De las palabras a los hechos, se?or presidente
Resulta chocante que el Gobierno ataque a las grandes plataformas digitales y, a la vez, dependa de ellas para su comunicaci¨®n
El presidente del Gobierno, Pedro S¨¢nchez, present¨® el mi¨¦rcoles el Observatorio de Derechos Digitales, que busca garantizar que los ciudadanos espa?oles tengan en Internet los mismos derechos de los que disfrutan en el mundo f¨ªsico. Dentro de esa misma iniciativa, el jefe del Ejecutivo reiter¨® las propuestas que ya desgran¨® en el foro de Davos: acabar con el anonimato en las redes sociales, garantizar la transparencia de los algoritmos y hacer responsables penalmente a los altos ejecutivos de las tecnol¨®gicas.
Resulta una iniciativa loable, pero algunas de las medidas propuestas son problem¨¢ticas. Por ejemplo, es cierto que el anonimato en las redes se utiliza para sembrar desconfianza y bulos, pero tambi¨¦n representa una protecci¨®n para personas especialmente vulnerables y que tienen derecho a la participaci¨®n.
S¨¢nchez tambi¨¦n afirm¨®: ¡°No podemos permitir que las infraestructuras esenciales del entorno digital queden en manos de empresas sin ning¨²n control democr¨¢tico¡±. La cuenta de La Moncloa en X (antes Twitter), la plataforma propiedad de Elon Musk, un magnate residente en EE UU y que trabaja a las ¨®rdenes directas de Donald Trump, sigui¨® el acto en directo. La cuenta personal de S¨¢nchez public¨® dos fragmentos de su intervenci¨®n. En Bluesky, otra red social de r¨¢pido crecimiento, S¨¢nchez no tiene cuenta. La Moncloa s¨ª, pero lleva dos meses sin publicar. Bluesky tambi¨¦n es mayoritariamente de capital estadounidense.
A estas alturas ya no cabe discusi¨®n alguna de que Elon Musk pretende utilizar su plataforma para impulsar un cambio pol¨ªtico en los pa¨ªses de la UE como ha hecho en Estados Unidos. Debilitar (cuando no destruir) a la Uni¨®n Europea, la instituci¨®n democr¨¢tica que, con la excepci¨®n del Supremo Tribunal Federal de Brasil, m¨¢s ha hecho por obligar a las grandes plataformas digitales a responsabilizarse de su comportamiento, es uno de sus objetivos prioritarios.
Resulta cuando menos chocante que S¨¢nchez critique abiertamente a la que denomina ¡°tecnocasta¡± y, sin embargo, no anuncie ninguna medida para reducir la dependencia de la pol¨ªtica de comunicaci¨®n del Gobierno de plataformas propiedad de esa misma tecnocasta.
Esto es especialmente sangrante en el caso de X. La plataforma de Musk se ha situado m¨¢s all¨¢ de cualquier redenci¨®n. El argumento de que el Gobierno debe estar donde est¨¢n los ciudadanos puede invertirse: habr¨ªa que preguntarse si no es que los ciudadanos est¨¢n en X porque est¨¢ el Gobierno. Que el Ejecutivo siga d¨¢ndole el marchamo de ser el lugar donde ciudadanos y periodistas pueden (o incluso est¨¢n obligados a) obtener informaci¨®n de primera mano supone obligarles a una dieta cada vez menos sutil de propaganda trumpista para simplemente saber si hay alguna carretera cortada. Si S¨¢nchez quiere realmente debilitar el poder del tecnomagnate, anunciar que deja de publicar en X, como ha hecho, sin ir m¨¢s lejos, el Ayuntamiento de Barcelona (gobernado por su partido hermano, el PSC), ser¨ªa un buen primer paso.
S¨¢nchez tambi¨¦n ha dicho que la Uni¨®n Europea deber¨ªa tomar la iniciativa de desarrollar protocolos abiertos que faciliten alejarse de las redes de propiedad estadounidense o china. Estos protocolos, como XMPP o ActivityPub, ya existen, y lo ¨²nico que necesitan es un apoyo decidido de la UE y de sus Estados miembros. Tampoco hay que ir muy lejos para ver una historia de ¨¦xito en ese sentido: la apuesta de la UE por el est¨¢ndar USB-C para el cargador ¨²nico de los m¨®viles ha logrado plegar a todos los grandes fabricantes.
En palabras del propio presidente del Gobierno: ¡°Hay que elegir si nos dejamos llevar por lo que hacen otros o tomar la iniciativa. Creo que debemos hacer lo segundo, ser due?os de nuestro destino¡±. Por alg¨²n sitio se debe empezar.