La comunidad LGTBIQ de Uganda batalla por mantener la atenci¨®n m¨¦dica para el VIH pese a la nueva ley hom¨®foba
Activistas, seropositivos y personas de riesgo empiezan a ver los efectos negativos de esta pol¨¦mica norma, denuncian maltrato m¨¦dico y amenazas y temen que los programas de tratamiento y divulgaci¨®n desaparezcan por falta de fondos
Cuando Sharon (nombre ficticio), una mujer transg¨¦nero, fue a buscar atenci¨®n m¨¦dica a uno de los hospitales p¨²blicos de Kampala (la capital de Uganda), financiado por Estados Unidos, el doctor que iba a atenderla la expuls¨® inmediatamente de la sala de atenci¨®n m¨¦dica al descubrir, durante la exploraci¨®n, que era ¡°biol¨®gicamente masculina¡±. ¡°Me insultaron mientras otros m¨¦dicos incluso me hac¨ªan fotos para mofarse. Fue traumatizante¡±, recuerda Sharon, que es seropositiva.
La mujer pas¨® la noche fuera del hospital sin recibir ninguna atenci¨®n m¨¦dica, pero un m¨¦dico alert¨® discretamente a activistas de derechos humanos. Acompa?ados por representantes de organizaciones que apoyan a este hospital p¨²blico, los activistas se enfrentaron a los m¨¦dicos y lograron que Sharon recibiera tratamiento. Para el colectivo LGTBIQ, acceder a servicios sanitarios como el tratamiento para el VIH resulta cada vez m¨¢s dif¨ªcil, especialmente despu¨¦s de que Uganda aprobara una de las leyes m¨¢s duras contra la homosexualidad a finales de mayo. Esta nueva norma no solo mantiene la cadena perpetua para los actos sexuales entre personas del mismo sexo, sino que condena ¡°la promoci¨®n de la homosexualidad¡± con hasta 20 a?os de c¨¢rcel y la ¡°homosexualidad agravada¡± con la pena de muerte.
Su entrada en vigor ha suscitado la condena mundial y Estados Unidos e instituciones como el Banco Mundial y la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID, por sus siglas en ingl¨¦s) han anunciado tambi¨¦n que repensar¨¢n su papel en Uganda, donde invierten miles de millones de d¨®lares. Esta advertencia pesa como una losa en el pa¨ªs africano, donde un 30% de la poblaci¨®n viv¨ªa con menos de 1,77 d¨®lares al d¨ªa (1,67 euros) en 2020 y m¨¢s del 40% del presupuesto del pa¨ªs depende del exterior, especialmente en sectores clave como la salud y la educaci¨®n, seg¨²n datos del Centro para Estudios Estrat¨¦gicos e Internacionales (CSIS).
La ley ha desmantelado el sistema de atenci¨®n sanitaria que creamos para la comunidad LGTBIQ durante la d¨¦cada pasadaBob Bwana, responsable de Ice Breaker
En el pa¨ªs, hay 1,4 millones de personas que viven con el virus, sobre una poblaci¨®n total de 45 millones, y 17.000 mueren anualmente a causa del sida, seg¨²n los ¨²ltimos datos de la Comisi¨®n del sida de Uganda. La nueva ley amenaza especialmente las pol¨ªticas de prevenci¨®n y tratamiento de la enfermedad, que iban por buen camino. En 2021, el 89% de las personas seropositivas en Uganda conoc¨ªan su estado, seg¨²n Onusida y el Fondo Mundial, m¨¢s del 92% de ellas recib¨ªan tratamiento antirretroviral y el 95% de las que estaban en tratamiento hab¨ªan alcanzado la supresi¨®n viral (cantidad muy baja de VIH en sangre).
Pero las minor¨ªas sexuales siguen teniendo dificultades para recibir tratamiento por miedo a los ataques, la discriminaci¨®n y la estigmatizaci¨®n. Y el panorama desde ahora parece a¨²n m¨¢s desolador: seg¨²n datos de Onusida, en aquellos pa¨ªses donde las relaciones entre personas del mismo sexo est¨¢n criminalizadas, la prevalencia del VIH es cinco veces m¨¢s alta entre hombres gais. Y, en los pa¨ªses en los que esta persecuci¨®n por la v¨ªa legal ha sucedido recientemente, la prevalencia se multiplica por 12.
Bob Bwana, responsable de programas de Ice Breaker, una organizaci¨®n comunitaria que defiende los derechos del colectivo LGTBIQ y presta servicios sanitarios en Uganda, afirma que la ley contra la homosexualidad ha ¡°reactivado mucho el estigma¡±. Y a?ade que los proveedores de servicios sanitarios tambi¨¦n tienen miedo de ayudar a los grupos marginados porque podr¨ªan ser acusados de promover la homosexualidad.
