨®n. Si en la clase de las chicas ellas aprenden de sus profesoras, durante muchas horas, estilo de vida, autooptimizaci¨®n, psicolog¨ªa o feminismo, en la de los chicos se ense?an negocios, estoicismo, forma f¨ªsica, pol¨ªtica. Unas tienden hacia la izquierda y la identidad. Los otros, hacia una recuperaci¨®n de valores masculinos tradicionales: dinero, fuerza, liderazgo. Es dif¨ªcil confirmar la intuici¨®n de que las experiencias digitales se separan, porque carecemos de datos, y la opacidad de las plataformas no ayuda a la investigaci¨®n, pero se pueden ir recogiendo pistas. Por ejemplo, no parece que las audiencias de los dos podcasts m¨¢s populares de Spotify, Keep it Cutre y The Wild Project, se solapen. Pero si esa incomunicaci¨®n existe y las plazas p¨²blicas est¨¢n en decadencia, ?a qu¨¦ nos arriesgamos? O, como se pregunt¨® Bego?a G¨®mez Urzaiz en La Vanguardia, ?por qu¨¦ el algoritmo premia la guerra de sexos m¨¢s rancia?
En realidad, las ciencias sociales ni siquiera tienen clara la existencia real de las burbujas de filtro. Tampoco se sabe bien c¨®mo influye la Red en la ideolog¨ªa pol¨ªtica y el voto, aunque tras la elecci¨®n de Donald Trump se concluy¨® que esa relaci¨®n exist¨ªa, pero no como ¨²nico motivo. No me atrevo a culpar al internet de los chicos del ascenso del partido de Alvise, a pesar de su crecimiento ajeno a los medios tradicionales. S¨ª s¨¦, en cambio, que de la sorpresa que nos hemos llevado tiene cierta responsabilidad la opacidad algor¨ªtmica sumada a la insondable capacidad del ser humano para no enterarse de lo que no quiere, y que el susto con los movimientos de internet es peri¨®dico desde el 15-M, pasando por Podemos o Vox. Tambi¨¦n es cierto que existe un voto de chicos y un voto de chicas: uno de cada tres hombres j¨®venes podr¨ªa haber elegido a alguno de los dos partidos de extrema derecha, cuando hace 10 a?os ambos g¨¦neros se situaban justo en el mismo lugar del espectro, tirando al centro por la izquierda. Sirve de resumen lo que dijo el periodista Mat¨ªas Zavia en su an¨¢lisis en X de las europeas, ya sea esto causa o consecuencia de la ideolog¨ªa de los j¨®venes: ¡°Ha sacado tres eurodiputados el feed de YouTube Shorts de cualquier hombre de 20 a 40 a?os¡±.
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