Una defensa de las pol¨ªticas de la identidad
Las cr¨ªticas de los liberales y de los viejos socialdem¨®cratas a las nuevas realidades ignoran un pilar de la democracia: la inclusi¨®n
Tras la solemne declaraci¨®n de Donald Trump de que solo hay dos g¨¦neros, la vida sexual de los americanos se ver¨¢ modificada tanto como la navegaci¨®n de los barcos por el Golfo de M¨¦xico, al que la administraci¨®n llamar¨¢ oficialmente Golfo de Am¨¦rica, es decir, nada. No se conseguir¨¢ as¨ª cambiar el comportamiento de nadie, aunque todos quedan advertidos de que est¨¢ en las intenciones del nuevo Gobierno abandonar cu...
Tras la solemne declaraci¨®n de Donald Trump de que solo hay dos g¨¦neros, la vida sexual de los americanos se ver¨¢ modificada tanto como la navegaci¨®n de los barcos por el Golfo de M¨¦xico, al que la administraci¨®n llamar¨¢ oficialmente Golfo de Am¨¦rica, es decir, nada. No se conseguir¨¢ as¨ª cambiar el comportamiento de nadie, aunque todos quedan advertidos de que est¨¢ en las intenciones del nuevo Gobierno abandonar cualquier pol¨ªtica p¨²blica que implique un reconocimiento de la diversidad sexual y que practicar¨¢ todo el imperialismo que las circunstancias (los recursos propios y la voluntad ajena) le permitan.
?A qu¨¦ se debe esta batalla contra las pol¨ªticas inclusivas y de diversidad? ?Es posible que a tanta gente le moleste el color de la piel y la diversidad sexual o se trata de una narrativa que pretende otras cosas todav¨ªa menos confesables? ?Por qu¨¦ achacar el accidente a¨¦reo a las pol¨ªticas de la diversidad de los anteriores gobiernos? Si las pol¨ªticas de la identidad est¨¢n en el punto de mira de las nuevas derechas es porque han advertido que con ellas podr¨ªa alterarse el equilibrio en el que se ha estabilizado la actual distribuci¨®n de ventajas y desventajas sociales.
Un t¨®pico recorre incuestionado los an¨¢lisis de la derecha y parte de la izquierda: para la derecha la sociedad vendr¨ªa a ser un todo pac¨ªfico (una naci¨®n incuestionada, una dualidad sexual evidente, un ascenso social al alcance para cualquiera que se esfuerce) y las pol¨ªticas de la identidad no han hecho otra cosa que romper este entendimiento; una parte de la izquierda sostiene que tales pol¨ªticas distraen de las desigualdades econ¨®micas y suponen un abandono del objetivo de la redistribuci¨®n. Quienes critican las pol¨ªticas de la identidad desde la derecha afirman que as¨ª nos olvidamos de la naci¨®n y quienes las critican desde la izquierda temen que nos olvidemos entonces de la econom¨ªa, como si ocuparse de los migrantes o de las mujeres fuera una distracci¨®n antipatri¨®tica o una renuncia a la justicia social, como si quienes pertenecen a una naci¨®n o act¨²an en el ¨¢mbito econ¨®mico no tuvieran una identidad concreta y diferenciada que condiciona la pertenencia a la comunidad pol¨ªtica y sus ventajas o desventajas econ¨®micas.
El rechazo conservador de debe a que las pol¨ªticas de la diversidad se centran en el combate contra el racismo, el supremacismo o el sexismo, cuyos beneficiarios, no por casualidad, suelen estar en correlaci¨®n con el riesgo de pobreza. Quienes se oponen a las pol¨ªticas inclusivas no lo hacen defendiendo expl¨ªcitamente a los privilegiados, pero ese es el resultado de su cr¨ªtica: la ceguera ante ciertas formas estructurales de exclusi¨®n y su consolidaci¨®n.
Las pol¨ªticas de la identidad no quieren sustituir a las pol¨ªticas de redistribuci¨®n propias del Estado del bienestar, sino para integrar a ciertos grupos marginalizados con una visi¨®n m¨¢s interseccional, es decir, mediante el an¨¢lisis de las circunstancias que hacen que coincidan las formas de exclusi¨®n econ¨®mica y las marginaciones por motivos de identidad. Esta nueva agenda no implica una ruptura con las pol¨ªticas de redistribuci¨®n porque ya el viejo capitalismo se asentaba en exclusiones debidas a la identidad. El desarrollo del capitalismo no se puede entender, por ejemplo, sin la exclusi¨®n del trabajo dom¨¦stico de las mujeres de la categor¨ªa del trabajo reconocido y pagado, del mismo modo que fue fundamental para el capitalismo el racismo colonial. Las actuales amenazas de expulsi¨®n de las personas indocumentadas en Estados Unidos es una cuesti¨®n de clase disfrazada de cuesti¨®n identitaria; no se conseguir¨¢ expulsar a todos, pero se lograr¨¢ atemorizar a muchos para que acepten las peores condiciones laborales.
