Cuando el rap rima con la c¨¢rcel
El caso Pablo Has¨¦l tiene escasos precedentes en Europa. En EE UU prima la libertad de expresi¨®n en los choques entre el ¡®hip-hop¡¯ y la justicia
Puede que el franc¨¦s Maka se sienta algo menos solo ahora que su colega espa?ol Pablo Has¨¦l tambi¨¦n est¨¢ entre rejas. El rapero, de 18 a?os, cumple 21 meses de prisi¨®n por apolog¨ªa del terrorismo en una canci¨®n en la que hac¨ªa referencia a la decapitaci¨®n del profesor Samuel Paty. Durante el juicio, Maka se disculp¨® y su abogada pidi¨® que no se le interpretara al pie de la letra. ¡°Samuel Paty puede ser considerado como una especie de s¨ªmbolo. Maka ha maltratado la imagen y el s¨ªmbolo, pero no puede reproch¨¢rsele alabar a terroristas. En estos tiempos hace falta algo de serenidad y hay que evitar mezclar las cosas. Se puede ser subversivo, poco delicado, en el ejercicio art¨ªstico. Se puede no estar de acuerdo, indignarse, decir que no vale nada, que es grave, pero no se puede decir que es ilegal¡±, abog¨® sin ¨¦xito, seg¨²n relat¨® Le Parisien. La fiscal¨ªa replic¨® que Paty fue asesinado tras la publicaci¨®n de varios v¨ªdeos en las redes sociales donde se denunciaba al profesor que mostr¨® unas caricaturas de Mahoma en clase para hablar, precisamente, de la libertad de expresi¨®n.
Antes que ¨¦l, tambi¨¦n pas¨® por la c¨¢rcel, hasta dos veces, el rapero de origen guineano Mohamed Damey, alias Masta Ex, igualmente por apolog¨ªa del terrorismo. En abril de 2020, un tribunal lo conden¨® a ocho meses de prisi¨®n por el v¨ªdeo 20/20 feliz a?o, en el que llamaba a ¡°tomar las armas¡± y amenazaba expl¨ªcitamente al presidente, Emmanuel Macron, y al entonces ministro del Interior, Christophe Castaner.
Los casos de Maka y Damey, a los que adem¨¢s de los problemas con la justicia, les une con Has¨¦l su escasa relevancia art¨ªstica, son una excepci¨®n en Francia. En las ¨²ltimas d¨¦cadas numerosos artistas han acabado ante los tribunales acusados de violencia y desprecio a las autoridades y los s¨ªmbolos del pa¨ªs, especialmente la polic¨ªa, pero pocos en prisi¨®n. El caso m¨¢s c¨¦lebre es el de la banda NTM, autores de Police, sobre la actuaci¨®n policial en barriadas pobres. Los cantantes Joeystarr y Kool Shen fueron llevados a juicio por calificar en 1995 durante un concierto a la polic¨ªa de ¡°fascistas¡± que ¡°asesinan¡±. El juez, un expolic¨ªa, emiti¨® una pena muy controvertida en la ¨¦poca por su dureza: tres meses de prisi¨®n firme y seis meses m¨¢s de prohibici¨®n de tocar en territorio franc¨¦s por ¡°ultrajes¡± a la polic¨ªa. Tras apelar, la sentencia final fue de dos meses de prisi¨®n suspendida y una multa de 50.000 francos (7.500 euros). De una quincena de casos recogidos desde los a?os 1990 por la publicaci¨®n Sens Critique, la mitad acabaron bien con absoluci¨®n o archivados, bien con multas. Uno de estos ¨²ltimos fue el de Nick Conrad, que en 2019 llam¨® a ¡°matar a beb¨¦s blancos¡± y a ¡°colgar a sus padres¡±. ¡°La libertad de creaci¨®n art¨ªstica no es absoluta¡±, le record¨® el tribunal al condenarle a 5.000 euros de multa exenta de pago.
Francia es uno de los pa¨ªses europeos en los que el rap cuaj¨® con m¨¢s fuerza fuera de Estados Unidos, lugar en el que el g¨¦nero naci¨® en los a?os setenta como un veh¨ªculo para la fiesta, s¨ª, pero tambi¨¦n para la pol¨ªtica. El g¨¦nero es habitual en los informes de la ONG Freemuse, especializada en abogar por la libertad de expresi¨®n creativa. Su delegado en Espa?a, Alberto Gonz¨¢lez, extrae de su documento anual una decena de casos, en pa¨ªses como Israel, Rusia, Espa?a, Bielorrusia, Francia o Turqu¨ªa.
A diferencia de ordenamientos jur¨ªdicos como el franc¨¦s, el espa?ol o el alem¨¢n, donde el caso m¨¢s famoso de rapero entre rejas es el de Bushido, cuyos problemas con la justicia han tenido que ver con el fomento de la homofobia, los encontronazos entre las letras de hip-hop y la justicia siempre se han inclinado en Estados Unidos del lado de la protecci¨®n de la libertad de expresi¨®n.
