La prostituci¨®n en Tailandia: visible, multimillonaria e ilegal
A pesar de ganar miles de millones al a?o, el sector del sexo es ilegal en Tailandia. El nuevo Gobierno, que ser¨¢ elegido en mayo, deber¨¢ decidir sobre un proyecto de ley que defiende la legalizaci¨®n del trabajo sexual
En un apartamento cerca de la Walking Street de Pattaya, Auchanaporn Pilasata estudia su reflejo en el espejo, aplica otra capa de barra de labios color p¨²rpura y se retoca el l¨¢piz de ojos negro. En una esquina de su espejo hay dos fotograf¨ªas: una de cuando parec¨ªa una quincea?era flacucha, y otra despu¨¦s de la transici¨®n, como la mujer despampanante que es hoy.
Tiene 37 a?os, responde al nombre de Anna y ha sido trabajadora sexual transg¨¦nero durante 17 a?os. Mientras hac¨ªa la transici¨®n, dej¨® un trabajo mal pagado en una f¨¢brica de embalaje de cosm¨¦ticos a las afueras de Bangkok para convertirse en bailarina de cabaret en la cercana Pattaya, una ciudad de playa famosa por su salvaje vida nocturna. Acept¨® un trabajo temporal en una sala de masajes ¡°especial¡± para ganar algo de dinero. Su primer cliente ya le propuso tener sexo.
¡°Me dijo: ¡®Te doy 3.000 baht [79,70 euros]. Una hora¡±, recuerda Anna. ¡°Cuando trabajaba en la f¨¢brica, ganaba 6.000 baht al mes [159 euros]. Este es el comienzo de mi historia como trabajadora sexual¡±.
Tailandia ha sido durante mucho tiempo uno de los principales destinos de turismo sexual del mundo. Los c¨¢lculos sobre la contribuci¨®n del trabajo sexual al PIB var¨ªan ampliamente porque el sector opera casi por completo de forma sumergida. Pero en 2015, la empresa de estudios sobre el mercado negro Havocscope lo valoraba en 6.400 millones de d¨®lares (casi 6.000 millones de euros) al a?o, aproximadamente el 1,5 % del PIB del pa¨ªs ese a?o.
La Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional se refiere a Tailandia como un ¡°pa¨ªs de origen, tr¨¢nsito y destino¡± de la trata
A pesar de ingresar miles de millones al a?o, el sector es, de hecho, ilegal, controvertido entre los tailandeses y muy estigmatizado. Ahora el debate sobre el trabajo sexual ha saltado a los foros p¨²blicos, de la mano de iniciativas para legalizarlo. Sus defensores sostienen que la criminalizaci¨®n ha privado a las trabajadoras sexuales de los derechos laborales b¨¢sicos y de la protecci¨®n de que disfrutan otros trabajadores, haci¨¦ndolas m¨¢s vulnerables a los riesgos para la salud, el acoso, la explotaci¨®n y la violencia, aunque la prostituci¨®n sigue siendo igual de visible.
Visitar Tailandia y no fijarse en ninguna trabajadora sexual ¡°es como ir al KFC y no ver nunca pollo frito¡±, afirma Anna. La mayor¨ªa de las prostitutas del mundo son mujeres, y seg¨²n un c¨¢lculo de 2017 efectuado por el Departamento de Control de Enfermedades de Tailandia, aproximadamente 129.000 de los 144.000 trabajadores sexuales del pa¨ªs eran mujeres. Pero son los hombres quienes deciden lo que pueden hacer con sus cuerpos. En 2021 las mujeres ocupaban el 16% de los esca?os parlamentarios de Tailandia, la misma cifra que hace 10 a?os. En comparaci¨®n, ese mismo a?o las mujeres constitu¨ªan el 20% de la Asamblea de Gobierno de Arabia Saud¨ª y el 28% del Congreso de Estados Unidos.
Las facciones conservadoras del pa¨ªs, parte del sector y las organizaciones mundiales contra el tr¨¢fico siguen oponi¨¦ndose firmemente al trabajo sexual. La Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional se refiere a Tailandia como un ¡°pa¨ªs de origen, tr¨¢nsito y destino¡± de la trata, y los contrarios al proyecto de ley alegan que el sector del sexo permite un abuso generalizado de mujeres y ni?as en todo el pa¨ªs y en los vecinos Camboya, Laos y Myanmar.
