La caza de brujas infesta Malaui: ¡°Despu¨¦s de que quemaran a mi padre, ya no son mi familia¡±
Mike Hauli fue acusado de hechizar a su hermano y una turba lo asesin¨®. Y no es un hecho aislado. Se han denunciado 20.000 casos de violencia colectiva relacionada con brujer¨ªa en 60 pa¨ªses, en su mayor¨ªa contra ancianas, ni?os y albinos
Jean Hauli, una malau¨ª de poco m¨¢s de 20 a?os, mira fotos en su tel¨¦fono m¨®vil. En la primera se ve a un hombre con una agradable sonrisa. Luego, im¨¢genes oscuras y borrosas de una hoguera. Despu¨¦s, un cad¨¢ver carbonizado. ¡°Muchos de los acusados son parientes nuestros, pero despu¨¦s de que quemaran a mi padre dej¨¦ de considerarlos mi familia. Las palabras no pueden describir lo que hicieron¡±.
Fue el 16 de agosto de 2021. Por la tarde, Mike Haule, de 49 a?os, fue a visitar a la familia de su hermano Edvin en la provincia de Karonga, en el norte de Malaui. Un grupo de vecinos y familiares se hab¨ªa reunido para llorar la muerte repentina de Edvin a causa de una perniciosa enfermedad. Pero lo que Hauli no sab¨ªa era que muchos de los all¨ª presentes estaban convencidos que ¨¦l lo hab¨ªa asesinado sirvi¨¦ndose de la brujer¨ªa.
¡°Me contaron que un ni?o se acerc¨® a Mike y le dio un pu?etazo. Eso anim¨® a los conspiradores a atacar¡±, cuenta su viuda, Alice Mwakhwawa. Pronto se congreg¨® una multitud que empez¨® a golpear con pu?etazos y patadas al hombre. Cuando ya estaba sin vida, lo arrastraron a una pira y prendieron fuego al cuerpo. Alice Mwakhwawa estaba en una casa cercana y pudo o¨ªr los gritos. Cuando quiso salir y ver qu¨¦ estaba pasando, un hombre que acababa de ver la hoguera se lo impidi¨®. Tras el asesinato, la mujer dej¨® su casa, y vive con el temor a que la ataquen a ella. Lo mismo le pasa a su hija, Jean Hauli. ¡°He recibido muchas llamadas an¨®nimas, voces que me dicen que voy a morir ese mismo d¨ªa¡±, relata.
Una crisis de derechos humanos a escala mundial
Cada a?o se producen en Malaui casi 150 casos de violencia colectiva relacionada con la brujer¨ªa. Pero el problema no es exclusivo de este peque?o pa¨ªs africano. Seg¨²n la organizaci¨®n Red de Informaci¨®n sobre Brujer¨ªa y Derechos Humanos, en la ¨²ltima d¨¦cada se han denunciado m¨¢s de 20.000 episodios en m¨¢s de 60 pa¨ªses de los que m¨¢s de 5.000 fueron asesinatos. Los cr¨ªmenes relacionados con la brujer¨ªa son especialmente frecuentes en India, Pap¨²a Nueva Guinea y ?frica subsahariana, y las v¨ªctimas son, en su mayor¨ªa, ancianas, ni?os y personas con albinismo. Los expertos en la materia piensan que el fen¨®meno est¨¢ aumentando en todo el mundo, y el verano pasado, un mes antes del asesinato de Mike Hauli, Naciones Unidas adopt¨® por primera vez una resoluci¨®n condenando las violaciones de los derechos humanos relacionadas con acusaciones de brujer¨ªa.
Las incriminaciones contra Hauli ven¨ªan de a?os atr¨¢s. ¡°Todo comenz¨® cuando pidi¨® un pr¨¦stamo para construir una casa nueva y comprar un televisor y otras cosas¡±, cuenta su viuda. Los familiares empezaron a sospechar que Hauli, que se dedicaba a la agricultura para el autoconsumo y casi no ten¨ªa ingresos, hab¨ªa utilizado poderes m¨¢gicos para conseguir dinero. ¡°Uno de ellos dec¨ªa que asesinaba a personas empleando la brujer¨ªa para conseguirlo¡±. Alice Mwakhwawa cree que los familiares y los vecinos vieron en la muerte de su marido la prueba definitiva de que ten¨ªan raz¨®n.
La muerte repentina de un pariente cercano suele ser un desencadenante de la violencia colectiva. En septiembre del a?o pasado, en el pueblo de Kafikisira 2, a pocos kil¨®metros de la escena del asesinato de Hauli, un ni?o muri¨® de lo que los m¨¦dicos consideraron que era malaria. Sin embargo, un buen n¨²mero de habitantes de la aldea ve¨ªa las cosas de otra manera, e intentaron matar al hermano mayor del ni?o, Kumbukani Mvula, y a su t¨ªo, Green Mwanyongo.
