Justicia para los vendedores ambulantes
La distribuci¨®n justa del espacio p¨²blico es crucial para reconocer a los comerciantes, legalizar su acceso a un lugar de trabajo y proteger su modo de vida en muchas grandes ciudades del Sur Global
Hace poco hubo una oleada de expulsiones en el vibrante mercado Libert¨¦ 6 en Dakar, un eje comercial de cerca de un kil¨®metro y medio que ha servido a su comunidad por m¨¢s de 20 a?os. Cientos de puestos de vendedores callejeros fueron expulsados para hacer espacio para una nueva estaci¨®n de buses. Las autoridades dieron aviso previo y una indemnizaci¨®n para compensar por las p¨¦rdidas econ¨®micas, pero no ofrecieron respuesta al problema real: la falta de espacio para la compraventa.
La venta callejera es una actividad econ¨®mica leg¨ªtima que da sustento a millones de personas y representa una gran proporci¨®n del empleo urbano en muchas grandes ciudades del Sur Global. Cerca de 59.000 comerciantes callejeros tienen sus puestos en Dakar, representando un 13,8% del empleo total, mientras que en el ¨¢rea metropolitana de Lima lo hacen unas 450.000 personas, un 8,8% del empleo total. Y es muy probable que estas cifras crezcan a medida que la econom¨ªa vaya absorbiendo a muchos de quienes la pandemia de la covid-19 dej¨® en el desempleo.
Es un medio de vida que precisa de un recurso por encima de todos los dem¨¢s: acceso a un espacio p¨²blico concurrido, f¨¢cil de recorrer a pie, bien conectado y barato. Sin embargo, en su lugar, los gobiernos desean ¡°despejar¡± las ciudades, lo que significa sacar a estos comerciantes de las calles. En su opini¨®n, los vendedores informales son una molestia: ensucian y desordenan calles, obstruyen la movilidad urbana y ocupan un espacio precioso que se podr¨ªa usar para proyectos de modernizaci¨®n o embellecimiento, o venderlos a constructoras bien financiadas para que los transformen en oasis de ocio para las ¨¦lites urbanas.
No dar a los vendedores callejeros el espacio que necesitan es una actitud miope, en el mejor de los casos (las campa?as de expulsi¨®n nunca arreglan el ¡°problema¡±, ya que muy a menudo no tienen m¨¢s opci¨®n que buscar otros lugares donde volver a vender). En 2015, la Organizaci¨®n Internacional del Trabajo recomend¨® que se permita a los trabajadores de subsistencia el uso del espacio p¨²blico a medida que los estados miembros vayan desarrollando sus econom¨ªas desde sus etapas informales a las formales. Y, no obstante, una y otra vez los gobiernos han puesto en pr¨¢ctica pol¨ªticas estrechas y marcos legales que restringen el acceso.
De hecho, este patr¨®n se ha incrustado en las estrategias de las autoridades para formalizar la econom¨ªa informal, centradas principalmente en lograr el registro de los trabajadores informales para que paguen impuestos. Podr¨ªan ofrecer importantes oportunidades, como el acceso a la protecci¨®n social, financiaci¨®n y formaci¨®n profesional. Sin embargo, casi nunca reconocen el espacio p¨²blico como un lugar de trabajo, perpetuando as¨ª el estado de las cosas. En lugar de ello, erigen complejas estructuras sobre d¨¦biles cimientos, es decir, marcos policiales y jur¨ªdicos punitivos que criminalizan el comercio informal y niegan a los m¨¢s vulnerables el acceso a actividades econ¨®micas.
A menudo han quedado en promesas vac¨ªas las propuestas de reubicar a los vendedores ambulantes en mercados cubiertos, o se llevan a la pr¨¢ctica con poca o ninguna participaci¨®n de los afectados, lo que da origen a mercados mal planificados lejos de los ejes comerciales de la ciudad y a los que es dif¨ªcil llegar. Los vendedores los reh¨²yen o los abandonan r¨¢pidamente, volviendo a las calles de las que fueron desalojados.
Muy conscientes de su precariedad, los vendedores callejeros usualmente solo tienen un objetivo: poder vender sin el temor al acoso o la expulsi¨®n. ¡°S¨¦ que no nos dejan vender ac¨¢, pero tengo que alimentar a mi familia¡±, dijo un trabajador informal que vend¨ªa tel¨¦fonos m¨®viles en un peque?o puesto en Gu¨¦diawaye, municipio en las afueras de Dakar, en una entrevista realizada por WIEGO (Mujeres en Empleo Informal: Globalizaci¨®n y Organizaci¨®n), a la que pertenezco. ¡°Lo ¨²nico que quiero es trabajar y poder ganarme la vida¡±, a?adi¨®, pidiendo que no se publicara su nombre. Se?alando un pedazo de tierra vac¨ªo a otro lado de la calle, dijo ¡°junto a otros comerciantes, pedimos al municipio que nos autorizara a vender all¨ª, pero no nos respondieron¡±.
La Nueva Agenda Urbana de las Naciones Unidas, adoptada en 2016, reconoce que el espacio p¨²blico puede funcionar como un verdadero lugar de trabajo y apoya medidas que permitan ¡°el mejor uso comercial posible de espacios a nivel de calle, impulsando los mercados locales y el comercio formal e informal¡±. Un marco legal que garantice a los vendedores informales el acceso a este espacio debe ir de la mano de cualquier estrategia de formalizaci¨®n que se lleve a cabo. De hecho, es el prerrequisito l¨®gico para todos los dem¨¢s aspectos de la formalizaci¨®n, como el registro y la tributaci¨®n.
Como recurso escaso, el espacio urbano p¨²blico es un bien muy buscado, y hay muchos actores interesados que compiten por ¨¦l. Pero, para que su manejo sea efectivo, son necesarias las opiniones de los trabajadores informales, como lo han demostrado varias iniciativas. Por ejemplo, la Ley de Vendedores Ambulantes, promulgada en 2014 en la India, establec¨ªa ¡°comit¨¦s de venta municipales¡±, formados por funcionaros del gobierno, vendedores y otros, para tomar decisiones sobre lugares de compraventa y dar seguimiento a expulsiones y reubicaciones. En la d¨¦cada de 1990, la municipalidad de Lima, desde el comienzo, hizo part¨ªcipes a los vendedores callejeros en el proceso de planificaci¨®n de su reubicaci¨®n para asegurarse de que tuvieran un acceso adecuado a infraestructura y clientes. Entre 2009 y 2011, la municipalidad de Dakar inici¨® un di¨¢logo efectivo con los comerciantes ambulantes acerca de su reubicaci¨®n.
Son ejemplos imperfectos. La planificaci¨®n inclusiva se fren¨® en Lima, aunque tuvo como resultados reubicaciones satisfactorias, as¨ª como tambi¨¦n los di¨¢logos de Dakar, mientras que la Ley de Vendedores Ambulantes india solo est¨¢ implementada en parte. Pero sus experiencias demuestran que el manejo inclusivo del espacio p¨²blico s¨ª es posible
La distribuci¨®n justa del espacio p¨²blico es crucial para reconocer a los vendedores ambulantes, legalizar su acceso a un lugar de trabajo y proteger su modo de vida, lo que no ocurrir¨¢ a menos que participen e influyan de manera significativa en las pol¨ªticas y normativas que los afectan.
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