Sobrevivir al d¨ªa
Los informes hist¨®ricos sobre el trabajo sexual existentes en Tailandia se remontan a 1300. La moderna industria del sexo estall¨® en Tailandia al servir a una oleada de inmigrantes chinos a principios de 1900, soldados japoneses durante la Segunda Guerra Mundial y soldados estadounidenses durante la Guerra de Vietnam. Pero muchos tailandeses se sintieron dolidos por su visibilidad y notoriedad. El pa¨ªs adopt¨® la Ley de Supresi¨®n de la Prostituci¨®n en 1960, seguida de la Ley de Prevenci¨®n y Supresi¨®n de la Prostituci¨®n de 1996, que prohibi¨® casi todas las actividades asociadas con el trabajo sexual y los ingresos derivados de ¨¦l.
La lucha contra la prostituci¨®n obtuvo a¨²n m¨¢s apoyo en la d¨¦cada de 2000, cuando el Gobierno de Estados Unidos, la derecha religiosa y las feministas abolicionistas se unieron en una extra?a alianza. Su objetivo era eliminar la prostituci¨®n. El movimiento estadounidense gan¨® terreno en todo el mundo cuando esas fuerzas viajaron para hacer campa?a contra el trabajo sexual en pa¨ªses del extranjero, entre ellos Tailandia.
En Tailandia, los funcionarios a menudo restan importancia a la prevalencia de la prostituci¨®n para presentar una visi¨®n m¨¢s positiva del pa¨ªs al exterior y apaciguar a los votantes contrarios al trabajo sexual. El 14 de enero, despu¨¦s de una inspecci¨®n, la polic¨ªa declar¨® que estaba ¡°satisfecha¡± al no haber encontrado ¡°prostitutas ilegales¡± que trabajen en Pattaya, para regocijo de los comentaristas de las redes sociales. ¡°?Por qu¨¦ no les preguntan a las chicas que hay alrededor si han visto a alguna trabajadora sexual?¡±, publicaba un usuario de Facebook.
En la pr¨¢ctica, los ingresos de la prostituci¨®n sostienen una s¨®lida econom¨ªa il¨ªcita y pueden ser una importante tabla de salvaci¨®n para las mujeres cuyos or¨ªgenes van desde licenciadas universitarias cultas hasta granjeras rurales pobres. Muchos creen que alguna forma de reconocimiento legal, ya sea la despenalizaci¨®n o la legalizaci¨®n, ayudar¨ªa a reducir la violencia contra las trabajadoras sexuales y a darles derechos y beneficios que las ayudar¨ªan, especialmente en tiempos de dificultades econ¨®micas.
Aproximadamente 129.000 de los 144.000 trabajadores sexuales del pa¨ªs eran mujeres. Pero son los hombres quienes deciden lo que pueden hacer con sus cuerpos.
En 2020, cuando la pandemia de covid-19 llev¨® al mundo a un punto muerto y el turismo mundial se detuvo, alrededor del 91% de las trabajadoras sexuales tailandesas perdieron su trabajo debido a los confinamientos, los cierres fronterizos y las medidas de distanciamiento de seguridad, seg¨²n la Organizaci¨®n Mundial de la Salud. Como trabajadoras ilegales, no cumpl¨ªan los requisitos para beneficiarse de las ayudas del Gobierno durante la pandemia.
¡°Muchas trabajadoras sexuales no pod¨ªan pagar el alquiler y ten¨ªan que dormir en la calle¡±, explica Supachai Sukthongsa, gerente de Services Workers in Group (SWING) un grupo de servicios y apoyo. ¡°Trabajaban y limpiaban bares a cambio de algo de dinero y comida, lo suficiente como para sobrevivir d¨ªa a d¨ªa¡±.
La pandemia tambi¨¦n redujo el acceso a los servicios de atenci¨®n sanitaria. Independientemente de que hagan su negocio por medio de aplicaciones de citas, proxenetas o en la calle, las trabajadoras sexuales se enfrentan a numerosos riesgos para su salud y la seguridad. El Sex Workers Project, una organizaci¨®n de apoyo con sede en Nueva York, hall¨® que las prostitutas de todo el mundo tienen entre un 45% y un 75% de posibilidades de sufrir violencia en el trabajo. Las mujeres transg¨¦nero como Anna se enfrentan a un peligro adicional cuando algunos clientes se vuelven violentos al descubrir su identidad. ¡°Cuando voy a la comisar¨ªa¡±, explica Anna, no ¡°me ayudan por mi trabajo, porque trabajo ilegalmente en Tailandia¡±.