Los dos se apoyan en un carro rojo delante de la casa familiar mientras cuentan el incidente. Desde all¨ª pueden ver las casas de los aldeanos que intentaron asesinarlos. No hace falta decir que ambos siguen temiendo por su vida. ¡°Cuando volv¨ªamos del hospital despu¨¦s de la muerte de mi hermano, una multitud nos atac¨®. Coreaban ¡®Hoy vais a morir¡¯, y nos arrastraron a un mango donde iban a quemarnos vivos utilizando gasolina¡±, recuerda Mvula.
Los aldeanos sospecharon que la muerte del ni?o ten¨ªa que ver con que Mvula hubiera comprado el carro rojo hac¨ªa poco. La teor¨ªa era que hab¨ªa creado riqueza embrujando y luego matando al ni?o. ¡°Les rogu¨¦ que nos llevaran al curandero. Si ¨¦l confirmaba que hab¨ªamos matado al ni?o, podr¨ªan quemarnos. Si no, nos dejar¨ªan ir¡±.
Los vecinos del pueblo no los escucharon, pero justo cuando apenas les quedaba esperanza, cinco coches de polic¨ªa llegaron al lugar. ¡°La polic¨ªa dispers¨® a la multitud y nos llev¨® con ellos. Nos tuvieron tres d¨ªas en un lugar seguro, pero ahora hemos vuelto al pueblo, somos pobres y no tenemos otro sitio a donde ir¡±, lamenta Mvula.
Una inmensa mayor¨ªa de malau¨ªes cree en la brujer¨ªa. Sin embargo, el subinspector Enock Livasoni, de la polic¨ªa de Karonga, se echa a re¨ªr cuando se le pide su opini¨®n: ¡°Personalmente, yo no creo en ella, no¡±. Livasoni dice que la polic¨ªa se esfuerza por poner fin a las cazas de brujas. Realiza campa?as de informaci¨®n e investiga los casos concienzudamente. El oficial cuenta, por ejemplo, que en el caso de Hauli se detuvo a 12 familiares y vecinos. Todav¨ªa siguen en la c¨¢rcel esperando el juicio.
Uno de los m¨®viles frecuentes de la violencia es la envidia de alguien que ha adquirido riqueza o ha tenido ¨¦xito en sitios donde la pobreza es extrema. ¡°Si a una persona le va mejor en el pueblo, la gente sospecha que practica la brujer¨ªa, lo cual no es verdad. Esa persona trabaja duro para ganar algo y ayudar a su familia¡±, zanja.
Los curanderos, detr¨¢s de la violencia
Pero hay otro factor que empuja a cometer actos violentos: los curanderos. La gente acude a estos personajes, que ocupan un lugar importante en la sociedad malau¨ª, en busca de curaciones y remedios tradicionales contra toda clase de dolencias. Muchos tambi¨¦n identifican a los brujos a cambio de un pago en dinero. Estas identificaciones, a su vez, pueden acabar en ataques colectivos.
Muy pocos curanderos est¨¢n dispuestos a ser entrevistados, pero Voster Ngona, uno de los m¨¢s destacados del norte de Malaui, est¨¢ encantado de hablar. Dentro de su oscura caba?a de Karonga hay calaveras de animales y pieles de serpiente colgando de las paredes. Un rinc¨®n est¨¢ lleno de frascos y botellas que contienen varios remedios naturales. ¡°Cuando muere una persona, a veces sus familiares vienen a verme con alguien que sospechan que la ha matado utilizando la brujer¨ªa¡±, cuenta Ngona.
Un objeto en forma de cola cuelga de la pared. En su interior hay cerebros disecados de distintos animales, explica el curandero. ¡°Con esto puedo percibir qui¨¦n es un brujo¡±.
Ngona es consciente de a lo que pueden conducir sus pr¨¢cticas, pero asegura que siempre insta a sus clientes a no usar la violencia. ¡°En vez de ello, visito la casa del sospechoso. All¨ª suelo encontrar sus fetiches escondidos. Despu¨¦s de quemarlos, los poderes de brujer¨ªa desaparecen y el sospechoso puede volver a ser aceptado en la comunidad del pueblo¡±.
