Rechazo, violencia y prostituci¨®n: el d¨ªa a d¨ªa de los solicitantes de asilo LGTBI en Sud¨¢frica
Aunque es uno de los pocos lugares de ?frica que recoge la persecuci¨®n por g¨¦nero u orientaci¨®n sexual como causa para pedir refugio, el sistema falla a la hora de asegurar su protecci¨®n e inserci¨®n laboral
De los primeros 16 a?os de su vida, John (nombre ficticio), un joven que hoy tiene 22 a?os, no guarda buenos recuerdos. Los pas¨® en su lugar de origen, una gran ciudad de Somalia, de donde tuvo que huir. No lo hizo por la guerra ni por el terror yihadista, sino por su orientaci¨®n sexual: John era gay en una naci¨®n donde la homosexualidad puede castigarse hasta con la pena de muerte. ¡°Crec¨ª llorando todo el tiempo. Me preguntaba: ?por qu¨¦ soy diferente al resto de la gente? No me gustaba jugar al f¨²tbol como a los dem¨¢s chicos y siempre me hac¨ªa amigo de las ni?as. Mis vecinos, los amigos de mi familia¡ Todos dec¨ªan que yo no era normal¡±, recuerda.
John cuenta que, en la pubertad, pens¨® en el suicidio. Y que fue su abuela la que pag¨® a un tipo en 2020 para que lo llevara hasta Sud¨¢frica escondido en la parte de atr¨¢s de su cami¨®n. ¡°Vine directamente a Ciudad del Cabo. Un hombre me dio empleo en un comercio, donde hab¨ªa una habitaci¨®n. Me qued¨¦ all¨ª¡±, dice. Con 16 a?os y en un pa¨ªs extra?o, comenz¨® a desarrollar una afici¨®n: el mundo de la cosm¨¦tica. ¡°Todav¨ªa tengo una foto del d¨ªa en que compr¨¦ mi primer kit de maquillaje. Empec¨¦ a subir v¨ªdeos a TikTok y a conocer a otras personas como yo¡¡±. Su salvaci¨®n fue tambi¨¦n su perdici¨®n: su jefe vio uno de estos v¨ªdeos y comenz¨® a insultarlo, a tratarlo mal. ¡°Me llenaba las comidas de picante, dej¨® de pagarme... Tuve que irme de all¨ª¡±, relata.
Sud¨¢frica es uno de los pocos lugares de ?frica que protege formalmente a la comunidad LGTBI, en un momento de retroceso de sus derechos en el continente
Una amiga le habl¨® entonces de asociaciones que le podr¨ªan ayudar a pedir asilo. Sud¨¢frica reconoce desde 1998, mediante su Ley de Refugiados, la persecuci¨®n basada en el g¨¦nero y la sexualidad como motivo leg¨ªtimo para solicitarlo. Es el ¨²nico pa¨ªs de ?frica ¡ªy uno de los pocos lugares del continente, ya que algunos campos de refugiados de pa¨ªses como Kenia reciben a estos solicitantes de asilo ¡ª que extiende formalmente esta protecci¨®n a la comunidad LGTBI, en un momento de retroceso de los derechos de libertad sexual. Las relaciones entre personas del mismo sexo son delito en 31 de los 54 Estados africanos.
Sin embargo, y como se ha denunciado en los ¨²ltimos a?os desde diferentes ¨¢mbitos, como asociaciones de derechos humanos o el acad¨¦mico, la promesa de libertad contenida en la ley sudafricana a menudo no se materializa. Estas fuentes hablan de motivos arbitrarios, homofobia y corrupci¨®n gubernamental. ¡°Me han denegado la petici¨®n ya dos veces. No me dan razones¡±, asegura John. ¡°Sin papeles no puedo acceder a derechos b¨¢sicos, como que me atiendan en un hospital¡±.
En Sud¨¢frica viven 250.250 refugiados y solicitantes de asilo, seg¨²n Acnur, pero la ausencia de datos oficiales hace imposible saber cu¨¢ntos lo son por g¨¦nero u orientaci¨®n sexual. Un estudio de varias asociaciones LGTBI publicado en 2022 concluy¨® que son m¨¢s hombres que mujeres, que Johanesburgo y Ciudad del Cabo son los principales destinos y que Zimbabue es el pa¨ªs de donde m¨¢s huyen. Pero el propio informe advierte de que los datos no pueden considerarse representativos debido, entre otras cosas, al car¨¢cter an¨®nimo de las encuestas y a que muchas personas se negaron a participar.
Llam¨¦ por tel¨¦fono a mi madre para decirle que era gay y que no iba a volver a Uganda y ella me respondi¨® que si quer¨ªa verla en el ata¨²dFrancis, 30 a?os
¡°Llegu¨¦ a Sud¨¢frica en avi¨®n cuando abrieron la frontera tras la pandemia de covid, en 2020. Tuve que huir de Kampala porque mi situaci¨®n se puso fea¡±, dice Francis (nombre ficticio), ugand¨¦s de 30 a?os. ¡°Hasta que fui a la universidad no empec¨¦ a quedar con chicos, aunque hacerlo p¨²blico era muy dif¨ªcil para m¨ª. ?Qu¨¦ iba a pensar mi familia?¡±, cuenta. Mientras estudiaba, Francis comenz¨® a trabajar en un sal¨®n de belleza. All¨ª se fragu¨® la decisi¨®n de dejar su pa¨ªs. ¡°Estaba saliendo con alguien, pero su padre lo pill¨® y me llam¨® amenaz¨¢ndome. Un amigo suyo me cont¨® que le hab¨ªan pegado una paliza. Un d¨ªa, su t¨ªa se person¨® con dos polic¨ªas en el sal¨®n¡±, recuerda. Fue la gota que colm¨® el vaso; le concedieron un visado de turista a Sud¨¢frica, as¨ª que vendi¨® todo lo que ten¨ªa y compr¨® un billete de avi¨®n sin vuelta.
