Los gazat¨ªes con discapacidad mental luchan por sobrevivir a la guerra arrancados de su entorno y sin acceso a la medicaci¨®n
Familias como la de Samia Abu Juwayad, con tres hijos adultos discapacitados, afrontan retos diarios inimaginables para cuidarlos dignamente. Al menos un 15% de la poblaci¨®n desplazada en la Franja padece alguna disfunci¨®n ps¨ªquica
Dentro de un maloliente gallinero del distrito de Al-Mawasi, en el extremo sur de la franja de Gaza, Samia Abu Juwayad intenta en vano espantar con hojas de palma las moscas que se amontonan en los rostros de sus tres hijos, que sufren una discapacidad mental. La familia lleva desde diciembre refugiada en este maltrecho cobertizo, cuando huyeron de Jan Yunis, algo m¨¢s al norte, siguiendo las ¨®rdenes del Ej¨¦rcito israel¨ª, pero las penurias que han vivido Abu Juwayad, de 54 a?os, y sus cinco hijos desde octubre son incontables.
¡°Es muy dif¨ªcil para nosotros vivir en esta carencia total de espacio, alimentos, ropa y medicinas. La ya de por s¨ª precaria situaci¨®n se centuplica¡±, afirma Abu Juwayad a este diario, se?alando a sus tres hijos con discapacidad, Wafa, Iyad y Muhammad, de 32, 28 y 25 a?os, que hunden las manos en sus platos de jud¨ªas enlatadas, su comida del d¨ªa, esparciendo parte del alimento por el suelo.
La cr¨ªtica situaci¨®n humanitaria que se vive en la Franja tras m¨¢s de siete meses de guerra es a¨²n m¨¢s tr¨¢gica para los gazat¨ªes con discapacidad y sus cuidadores, que deben enfrentarse a retos inimaginables en sus desplazamientos forzados. A finales de octubre, la ONU calcul¨® que un 15% de la poblaci¨®n desplazada en ese momento ten¨ªa alguna discapacidad y subrayaba que los refugios no estaban adaptados para cubrir sus necesidades m¨¢s b¨¢sicas.
Mientras ayuda a sus hijos a comer, poni¨¦ndoles en la boca bocados de pan con jud¨ªas y ofreci¨¦ndoles agua, esta mujer explica c¨®mo las capacidades y comportamientos de sus hijos se han deteriorado en los ¨²ltimos meses, debido a los cambios profundos que han sufrido sus vidas. Adem¨¢s de la discapacidad mental, Wafa, Iyad y Muhammad sufren un trastorno del habla y tienen problemas motores.
¡°Antes se apa?aban solos con algunas tareas cuando est¨¢bamos en casa, pero todos estos cambios y las circunstancias han provocado una reca¨ªda y les han hecho perder gran parte de las habilidades que hab¨ªan adquirido a lo largo de los a?os¡±, se?ala con tristeza. Esta situaci¨®n supone una gran tensi¨®n a?adida para ella y sus dos hijas sanas, Nidaa y Safaa, de 20 y 16 a?os. ¡°No podemos salir ni alejarnos para conseguir comida o agua o cualquier otro art¨ªculo de primera necesidad, porque no es seguro dejarles aqu¨ª solos¡±, explica.
Antes se apa?aban solos con algunas tareas, pero todos estos cambios les han hecho perder gran parte de las habilidades positivas que hab¨ªan adquiridoSamia Abu Juwayad
En noviembre, despu¨¦s de un mes de guerra, Emina ?erimovi?, investigadora sobre derechos de las personas con discapacidad de Human Rights Watch, afirmaba que ¡°la gran ofensiva terrestre del Ej¨¦rcito israel¨ª en Gaza empeora enormemente las graves dificultades de las personas con discapacidad para huir, encontrar refugio y obtener agua, alimentos, medicamentos y dispositivos de apoyo que necesitan desesperadamente.¡±
¡°Es una verdadera Nakba¡±, dice esta madre exhausta, utilizando el t¨¦rmino ¨¢rabe que se traduce como ¡°la cat¨¢strofe¡± y se refiere al desplazamiento forzoso de 750.000 palestinos con la creaci¨®n en 1948 del Estado de Israel.
El 7 de octubre, milicianos de Ham¨¢s, grupo islamista palestino que gobierna de facto en la Franja desde 2007, se infiltraron en Israel, mataron a unas 1.200 personas y tomaron como rehenes a 250, seg¨²n cifras oficiales. Israel lanz¨® una ofensiva militar que ha provocado unos 35.000 muertos en Gaza, la destrucci¨®n de gran parte de las viviendas e infraestructuras y el desplazamiento de 1,7 millones de gazat¨ªes, sobre una poblaci¨®n total de 2,2 millones, seg¨²n el Ministerio de Sanidad palestino.
La p¨¦rdida de todos los cuidados
La familia de Abu Jawayad est¨¢ separada por una ligera cortina de otras seis familias que tambi¨¦n se han refugiado dentro del gallinero. Bajo sus pies y a su alrededor, hay esti¨¦rcol acumulado durante a?os. Esta madre de familia intent¨® raspar el suelo, pero no logr¨® limpiarlo y finalmente opt¨® por cubrirlo con un trapo y una estera gastada. Encima ha colocado algunos colchones y unas cuantas mantas para que duerma la familia. En la esquina de este reducido espacio hay un ba?o improvisado, frente al cual se encuentra una pila de le?a que usa para cocinar, cuando hay algo que cocinar.
