El refugio del Orgullo
El Pride Shelter Trust, en Ciudad del Cabo, acoge a personas LGTB sin hogar y es uno de los pocos refugios volcado en el colectivo del mundo
Repentinamente, una tarde, Nathaniel tuvo que huir de Nigeria. ¡°Escap¨¦ para salvar mi vida¡±, cuenta este joven de 28 a?os. Un grupo de vecinos de su localidad se acerc¨® a su casa, mataron a su pareja y ¨¦l fue marcado como una presa a batir, ¡°un homosexual que hab¨ªa que matar¡±. Huy¨®. ¡°Un amigo me hab¨ªa hablado de Ciudad de Cabo y decid¨ª venir¡±, cuenta el nigeriano, que lleg¨® a la capital cultura de Sud¨¢frica hace un a?o como refugiado tras ser discriminado, amenazado y perseguido por ser gay.
¡°En general, en Africa hay mucha persecuci¨®n al colectivo LGTB. Y Ciudad del Cabo es un oasis porque es una ciudad abierta y tolerante¡±, describe Enver Duminy, CEO de turismo de la urbe. ¡°Nuestra Constituci¨®n se hizo pensando en las minor¨ªas y respeta a todas ellas. Adem¨¢s, fuimos de los primeros pa¨ªses en expandir derechos y reconocer a las parejas del mismo sexo por ley¡±, a?ade Duminy. De esa apertura hab¨ªa o¨ªdo hablar Nathaniel, pero al llegar como refugiado, sin hogar, trabajo ni familia, necesitaba ayuda. ¡°Escap¨¦ para salvar mi vida, casi me matan por mi orientaci¨®n sexual, as¨ª que me vine como pude¡±, relata. Tras un tiempo durmiendo en la calle, fue a pedir ayuda a la oficina de asuntos sociales municipal. ¡°Me dieron una lista de refugios para personas sin hogar y acab¨¦ yendo a uno¡±, resume.
No fue a uno cualquiera sino que se instal¨® en Pride Shelter Trust, un hogar para personas desamparadas pertenecientes al colectivo LGTB. ¡°Se trata del ¨²nico refugio para homeless especializado en p¨²blico LGTB del continente africano y uno de los pocos del mundo¡±, explica Ian McMahon, uno de los fundadores. El espacio lleva cinco a?os funcionando, tiene cama para 22 residentes y, desde su inauguraci¨®n, ha acogido a 800 personas en la cuidada casa, cedida por el Ayuntamiento, a los pies de Table Mountain, en un barrio burgu¨¦s de Ciudad del Cabo.
¡°La importancia de tener un refugio para nuestra comunidad es que la mayor¨ªa de estos espacios est¨¢n gestionados por organizaciones religiosas. All¨ª, los usuarios sufren un doble trauma: primero por verse en la situaci¨®n de necesitar atenci¨®n y refugio; despu¨¦s al decir abiertamente que son gais. En algunos casos, adem¨¢s de homofobia por parte de otros acogidos, en algunos casos, son presionados para que intenten curarse y ser heterosexuales¡±, explica McMahon.
Para Nathaniel la elecci¨®n fue clara tras ver que se trataba de un lugar especializado en p¨²blico LGTB. ¡°Aqu¨ª [en Sud¨¢frica] no se vive con el mismo miedo que en Nigeria, pero tambi¨¦n hay homofobia. En general, es muy peligroso ser gay en un lugar donde nadie lo es. Pueden agredirte, robarte o incluso matarte. Adem¨¢s, conoces a gente semejante a ti y puedes compartir tus sentimientos", a?ade el nigeriano. Tras pasar cuatro meses en el refugio, encontr¨® un trabajo en una tienda del centro de la ciudad. Ahora vive en Langa, una de las favelas de la urbe. ¡°All¨ª nadie sabe que soy gay; no es lo mismo salir del armario aqu¨ª que en un suburbio¡±, aclara.
El refugio, que requiere de unos 20.000 euros anuales para su mantenimiento, se financia con donaciones. ¡°Una de las mayores aportaciones la tuvimos nada m¨¢s empezar. Un hombre que cuando dijo a su familia que era gay fue repudiado. Al morir, nos leg¨® su herencia y con eso arrancamos¡±, explica McMahon. Tambi¨¦n del trabajo de voluntarios. Jerry, sudafricano de 70 a?os, lleg¨® al hogar hace m¨¢s de un lustro. ¡°Mi pareja muri¨® en un accidente de tr¨¢fico. Su familia me quit¨® todo y, de repente, no tenia nada¡±, resume su historia con una cacat¨²a blanca, Prince, posada en su hombro. ¡°Saluda Prince¡±, anima al p¨¢jaro que repite su nombre sonoramente. ¡°En el refugio me ayudaron a reconstruirme¡±, cuenta. Desde entonces, se encarga del cuidado de la casa por la que pasan ¡°v¨ªctimas de violaciones; malos tratos; rechazo familiar o refugiados de otros pa¨ªses africanos.
¡°Cuando alguien te cuida tanto en un momento que est¨¢s tan al l¨ªmite, lo que menos puedes hacer es devolver el favor¡±, explica Nathaniel. Aunque vive a menos de 20 kil¨®metros del centro, para llegar a la ciudad invierte entre una y dos horas por trayecto. A pesar de ello, una vez a la semana, en su d¨ªa libre, acude al Pride Shelter Trust como voluntario. Ejerce de jardinero y de manitas: ¡°Es muy importante mantener este lugar y venir a ayudar de vez en cuando igual que me ayudaron a m¨ª cuando no ten¨ªa nada¡±.
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