Donald Trump y el tecnocesarismo
El r¨¦gimen que quiere imponer el presidente se basa en la novedad tecnol¨®gica; la extrema acumulaci¨®n de riqueza que incluye una reorganizaci¨®n de Occidente donde no haya autonom¨ªa alguna frente a EE UU
A diferencia de 2017, Donald Trump tiene un plan m¨¢s radical, mejor definido.
Apoy¨¢ndose en la coalici¨®n que lo llev¨® al poder, uniendo a los marginados de una sociedad rota con los grandes oligarcas de Silicon Valley, el presidente de los Estados Unidos est¨¢ liderando una profunda consolidaci¨®n imperial. En sus planes, Washington no se convertir¨ªa en la capital de una Am¨¦rica aislacionista, sino en el centro radiante de un gran espacio. ...
A diferencia de 2017, Donald Trump tiene un plan m¨¢s radical, mejor definido.
Apoy¨¢ndose en la coalici¨®n que lo llev¨® al poder, uniendo a los marginados de una sociedad rota con los grandes oligarcas de Silicon Valley, el presidente de los Estados Unidos est¨¢ liderando una profunda consolidaci¨®n imperial. En sus planes, Washington no se convertir¨ªa en la capital de una Am¨¦rica aislacionista, sino en el centro radiante de un gran espacio. La frontera se reabre: desde Panam¨¢ hasta Marte, pasando por Groenlandia. La geopol¨ªtica ha vuelto a la Casa Blanca.
En un impulso y una ambici¨®n que contrastan con el debate asfixiado de nuestros espacios pol¨ªticos, Donald Trump se considera ¡°salvado por Dios para hacer a Am¨¦rica grande de nuevo¡±, reactiva el ¡°destino manifiesto¡±, firma decenas de decretos presidenciales, promete la expulsi¨®n de millones de inmigrantes indocumentados, habla de una ¡°revoluci¨®n del sentido com¨²n¡± para forjar ¡°una sociedad ciega a los colores y basada en el m¨¦rito¡±, anuncia un plan de inversiones fara¨®nico para ganar la carrera por la inteligencia artificial y lanza una criptomoneda con su imagen que multiplica su fortuna.
En el Capitolio, en una ceremonia concebida como una coronaci¨®n, ¨²nica por la presencia, por primera vez en la historia de Estados Unidos, de varios jefes de Estado y de gobierno extranjeros, declara: ¡°Mi mensaje de hoy a los estadounidenses es que ha llegado el momento de que volvamos a actuar con el coraje, el vigor y la vitalidad de la mayor civilizaci¨®n de la Historia¡±.
Es f¨¢cil sentirse desorientado por la fuerza de esta puesta en escena. Sin embargo, debemos intentar mantener la lucidez: entender lo que realmente est¨¢ ocurriendo, sin deferencia ni fatalismo.
En el plano interno, la matriz pol¨ªtica del nuevo trumpismo se basa en una nueva forma de cesarismo profundamente influida por la cultura digital, sus infraestructuras y, naturalmente, sus modelos econ¨®micos radicalmente monopol¨ªsticos. En este nuevo r¨¦gimen, la innovaci¨®n tecnol¨®gica y la extrema concentraci¨®n de la riqueza se integran con un soberanismo expansivo, militarizado y con una pol¨ªtica agresiva de protecci¨®n identitaria. La intenci¨®n de Donald Trump y de las ¨¦lites implicadas en la consolidaci¨®n de esta doctrina ¡ªque podr¨ªamos llamar ¡°tecnocesarismo¡±¡ª es acompa?ar la transformaci¨®n de una Rep¨²blica redundante e ineficaz en un Imperio organizado para hacer crecer exponencialmente la start-up Am¨¦rica. Despu¨¦s de una estancia en Palo Alto, Carl Schmitt se traslada a Washington.
En el plano externo, este proyecto profundamente revisionista se articula en dos fases. En primer lugar, se trata de remodelar Occidente en torno a una ¨²nica entidad dotada de soberan¨ªa: Estados Unidos. Bas¨¢ndose en su poder, cimentado en un dominio incuestionable en los sectores militar y digital, cada vez m¨¢s fusionados, Donald Trump busca transformar la OTAN en una suerte de Pacto de Varsovia, neutralizando cualquier forma residual de soberan¨ªa competidora ¡ªdesde las posiciones europeas sobre el espacio p¨²blico digital o el clima, hasta las pretensiones territoriales de un aliado d¨®cil y fiel como Dinamarca¡ª. El objetivo es impedir cualquier resistencia potencial y neutralizar cualquier foco de autonom¨ªa. Se tratar¨¢ entonces de proyectar a escala global este Occidente consolidado y por fin completamente alineado con la metr¨®poli, buscando neutralizar a China, la ¨²nica potencia que parece capaz de amenazar la hegemon¨ªa estadounidense.
