Am¨¦rica grande otra vez... con el dinero de otros
Trump no es Hitler, pero aterroriza lo mucho que se parecen sus esl¨®ganes, paranoias y objetivos
Entonces fue ¡°Hacer grande a Alemania¡±. Hoy es ¡°Make America Great Again¡±. Pero con dinero ajeno. Sobre todo, con el de aliados y amigos. Los aranceles de Donald Trump tienen objetivos m¨¢s ambiciosos que equilibrar la balanza comercial o impulsar la producci¨®n interna a expensas de las importaciones. Apuntan a compensar los miles de millones de los recortes fiscales prometidos a los contribuyentes, sobre todo a los m¨¢s ricos. Es un cambio de p...
Entonces fue ¡°Hacer grande a Alemania¡±. Hoy es ¡°Make America Great Again¡±. Pero con dinero ajeno. Sobre todo, con el de aliados y amigos. Los aranceles de Donald Trump tienen objetivos m¨¢s ambiciosos que equilibrar la balanza comercial o impulsar la producci¨®n interna a expensas de las importaciones. Apuntan a compensar los miles de millones de los recortes fiscales prometidos a los contribuyentes, sobre todo a los m¨¢s ricos. Es un cambio de paradigma. Durante d¨¦cadas, Estados Unidos financi¨® su espectacular crecimiento y bienestar trasladando su astron¨®mica deuda a los dem¨¢s, quienes ¡ªempezando por China¡ª estaban encantados de llenar sus arcas con bonos del Tesoro estadounidense. Ahora Trump pretende que sean otros quienes paguen los impuestos. Est¨¢ por ver si lo lograr¨¢ sin dispararse en el pie, ni ser arrastrado por la inflaci¨®n, ni enemistarse con el resto del mundo.
¡°La guerra es la continuaci¨®n de la pol¨ªtica por otros medios¡±, dec¨ªa Von Clausewitz. Tambi¨¦n ha sido siempre la continuaci¨®n de la econom¨ªa por otros medios. Sabemos c¨®mo empiezan las guerras comerciales y las arancelarias, pero, al igual que las convencionales, no sabemos cu¨¢ndo ni c¨®mo terminan. En realidad, las guerras comerciales siempre han precedido a todas las dem¨¢s. Esperemos que esta vez no suceda. Sea como sea, las analog¨ªas nos permiten reflexionar sobre lo que ocurre, si bien nada sucede exactamente igual. En S¨ªndrome 1933 presento algunas analog¨ªas. Para estimular la reflexi¨®n, no para afirmar que lo que ocurre sea id¨¦ntico a lo que sucedi¨® en el a?o en que nombraron canciller a Hitler. Ahora tenemos a Trump. Y Trump no es Hitler. Aunque me impresiona, o deber¨ªa decir aterroriza, lo mucho que todo ¡ªlas palabras, la c¨®lera, los esl¨®ganes, los objetivos, las cabezas de turco (entonces los jud¨ªos, hoy los inmigrantes), la paranoia, las conspiraciones, la incomprensi¨®n y el modo en que muchos le subestiman¡ª se parece, casi como un calco, a lo que sucedi¨® entonces. Juzgue el lector si exagero.
¡°No compran nuestros autom¨®viles, ni nuestros productos agr¨ªcolas. No nos compran casi nada, y nosotros se lo compramos todo¡±. As¨ª explica Trump su guerra arancelaria. Su encono va dirigido, sobre todo, contra amigos y aliados. Europa es, asimismo, su principal aliado militar. Pero Trump ha sido claro: ¡°Europa nos ha tratado fatal, voy a tomar cartas en nuestro d¨¦ficit comercial con la UE¡±. La novedad es que es m¨¢s hostil con sus amigos y aliados que con sus enemigos. La paradoja, que podr¨ªa llegar a un acuerdo con China antes que con Canad¨¢, M¨¦xico o Europa.
Escudarse en que Trump usa amenazas grandilocuentes para negociar mejor es una ingenuidad. Creer que saldremos del apuro apelando a la amistad, las buenas relaciones personales o las afinidades electivas es a¨²n peor. El ¡°espero salvarme, porque le caigo mejor, soy alguien af¨ªn y me tiene por un amigo¡± no funciona. Nunca funciona. Al final, habr¨¢ que elegir a qui¨¦n contrariamos, si a Trump o a los socios europeos. Con el riesgo de contrariar a todos. Para justificar su alineamiento con la Alemania nazi, Benito Mussolini recurri¨® a Dante: ¡°A estas alturas conviene poner buena cara al juego alem¨¢n¡±. Los italianos no pueden permitirse ser ¡°desagradables a Dios y a sus enemigos¡± (Infierno, canto tercero, verso 63). Sabemos c¨®mo termin¨® aquello. La pretensi¨®n de que Giorgia Meloni pueda hacer de ¡°puente¡±, de mediadora o pacificadora entre Trump y Europa es tan absurda (y rid¨ªcula) como la que dio pie al appeasement de los Acuerdos de M¨²nich.
