Proteger el prestigio de la ciencia espa?ola
La actuaci¨®n de Mar¨ªa Blasco en el CNIO muestra una pasividad pol¨ªtica que perjudica el trabajo de los investigadores
La decisi¨®n del patronato del Centro Nacional de Investigaciones Oncol¨®gicas (CNIO) de cesar a la vez a su directora cient¨ªfica, Mar¨ªa Blasco, y al director gerente, Juan Arroyo, trata de cerrar una larga crisis que ha provocado serios da?os en el prestigio de la instituci¨®n. La ciencia espa?ola no viv¨ªa una pol¨¦mica similar desde hac¨ªa a?os, gracias a la estabilidad y a las mejoras presupuestarias, aunque Espa?a sigue lejos de la media europea en ese cap¨ªtulo. No se ha resuelto completamente el problema de la fuga de cerebros, pero quedan lejos los convulsos a?os de los grandes recortes y las protestas, cuando el personal investigador espa?ol sal¨ªa a la calle a gritar ¡°sin ciencia no hay futuro¡±.
La estabilidad, sin embargo, ha terminado por derivar en cierto inmovilismo y pasividad en el CNIO. Su ya exdirectora, Mar¨ªa Blasco, dej¨® que se deteriorara el m¨²sculo cient¨ªfico del organismo (los investigadores no contaban ni con los microscopios necesarios) mientras dedicaba parte de su tiempo a cuestiones ajenas a la ciencia.
Al liderazgo pol¨ªtico le ha costado intervenir para frenar la decadencia del centro y, sobre todo, para evitar semanas de esc¨¢ndalo innecesario, con continuas quejas de los cient¨ªficos e informes que daban cuenta de la p¨¦rdida de talento y de posibles casos de acoso laboral. Las intervenciones p¨²blicas de la ministra Diana Morant sobre el CNIO en este tiempo no calmaron la inquietud ni han evitado el escandaloso final de Blasco, que trat¨® de maniobrar entre confusas amenazas. Con todo, Morant ha tenido la valent¨ªa de actuar, algo que no hicieron sus predecesores.
Desde su fundaci¨®n en 1998, el CNIO aspir¨® a ser un referente en la investigaci¨®n del c¨¢ncer. Su papel es incuestionable: con una plantilla de cerca de 700 trabajadores y un presupuesto que ronda los 40 millones de euros anuales, ha producido avances clave y ha situado a Espa?a en la vanguardia de la investigaci¨®n biom¨¦dica. Pero desde diciembre, cuando EL PA?S comenz¨® a informar de las importantes carencias de sus cient¨ªficos, se ha destapado un declive que llevaba a?os larv¨¢ndose.
Lo dram¨¢tico, una vez m¨¢s, es que los espa?oles hayan tenido que enterarse de estos problemas gracias a la valent¨ªa del personal del centro que se atrevi¨® a hablar con los periodistas. Y que sea el esc¨¢ndalo lo que en ¨²ltima instancia haya obligado a reaccionar a su ¨®rgano de gobierno.
Los centros de ¨¦lite espa?oles no tienen protocolos de sustituci¨®n del director, decisi¨®n que depende de los patronatos, formados por cargos pol¨ªticos y fundaciones del sector. Blasco, tras 14 a?os al frente del CNIO, no era el caso m¨¢s extremo: algunos directores superan de largo las dos d¨¦cadas en el puesto. Pero su caso es una prueba m¨¢s de que la fiscalizaci¨®n de los l¨ªderes no es el fuerte del campo cient¨ªfico-acad¨¦mico espa?ol. El Ministerio de Ciencia, Innovaci¨®n y Universidades no debe soltar las riendas para garantizar la calidad y prestigio de la ciencia espa?ola.