Renovada y virulenta: la segunda ola de covid-19 sacude Sud¨¢frica
El pa¨ªs con m¨¢s infecciones de ?frica enfrenta un aumento de casos, una nueva cepa m¨¢s contagiosa y la esperanza de una vacuna que a¨²n no ha llegado
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?ltima hora de la tarde en Eshowe, uno de tantos apacibles pueblos del sur de Sud¨¢frica. En el porche de una casa ubicada en una agreste zona residencial, una decena de amigos charla, r¨ªe y ultima los preparativos de la cena: braai, o barbacoa en afrikaans, una popular costumbre nacional. Por aqu¨ª, cuencos de hummus y de guacamole que desaparecen en un santiam¨¦n; por all¨¢, una humeante bandeja repleta de salchichas y costillas que alguien coloca en el centro de la mesa. Y todo regado con buen vino nacional. De repente, Liesbet, una de las invitadas, pide silencio: ha recibido un WhatsApp importante. ¡°El ministro de Sanidad acaba de anunciar que hemos entrado en una segunda ola de covid-19¡å, lee la mujer. Los datos lo confirman: con casi seis mil nuevas infecciones en las ¨²ltimas 24 horas, nada queda de ese amago de aplanar la curva que se vislumbr¨® en oto?o y que dio un respiro al que ha sido desde el primer d¨ªa el pa¨ªs m¨¢s afectado de ?frica. El buen humor de los presentes tras recibir la noticia muda a la consternaci¨®n, la incertidumbre y, por qu¨¦ no decirlo, el fastidio. Y ahora, ?qu¨¦?
Con esa pregunta en mente, ese ¡°ahora qu¨¦¡±, el pasado 9 de diciembre el pa¨ªs entraba oficialmente en su segundo pico de infecciones desde que se declar¨® la pandemia, y hoy acumula casi 1.300.000 casos de covid-19 y 35.000 muertos. La cifra r¨¦cord de contagios diarios se ha alcanzado exactamente un mes despu¨¦s: el 8 de enero se registraron 21.980 nuevos enfermos, una cantidad propiciada por otros dos problemas: una nueva cepa del virus m¨¢s contagiosa y la falta de una vacuna que no acaba de aterrizar.
La respuesta a las dudas de 58 millones de sudafricanos la daba tres d¨ªas despu¨¦s el presidente del Gobierno, Cyril Ramaphosa, en una comparecencia televisiva con unas restricciones, o m¨¢s bien recomendaciones, bastante laxas: usar la mascarilla, no reunirse en grupos de m¨¢s de 50 personas... enumeraba. Los sudafricanos las recibieron con sentimientos encontrados: por un lado, parec¨ªan muy laxas; por otro, se tem¨ªa un confinamiento total como el del pasado marzo, que da?¨® tremendamente la econom¨ªa. ¡°Lo peor que podr¨ªa pasar es tener que volver a confinarse¡±, sostiene Chakanetsa, conductor de Uber de Ciudad del Cabo. ¡°Durante el mes no pude trabajar y fue muy complicado: pago alquiler, impuestos, seguros¡ Por suerte ten¨ªa algunos ahorros, pero hemos pasado mucho. En ese tiempo muri¨® mi suegra y necesit¨¢bamos dinero para el entierro, el funeral y ?de d¨®nde lo sacas? Fue una situaci¨®n dura¡±, asevera.
Pese a las recomendaciones, la vida en Sud¨¢frica sigui¨® sin cambios. Las reuniones han sido todo lo numerosas que se ha querido, m¨¢xime en esta ¨¦poca, equivalente a las vacaciones de verano de Europa. Tampoco es habitual el uso de la mascarilla en la calle. En teor¨ªa est¨¢ prohibido no llevarla, pero no hay multas para los infractores y eso relaja el cumplimiento. ¡°Yo siempre respeto las medidas y mis clientes tambi¨¦n. Si no te la pones, no entras en mi coche¡± sentencia Martin, otro taxista de Ciudad del Cabo. ¡°Por las noches es m¨¢s duro, est¨¢n bebidos y les pido que la usen y no quieren, pero no puedes pelearte con un borracho as¨ª que me callo y los llevo a casa¡±, reconoce este padre de familia con tres hijas adolescentes a las que apenas deja salir de su casa, dice, por la inseguridad de su barrio, uno de los m¨¢s pobres de la ciudad. ¡°Y desde que empez¨® el corona es peor porque hay m¨¢s necesidad y, por tanto, m¨¢s delincuencia¡±, afirma. ¡°De casa al colegio y del colegio a casa¡±.
En el interior de los espacios p¨²blicos tampoco se respetan las normas siempre. Se ve, por ejemplo, en un taller de empoderamiento femenino que organiza una ONG local en Pretoria a mediados de diciembre. M¨¢s de 70 mujeres toman asiento en una peque?a sala sin ventanas y sin ventilaci¨®n. Muy juntas, algunas sosteniendo ni?os en brazos, y la mayor¨ªa con la mascarilla colocada en el cuello o directamente en el bolsillo, permanecen m¨¢s de una hora all¨ª dentro.