Asusta la ambici¨®n de Trump, a quien nada le gustar¨ªa m¨¢s que acabar con una Europa unida. ¡°Make Europe Great Again¡±, el nuevo eslogan de Elon Musk, se traduce as¨ª: ¡°Eliminemos Europa¡±. Musk ha financiado o apoyado a todas las fuerzas y movimientos antieurope¨ªstas: Vox en Espa?a, Meloni en Italia, Le Pen en Francia, Orb¨¢n en Hungr¨ªa, el FP? austriaco y la AfD, el partido heredero de los nazis. No sabemos qu¨¦ suceder¨¢ en las elecciones, ni si podr¨¢ formar gobierno con el ala conservadora de la CDU, pero no es ning¨²n secreto que, adem¨¢s de la ¡°reemigraci¨®n¡± (l¨¦ase, expulsi¨®n) de migrantes, Alternativa para Alemania pretende sacar a Alemania de la UE. Su l¨ªder, Alice Weidel, lo afirma. ?C¨®mo se lo explicar¨¢ a los trabajadores de Volkswagen, amenazados por los aranceles de Trump?
Perm¨ªtanme una analog¨ªa. En la d¨¦cada de 1930, Alemania ten¨ªa un problema, su balanza comercial. Las exportaciones languidec¨ªan y las importaciones la desangraban. Kurt Schmitt, jurista y economista, alud¨ªa al reequilibrio de la balanza comercial como un ¡°deber nacional¡±. Con id¨¦ntica convicci¨®n, Carl Schmitt teoriz¨® que ¡°es el F¨¹hrer [en cuanto representante de la voluntad de la naci¨®n] quien crea el derecho¡±. Los pocos magistrados que se opusieron fueron eliminados. El abogado que lo defendi¨®, Hans Frank, acab¨® siendo proc¨®nsul de la Polonia ocupada, donde lo apodaron ¡°el carnicero¡±. Antes de la llegada de Hitler, la derecha alemana ya era proteccionista. Los industriales, en su mayor¨ªa, eran internacionalistas. ¡°Globalistas¡±, dir¨ªamos hoy. As¨ª llam¨® Trump al Wall Street Journal, por atreverse a calificar su pol¨ªtica como ¡°la guerra comercial m¨¢s est¨²pida de la historia¡± Al final, los empresarios se alinearon con el nuevo poder. El socialista Hilferding, autor de un estudio cl¨¢sico sobre el capital financiero, estaba convencido de que Hitler solo durar¨ªa ¡°unos meses¡± como canciller. Los comunistas no sab¨ªan gran cosa de econom¨ªa, m¨¢s all¨¢ de atacar al ¡°capitalismo¡± (en esto coincid¨ªan con buena parte del Partido Nacionalsocialista Obrero Alem¨¢n). Perdida Espa?a, y con el oro de la Rep¨²blica en el bolsillo, Stalin se ali¨® con Hitler para repartirse Polonia y lo que quedaba de Europa del Este. El desenlace estaba cantado.
Asusta leer La sombra de Hitler: El imperio econ¨®mico nazi y la Guerra Civil espa?ola, el excelente libro de Pierpaolo Barbieri, profesor de Historia Econ¨®mica del Trinity College. Barbieri explica al detalle c¨®mo Espa?a no fue solo el ensayo general de la II Guerra Mundial, sino tambi¨¦n el banco de pruebas con el que la Alemania nazi iba a imponerse al resto de Europa. No solo a los ¡°enemigos¡±, tambi¨¦n a amigos y aliados. Italia asumi¨® gran parte de los gastos, sin obtener a cambio el menor beneficio. Espa?a se convirti¨® en su principal proveedor de materias primas extractivas y alimentarias (poco antes de la II Guerra Mundial, tres cuartos de sus exportaciones iban a Alemania). A cambio, Alemania, cuya producci¨®n armament¨ªstica contribu¨ªa a su auge econ¨®mico, suministr¨® armas a Franco. Todo gracias a los mecanismos financieros y comerciales ideados por Hjalmar Schacht, el diab¨®lico banquero de Hitler. Para Italia fue una intervenci¨®n a pura p¨¦rdida: Mussolini asumi¨® los gastos sin obtener nada m¨¢s que un ef¨ªmero destello de gloria, a cambio de atarse de manos y pies al aliado.
En la Alemania nazi chocaban escuelas, facciones y ambiciones personales. Igual que en la administraci¨®n Trump. Para volver a hacer ¡°grande a Alemania¡±, Schacht aspiraba a una hegemon¨ªa econ¨®mica blanda. Por su parte, Hermann G?ring apostaba por la depredaci¨®n y el saqueo. ¡°En la Antig¨¹edad las cosas eran m¨¢s sencillas. Entonces se saqueaba. Quien conquistaba un pa¨ªs se quedaba con todo. Hoy las cosas se hacen de una forma m¨¢s humana. Pero yo soy partidario del saqueo, del saqueo total¡±, comentar¨ªa G?ring, que no ten¨ªa pelos en la lengua. Schacht y G?ring eran como el perro y el gato, se odiaban a muerte. Perdi¨® Schacht, porque Hitler pensaba como G?ring. Perdi¨® la Neo-Weltpolitik de Schacht y prevaleci¨® el Lebensraum, la dominaci¨®n y el saqueo. Entre otros saqueados estaba el aliado italiano, que antes los hab¨ªa ayudado a saquear Espa?a.