Sobrevivir sin papeles y en pandemia como refugiado venezolano en Ecuador
El pa¨ªs latinoamericano alberga a m¨¢s de 400.000 migrantes de Venezuela. Normalizar su vida all¨ª no es f¨¢cil. El alto precio de las visas ahoga a los exiliados, que en un estado de irregularidad apenas tienen acceso a trabajos informales. La pandemia ha empeorado esta situaci¨®n
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Jhoan Mart¨ªn Machado y Arisneli Velancourt y sus tres hijas, Marcela, Miranda y Mariangel llegaron hace cinco a?os a Quito (Ecuador) con apenas varias maletas, que usaron los primeros d¨ªas como camas para dormir. Viajaron en bus desde Caracas hasta C¨²cuta (Colombia), en la frontera con Ecuador, que luego cruzaron caminando. De ah¨ª, otro autob¨²s hasta el sur de la capital ecuatoriana; de la c¨¢lida Caracas a la fr¨ªa ciudad en diciembre... ¡°Fue el susto m¨¢s grande de mi vida. Llegar con mi familia a un pa¨ªs donde no conoc¨ªa a nadie. La m¨¢s peque?a sufri¨® una hipotermia, y apenas ten¨ªa un a?o¡±, se?ala el joven venezolano, de 36, sentado en el sal¨®n de su casa, un estudio de unos 30 metros cuadrados con el comedor, la cocina y las habitaciones separados apenas por una escalera.
Despu¨¦s de Siria, el pa¨ªs m¨¢s afectado por la migraci¨®n y el ¨¦xodo masivo es Venezuela. M¨¢s de cinco millones de personas se han visto empujados a emigrar por la profunda crisis pol¨ªtica, econ¨®mica y social en la que est¨¢ sumido el pa¨ªs, seg¨²n las cifras reci¨¦n publicadas por el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur) en su informe anual. La historia de Mart¨ªn y Velancourt tiene elementos que se repiten en la vida de muchos de sus conciudadanos en la ¨²ltima d¨¦cada: la joven trabajaba como ingeniera de sistemas y ¨¦l como guardia de seguridad, pero sus sueldos no les alcanzaba para vivir; sufr¨ªan la escasez de alimentos y medicinas y apenas encontraban leche y pa?ales para su hija peque?a. ¡°Decidimos sacar todos nuestros papeles, partidas de nacimientos, nuestros t¨ªtulos universitarios y los pasaportes y salir del pa¨ªs¡±, explica Machado. Un proceso que se prolong¨® un a?o, hasta que lo lograron.
Ecuador alberga a m¨¢s de 400.000 refugiados y migrantes de Venezuela. En la actualidad, 230.000 de ellos est¨¢n regularizados, seg¨²n Acnur, con varios tipos de visas o reconocidos como refugiados, pero la otra mitad espera su turno para conseguir sus papeles. Junto a Colombia, seguida por Per¨², Chile y Brasil es el pa¨ªs que cuenta entre sus migrantes con m¨¢s personas de esta nacionalidad. ¡°Sin una regularizaci¨®n general, al final solo puedes trabajar informalmente, o que te exploten laboralmente y solo tengas acceso a trabajos muy precarios. Y la pandemia ha agudizado las dificultades existentes. Ahora, la gran mayor¨ªa de las personas venezolanas que ya ten¨ªan un trabajo lo han perdido y tienen necesidades humanitarias fuertes¡±, contextualiza Giovanni Bassu, representante de Acnur en Ecuador.
C¨®mo salir del bucle de la irregularidad
Para salir de esta situaci¨®n de irregularidad, los inmigrantes venezolanos tienen varias opciones para conseguir una visa, pero todas ellas con un coste que excede lo que se pueden permitir y procesos burocr¨¢ticos arduos, que la covid-19 ha ralentizado a¨²n m¨¢s. Desde 2019 existe la llamada visa humanitaria, que tiene un coste de 50 d¨®lares (42 euros) y la que se podr¨ªa conseguir presentando un pasaporte con vigencia de hasta cinco a?os.
