Historia de una escalera (y un ascensor roto)
Garantizar el acceso igualitario a una educaci¨®n de calidad y que las aspiraciones no dependan de d¨®nde se nace es la ¨²nica forma de acabar con el mito de la meritocracia
Lo reflej¨® Buero Vallejo en Historia de una escalera, una obra que estos d¨ªas vuelve al Teatro Espa?ol, donde se represent¨® por primera vez en 1949: el ascensor social no funciona, y nacer en una u otra regi¨®n, incluso en distintos barrios de la misma ciudad o familias diferentes de un mismo edificio, puede determinar las oportunidades que va a tener una persona a lo largo de su vida. Se debe a la riqueza ¡ªno solo econ¨®mica, tambi¨¦n cultural¡ª de la que partimos.
Un ni?o cuyos padres sean universitarios va a tener una base diferente a la de quien nazca en una familia donde nadie haya superado la secundaria: los h¨¢bitos de lectura de este menor, por ejemplo, ser¨¢n casi con toda seguridad diferentes y, conforme avance en la ense?anza, es probable que vea que sus compa?eros tienen una formaci¨®n superior a la suya, aunque hayan estado juntos en clase. Tampoco ser¨¢n iguales sus aspiraciones: quien ha nacido en una familia rica, cultural o econ¨®micamente hablando, querr¨¢ y podr¨¢ llegar m¨¢s alto que quien viene de un hogar humilde, que tendr¨¢ limitaciones mayores.
Aunque la educaci¨®n sirve, idealmente, para romper esas barreras de desigualdad, hay otros factores que marcan las posibilidades de ascender de clase social, pues la meritocracia y el trabajo no lo es todo. En los ¨²ltimos d¨ªas, se ha compartido en mi c¨ªrculo de Instagram una publicaci¨®n que refleja este hecho. Se trata de una captura de Google Maps con el tiempo que se tarda en hacer un desplazamiento: 50 minutos en coche frente a m¨¢s de dos horas en transporte p¨²blico. La imagen llevaba unas ir¨®nicas comillas: ¡°Todos tenemos las mismas 24 horas¡±.
La publicaci¨®n tiene cerca de 22.000 me gustas y pretende reflejar las diferencias de unos y otros para movernos. F¨ªsicamente, pero no solo, pues est¨¢ acompa?ada de un mensaje que va m¨¢s all¨¢: ¡°El punto de partida no es el mismo cuando hay diferencias en el acceso a educaci¨®n, al transporte, a salud y a otros derechos b¨¢sicos¡±. Y a?ade: ¡°El tiempo escasea para quien enfrenta barreras econ¨®micas, sociales o estructurales¡±. Son estas barreras las que fijan el tipo de vida que tenemos hoy. No todos pueden vivir en las grandes ciudades y cerca de sus lugares de trabajo y, por tanto, no todos tienen las mismas oportunidades.
Si hay algo que agrava esta situaci¨®n es el contexto actual de las grandes urbes: en los ¨²ltimos a?os han crecido tanto que se est¨¢ expulsando a sus vecinos. El aumento del turismo de masas y la proliferaci¨®n de las viviendas de alquiler tur¨ªstico ¡ªlas legales, pero sobre todo las que no lo son¡ª dificultan que quien trabaja en el centro de una ciudad pueda vivir en ella. Esto, sumado a la escalada de precios de venta y alquiler, a la escasez del mercado y a la falta de nuevas construcciones, hace que el n¨²mero de inmuebles a los que puede acceder una persona con un sueldo medio sea casi inexistente o que pr¨¢cticamente sea una infravivienda, como comentaba Daniel Fez en una publicaci¨®n en TikTok, que ironizaba sobre un piso de 25 metros por 58.000 euros: ¡°Un castillo con nevera¡±, dec¨ªa.
Estas personas, por tanto, solo pueden permitirse vivir en las afueras de la ciudad, lo que supone que ocupen varias horas al d¨ªa en sus desplazamientos, que ser¨¢n mayores si se mueven en transporte p¨²blico, ya que las ciudades no lo han mejorado a la par que iban creciendo.
Queremos una sociedad en la que el ¨¦xito dependa del talento de uno y de su esfuerzo y no de la familia en la que haya nacido, pero para eso hay que reconocer antes que el ascensor social est¨¢ roto y que no hay visos de que se arregle, salvo que se garantice que el acceso a una educaci¨®n de calidad y que las opciones de aspirar en una carrera profesional no dependan de d¨®nde se nace. Hasta entonces, las 24 horas del d¨ªa ser¨¢n diferentes para unos y otros, pues solo podr¨¢n gestionarlas a su gusto quienes vivan y hayan nacido en el c¨®digo postal correcto.