¡°La ley ha desmantelado el sistema de atenci¨®n sanitaria que creamos para la comunidad LGTBIQ durante la d¨¦cada pasada¡±, lamenta Bwana. ¡°Tambi¨¦n hay miedo entre las personas que sol¨ªan ayudarnos a prestar servicios sanitarios y que temen perder su trabajo si prestan apoyo m¨¦dico a estos grupos marginados¡±, afirma, y explica que pese a la escasez de manos, su organizaci¨®n sigue llevando a cabo actividades de divulgaci¨®n para que las personas puedan continuar accediendo a los tratamientos contra el sida. Seg¨²n el responsable, en algunas cl¨ªnicas de salud el personal m¨¦dico ya est¨¢ acaparando equipos m¨¦dicos para el VIH por miedo a que escaseen en el futuro en caso de que Uganda se enfrente a recortes de financiaci¨®n. ¡°Son cl¨ªnicas selectas, donde no se da prioridad a los grupos marginados que necesitan atenci¨®n¡±, explica.
Bwana insta al Gobierno a dialogar con todas las organizaciones de la sociedad civil y los donantes para encontrar una soluci¨®n. ¡°No defiendo ante los donantes que dejen de financiar a nuestro sector sanitario debido a esta ley. Ser¨ªa injusto para todos los que viven con el VIH en Uganda. Lo mejor es sentarse y hablar¡±, pide.
Amenazas de muerte
En las zonas rurales de Uganda, donde las comunidades son a¨²n m¨¢s conservadoras que en la ciudad, algunas organizaciones que prestan atenci¨®n m¨¦dica relacionada con el VIH a grupos marginados se han visto obligadas a cerrar por presi¨®n de la poblaci¨®n local. Tambi¨¦n ha habido un centro de salud que ha denegado a estas organizaciones el uso de sus instalaciones para que atiendan a personas vulnerables que corren el riesgo de contraer el VIH. Jane, nombre supuesto para preservar su anonimato, trabaja en una organizaci¨®n que realiza actividades de divulgaci¨®n y prevenci¨®n de enfermedades para el colectivo. Ha multiplicado las precauciones, explica esta mujer, porque en el distrito de Oyam, en el norte, recibi¨® amenazas de muerte tras la promulgaci¨®n de la ley y su entidad tuvo que cambiar de sede. ¡°No recibimos a cualquiera en nuestras nuevas oficinas. Tenemos que investigar a conciencia qui¨¦nes son las personas que piden visitarnos¡±, afirma.
El personal m¨¦dico de una cl¨ªnica cat¨®lica impidi¨® que usaran sus instalaciones, argumentando que est¨¢n ¡°reclutando homosexuales
Adem¨¢s de eso, al equipo de Jane tambi¨¦n le est¨¢ resultando dif¨ªcil prestar servicios relacionados con el VIH a los habitantes de zonas remotas donde los servicios sanitarios son escasos o deficientes. Recientemente, el personal m¨¦dico de una cl¨ªnica cat¨®lica impidi¨® que usaran sus instalaciones, argumentando que est¨¢n ¡°reclutando homosexuales¡±. La experta admite con tristeza que su ¨¢mbito de trabajo ¡°se ha reducido¡± desde que se firm¨® la ley, y que la mayor¨ªa de los lugare?os que sol¨ªan ayudar a movilizar a la comunidad ¡°tienen miedo a ser detenidos¡±.
Anena, una prostituta que ha estado recibiendo atenci¨®n para el VIH gracias a la organizaci¨®n de Jane, como profilaxis preexposici¨®n (PrEP), una medicaci¨®n preventiva que toman las personas que no tienen la enfermedad pero corren el riesgo de contraerla, teme perder su ¨²nica fuente de ingresos. ¡°Sin los medicamentos me va a resultar dif¨ªcil trabajar, pero tengo que cuidar de mi hijo¡±, afirma. ¡°Tengo que elegir entre el dinero y exponer mi vida al virus¡±, agrega.
Una activista LGTBIQ y lesbiana que desea permanecer en el anonimato tacha de ¡°hip¨®critas¡± a estos trabajadores sanitarios, que niegan servicios de salud a los grupos marginados pese a haber ¡°jurado que ayudar¨ªan a todo el mundo independientemente de su orientaci¨®n sexual¡±. Esta mujer critica que el presidente Yoweri Museveni y otros pol¨ªticos, que se empe?an en apoyar la homofobia, a pesar de que los donantes extranjeros amenazan con dejar de financiar el sector sanitario de Uganda, ¡°hablan desde una posici¨®n privilegiada¡±. ¡°Son personas ajenas a la realidad y no saben lo que significa morir por no poder acceder a la medicaci¨®n contra el VIH¡±, lanza.
Paralelamente, organizaciones financiadas por Estados Unidos como The AIDS Support Organisation (TASO) han ideado mecanismos para que las personas que temen el estigma puedan acceder a los servicios para el manejo del VIH a trav¨¦s de servicios de atenci¨®n e informaci¨®n m¨®viles, en lugar de oficinas. Walter Okema, director de TASO en la ciudad de Gulu, en el norte, afirma que la organizaci¨®n ya lleva a?os recortando sus acciones de lucha contra el VIH debido a la disminuci¨®n de los fondos, y teme que ahora puedan directamente perderlo todo debido a esta ley. ¡°Hemos decidido reducir algunas actividades, como las charlas radiof¨®nicas y la sensibilizaci¨®n de la comunidad, para centrarnos en ¨¢reas prioritarias, como los servicios de VIH en prisi¨®n, las pruebas y el suministro de antirretrovirales¡±, a?ade.
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