Por otro lado, si se es venezolano y se tienen hijos nacidos en Ecuador, se puede pedir la visa de amparo, para la que habr¨ªa que pagar 150 d¨®lares (126 euros). Si se ha entrado en el pa¨ªs sin pasaporte y hay que requerirlo a Venezuela, el proceso se puede demorar hasta seis meses y tiene un coste de 400 d¨®lares (336 euros), a pagar con tarjeta de cr¨¦dito, m¨¦todo del que la mayor¨ªa de migrantes carece. La llamada visa permanente, un permiso de hasta 10 a?os, supone pagar 550 d¨®lares (463 euros) y exige haber permanecido un m¨ªnimo de 21 meses en el pa¨ªs. ¡°Muy pocas personas van a reunir los requisitos para este tipo de visas, adem¨¢s de esa cantidad de dinero¡±, explica Camilo Urbina, jefe de equipo proyecto Regional ECHO II de Ayuda en Acci¨®n Ecuador.
Con motivo de la Conferencia Internacional de Donantes en Solidaridad con los Refugiados y Migrantes Venezolanos, el presidente ecuatoriano, Guillermo Lasso, anunci¨® un nuevo proceso de regularizaci¨®n
A pesar de todo, la presi¨®n migratoria en la regi¨®n y de la comunidad internacional est¨¢ haciendo que las cosas mejoren para los venezolanos en el exilio. El Gobierno colombiano se propone regularizar a cerca de un mill¨®n de migrantes venezolanos indocumentados que ya se encuentran en su territorio mediante un estatuto temporal de protecci¨®n con una vigencia de 10 a?os. Esta medida del Ejecutivo de Iv¨¢n Duque ha provocado un efecto domin¨® en los dem¨¢s pa¨ªses, tambi¨¦n en Ecuador. El pasado 17 de junio, con motivo de la Conferencia Internacional de Donantes en Solidaridad con los Refugiados y Migrantes Venezolanos celebrada en Canad¨¢, el presidente ecuatoriano, Guillermo Lasso, anunci¨® un nuevo proceso de regularizaci¨®n: ¡°Para ser una pol¨ªtica efectiva, duradera y permanente, deber¨¢ complementarse con estrategias de integraci¨®n econ¨®mica para el acceso al mercado laboral. El acceso universal a las vacunas con base en la cooperaci¨®n y solidaridad es un imperativo¡±, sentenci¨®.
Pero mientras llega esta nueva regularizaci¨®n, muchas personas siguen sin trabajo o apenas han conseguido alguno precario. Son las doce del mediod¨ªa de un s¨¢bado y el mercado central de Atuntaqui, una localidad de 10.000 habitantes de la regi¨®n de Imbabura, al norte de Ecuador, bulle con el traj¨ªn de los puestos de fruta, verdura, de carne y pescado y comida tradicional. En uno de estos restaurantes se afana limpiando, fregona en mano, Gloani Berrios. Esta venezolana lleg¨® al pa¨ªs en mayo de 2020, dos meses despu¨¦s de que la pandemia estallara, con sus dos hijas de 21 y 20 a?os y una ni?a de tres. ¡°Tuvimos suerte porque la gente le regalaba a uno comida porque no hab¨ªa nada¡±, explica Berrios junto a Evelyn Ord¨®?ez, otra compatriota, que como ella escap¨® de Venezuela con sus dos hijos. Ambas viven en el mismo lugar, junto a otra familia, para poder pagar la renta de la casa. ¡°Nada m¨¢s llegar aqu¨ª com¨ªamos dos veces al d¨ªa, con suerte¡±, a?ade la joven.
Gloani y Evelyn son beneficiarias del programa regional de migraciones que, junto a varias organizaciones de la red Alliance2015, ha implementado Ayuda en Acci¨®n en Ecuador. Con los cinco d¨®lares (4 euros) que ganan a diario no les alcanza para sobrevivir. Ayuda en Acci¨®n les ha prestado una cantidad a trav¨¦s de unas tarjetas alimentarias por las que pueden abastecerse en unos grandes supermercados de los productos b¨¢sicos. ¡°Al igual que ellas, recibimos muchas llamadas diarias de personas que se han quedado sin trabajo y necesitan apoyo para comer y emprender su propio negocio¡±, dice Camilo Urbina, jefe de equipo proyecto Regional ECHO II de Ayuda en Acci¨®n Ecuador.