Las trabajadoras sexuales con frecuencia acusan a la polic¨ªa tailandesa de extorsionarlas o ignorarlas. Investigadores como Ronald Weitzer, soci¨®logo y profesor con experiencia sobre la prostituci¨®n en Tailandia, tambi¨¦n acusan a la polic¨ªa de estar muy involucrada en el turismo sexual y de lucrarse gracias al sector. ¡°Las autoridades, especialmente la polic¨ªa, tienen un inter¨¦s personal en que la prostituci¨®n siga siendo ilegal¡±, afirma Weitzer. ¡°Obtienen sobornos¡±.
El general Surachate Hakparn, comisionado general adjunto de la Polic¨ªa Real Tailandesa, considera que legalizar el trabajo sexual podr¨ªa reducir tales actividades. ¡°Admito que hay corrupci¨®n, pero afecta solo a una peque?a parte de los agentes de polic¨ªa¡±, se?ala. ¡°Desde el punto de vista de la polic¨ªa, la legalizaci¨®n es algo positivo. No necesitar¨ªamos seguir castigando a nuestros subordinados por corrupci¨®n. Y podr¨ªamos utilizar los recursos y el tiempo en otra cosa¡±.
El apoyo a la legalizaci¨®n cobra impulso
A grandes rasgos, el estatus legal del trabajo sexual se divide en tres amplias categor¨ªas: criminalizaci¨®n, legalizaci¨®n y despenalizaci¨®n. El modelo de legalizaci¨®n regula el registro, la atenci¨®n sanitaria y el bienestar de las trabajadoras sexuales. Por el contrario, el modelo de despenalizaci¨®n simplemente elimina las sanciones por ejercer la actividad.
Tambi¨¦n hay modelos h¨ªbridos, como el modelo n¨®rdico en pa¨ªses como Suecia y Noruega, que combinan elementos de legalizaci¨®n y despenalizaci¨®n. El modelo de criminalizaci¨®n es empleado por aproximadamente la mitad del mundo, incluida la mayor¨ªa de los Estados de Estados Unidos. Implica la criminalizaci¨®n de todas las partes: el vendedor, el comprador y terceros como proxenetas o traficantes.
Seg¨²n el ?ndice de Esclavitud Global de 2018, publicado por la organizaci¨®n australiana de derechos humanos Walk Free, Tailandia alberga a unas 610.000 v¨ªctimas de trata de personas. Aunque la Oficina de Naciones Unidas sobre Drogas y Crimen dice que la mayor¨ªa de las v¨ªctimas del tr¨¢fico son utilizadas como mano de obra, algunas mujeres y ni?as se ven obligadas a ser prostitutas.
Aunque el Gobierno de Estados Unidos afirma que las autoridades tailandesas hacen un trabajo cada vez mejor en su lucha contra la trata, los antitraficantes radicales siguen siendo muy vehementes contra la legalizaci¨®n. ¡°Es consumo sin nada a cambio¡±, dec¨ªa Sanphasit Koompraphant, presidente de la Alianza contra la Trata de Tailandia. ¡°Es explotaci¨®n sexual¡±.
Pero el modelo de criminalizaci¨®n que apoyan la mayor¨ªa de los antitraficantes es cada vez m¨¢s atacado por activistas del trabajo sexual. Cada vez m¨¢s estudios demuestran que la criminalizaci¨®n obliga a las trabajadoras sexuales a operar en condiciones m¨¢s peligrosas, aumentando los riesgos de contraer infecciones de transmisi¨®n sexual, abuso f¨ªsico y explotaci¨®n, incluso por parte de la polic¨ªa. Adem¨¢s de estigmatizar el trabajo, las prohibiciones tambi¨¦n suponen que muchas trabajadoras sexuales terminen con antecedentes penales si las encuentran buscando clientes, lo que les dificulta obtener otros trabajos y las hunde m¨¢s en el sector del sexo.
A pesar de ingresar miles de millones al a?o, el sector es, de hecho, ilegal, controvertido entre los tailandeses y muy estigmatizado
Weitzer sostiene que criminalizar el trabajo sexual no ha logrado detener su proliferaci¨®n y presenta grandes paralelismos con la Guerra de Estados Unidos contra las drogas. ¡°Est¨¢ claro que es un completo fracaso¡±, asegura Weitzer.
En junio de 2022, Tunyawaj Kamolwongwat, un parlamentario progresista con el partido pol¨ªtico de reciente creaci¨®n Move Forward Party, redact¨® un proyecto de ley que establec¨ªa determinadas zonas en las que se podr¨ªa ejercer legalmente el trabajo sexual. Para garantizar el cumplimiento de las normativas propuestas, el proyecto de ley exige que se realicen controles aleatorios para verificar las licencias, la edad de las trabajadoras sexuales y si hay drogas ilegales. El proyecto de ley tambi¨¦n describe c¨®mo se gravar¨¢ con impuestos la industria y especifica lugares en los que no se puede practicar o anunciar, como cerca de los templos y las escuelas. ¡°Tienen que [estar] lejos de los ni?os¡±, afirma Tunyawaj.
