La agenda hom¨®foba de los cristianos ultraconservadores de EE UU cala en Uganda
La dura ley antigay del pa¨ªs africano ha sido aprobada tras una larga campa?a promovida por ciertos grupos religiosos de EE UU en el continente para estigmatizar las relaciones entre personas del mismo sexo
En una publicaci¨®n de 2009, el zambiano Kapya Kaoma document¨® un fen¨®meno al alza. Grupos evangelistas de Estados Unidos estaban sembrando Uganda de odio contra los homosexuales. Su p¨²blico objetivo ¡ªexplicaba ya entonces este pastor anglicano ¡ªno era tanto el pueblo llano, sino, ante todo, las ¨¦lites pol¨ªticas. Hac¨ªa a?os que la ultraderecha cristiana estadounidense hab¨ªa desembarcado en el pa¨ªs africano con su arsenal de fanatismo pseudo-b¨ªblico. En su cruzada por la familia tradicional, argumentaba Kaoma, Uganda aparec¨ªa como tierra prometida. Una inmensa cantera de almas c¨¢ndidas a¨²n no corrompidas por la decadencia moral de Occidente.
Aquel mismo 2009, el Parlamento de Uganda inici¨® un proceso legislativo para criminalizar la homosexualidad. El primer borrador de la ley ¡ªconocida en ingl¨¦s como Kill the Gays (mata a los gais)¡ª inclu¨ªa penas de muerte para casos ¡°agravados¡±. El texto definitivo sustituy¨® la pena capital por la cadena perpetua como condena m¨¢s severa. Fue aprobado en 2014 y tumbado poco despu¨¦s por el Tribunal Constitucional.
El caso ugand¨¦s teje una confusa mara?a de dial¨¦ctica neocolonial. Los promotores de la ley se han erigido como custodios de te¨®ricas esencias locales. Seg¨²n ellos, el africano siempre ha sido netamente heterosexual
La ley permaneci¨® en barbecho hasta que, con algunos cambios (reincorporaci¨®n de la pena de muerte en algunos casos o castigo de la promoci¨®n homosexual), qued¨® refrendada el pasado mayo. ¡°Llevo mucho tiempo advirtiendo de fuertes presiones externas para aprobar este tipo de legislaciones, en Uganda y en todo ?frica¡±, lamenta Kaoma por videoconferencia.
La opini¨®n m¨¢s extendida es que el diputado David Bahati, hoy ministro de Comercio e Industria, fue el art¨ªfice intelectual de Kill the Gays, as¨ª como de sus revisiones posteriores. Kaoma no tiene dudas sobre qui¨¦n ejerci¨® de autor en la sombra: Scott Lively, fundador de Abiding Truth Ministries, un grupo con sede en Massachusetts (EEUU).
Lively ha hecho carrera llevando la ¡°conspiranoia¡± hom¨®foba hasta l¨ªmites siniestros. Defiende oscuras teor¨ªas, siempre con los gais en el epicentro del mal. Su libro The pink swastika (La esv¨¢stica rosa) desliza que los gerifaltes nazis eran homosexuales. Lively gusta de asociar genocidio ¨¦tnico y relaciones entre personas del mismo sexo. Seg¨²n ¨¦l, el genocidio ocurrido en Ruanda a mediados de los 90 tambi¨¦n escond¨ªa alguna demon¨ªaca estratagema vinculada con la comunidad LGTBIQ.
Redactara o no el borrador original de una de las legislaciones anti-gais m¨¢s implacables del mundo, lo cierto es que Lively caus¨® furor en 2009 durante una intervenci¨®n p¨²blica en Kampala, la capital de Uganda. Hab¨ªa sido invitado por Stephen Langa, director de Family Life Network, firme defensora de judicializar los actos homosexuales. All¨ª despleg¨®, ante una audiencia de congresistas y l¨ªderes religiosos, sus tesis cargadas de inquina. ¡°Muchos de los asistentes escucharon por primera vez que existe una supuesta agenda gay global para destruir a la familia¡±, recuerda Kaoma. ¡°O que normalizar la homosexualidad equivale a aceptar la pederastia o el bestialismo¡±, a?ade este pastor anglicano.
Dial¨¦ctica neocolonial
La conexi¨®n Langa-Lively es una de tantas que dibujan la influencia evangelista sobre la fiebre hom¨®foba que hoy vive Uganda. All¨ª se ha ido asentando un estigma maldito, una intolerancia cocida a fuego lento que ha cristalizado en norma. Y que, en una retroalimentaci¨®n sin freno, la ley est¨¢ exacerbando.
El ministro Bahati ha reconocido p¨²blicamente su simpat¨ªa por The Fellowship, otra organizaci¨®n estadounidense que suele moverse bajo una pulcra discreci¨®n. Y el pastor pentecostal Martin Ssempa, principal azote de los gais en los p¨²lpitos del pa¨ªs, mantuvo en la primera d¨¦cada de este siglo excelentes relaciones con el californiano Rick Warren, otro hom¨®fobo sin tapujos, si bien cr¨ªtico con el rigor de la ley ugandesa. Una postura que Ssempa reproch¨® a Warren en una carta abierta cuando se cocinaba Kill the Gays.
El caso ugand¨¦s teje adem¨¢s una confusa mara?a de dial¨¦ctica neocolonial. Los promotores de la ley se han erigido en custodios de te¨®ricas esencias locales. Seg¨²n ellos, el africano siempre ha sido netamente heterosexual y hasta hace poco, libre de desviaciones germinadas en Occidente y de ideas contranatura, cuasi sat¨¢nicas, que empezaban a pervertir la inocencia de la juventud ugandesa. En nombre de Dios, hab¨ªa que cortar eso por lo sano. Al mismo tiempo, esa defensa con mano de hierro, sin contemplaciones, de la pareja hombre-mujer ha sido azuzada insistentemente por organizaciones de la gran potencia occidental. En Uganda, pareciera que homosexualidad y homofobia punitiva se inspiraran ambas en constructos for¨¢neos.