Adem¨¢s de dinero para la compra de alimentos y asesoramiento jur¨ªdico, este proyecto en Ecuador ha ofrecido apoyo psicol¨®gico a m¨¢s de 3.000 personas a trav¨¦s de un servicio telef¨®nico de asistencia. ¡°Lo que nosotros hacemos es informar para poder calmar. El miedo y el desconocimiento de la poblaci¨®n migrante de si pueden ejercer o no sus derechos ya exist¨ªa antes, pero la pandemia los ha exacerbado¡±, explica Ana Marcela Mullo, psic¨®loga y consultora del proyecto de atenci¨®n psicol¨®gica de Ayuda en Acci¨®n Ecuador.
Un miedo que tambi¨¦n se refleja en Samuel y Mar¨ªa ¡ªnombres ficticios¡ª, una pareja de refugiados venezolanos que huyeron de su pa¨ªs por motivos pol¨ªticos y hace dos a?os llegaron caminando a Quito con sus cuatro hijos. En la capital ecuatoriana se ganan la vida vendiendo empanadas y arreglando bicicletas. ¡°Nos tratan como si fu¨¦ramos vendedores de droga¡±, explica Samuel a las puertas de su taller de bicis, mientras cuenta c¨®mo la polic¨ªa trat¨® de requisarle el carrito que usan para vender comida. Acumula cinco multas de 400 d¨®lares en los ¨²ltimos meses.
¡°Hay d¨ªas que llueve desde la ma?ana y no se vende nada de comida ?Por qu¨¦ nos tratan mal? Enseguida sale la multa¡±, lamenta Mar¨ªa, que explica c¨®mo a su hijo mayor le dieron trabajo por tres meses como guardia de seguridad, lo despidieron sin motivo alguno y nunca le pagaron su sueldo. ¡°Si al menos nos dieran trabajo y nos pagasen lo trabajado¡±, a?ade la mujer, visiblemente dolida. ¡°Reci¨¦n llegado, cuando a¨²n no ten¨ªa visa, trabaj¨¦ en la construcci¨®n seis meses y me pagaron dos, trabajando seis d¨ªas a la semana por 35 d¨®lares (29 euros)¡±, a?ade Samuel, que asegura se ven apurados cada mes para pagar una renta de 135 d¨®lares (113 euros).
M¨¢s que volver, le dir¨ªa que nunca me hubiera gustado salirJhoan Mart¨ªn Machado, refugiado venezolano
Una renta que para Jhoan Mart¨ªn y su familia es de 250 d¨®lares (210 euros), m¨¢s las facturas de luz y agua. El taller improvisado de bicicletas de Samuel queda enfrente de su casa y all¨ª es donde muchas ma?anas y tardes pasa su tiempo el joven venezolano, tratando de ganar algo de dinero para sacar adelante a sus hijas. Tambi¨¦n ¨¦l y su esposa, como Samuel y Mar¨ªa, se dedicaron a vender empanadas en sus inicios en Ecuador. Ahora ella tiene un trabajo en el departamento administrativo de una cl¨ªnica privada y ha conseguido una visa permanente. Jhoan Mart¨ªn sigue alternando trabajos temporales como pintor, reparando bicicletas, y en el equipo de mantenimiento de un edificio, mientras tramita la c¨¦dula ¡ªel documento nacional de identidad del pa¨ªs¡ª, requisito que le han impuesto en este ¨²ltimo empleo para poder pagarle el mes y medio que lleva trabajando all¨¢ y quiz¨¢s, conseguir un contrato indefinido.
Mientras que ese tiempo llega, Jhoan Mart¨ªn sale las ma?anas de los s¨¢bados a jugar a pelota con sus hijas al parque cercano de su casa y extra?a a su familia, con la que habla cada semana por tel¨¦fono. ¡°?Le gustar¨ªa volver a Venezuela?¡±. Una pregunta a la que Jhoan Mart¨ªn tiene una respuesta muy clara: ¡°Uy, m¨¢s bien dir¨ªa que nunca me hubiera gustado salir¡±.
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