Abu Jawayad cuenta, tratando de contener las l¨¢grimas, la batalla diaria que supone cuidar dignamente de sus tres hijos discapacitados en este lugar plagado de moscas, roedores e incluso serpientes. Explica, por ejemplo, que no hay agua suficiente y que tampoco encuentra pa?ales para adultos ni detergente para lavar la poca ropa que tienen.
¡°Antes de la guerra, nuestra casa estaba cuidadosamente preparada para satisfacer sus necesidades de manera eficaz. Como yo lo ten¨ªa todo controlado y adaptado para su bienestar, ellos prosperaban¡±, afirma Abu Jawayad. ¡°Pero ahora, nuestras vidas est¨¢n patas arriba y, sin el apoyo del Gobierno o de organismos de la sociedad civil, es muy dif¨ªcil seguir adelante¡±, remacha.
Human Rights Watch relataba en su informe del pasado noviembre que, aunque muchos gazat¨ªes discapacitados no pudieron evacuar las zonas atacadas por misiles israel¨ªes debido a sus limitaciones f¨ªsicas y a la falta de tiempo antes de los ataques, los que s¨ª pudieron huir ¡°han experimentado pavor al tener que abandonar sus hogares, dise?ados para cumplir sus necesidades, y de perder sus dispositivos de apoyo, como sillas de ruedas, andadores y aud¨ªfonos¡±.
¡°El hecho de haberlos sacado de su ambiente familiar se suma a la falta de medicaci¨®n para ayudarlos a sobrellevar estos cambios y a la angustia que les provocan. Hablo de momentos de estr¨¦s, gritos, golpes y da?os a s¨ª mismos y a los dem¨¢s¡±, explica Abu Jawayad. Por ejemplo, d¨ªas despu¨¦s de haber tenido que dejar su casa, Wafa, su hija mayor, se escap¨® y la encontraron al d¨ªa siguiente a siete kil¨®metros de distancia.
El sistema sanitario del enclave ¡ªya precario antes de esta guerra por 17 a?os de bloqueo israel¨ª¡ª est¨¢ destruido y colapsado en este momento. La ONU describi¨® en abril un ¡°desmantelamiento sist¨¦mico¡± de las estructuras de salud por parte de Israel. En este momento, solo 12 de los 36 hospitales de Gaza funcionan ahora parcialmente, y est¨¢n desbordados por los pacientes, al tiempo que tratan de hacer frente a la falta de combustible, medicinas, suministros y personal. Esto no deja espacio para que personas como los hijos de Abu Jawayad, cuyo estado de salud no reviste car¨¢cter de urgencia, acudan a recibir atenci¨®n.
Sin medicamentos ni material m¨¦dico
En una granja av¨ªcola no muy lejos de donde se ha refugiado la familia de Abu Jawayad, Nofouth Safi asume sola la tarea de cuidar a tres hijas con par¨¢lisis cerebral, tras haber perdido a sus tres hijos varones en esta guerra. A esta madre de 52 a?os la consumen el agotamiento, la frustraci¨®n y la impotencia mientras atiende a Sabr¨ªn, Yasm¨ªn y Zeina, de 32, 23 y 12 a?os, respectivamente.
Acabo dejando a las ni?as solas y nunca estoy segura de si volver¨¦ con vida debido a lo aleatorios que son los bombardeosNofouth Safi
¡°Recorro largas distancias a pie para conseguir sus medicamentos, porque no hay transporte p¨²blico o resultan demasiado caros. Acabo dejando a las ni?as solas y nunca estoy segura de si volver¨¦ con vida debido a lo aleatorios que son los bombardeos y de si encontrar¨¦ a las ni?as a salvo¡±, describe, angustiada. ¡°Si nosotros, personas sanas, ya sufrimos para seguir adelante y encontrar un sentido a esta vida horrible que estamos llevando, ?c¨®mo ser¨¢ para ellas?¡±, se pregunta esta mujer.
Yacoub Younis, gazat¨ª especializado en salud mental que trabaja como voluntario con familias que tienen a su cargo a personas con discapacidades, lamenta el abandono que sufren estos pacientes desde octubre, ya que no se les est¨¢ pudiendo brindar la atenci¨®n m¨¢s b¨¢sica. El experto cita, por ejemplo, la falta de medicamentos necesarios para permitirles mantener un estado de relativa calma y no llegar a la fase de convulsiones, epilepsia, gritos, violencia y maltrato. Y tambi¨¦n los equipos que hacen m¨¢s llevadera su vida diaria o eval¨²an los s¨ªntomas f¨ªsicos asociados a sus afecciones, como sillas de ruedas, dispositivos respiratorios, aparatos para medir la tensi¨®n sangu¨ªnea o el nivel de az¨²car. ¡°Nada de eso est¨¢ disponible ahora¡±, zanja.
Yacoub sigue adelante con su labor de voluntario, pero ha tenido que reducir sus actividades debido a la guerra y las instituciones que ofrecen este tipo de apoyo tambi¨¦n han cerrado. ¡°No hemos sido capaces de aliviar la gravedad de los trastornos de estas personas¡±.
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