Ambas cr¨ªticas, la de los liberales y la de los viejos socialdem¨®cratas, est¨¢n llenas de lugares comunes y pasan por encima de todas las implicaciones democr¨¢ticas del asunto. La democracia es fundamentalmente inclusi¨®n, la promesa de una libertad sin exclusiones. Las pol¨ªticas de la identidad son necesarias precisamente para que la promesa democr¨¢tica de igualdad y libertad sea real para todos. Las aspiraciones universales a la igualdad y la libertad no se pueden realizar sino en virtud de eso que englobamos bajo el t¨¦rmino de pol¨ªticas de la identidad, que no son una extravagancia o una obsesi¨®n pasajera sino un elemento necesario de la democracia, de esa democracia que debe reflexionar continuamente sobre las exclusiones y discriminaciones que produce.
Por supuesto que no se trata de sustituir una hegemon¨ªa por otra. Las identidades, tambi¨¦n las que est¨¢n en un proceso de emancipaci¨®n, pueden acabar adoptando los mismos formatos esencialistas frente a los que se rebelaron, reproduciendo en su interior una homogeneidad similar a la que se les impuso desde fuera y les marginaliz¨®. Hay exclusiones en la propia comunidad homosexual, como se cuestiona la posibilidad de que haya feministas liberales o versiones del nacionalismo perif¨¦rico que adoptan las mismas formas impositivas que el nacionalismo central al que se oponen. El potencial emancipativo de las pol¨ªticas de la identidad se echar¨ªa a perder si sus destinatarios fueran insensibles a las formas de marginaci¨®n que pueden darse en su seno.
Las pol¨ªticas de la identidad no solo est¨¢n para denunciar las represiones existentes; tambi¨¦n deber¨ªan propiciar la reflexi¨®n cr¨ªtica sobre la propia identidad. M¨¢s que prescribir una determinada identidad, el objetivo de estas pol¨ªticas deber¨ªa permitir la negociaci¨®n permanente acerca de las identidades. Sabemos bien que las identidades nunca son compactas, sino que surgen de elementos heterog¨¦neos y en parte contradictorios que se van transformando con el tiempo. Eso de pertenecer a un colectivo es mucho m¨¢s problem¨¢tico de lo que parece. El sentido de pertenencia a una comunidad, incluso de marginados, es a su vez muy diverso. En el mundo homosexual es controvertida la idea de pertenencia a una comunidad. Tampoco es un asunto pac¨ªficamente compartido cu¨¢ntas letras han de a?adirse a la etiqueta LGTBQI+ y de qu¨¦ manera se articula esto con la cl¨¢sica lucha feminista. Cuando la pol¨ªtica de la identidad tiene ¨¦xito y desaparece la discriminaci¨®n contra la que surgi¨®, cambia tambi¨¦n la identidad que se construy¨® a partir de la experiencia com¨²n de discriminaci¨®n. Donde las normas patriarcales y la discriminaci¨®n sexista desaparece (si es que esto puede conseguirse completamente), hay mujeres que no se declaran expl¨ªcitamente feministas o emigrantes que dejan de considerarse como tales a s¨ª mismo e incluso pueden votar a partidos xen¨®fobos. La propia orientaci¨®n sexual o la procedencia geogr¨¢fica puede dejar de ser el punto central de auto-identificaci¨®n.
La diversidad (que nos distingue de otros) es tambi¨¦n diversa (y nos distingue entre nosotros). Cambia la concepci¨®n de la espa?olidad o la masculinidad a lo largo de la historia y ni siquiera los contempor¨¢neos logramos ponernos completamente de acuerdo acerca de qu¨¦ significan ambas cosas. El reciente debate acerca de lo charnego en Catalu?a es un ejemplo de hasta qu¨¦ punto las minor¨ªas acogen a otras minor¨ªas en su seno o, mejor, que existen varias maneras de ser catal¨¢n. Hay formas diversas de ser feminista, distintas historias de migraci¨®n, modos diferentes de identificarse con la naci¨®n, por lo que el feminismo deber¨¢ acoger en su seno diferentes reivindicaciones y nadie tiene el derecho a considerar un traidor a quien sienta la pertenencia nacional de otro modo. Las mayor¨ªas y las minor¨ªas viven en mundos muy distintos, pero tampoco los marginados comparten la misma experiencia de represi¨®n.
Si la democracia es un proceso de continuo cuestionamiento y revisi¨®n, las pol¨ªticas de la identidad est¨¢n obligadas a ponderar una y otra vez el equilibrio entre particularidad y universalidad, examinar si cumplen realmente la promesa de libertad e igualdad, si no est¨¢n dando lugar a nuevas exclusiones que ser¨ªa necesario corregir. Adem¨¢s de denunciar las cancelaciones de los programas de diversidad e inclusi¨®n, el combate por el reconocimiento del pluralismo comienza con el reconocimiento del pluralismo interior en aquella identidad que aspiramos a que sea reconocida.