Una nueva ley para hacer posibles los juicios por brujer¨ªa
La legislaci¨®n de Malaui incluye una ley de brujer¨ªa que se remonta a la ¨¦poca colonial. La norma da por hecho que la brujer¨ªa no existe, y por lo tanto, considera un delito acusar a alguien de practicarla. Pero la ley rara vez se cumple, y ha sido revisada para intentar frenar la violencia colectiva extrajudicial. A finales de diciembre de 2021, la Comisi¨®n Jur¨ªdica de Malaui public¨® un informe en el que recomendaba que se modificase la ley para reconocer la existencia de la brujer¨ªa y penalizar sus aspectos perjudiciales. La comisi¨®n conclu¨ªa que ¡°la mayor¨ªa de malau¨ªes cree en la brujer¨ªa, y esa creencia de la gente no se puede suprimir mediante la legislaci¨®n¡±. Esto podr¨ªa abrir la puerta a los juicios por brujer¨ªa en los tribunales. La propuesta todav¨ªa no ha sido aprobada por el Parlamento. Ngona est¨¢ de acuerdo en que la norma actual no sirve. ¡°Si la ley dice que la brujer¨ªa no existe, la gente se tomar¨¢ la justicia por su mano, pero los juicios por brujer¨ªa en los tribunales tampoco son buena idea¡±, opina.
¡°En vez de ello, las autoridades deber¨ªan colaborar con los curanderos para que podamos recoger los fetiches de los sospechosos de brujer¨ªa, y as¨ª poner paz¡±.
La Asociaci¨®n por el Humanismo Secular (ASH, por sus siglas en ingl¨¦s), con sede en Lilong¨¹e, capital de Malaui, es una de las pocas ONG que trabajan activamente para acabar con la violencia relacionada con la brujer¨ªa. Wonderful Mkhutche, polit¨®logo y portavoz de la organizaci¨®n, se muestra muy cr¨ªtico con el proyecto de la nueva ley. ¡°Se est¨¢ haciendo una ley a partir de algo de cuya existencia no tenemos pruebas. Alimentar la idea o la creencia de que la brujer¨ªa existe es peligroso en s¨ª mismo teniendo en cuenta el aumento vertiginoso de los casos de violencia relacionada con ella¡±, denuncia. ¡°Mientras la ley pasa por el Gobierno y el Parlamento, seguiremos con nuestra campa?a haciendo manifestaciones y con intervenciones legales¡±.
A su compa?ero de asociaci¨®n, George Thindwa, le hace re¨ªr la propuesta de Ngona de colaborar con las autoridades para acabar con los ¡°brujos¡±. ¡°Los curanderos tienen ayudantes que esconden los fetiches alrededor de las casas de la gente para que ellos puedan ¡®encontrarlos¡±.
La creencia en la brujer¨ªa aument¨® con la democracia
La violencia derivada de la brujer¨ªa aument¨® considerablemente despu¨¦s de 1994, cuando el f¨¦rreo dictador Hastings Banda fue expulsado del poder y se instaur¨® una democracia multipartidista. ¡°La dictadura reprimi¨® esas pr¨¢cticas, pero con la democracia salieron a flote. Al mismo tiempo, nuestra econom¨ªa estaba en ruinas, el sida se propagaba incontroladamente y nos llegaban much¨ªsimas pel¨ªculas nigerianas que presentaban la brujer¨ªa como algo real¡±, explica Thindwa.
Hace algunos a?os, la ASH realiz¨® una campa?a de informaci¨®n contra la creencia en la hechicer¨ªa. Thindwa cree que ayud¨® a que los problemas disminuyesen, al menos algo, en muchas partes del pa¨ªs. Pero no en Karonga. All¨ª los ataques todav¨ªa est¨¢n extendidos, afirma el activista.
Seg¨²n la asociaci¨®n, en estos casos apenas hay detenciones y condenas. El hecho de que, muchas veces, los propios polic¨ªas crean en la brujer¨ªa, no ayuda. Adem¨¢s, los agentes pueden tener miedo de provocar m¨¢s violencia, piensa Thindwa. ¡°El caso de Mike Hauli es raro, porque detuvieron a 12 personas¡±.
En Karonga, Alice Mwakhwawa desconoce si alg¨²n curandero particip¨® en el asesinato de su marido. La polic¨ªa declara que ¡°no tiene pruebas concluyentes¡± de esa participaci¨®n. Pero a Mwakhwawa en realidad eso le da igual. Su esposo ya no est¨¢ y su vida se ha derrumbado. No sabe c¨®mo mantener a su familia y pagar el colegio. ¡°La violencia es consecuencia de la envidia y la falta de educaci¨®n¡±, denuncia. ¡°Con el tiempo, estos problemas podr¨ªan ir desapareciendo si m¨¢s ni?os pudieran terminar sus estudios¡±.
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