No es el ¨²nico movimiento encaminado hacia la legalizaci¨®n de la prostituci¨®n. A principios de marzo, una comisi¨®n impulsada por el Departamento de Asuntos de la Mujer y Desarrollo Familiar del Ministerio de Desarrollo Social y Seguridad Humana, que dirige Jintana Chanbamroong, aprob¨® un proyecto de ley que permite la prostituci¨®n voluntaria sin sanci¨®n penal a partir de los 20 a?os. La nueva ley, originalmente llamada Proyecto de Ley de Protecci¨®n de Servicios Sexuales, reemplazar¨ªa a la actual norma de 1996 y tiene como objetivo proteger y legalizar a las trabajadoras sexuales que ofrezcan sus servicios de manera voluntaria. Entre otras prestaciones, seg¨²n ha informado la prensa tailandesa, las trabajadoras sexuales tendr¨ªan derechos y beneficios laborales, como una remuneraci¨®n justa. La ley deja claro que seguir¨¢ siendo ilegal mantener relaciones sexuales con prostitutas menores de 20 a?os o extranjeras u obligar a una persona a prostituirse. La norma ya ha sido presentada al ministro de Desarrollo Social y Seguridad Humana de Tailandia, Juti Karairiksh.
Algunas trabajadoras sexuales tambi¨¦n se oponen a la legalizaci¨®n. Juno Mac, una destacada trabajadora sexual y activista, opina que la legalizaci¨®n puede crear un ¡°sistema de dos niveles¡± en el que los establecimientos m¨¢s ricos pueden permitirse cumplir con las normativas, mientras que las trabajadoras sexuales marginadas que operan de forma independiente no pueden. En lugar de la regulaci¨®n especial y los impuestos especiales que conlleva la legalizaci¨®n, Mac prefiere la despenalizaci¨®n, que considera el trabajo sexual como un trabajo cualquiera.
Weitzer se?ala que la despenalizaci¨®n tambi¨¦n tiene limitaciones, ya que la falta de regulaci¨®n permite a los delincuentes existentes, generalizados en toda la industria, continuar explotando a las trabajadoras. Pero sus partidarios dicen que es m¨¢s probable que el modelo de despenalizaci¨®n ayude a las trabajadoras sexuales a integrarse m¨¢s en la sociedad convencional.
¡°Si [tenemos] legalizaci¨®n, significa que tenemos una ley espec¨ªfica para afirmar que este tipo de trabajo [es] legal. Pero no queremos tener una ley espec¨ªfica ¡°, opina Surang Janyam, fundador y director de SWING. ¡°Si hay leyes espec¨ªficas para las trabajadoras sexuales, deber¨ªamos tener leyes espec¨ªficas para cualquier ocupaci¨®n. La despenalizaci¨®n [nos har¨¢] igual a otras personas¡±.
Weitzer afirma que, ya sea a trav¨¦s de la legalizaci¨®n o de la despenalizaci¨®n, las probabilidades se inclinan contra el cambio de la situaci¨®n legal del trabajo sexual. ¡°La mayor¨ªa de los legisladores se oponen, y cada vez que se ha propuesto en el pasado, no creo que siquiera haya salido del comit¨¦¡±, remacha. El ¨²ltimo impulso importante fue en 2003, cuando se debati¨® la legislaci¨®n propuesta, pero no se aprob¨®.
La Junta del Comit¨¦ Parlamentario para J¨®venes, Mujeres y otros grupos vulnerables no revis¨® la ley de Tunyawaj hasta noviembre de 2022. En ese momento, el comit¨¦ recomend¨® transferirlo al Ministerio de Desarrollo Social y Seguridad Humana de Tailandia. El proyecto de ley se revisar¨¢ nuevamente en el pr¨®ximo mandato del Gobierno, y Tunyawaj espera que el respaldo del Ministerio mejore sus posibilidades. El destino del proyecto de ley ahora est¨¢ en manos del nuevo Gobierno, que ser¨¢ elegido en mayo.
Si es reelegido, Tunyawaj promete ¡°seguir impulsando este proyecto de ley¡±. Su coalici¨®n est¨¢ creciendo. Surachate afirma que lo principal que falta es la voluntad pol¨ªtica. ¡°El Gobierno puede resolver este asunto, si se lo toma en serio¡±, dijo.
Con informaci¨®n de Navaon Siradapuvadol.
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