En los restaurantes grandes, las distancias se respetan y las mesas se desinfectan tras cada uso, pero los bares m¨¢s peque?os est¨¢n siempre repletos de clientes bebiendo cerveza a cualquier hora de la noche o del d¨ªa. Lo mismo con las celebraciones universitarias de fin de curso, que han resultado en una cascada de contagios. ¡°Un tema nuevo y m¨¢s preocupante es el gran n¨²mero de fiestas y j¨®venes que beben alcohol sin respetar las medidas de seguridad¡±, advert¨ªa el ministro de Sanidad, Zweli Mkhize. La m¨¢s sonada, un macro evento de graduaci¨®n que reuni¨® a m¨¢s de mil j¨®venes de entre 17 y 18 a?os en la ciudad costera de Ballito, en la provincia de Gauteng. M¨¢s de dos tercios se infectaron.
Medidas tard¨ªas
Resultado: la curva sigui¨® agudiz¨¢ndose, por lo que el 28 de diciembre Ramaphosa anunci¨® que el pa¨ªs retroced¨ªa al nivel 3 de cuarentena en una escala de cinco. Esto ha significado la imposici¨®n de un toque de queda de nueve de la noche a cinco de la ma?ana, la prohibici¨®n de reunirse (salvo para celebrar funerales, trabajar y poco m¨¢s), el cierre de algunas fronteras terrestres, el veto a la venta de alcohol y la clausura de numerosos servicios no esenciales y establecimientos, entre otras medidas. Incluso han cerrado los servicios de expedici¨®n de pasaportes o certificados de matrimonio.
Son normas que han llegado tarde porque la presi¨®n hospitalaria no ha dejado de aumentar y los sanitarios temen no poder hacer frente a esta segunda ola. Numerosos medios de comunicaci¨®n han publicado las quejas de los m¨¦dicos ante la falta de camas y de personal, as¨ª como del riesgo de que el ox¨ªgeno empiece a faltar, informa Bloomberg. ¡°La covid-19 es una pandemia de r¨¢pido movimiento que requiere muchos recursos humanos, mientras que el sistema de salud de Sud¨¢frica es burocr¨¢tico y a menudo se ve obstaculizado por la escasez de personal¡± advierte en un comunicado el doctor Colin Pfaff, coordinador m¨¦dico de M¨¦dicos Sin Fronteras en Port Elizabeth, una de las localidades donde la organizaci¨®n humanitaria ha desplegado hospitales covid. ¡°Para salvar vidas y brindar atenci¨®n esencial, se necesita con urgencia una forma m¨¢s ¨¢gil de responder a los brotes¡±, reclama.
Mientras, se espera la primera remesa de vacunas para finales de enero: 1,5 millones de dosis de Astra Zeneca. La segunda, sin embargo, no llegar¨¢ previsiblemente hasta abril, seg¨²n el Gobierno. Lo har¨¢ a trav¨¦s del mecanismo COVAX, una iniciativa global (que se nutre de la ayuda oficial al desarrollo de los donantes, as¨ª como de contribuciones del sector privado y la filantrop¨ªa para garantizar precios asequibles a las econom¨ªas m¨¢s precarias) para conseguir que est¨¦n al alcance de los pa¨ªses m¨¢s pobres. ¡°Estamos explorando todas las v¨ªas para obtener la mayor cantidad de ellas lo antes posible¡±, declar¨® Ramaphosa el pasado lunes por televisi¨®n. Y agreg¨® tambi¨¦n que el Gobierno ha asegurado 20 millones de ellas a lo largo de 2021.
La nueva cepa
Y en medio de los interrogantes sobre cu¨¢nto va a afectar esta segunda ola, ha llegado otra complicaci¨®n: una nueva cepa m¨¢s contagiosa que la primera. Se llama 501.V2 y es distinta a la hallada en Reino Unido. El pasado 18 de diciembre, las autoridades nacionales informaron de la detecci¨®n de esta nueva variante, que ha reemplazado en gran medida al otro virus del SARS-CoV-2 en las provincias de Eastern Cape, Western Cape y KwaZulu-Natal. ¡°Los estudios preliminares sugieren que est¨¢ asociada con una carga viral m¨¢s alta, lo que puede sugerir mayor transmisibilidad¡±, indica la Organizaci¨®n Mundial de la Salud, que sin embargo tambi¨¦n advierte de que no hay evidencias claras de que est¨¦ asociada con una enfermedad m¨¢s grave.