En un art¨ªculo publicado el pasado marzo en Foreign Policy, el fundador del portal Minority Africa, Caleb Okereke, resuelve con agudeza esta paradoja. Los evangelistas, explica Okereke en su texto, han triunfado en Uganda autoproclam¨¢ndose pioneros de la resistencia contra el llamado lobby LGTBIQ. Como si conocieran al enemigo bien de cerca y hubieran ido a advertir sobre sus mal¨¦ficos planes a los incautos ugandeses. Emprendieron su misi¨®n en los a?os 2000 y, desde entonces, no han aflojado en su empe?o. ¡°Su papel no se ha sobredimensionado. Si acaso, se ha infravalorado, ya que hay muchas cosas que no sabemos¡±, dice Okereke en conversaci¨®n telef¨®nica.
Nigeriano de nacimiento, residente en Uganda durante cinco a?os, Okereke vive hoy en Denver (EEUU). Asegura que ¡°la homofobia ya exist¨ªa¡± en el pa¨ªs africano ¡°antes de que estos grupos entraran en juego, aunque en un grado debatible¡±. Apunta que la progresiva salida del armario de los gais ugandeses ha tenido su importancia en la reacci¨®n ultraconservadora. Pero a?ade que la derecha cristiana estadounidense ¡°ha contribuido mucho a crear p¨¢nico¡±, muy especialmente con su ret¨®rica de reclutamiento. Para muchos evangelistas, dice Okereke, los gais no se conforman con serlo. Siempre aspiran a convertir a nuevas hornadas de chicos y chicas para su causa.
Para muchos evangelistas, los gays no se conforman con serlo. Siempre aspiran a convertir a nuevas hornadas de chicos y chicas para su causa.Caleb Okereke, fundador de Minority Africa
El fundador de Minority Africa pone ejemplos de j¨®venes ugandeses que han relatado ante los medios sus trayectorias de ca¨ªda y salvaci¨®n. Historias con un hilo com¨²n: hombres sin escr¨²pulos que les manipularon para hacer porno gay y les abocaron a a?os de perdici¨®n. Tras un abismo de pecado, siempre un final feliz de renacimiento espiritual. Muy en l¨ªnea con los postulados de Exodus International, una organizaci¨®n estadounidense de gais arrepentidos que ces¨® su actividad en 2013. Su entonces vicepresidente, Dan Schmierer, tambi¨¦n intervino en la conferencia de 2009 en Kampala, aquella exaltaci¨®n anti-LGTBIQ en la que Scott Lively tuvo su gran momento de gloria africana.
Okereke explica que esa narrativa de contagio gay ha generado un clima de caza de brujas en la sociedad ugandesa. Una atm¨®sfera de miedo que tambi¨¦n ha calado en el Parlamento del pa¨ªs. Solo dos diputados se han opuesto a la ley. ¡°Se les ha llamado de todo. Por supuesto, tambi¨¦n se ha dicho que son gais y, como tales, pervertidores de la juventud¡±, asegura.
Escuchados por ¡°ser blancos¡±
Kaoma ahorra eufemismos al razonar por qu¨¦ individuos como Lively han gozado de tanto predicamento entre las altas esferas ugandesas. ¡°?l y otros se han beneficiado de ser blancos, de sus privilegios por el hecho de serlo. Ese ha sido el poder de Scott Lively o Family Watch International (FWI)¡±, destaca.
Creada por Sharon Slater, con sede en Arizona (EEUU), FWI aparece en varias investigaciones de Open Democracy que destapan sus v¨ªnculos con la c¨²spide pol¨ªtica de Uganda, incluida la primera dama del pa¨ªs, Janet Museveni. Su director, Lynn Allred, afirma en respuesta a un cuestionario por correo electr¨®nico que su organizaci¨®n ¡°se opone a cualquier tipo de violencia contra los homosexuales¡± y que ¡°jam¨¢s ha apoyado la ley ugandesa¡±. Muy al contrario, contin¨²a, ha intentado suavizar el texto y que se retiren sus penas m¨¢s duras. Oficialmente, FWI aboga ¡ªen Uganda, EEUU y el resto de pa¨ªses donde opera¡ª por las terapias de conversi¨®n como forma predilecta de abordar las pulsiones homosexuales.
Allred sospecha que la mala prensa de FWI en los ¨²ltimos meses ¡ªbasada en ¡°mentiras¡±¡ª responde a una ¡°campa?a medi¨¢tica¡± para ensuciar su imagen. En especial, debido a la lucha que mantiene contra la ¡°agenda de educaci¨®n sexual que Naciones Unidas est¨¢ imponiendo en ?frica¡±, en una muestra de ¡°imperialismo cultural¡±. Para el director de FWI, la corriente hom¨®foba en Uganda ¡°es un movimiento org¨¢nico africano, posiblemente motivado por no gustarles all¨ª lo que est¨¢ ocurriendo en los pa¨ªses desarrollados¡±.
Cuestionado sobre estas declaraciones de Allred, Kaoma espera unos segundos antes de responder, algo agitado: ¡°?Piensa que lo iban a reconocer [haber abogado por criminalizar la homosexualidad en Uganda]? ?Claro que no! FWI y el resto llevan tiempo jugando al mismo juego. Hacen el trabajo sucio off the record. Van esparciendo su odio y su sinsentido. Luego, ante el p¨²blico, se lavan las manos y hacen creer que la culpa es de los africanos porque somos unos salvajes¡±.
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