Chile en la turbopol¨ªtica
Tras los resultados del plebiscito, ahora est¨¢ en juego la disputa constitucional, donde los nuevos partidos pueden verse arrastrados por la crisis de representaci¨®n y eso no ser¨ªa bueno para el pa¨ªs
El mundo mira con enorme sorpresa los resultados del refer¨¦ndum de salida, el plebiscito constitucional chileno del 4 de septiembre, que deriv¨® en una derrota aplastante de la propuesta constitucional (61,9% frente al 38,1%). La in¨¦dita participaci¨®n (87%) fue alimentada por el estreno del voto obligatorio que podr¨ªa no tener continuidad. ...
El mundo mira con enorme sorpresa los resultados del refer¨¦ndum de salida, el plebiscito constitucional chileno del 4 de septiembre, que deriv¨® en una derrota aplastante de la propuesta constitucional (61,9% frente al 38,1%). La in¨¦dita participaci¨®n (87%) fue alimentada por el estreno del voto obligatorio que podr¨ªa no tener continuidad. Notable derrota, en todas las regiones de Chile, todas sin excepci¨®n, y un apabullante, pero num¨¦ricamente poco significativo, triunfo del Apruebo en el exterior.
Ya llueven las explicaciones monocausales en el pa¨ªs, y en el exterior el rechazo al refer¨¦ndum como mecanismo de toma de decisiones que, otra vez, como en el Brexit o el Plebiscito por la paz, ambos en 2016, demostrar¨ªa que ¡°el pueblo no est¨¢ preparado y se equivoca¡±. En pol¨ªtica casi nada es tan sencillo. Pero para empezar, ?a alguna persona que defienda la democracia se le ocurre no convocar m¨¢s elecciones convencionales porque las de los ¨²ltimos a?os le dan el poder a los Viktor Orb¨¢n, Jair Bolsonaro y Donald Trump? No. Volvamos a Chile, donde aunque se requiera de m¨¢s datos para tener una imagen m¨¢s completa de lo ocurrido, se puede al menos separar la paja del trigo. Se dice que este resultado es una consecuencia de la fuerte manipulaci¨®n de unos medios de comunicaci¨®n corridos a la defensa del statu quo, que deriva del voto obligatorio, que se explica por el baj¨®n de popularidad del Gobierno que lo habr¨ªa promovido (y en este sentido dar¨ªa cuenta de la ausencia de apoyos de partidos con mayor arraigo) o sencillamente que deriva de que la propuesta constitucional era mala. Cualquiera de estas dimensiones admite una discusi¨®n pero es insuficiente para comprender el aparente viraje del electorado que en diciembre pasado catapultaba al Gobierno a la coalici¨®n Apruebo Dignidad.
Primero, los medios de comunicaci¨®n con mayor audiencia fueron muy cr¨ªticos del proceso constituyente y sus resultados. Sin embargo, estos medios tambi¨¦n estaban ah¨ª cuando gan¨® Gabriel Boric en segunda vuelta, y lo miraban con similar desconfianza. As¨ª, aunque la cobertura medi¨¢tica tenga incidencia, por lejos no es monol¨ªtica, en Chile hay libertad de expresi¨®n y la posici¨®n del propio Gobierno lo ubica como un enunciador de peso, con gran visibilidad. Es un hecho: la campa?a por el Apruebo no convenci¨®. No debe dejarse a un lado el efecto inmediato y muy negativo de algunos esc¨¢ndalos que acompa?aron el proceso de elaboraci¨®n constitucional y que fueron magnificados por unas din¨¢micas medi¨¢ticas en las que atraer la atenci¨®n es un objetivo primordial (una tendencia perniciosa en todo el mundo occidental).
Segundo, se alega que la derrota resulta del voto obligatorio. Los desencantados serian antisistema. Esto no se sostiene emp¨ªricamente porque el Gobierno en funciones lleg¨® a La Moneda porque consigui¨® una mayor movilizaci¨®n (que subi¨® del 47% al 56% y permiti¨® a Boric pasar de sus 26% de votos iniciales al 56%). El voto por el Rechazo es diverso y no hay evidencias ni de que pueda ser atribuible en bloque a la derecha ni mucho menos a un voto antisistema. Un amplio grupo de quienes rechazaron lo hicieron en el marco de una campa?a en que muchos actores institucionales se decantaron por rechazar para empezar un nuevo proceso constitucional. Esa ser¨¢ la principal disputa de los d¨ªas que vienen, porque las primeras reacciones hacen suponer que otros actores institucionales que habr¨ªan insinuado esa posibilidad aprovechar¨ªan la contundencia del resultado para que las cosas sigan como est¨¢n (Chile Vamos no asistir¨¢ a la reuni¨®n convocada por el presidente, por ejemplo).
Un tercer argumento atribuye el triunfo del rechazo a la ausencia de los partidos. La Convenci¨®n caracterizada por voces nuevas y una gran cantidad de independientes habr¨ªa demostrado no funcionar. Sin embargo, este fue, nunca mejor dicho, un voto de rechazo. Los partidos que con m¨¢s claridad se involucraron en la campa?a manifestaron su apoyo al Apruebo. El Rechazo fue canalizado en una campa?a de desprestigio muchas veces confusa cuando no directamente basada en informaci¨®n falsa (fake news). No est¨¢ claro que el rechazo a los independientes correlacione con un regreso de los partidos tradicionales.
Un cuarto argumento afirma que sencillamente la Constituci¨®n es mala y la gente vot¨® a conciencia. Sabemos que los intermediarios tienen mucho peso, sean estos los partidos, los l¨ªderes sociales o figuras medi¨¢ticas. La propuesta constitucional ¡ªlo han dicho numerosos analistas de prestigio internacional¡ª supone grandes avances, tiene algunos baches y no pon¨ªa en cuesti¨®n la tendencia a profundizar la democracia. La atenci¨®n puesta sobre algunos elementos como la plurinacionalidad, en el marco de un conflicto con sectores del pueblo mapuche que ha derivado en violencia en los ¨²ltimos a?os; o la propuesta de una democracia paritaria en el escenario del incipiente conservadurismo latinoamericano, alimentaron el rechazo. Otras claves a considerar con mayor atenci¨®n: las expectativas fueron muy elevadas y el proceso se sigui¨® con la lupa, como si de un reality show se tratara. La Convenci¨®n cometi¨® muchos errores y se expres¨® y ampli¨® ¡ªparad¨®jicamente¡ª la distancia con el electorado al que buscaba representar.
?Ahora qu¨¦? El presidente se hab¨ªa anticipado a esta probable derrota aunque seguramente ni en sus peores escenarios imagin¨® sus dimensiones. Ha convocado a todas las fuerzas pol¨ªticas a un acuerdo para dar continuidad al proceso de cambio. En juego est¨¢ la disputa constitucional. La heterog¨¦nea oposici¨®n tiene tambi¨¦n en sus manos el contribuir a sostener la gobernabilidad. Los nuevos partidos surgen de la ventana de oportunidad que abre la crisis de la representaci¨®n, pero la turbopol¨ªtica que los catapulta al escenario electoral puede tambi¨¦n arrastrarlos. No ser¨ªa bueno para Chile.