Pero la eficacia de la vacuna s¨ª preocupa. El pasado 3 de enero, el inmun¨®logo de la Universidad de Oxford, Sir John Bell, comentaba en una entrevista en Times Radio que existe un ¡°gran interrogante¡± debido a la falta de evidencia cient¨ªfica, y esta semana, el epidemi¨®logo y asesor m¨¦dico de la Casa Blanca, Anthony Fauci, ha explicado que los datos preliminares muestran que existe una ¡°mayor amenaza¡± de que esta cepa eluda la protecci¨®n los tratamientos con anticuerpos. De hecho, la prioridad actual de los cient¨ªficos sudafricanos es comprobar si las inmunizaciones disponibles funcionar¨¢n o no. ¡°Esta es la pregunta m¨¢s urgente a la que nos enfrentamos en este momento¡±, comentaba a la agencia AP el doctor Richard Lessells, experto en enfermedades infecciosas que est¨¢ trabajando en Sud¨¢frica en los estudios gen¨®micos de esta cepa. ¡°Estamos haciendo experimentos en el laboratorio para probar la variante¡±, a?ad¨ªa Lessells, ¡°tanto en la sangre de personas con anticuerpos como en la de personas que han recibido vacunas¡±.
Miedo por la econom¨ªa
Sud¨¢frica vivi¨® un largo confinamiento domiciliario que, como en tantos otros lugares, afect¨® de lleno a su econom¨ªa, la cual ya arrastraba problemas desde antes, pues se halla en recesi¨®n desde 2017. Se trata del pa¨ªs m¨¢s industrializado de ?frica, pero tambi¨¦n es un pa¨ªs donde el 30,8% de la poblaci¨®n est¨¢ en paro (y es la cifra m¨¢s alta desde 2008), y donde al menos 2,5 millones de personas, seg¨²n el Departamento de Estad¨ªstica del Gobierno, sobrevive gracias a la informalidad, es decir: si no trabajan un d¨ªa, no ganan dinero y no comen al siguiente. Hasta ahora, el impacto de las medidas ha supuesto una p¨¦rdida de m¨¢s de 600.000 puestos de trabajo en el sector formal y seg¨²n las Naciones Unidas, el PIB puede desplomarse hasta un 8% por el impacto de la pandemia.
Ante la fr¨¢gil situaci¨®n econ¨®mica, el Gobierno despleg¨® ayudas de 350 rand (unos 18 euros) de marzo a octubre. Pero no han sido suficientes ni han llegado a todos. ¡°No he tenido ning¨²n tipo de apoyo del Gobierno ni subsidio. No las hay para nosotros¡±, dice Natalie, bailarina de danza contempor¨¢nea de Ciudad del Cabo. ¡°He sobrevivido porque el a?o pasado por suerte gan¨¦ bastante dinero y pude tirar de ah¨ª, pero ya se me ha acabado¡±, lamenta.
Las ayudas sociales se siguen buscando, de hecho, en los d¨ªas posteriores al anuncio de la segunda ola, y las colas en las oficinas de la administraci¨®n p¨²blica donde se ha de realizar la solicitud son tan largas que dan la vuelta a la manzana desde primera hora de la ma?ana. Y da lo mismo d¨®nde: desde Ciudad del Cabo y su paup¨¦rrimo Khayelitsa, el mayor barrio de chabolas de ?frica, hasta la oficina del elegante barrio de Rosebank en Johannesburgo, cientos de sudafricanos aguardan horas hasta ser atendidos.
De vuelta a Eshowe, a aquel 9 de diciembre en aquella barbacoa entre amigos, nada m¨¢s anunciar Liesbet la declaraci¨®n de la segunda ola, el tema de conversaci¨®n vir¨® inevitablemente al coronavirus. ¡°No creo que haya nuevo confinamiento, pondr¨¢n medidas m¨¢s estrictas, pero no una cuarentena total, la econom¨ªa no lo soportar¨ªa¡±, acierta sin saberlo Rado, el anfitri¨®n. Sus invitados secundan su punto de vista y luego debaten si se volver¨¢ a imponer la prohibici¨®n de vender alcohol, algo que s¨ª ha ocurrido finalmente. ¡°Siempre se puede hacer cerveza casera¡± dice otro comensal, Mark, medio en broma, medio en serio. ¡°Durante el primer confinamiento la gente compraba la bebida ilegalmente, sal¨ªa car¨ªsima¡±, agrega Lilja, otra asistente. ¡°Ah, ?C¨®mo lo sabes? ?Es que t¨² comprabas?¡±, responde entre risas Mark.
Y del alcohol, pasan a comentar otras an¨¦cdotas graciosas que trajo la pandemia, como cuando el presidente Ramaphosa se cubri¨® los ojos con la mascarilla para salir en televisi¨®n y los numerosos memes que de ello surgieron. O como cuando la ministra Nkosazana Dlamini-Zuma recomend¨® no compartir porros porque eso propiciaba los contagios y de esa declaraci¨®n televisada sali¨® hasta un ¨¦xito musical, When people Zol, del DJ Max Hurrell, que se hizo viral. Al final de esta velada, el humor se impuso a las malas noticias. Y la m¨²sica de Hurrell tambi¨¦n.
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