La convivencia global: un nuevo desaf¨ªo para la cooperaci¨®n internacional
La solidaridad y la justicia deben posicionarse frente a los problemas que golpean con gran dureza a las personas, colectivos o comunidades m¨¢s vulnerables
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En los ¨²ltimos a?os hemos comprobado c¨®mo diferentes acontecimientos han desbordado nuestras sociedades y han puesto en evidencia los l¨ªmites del modelo de convivencia. De manera impostergable, la realidad reclama ahora una mayor cooperaci¨®n entre los actores de la sociedad global para alcanzar acuerdos sobre fiscalidad, una respuesta conjunta a la crisis sanitaria, la socioecol¨®gica y en la lucha contra las desigualdades, entre otras muchas cuestiones.
A medida que vemos crecer los desaf¨ªos, observamos tambi¨¦n c¨®mo estas nuevas realidades avivan los debates sobre cooperaci¨®n internacional. En este campo, los acontecimientos est¨¢n motivando procesos de reflexi¨®n, revisi¨®n y reforma tanto de las instituciones internacionales como de los gobiernos centrales y descentralizados.
Sin embargo, este es un campo excesivamente desconocido para la ciudadan¨ªa, ajena a sus debates y reflexiones. Las razones de este distanciamiento son numerosas.
Despu¨¦s de unos a?os de profundas crisis, la cooperaci¨®n internacional ha sido cuestionada desde posiciones alejadas de los valores principales: ?por qu¨¦ ser solidarios con colectivos, comunidades o pueblos de otros pa¨ªses, si en el nuestro (o en los nuestros) hay gente que tambi¨¦n lo est¨¢ pasando mal? En fechas no muy lejanas, incluso algunos responsables de estas pol¨ªticas aireaban sin pudor este cuestionamiento.
Otras cr¨ªticas han se?alado el car¨¢cter insuficiente, superficial, asistencial y, en no pocas ocasiones, contradictorio de la ayuda. Adem¨¢s, no ha beneficiado en absoluto el car¨¢cter hiperespecializado y el discurso t¨¦cnico de la misma, que ha difundido una imagen de desconexi¨®n respecto a los problemas de la vida cotidiana.
Queda patente, por lo tanto, por el momento hist¨®rico que estamos viviendo y el distanciamiento con la ciudadan¨ªa, que necesitamos m¨¢s que nunca una cooperaci¨®n internacional fuerte y diferente, radicalmente distinta a la de las ¨²ltimas d¨¦cadas.
Necesitamos m¨¢s que nunca una cooperaci¨®n internacional fuerte y diferente, radicalmente distinta a la de las ¨²ltimas d¨¦cadas
Existe adem¨¢s un imperativo ¨¦tico: la solidaridad y la justicia deben posicionarse frente a los problemas que golpean con gran dureza a las personas, colectivos o comunidades en mayor situaci¨®n de vulnerabilidad.
Pero la solidaridad y la justicia universal como valores supremos no tienen capacidad movilizadora suficiente en nuestro mundo individualista, bien lo sabemos. Por lo tanto, es necesario apelar al imperativo pol¨ªtico de cooperar para resolver los problemas que trascienden las fronteras nacionales. Problemas que nos desaf¨ªan colectivamente como la vulnerabilidad humana, las desigualdades, los efectos del cambio clim¨¢tico o la sindemia generada por el coronavirus. Conviene recordar que los l¨ªmites territoriales del Estado naci¨®n no son los contenedores de los fen¨®menos sociales y pol¨ªticos, y que tampoco residen en el Estado y sus instituciones las capacidades suficientes para hacer frente a los desaf¨ªos globales.
Otra raz¨®n para reivindicar esta postura emerge con fuerza en un contexto de crisis pol¨ªtica de gran calado con repliegues intrafronterizos, exacerbaci¨®n del individualismo y la mercantilizaci¨®n, y crecimiento de opciones pol¨ªticas que niegan derechos. Frente al ¡°s¨¢lvese quien pueda¡±, el valor de la cooperaci¨®n como motor de la acci¨®n colectiva es fundamental para afrontar esta crisis que ha dado como resultado la incapacidad de las estructuras pol¨ªticas para transnacionalizar la democracia.