Public Enemy, banda pionera en la historia del rap pol¨ªtico, protagoniz¨® una de esas primeras colisiones, cuando estren¨® en 1991 By the Time I Get To Arizona, en el que un grupo de paramilitares afroamericanos planificaba y consumaba el asesinato de la c¨²pula del Gobierno del Estado sure?o, que se opuso a la celebraci¨®n del D¨ªa de Martin Luther King Jr. Un a?o despu¨¦s, el polifac¨¦tico Ice-T debutaba con su grupo paralelo de hardcore, Body Count, y se pon¨ªa en la palestra medi¨¢tica con Cop Killer (Asesino de polic¨ªas), canci¨®n contra la brutalidad policial en el que el protagonista responde con violencia expl¨ªcita a los abusos de la autoridad. Pocas semanas despu¨¦s, el vocalista de San Francisco Paris lanzaba su segundo ¨¢lbum, Sleeping with the Enemy, que inclu¨ªa dos canciones, Bush Killa (El asesino de Bush) y Coffee, Donuts, and Death (Caf¨¦, donuts y muerte), donde se relataba un atentado contra el presidente de los Estados Unidos George Bush y el asesinato de dos polic¨ªas, respectivamente.
En ninguno de los tres casos, como tampoco en los de N.W.A. y su hit Fuck tha Police (Que le jodan a la polic¨ªa), que se tradujo en una investigaci¨®n del FBI y en la prohibici¨®n expl¨ªcita de interpretar la canci¨®n en los conciertos del grupo, y de 2 Live Crew, formaci¨®n de Miami que acab¨® ganando el juicio en que se le acusaba de obscenidad por sus actuaciones y letras de contenido sexual, sus autores acabaron encarcelados. Las discogr¨¢ficas recibieron presiones, las radios y cadenas de televisi¨®n prohibieron su difusi¨®n, e incluso Ice-T se vio obligado a retirar Cop Killer del disco, pero siempre prevaleci¨® el amparo jur¨ªdico de la primera enmienda.
Desde entonces la ley ha dado cobijo a las propuestas m¨¢s pol¨¦micas procedentes del gangsta rap o del rap politizado, con la excepci¨®n de Mayhem Mal y Soulja Beaz. En 2012 los dos raperos de Pittsburgh grabaron una canci¨®n, Fuck the Police, en la que propon¨ªan matar a los polic¨ªas que hab¨ªan detenido a Mal por posesi¨®n de drogas y armas. El juez consider¨® que la amenaza era real y no una licencia creativa, y sum¨® a la causa los cargos de ¡°amenaza terrorista e intimidaci¨®n a los testigos¡±.
En el Reino Unido, el otro gran estandarte de la revoluci¨®n musical promovida por los ritmos urbanos, la atenci¨®n judicial y policial se centra en el grime y el drill rap, las dos escenas locales que m¨¢s controversia han desatado en el pa¨ªs. El v¨ªnculo de ambas facciones, en especial la segunda, con la cultura de las pandillas y la violencia callejera, no ha pasado inadvertido. El caso m¨¢s conocido es el de Digga D, un vocalista londinense al que un juez ha prohibido escribir letras relacionadas con el c¨®digo pandillero y al que obliga a informar a la polic¨ªa de cada vez que publica m¨²sica nueva para asegurarse de que sus textos no hacen apolog¨ªa de la violencia. Fue condenado a un a?o de c¨¢rcel por conspiraci¨®n para cometer des¨®rdenes violentos en un juicio en el que se aportaron sus canciones como prueba. El drill rap, una de las corrientes musicales m¨¢s estimulantes del momento en el Reino Unido, se siente vigilado, perseguido y criminalizado. Y han surgido propuestas como Political Drilling, un tema del rapero Drillminister construido a partir de citas violentas y agresivas de pol¨ªticos brit¨¢nicos, para visibilizar un problema que, de momento, solo parece focalizarse en una escena musical muy concreta.
Una relaci¨®n estrecha y poco amigable
En Estados Unidos, la relaci¨®n entre el rap y la justicia es larga, estrecha y poco amigable, aunque por motivos que no tienen que ver con la libertad de expresi¨®n. De Lil Wayne a Gucci Mane, de C-Murder a Cassidy, los raperos son encarcelados por delitos de tenencia il¨ªcita de armas o drogas, abusos sexuales, agresi¨®n, asesinato, resistencia a la autoridad, impago de la pensi¨®n de alimentos o tr¨¢fico de estupefacientes, pero no por sus canciones, tuits o declaraciones. Se retiran portadas, por ejemplo, la del prof¨¦tico Party Music, de The Coup, que anticipaba el atentado contra las Torres Gemelas, se eliminan expresiones malsonantes en las versiones para radio y se persiguen con ah¨ªnco la obscenidad y el esc¨¢ndalo sexual, pero la Primera Enmienda siempre prevalece.
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