Su vida en Ciudad del Cabo no ha sido f¨¢cil. Trabaj¨® dos a?os como camarero y, cuando ahorr¨® algo, cambi¨® servir copas por el set de maquillaje. Se dedica a ello desde entonces, a domicilio. Ha perdido el contacto con su familia. ¡°Lo recuerdo bien: llam¨¦ a mi madre el 16 de noviembre de 2022 para decirle que era gay y que no iba a regresar a casa. Ella me respondi¨® que si quer¨ªa verla en el ata¨²d. Yo rezo para que sean fuertes, para que vuelvan a ser respetados en sus c¨ªrculos sociales y puedan llevar una vida feliz¡±, comenta. Francis solicit¨® asilo en Sud¨¢frica, pero asegura que le contestaron que no parec¨ªa ¡°demasiado homosexual¡±. Volver a su pa¨ªs tampoco es una opci¨®n: Uganda aprob¨® el a?o pasado una de las leyes hom¨®fobas m¨¢s severas del mundo, que incluye la pena de muerte para casos de ¡°homosexualidad agravada¡± (que, en realidad, son abusos a menores o personas con discapacidad), y cadena perpetua para las relaciones del mismo sexo.
Ataques hom¨®fobos semanales
¡°Las leyes son buenas, pero en la pr¨¢ctica no hay seguridad¡±, afirma Nicole Alexander, directora de Pride Shelter Trust, una organizaci¨®n de derechos humanos en Ciudad del Cabo. Por esta instituci¨®n, que sirve como refugio durante unos meses a migrantes que se han visto obligados a huir de su pa¨ªs, pasan cada a?o alrededor de 30 personas de diversas nacionalidades.
Pese a ser un pa¨ªs abierto en la teor¨ªa, hay ataques casi semanales contra la comunidad LGTBI. En el caso de los migrantes, la vulnerabilidad es mayor porque a menudo no denuncian, por miedo a las represalias dentro de su propia comunidad o porque no conf¨ªan en la polic¨ªa. ¡°La homofobia y la violencia sexual son visibles en nuestra comunidad y la respuesta de las autoridades debe ser m¨¢s contundente¡±, dice Alexander, quien habla tambi¨¦n de estigma y marginaci¨®n. ¡°Existe un trauma muy profundo. Para estas personas, el rechazo de las familias lleva aparejado a menudo la adicci¨®n al alcohol, el consumo de drogas o la obligaci¨®n de ejercer trabajo sexual¡±.
Logain (nombre ficticio) tuvo que huir de Zimbabue en 2008 por dos razones: la crisis econ¨®mica y la situaci¨®n del colectivo LGTBI en aquellos a?os, en los que el exdictador Robert Mugabe lleg¨® a decir que los homosexuales eran ¡°peores que los perros y los cerdos¡±. ¡°No pod¨ªa permitirme ir a Europa, y como sab¨ªa que Sud¨¢frica era un sitio que respetaba la libertad sexual, me decant¨¦ por Ciudad del Cabo¡±, cuenta el hombre, quien se declara gay y tiene 46 a?os. La primera ¨¦poca fue muy dif¨ªcil. ¡°Sin papeles, sin conocidos¡ El trabajo sexual fue la ¨²nica opci¨®n¡±, dice. ¡°Algunos clientes me obligaban a tomar drogas. Es algo que me afecta incluso a d¨ªa de hoy¡±, asegura. Pasaron un par de a?os hasta que encontr¨® empleo en un hotel y pudo dejar las calles. Dice que solicit¨® asilo al poco de llegar, pero que tras varias negativas, desisti¨®.
¡°Un porcentaje muy alto de homosexuales migrantes acaban vendiendo su cuerpo. Las mujeres tambi¨¦n, y no necesariamente a otras mujeres. Y dir¨ªa que, de la comunidad trans, lo hace el 100%¡±Eugene Van Rooyen, asesor legal de la ONG SWEAT
¡°Los migrantes LGTBI vienen con la esperanza de que van a encontrar f¨¢cilmente un trabajo, que van a ser capaces de mantenerse por s¨ª mismos. Pero cuando llegan se dan cuenta de que la realidad es diferente¡±, afirma Eugene Van Rooyen, asesor legal de la ONG sudafricana SWEAT.
Sud¨¢frica tiene un gran problema con el desempleo, con una tasa del 32,9% en el primer trimestre del a?o, una de las m¨¢s altas del mundo. Casi la mitad de poblaci¨®n adulta vive bajo el umbral superior de la pobreza. ¡°Un porcentaje muy alto de los hombres gais terminan vendiendo su cuerpo como fuente de ingresos o para complementar sueldos bajos. Las lesbianas tambi¨¦n, y no necesariamente con otras mujeres. Y, en la comunidad trans, yo elevar¨ªa la cifra casi al 100%¡±, dice Van Rooyen. El asesor legal habla de procesos que se eternizan para solicitar asilo, de lo costoso de estos procedimientos y de los problemas derivados de la falta de documentaci¨®n, como la imposibilidad de conseguir contratos de trabajo o de obtener asistencia en los hospitales. ¡°Los trabajadores sexuales son vulnerables¡±, subraya ¡°Se quejan de que hay m¨¦dicos que piden sobornos para atenderlos¡±.
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