Ahora bien, si un contexto hist¨®rico tan complejo y desafiante obliga a reforzar la cooperaci¨®n, parece necesario hacerlo a partir de una revisi¨®n de sus bases; desde una transformaci¨®n. Ha llegado el momento de articular un marco en el que visiones alternativas se encuentren y reconozcan en la b¨²squeda del bien com¨²n de la humanidad.
Si un contexto hist¨®rico tan complejo y desafiante obliga a reforzar la cooperaci¨®n, parece necesario hacerlo a partir de una revisi¨®n de sus bases; desde una transformaci¨®n
As¨ª, la construcci¨®n de un modelo de convivencia global capaz de garantizar la sostenibilidad de la vida puede erigirse en el fin fundamental de la misma; todo un reto para responder a las incertidumbres del presente y abordar los desaf¨ªos futuros.
No es un proceso sencillo: exige la democratizaci¨®n de las instituciones y una redefinici¨®n de las relaciones de cooperaci¨®n, enormemente resistentes al cambio en los ¨²ltimos 60 a?os, adem¨¢s de una mayor pluralidad y diversidad de actores y normas m¨¢s transparentes.
Las implicaciones pr¨¢cticas de estos planteamientos son enormes, no hay que ignorarlo: en el ¨¢mbito global se hace imprescindible un desplazamiento del centro de gravedad del sistema. Desde el n¨²cleo actual del Comit¨¦ de Ayuda al Desarrollo hacia espacios internacionales con mayor capacidad de representaci¨®n de la diversa y plural sociedad internacional. Para esta labor, el Consejo Econ¨®mico y Social y el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas son, indudablemente, espacios m¨¢s representativos y a fortalecer.
En los ¨¢mbitos estatales tambi¨¦n deber¨ªan darse importantes transformaciones, entre las que destacan la superaci¨®n de las respuestas tecnocr¨¢ticas frente a problemas de naturaleza pol¨ªtica que han dominado en los ¨²ltimos tiempos, y las derivas securitaria y mercantilista a las que la ayuda parece haberse entregado, en ocasiones de manera desenfrenada.
No podemos olvidar el papel de los gobiernos locales y regionales (la denominada ¡°cooperaci¨®n descentralizada¡±) y su potencial aportaci¨®n diferencial a la acci¨®n colectiva. Su car¨¢cter solidario, su vinculaci¨®n con la sociedad civil y su vocaci¨®n horizontal y de construcci¨®n de relaciones de reciprocidad, hacen de esta una referencia fundamental en el proceso de transformaci¨®n al que debe aspirarse en una escala mayor.
Si queremos construir un mundo m¨¢s justo y sostenible, alejado de visiones uniformes, necesitamos una cooperaci¨®n m¨¢s fuerte, m¨¢s plural, m¨¢s feminista y m¨¢s democr¨¢tica; que promueva el di¨¢logo en condiciones de igualdad entre diferentes formas de entender la vida en sociedad, la articulaci¨®n de la pol¨ªtica y la organizaci¨®n de la econom¨ªa. En definitiva, que defienda la convivencia entre los ¡°universales rec¨ªprocos¡± que nos propone la fil¨®sofa Marina Garc¨¦s.
Es demasiado lo que est¨¢ en juego. Frente a las din¨¢micas de expulsi¨®n en la globalizaci¨®n, frente al retroceso democr¨¢tico y a las opciones pol¨ªticas basadas en la exclusi¨®n y el odio al diferente nos queda cooperar para convivir globalmente.
Ignacio Mart¨ªnez es profesor de Ciencia Pol¨ªtica en la Universidad Complutense de Madrid e investigador en el Colectivo La Mundial. Este art¨ªculo sintetiza las ideas del libro Nuevos horizontes para la cooperaci¨®n internacional. Una mirada a la cooperaci¨®n descentralizada a trav¨¦s del caso vasco (Tirant lo Blanch, 2021).
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