Elon Musk desempe?a un papel fundamental en esta estrategia. El hombre m¨¢s rico del mundo es la fuerza impulsora del tecnocesarismo en el plano interno, que encarna en su visi¨®n futurista de una civilizaci¨®n multiplanetaria que promete llevar el trumpismo a Marte.
En el plano externo, el propietario de X se ha convertido en el capit¨¢n de una nueva Compa?¨ªa de las Indias integrada en el gobierno federal, destinada a garantizar el suministro de enormes cantidades de datos ¡ªla seda y las especias de nuestro tiempo¡ª y, al mismo tiempo, a imponer su dominio sobre los distintos pueblos de Asia, ?frica y, sobre todo, Europa. Con un objetivo: sustituir a todos los posibles adversarios por secuaces debilitados y alineados.
Este proyecto imperial cambia el rostro de la globalizaci¨®n, sin detenerla. La circulaci¨®n de personas, informaci¨®n y mercanc¨ªas sigue alcanzando un nivel sin precedentes y, a veces de manera contradictoria, sigue estando en el inter¨¦s de la coalici¨®n trumpista.
En cambio, es la fase liberal de la globalizaci¨®n ¡ªestructurada por la apertura, la horizontalidad y el fin de las fronteras¡ª la que Washington busca cerrar definitivamente. Este nuevo trumpismo imperial pretende ofrecer una soluci¨®n tecnocesarista a las crisis y contradicciones que ha generado. En el plano econ¨®mico, en primer lugar, con desigualdades que han desgarrado nuestros sistemas pol¨ªticos desde dentro. En el plano pol¨ªtico, con la crisis de la eficacia del Estado, enclaustrado entre reformas imposibles, presiones tecnocr¨¢ticas, incoherencias estrat¨¦gicas e indecisi¨®n. Finalmente, con la crisis ideol¨®gica e incluso antropol¨®gica, ligada al enfrentamiento de estilos de vida ante una cultura centr¨ªfuga incapaz de reconocer e involucrar a las masas de las ¨¢reas perif¨¦ricas.
Tras la promesa de una ¡°globalizaci¨®n feliz¡±, podr¨ªamos presenciar un fen¨®meno extra?o en Europa. Con la revista Grand Continent hemos propuesto definirlo, de manera algo provocadora, con un nuevo t¨¦rmino: vasallaje feliz.
Este vasallaje feliz implica un trato particularmente inquietante, tan asim¨¦trico, transaccional y unilateral resulta el intercambio: obediencia y renuncia a cualquier autonom¨ªa sustancial, a cambio de una forma de protecci¨®n contra la agresi¨®n imperial. En el v¨¦rtigo de las transformaciones radicales que deber¨ªamos acompa?ar, este alineamiento promete una forma de estabilidad para los sistemas pol¨ªticos carentes de direcci¨®n y de un proyecto estructurado a medio o largo plazo, a costa de una v¨ªctima colateral: nuestra soberan¨ªa.
Para imponer este r¨¦gimen, Trump y Musk deben superar al menos un obst¨¢culo externo: Europa. Por ello, ahora intentan hacernos creer en su inevitabilidad, haci¨¦ndonos dudar de nuestra fuerza y nuestro poder. Esto beneficia a un sistema definitivamente convencido de la inevitabilidad de su colapso e incapaz de reaccionar, que prefiere resignarse a una agon¨ªa lenta para permitir que una ¨²ltima generaci¨®n disfrute de la ilusi¨®n del fin de la historia.
Frente al proyecto imperial de esta nueva Am¨¦rica, una parte de nuestras ¨¦lites, y quiz¨¢s muchos de nosotros, nos sentimos como conejos hipnotizados por los faros de un coche. Sin embargo, los Estados Unidos de Donald Trump no son a¨²n la Rusia de Putin. La democracia estadounidense cuenta con fuertes contrapesos y tiene la capacidad de afrontar los desaf¨ªos que se le planteen. Dentro de la coalici¨®n trumpista existen muchas contradicciones y la consolidaci¨®n imperial est¨¢ a¨²n lejos de completarse. Por ello, debemos entender nuestra responsabilidad hist¨®rica. De manera realista, mesurada y estrat¨¦gica, podemos fijarnos el objetivo de relanzar la idea republicana en el siglo XXI, protegiendo la democracia en Am¨¦rica.
Frente a las tentaciones del vasallaje feliz, ?Europa resurgir¨¢ alg¨²n d¨ªa o asistiremos pasivamente a su total marginaci¨®n? Donald Trump y Elon Musk est¨¢n construyendo un proyecto imperial, pero, como dec¨ªa Mike Tyson, ¡°todo el mundo tiene un plan, hasta que recibes el primer pu?etazo en la cara¡±.