Espa?oles, Le Pen ha muerto
Sin el fundador del Frente Nacional franc¨¦s no se entiende a la hidra reaccionaria internacional que hoy suma adeptos
Jean-Marie Le Pen ha muerto, pero viven m¨¢s que nunca la Francia que le quit¨® el sue?o y aquella con la que fantase¨®. A los 96 a?os, muri¨® en la cama en un pa¨ªs en el que el Nuevo Frente Popular gan¨® las elecciones legislativas...
Jean-Marie Le Pen ha muerto, pero viven m¨¢s que nunca la Francia que le quit¨® el sue?o y aquella con la que fantase¨®. A los 96 a?os, muri¨® en la cama en un pa¨ªs en el que el Nuevo Frente Popular gan¨® las elecciones legislativas y el Reagrupamiento Nacional de su hija Marine fue el partido m¨¢s votado. Muri¨® en el d¨¦cimo aniversario del atentado yihadista contra Charlie Hebdo, que conmocion¨® a Francia; en el a?o en el que acab¨® la reconstrucci¨®n de Notre Dame tras el incendio de 2019. Un final imaginado por quien se vio a s¨ª mismo como un profeta, que predicaba en el desierto en una naci¨®n declinante. ¡°Fui un vig¨ªa, un anunciador. Voy a ganar con la derecha, sin la derecha, contra la derecha, pero poco importa¡±, como escribi¨® en sus memorias.
Fue una de las figuras pol¨ªticas m¨¢s importantes de la segunda mitad del siglo XX sin la que no se entiende a la hidra reaccionaria internacional que hoy suma adeptos. Un pol¨ªtico de extrema derecha que perteneci¨® a una generaci¨®n que tuvo que alejarse de la experiencia hist¨®rica del fascismo para preparar cualquier ¨¦xito electoral. En realidad, la extrema derecha francesa actual le debe casi todo. Llev¨® al Frente Nacional por primera vez a segunda vuelta en 2002, conquistando la posici¨®n pol¨ªtica significativa desde la cual Marine Le Pen pudo desarrollar su estrategia de desdiabolizaci¨®n. Su nieta Marion Mar¨¦chal fund¨® el partido Reconquista de la mano de ?ric Zemmour. La derecha extrema triunfa hoy porque ayer tuvo ¡°m¨¢rtires¡± y ¡°santos¡±.
El padre de Marine Le Pen naci¨® en una familia de pescadores bretones y se forj¨® como paracaidista en las guerras de Indochina y Argelia. Su oposici¨®n a la descolonizaci¨®n y a De Gaulle lo llevaron a fundar en 1972 el Frente Nacional, un refugio para nost¨¢lgicos del colonialismo, neofascistas, p¨¦tainistas y simpatizantes de la OAS (Organizaci¨®n del Ej¨¦rcito Secreto). A lo largo de una larga d¨¦cada, su proyecto consolid¨® un espacio sociol¨®gico y electoral propio, canalizando los temores de una parte de la poblaci¨®n que se sent¨ªa desbordada por las fracturas de la sociedad.
Desde el principio, desde su entrada en el Parlamento en 1956 como el diputado m¨¢s joven, estuvo abonado a la pol¨¦mica y a la provocaci¨®n. Su burla del acento de un diputado socialista de origen argelino, su negacionismo al calificar las c¨¢maras de gas de los campos nazis de ¡°un detalle de la historia¡± o su reconocimiento de haber torturado argelinos generaron indignaci¨®n y titulares a partes iguales. Comprendi¨® el poder de la controversia y la necesidad de la disputa por la atenci¨®n en una ¨¦poca en la que la televisi¨®n dominaba el debate p¨²blico.
Su ret¨®rica vinculaba la inmigraci¨®n y el multiculturalismo con la p¨¦rdida de la identidad nacional y la grandeur de Francia en una ¨¦poca en la que el neoliberalismo comenzaba a hacer estragos y cada vez m¨¢s una parte del electorado se sent¨ªa desatendida por los partidos tradicionales. En particular, tras el fracaso de mayo del 68, antiguos votantes comunistas en zonas rurales y ciudades obreras se referenciaron en su patriotismo excluyente. Como registr¨® Didier Eribon en su Regreso a Reims la desesperaci¨®n y el abandono provocados por la desindustrializaci¨®n de los a?os noventa y el desempleo se mezclaban con las nuevas tensiones culturales derivadas de la inmigraci¨®n y la frustraci¨®n vital. A pesar de su postura ultraliberal y proestadounidense, Le Pen ofreci¨® una pasarela a una clase obrera blanca que anhelaba protecci¨®n frente a la globalizaci¨®n y se vio defraudada por los socialistas.
En 1984, el FN obtuvo un 10,95% de los votos en las elecciones europeas, consolid¨¢ndose como una fuerza pol¨ªtica significativa. A su ascenso lento y progresivo que le llevar¨ªa a superar a los socialistas y enfrentarse a Jacques Chirac en la segunda vuelta en 2002 le falta otro protagonista: el presidente Fran?ois Mitterrand. No solo por la derrota del Programa Com¨²n y la ola de descontento que produjo en toda una generaci¨®n, sino por sus intentos de utilizar al FN estrat¨¦gicamente para fragmentar a la derecha francesa. Mitterrand modific¨® la ley electoral en 1986 e introdujo la representaci¨®n proporcional, lo que facilit¨® la entrada de la ultraderecha en la Asamblea Nacional con 35 diputados. Adem¨¢s, presion¨® a los medios p¨²blicos para dar visibilidad a Le Pen, permiti¨¦ndole entrar en los hogares franceses a trav¨¦s de programas de m¨¢xima audiencia: un franc¨¦s de cada tres ve¨ªa los programas a los que era invitado. Lo que comenz¨® como un c¨¢lculo pol¨ªtico termin¨® fortaleciendo al FN a largo plazo y legitimando su discurso.
Le Pen tambi¨¦n supo convertir las condenas judiciales ¡ªhasta 28 por declaraciones antisemitas e incitaci¨®n al odio racial¡ª en un arma pol¨ªtica. Cada sentencia reforzaba su narrativa de v¨ªctima de un sistema que intentaba silenciarlo. Esta imagen de resistencia no solo galvaniz¨® a su base electoral, sino que permiti¨® posteriormente a su hija triunfar y emprender el giro de la desdiabolizaci¨®n. Distanci¨¢ndose de las posturas m¨¢s radicales de su padre, pero manteniendo la naturaleza de su proyecto, obtuvo resultados hist¨®ricos en las elecciones presidenciales de 2017 y 2022.
Jean-Marie Le Pen cre¨® un movimiento pol¨ªtico que construy¨® su fortaleza sobre el esc¨¢ndalo y el victimismo; Marine Le Pen lo convirti¨® en una fuerza pol¨ªtica y electoral respetable para millones de franceses. Las ideas que ¨¦l propag¨®, antes consideradas tab¨², hoy moldean el debate p¨²blico. Francia se enfrenta ahora a un Reagrupamiento Nacional m¨¢s fuerte que nunca. La historia francesa deja suficientes y aleccionadoras ense?anzas tambi¨¦n para la Espa?a de 2025.