¡°Viajo sin mi marido, trabajo y gano dinero¡±: c¨®mo las cooperativas est¨¢n mejorando la vida de las mujeres del Rif marroqu¨ª
Las asociaciones exclusivamente femeninas se abren hueco en sectores como el textil y el agroalimentario, con m¨¢s de 50.000 miembros en todo Marruecos. Estas son algunas historias de ¨¦xito en el norte del pa¨ªs
¡°Yo nunca hab¨ªa salido de estas monta?as. Y ahora, a mi edad, he ido a ferias y reuniones en Tetu¨¢n, T¨¢nger, Marraquech, Rabat. Incluso a Dajla. He conocido a muchas mujeres que hacen cosas semejantes a las nuestras y, aunque no hablamos el mismo idioma, nos hemos apa?ado para comunicarnos y compartir experiencias¡±, cuenta F¨¢tima Hayou, vicepresidenta de la cooperativa textil de Khizana, en la regi¨®n del Rif, en el norte de Marruecos. Esta mujer de 60 a?os no deja de sonre¨ªr mientras habla: ¡°Voy sola, sin mi marido, con otras mujeres de la cooperativa. Ahora se ha acostumbrado, pero al principio le costaba. Le dije que iba a viajar con su permiso o sin ¨¦l y tuvo que aceptarlo. Esto es lo mejor que me ha pasado¡±, asegura.
Las cooperativas desempe?an un papel vital en el desarrollo econ¨®mico y social de Marruecos. Son esenciales en el sector agr¨ªcola, artesanal y tur¨ªstico. En las ¨²ltimas d¨¦cadas, su n¨²mero ha aumentado, de menos de 3.000 en 1998 a las 53.856 actuales, seg¨²n la Oficina para el Desarrollo de la Cooperaci¨®n (ODCO). Son una herramienta fundamental de la hoja de ruta del pa¨ªs hacia un desarrollo sostenible, verde e inclusivo en 2030, adem¨¢s de reforzar la cohesi¨®n social. Permiten a sus miembros compartir los medios de producci¨®n, optimizar los costes de los materiales y hacer inversiones que individualmente no podr¨ªan permitirse.
Las marroqu¨ªes se benefician particularmente de esta pol¨ªtica. En los ¨²ltimos a?os, las cooperativas dirigidas por mujeres han prosperado por todo el pa¨ªs, hasta las 7.360 actuales (el 13,6% del total), la gran mayor¨ªa en los sectores agroalimentario y artesanal, que suman entre ambos m¨¢s de 50.000 miembros. