La alternativa a la delincuencia en Quibd¨® rima y suena bien alto
El colectivo colombiano Dementes Conscientes lleva 20 a?os organizando festivales y peleas de gallos todos los domingos en el Choc¨® para que los j¨®venes de los barrios m¨¢s desfavorecidos encuentren en el rap un ocio sano
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A¨²n no ha atardecido en el malec¨®n de Quibd¨® cuando llegan. Una treintena de j¨®venes con gorras, pantalones ca¨ªdos y deportivas gastadas se asoman a las gradas de colores que acompa?an el r¨ªo Atrato, el tercero m¨¢s largo del pa¨ªs, con altavoces negros y media decena de micr¨®fonos. ¡°?Quiubo, manito, c¨®mo le va?¡±, le dice uno a otro, mientras le choca la mano. ¡°Vamos a darle, ?o qu¨¦?¡±, le responde. La cita es inamovible. Cada domingo, decenas de j¨®venes se encuentran ¨Ca veces en una plaza, otras en un ring¨C para rapear en una batalla de gallos algo diferente a las habituales: en este palco est¨¢ prohibida cualquier rima violenta o ataque personal. ¡°Ya bastante de eso tienen afuera¡±, dice Stewart Palacios, el motor de Dementes Conscientes, un colectivo que lleva 20 a?os organizando festivales y encuentros semanales donde los j¨®venes encuentran una alternativa de ocio sana. ¡°Lo que hacemos ac¨¢ es empoderar a estos pelaitos y dejar que sue?en¡±.
El Choc¨® es, junto a La Guajira, el departamento m¨¢s pobre (y abandonado) del pa¨ªs. La delincuencia, las drogas y la balacera est¨¢n a la orden del d¨ªa. De acuerdo con el Sistema de Informaci¨®n Estad¨ªstico, Delincuencial Contravencional y Operativo de la Polic¨ªa Nacional (SIEDCO), entre 2017 y 2019, la cifra de muertes violentas en la capital del departamento, Quibd¨® (120.000 habitantes), no lleg¨® a los 100; pero en 2020 ya eran 151, cinco veces m¨¢s alta que la media nacional (23,9). Casi tres por semana.
¡°Delincuencia¡±, grita alguien desde la grada, mientras varios chicos se agachan a cubrir el parlante de la lluvia que empieza a caer. ¡°Ya lo oyeron, toc¨® delincuencia¡±, espeta Jheyson Arias Serna, alias JBonny, el MC, avisando del tema sobre el que tienen que improvisar. Con las gafas puestas acerca una gorra azul al p¨²blico para que ¡°una mano inocente¡± escoja a los siguientes raperos. Al o¨ªr sus nombres art¨ªsticos, salen al centro entre v¨ªtores y palmadas. ¡°Yo, yo, yo¡±, dice uno de ellos empu?ando hacia arriba el micr¨®fono, antes de arrancarse.
/Unos dicen que ellos matan porque quieren, otros dicen que es la vida que prefieren, otros lo hacen por dinero y por favor, tres, dos uno, qu¨¦ s¨¦ yo. / La vida dura apenas un instante, quiz¨¢s para ti no sea demasiado tarde. Tenemos muchos que son suicidas y no tienen en cuenta que siempre hay una salida. Pero no toda esa gente somos delincuentes. La calle es un refugio para la gente inteligente/. ¡°Tiempo, tiempo, tiempo¡±, interrumpe el MC, ¡°?qui¨¦n dice que gan¨® El Persi?¡± Aplausos. ¡°?Qui¨¦n dice que gan¨® Fer FF?¡±. Aplausos algo m¨¢s moderados. ¡°Papi, nos vemos el pr¨®ximo domingo¡±, le espeta JBonny al segundo, entre risas.
El festival es una zona franca para todas esas fronteras invisibles, es el ¨²nico espacio en el que se juntan todos los barrios enemigos y saben que esa noche todo es pac¨ªficoStewart Palacios, el motor de Dementes Conscientes
¡°El rap cuenta toda una comunidad, cuenta de d¨®nde somos y qui¨¦nes somos¡±, explica d¨ªas m¨¢s tarde este artista de apenas 25 a?os en un ensayo de improvisaci¨®n. A pesar de que nadie en Quibd¨® rima con la habilidad y la pasi¨®n de JBonny, le es imposible vivir de sus letras. Trabaja de lo que surja: repartidor, vendiendo en la calle, recogiendo cocos... Se acostumbr¨® a vivir del d¨ªa.
Sentado en el local que en apenas unas semanas se convertir¨¢ en el ¨²nico bar de rap de la ciudad, Naren David Arriaga Robledo, el productor de Dementes Conscientes, conocido como NarenDj, es tajante: ¡°Est¨¢ ch¨¦vere porque la calle est¨¢ llena de talento y los pelaitos de ac¨¢ saben tirarla, pero uno tiene que tener visi¨®n y enfocarlo en la parte empresarial. Las ganas no le dan a uno de comer¡±. As¨ª, entre conversaciones y sinergias se ha ido forjando una comunidad y una red de apoyo de m¨¢s de un millar de adolescentes que se descargan ante un micr¨®fono y que, adem¨¢s de un contexto social lleno de dificultades, entraron porque empezaron admirando a otros. ¡°Esa es nuestra ilusi¨®n, ese es nuestro legado¡±, a?ade el primero.
En este palco, al que acaba subi¨¦ndose hasta el vendedor ambulante de helados, caben todos. Aunque suele estar copado a¨²n por los hombres. ¡°Ac¨¢ la cultura del rap es m¨¢s que todo masculina, pero est¨¢ cambiando. Hay muchas que han salido incluso del panorama local¡±, reconoce Palacios. La ¨²nica mujer del clan del domingo aguarda su turno entre los chicos que se balancean al ritmo del beat que eligen de una cuenta de Youtube. Con la mascarilla de babero, un top de flores y unos pantalones ce?idos, se hace en el centro y manda a callar para que se le escuche cantar una chirim¨ªa (m¨²sica popular). El micr¨®fono se moj¨® y toca a capella. Nada nuevo por aqu¨ª.
El orgullo es afro
¡°Pareces un gorila. Tienes el cabello como el de una rata¡±. Esas dos frases fueron suficientes para perder la final de uno de los concursos, que organiza el colectivo cada 30 de diciembre, desde donde arrancaron grupos internacionales como Chocquibtown. ¡°Ten¨ªa al p¨²blico, que es el jurado, de su lado desde el principio¡±, cuenta Palacios, ¡°pero cuando la gente vio que un afro le dec¨ªa eso a otro, ya no quisieron ser part¨ªcipes. El denigrar no va con nosotros. El festival es una zona franca para todas esas fronteras invisibles, es el ¨²nico espacio en el que se juntan todos los barrios enemigos y saben que esa noche todo es pac¨ªfico. Nunca hemos vivido un robo ni un tiroteo, vienen a parcharse (divertirse) y escuchar a los dem¨¢s¡±.
El pueblo chocoano, ante nuestras dificultades, nos la gozamos. Aqu¨ª hay una inundaci¨®n y los m¨²sicos salen a tocar. Porque nosotros somos eso, nuestra raza es alegr¨ªaJhon Manuel Palomeque, rapero
El rap nunca fue solo rap. Y menos en Quibd¨®. La m¨²sica es parte del ADN de esta ciudad que no conoce el silencio. En los balcones de las veredas los parlantes apuntan a la calle. Y la salsa, la bachata y el reggaeton retumban incansables y se mezclan con el tararear del que pasa. ¡°El pueblo chocoano, ante nuestras dificultades, nos la gozamos. Aqu¨ª hay una inundaci¨®n y los m¨²sicos salen a tocar. Porque nosotros somos eso, nuestra raza es alegr¨ªa. Un ni?o nace y desde que ya se puede poner de pie ya te baila un ritmo ex¨®tico o una chirim¨ªa¡±, cuenta Jhon Manuel Palomeque, otro integrante. Lo que empez¨® siendo un encuentro de hip-hop, aspira a ser un sello discogr¨¢fico que pueda aportar tambi¨¦n progreso econ¨®mico a la zona.
¡°?D¨®nde est¨¢n las mujeres? Fuerte esa bulla. ?Y d¨®nde est¨¢n los machos que mandan en la casa?¡±, recuerda haber dicho el domingo JBonny. La incomodidad del p¨²blico fue evidente y suficiente para hacerle rectificar. ¡°No es machismo ni nada de eso, perdonen. Solo quer¨ªa sentir el ruido: una bulla las mujeres y otra los caballeros, por favor¡±. Ya en el ensayo y entre risas algo embarazosas lo explica: ¡°Esto es un proyecto en el que estamos aprendiendo todos. Yo me di cuenta de que ese no era el mensaje que quer¨ªa pasarle a los ni?os. Nuestra responsabilidad es ense?arles a ser mejor a trav¨¦s del arte. Yo no soy un joven que viene e improvisa cualquier cosa. Esto es algo m¨¢s serio¡±.
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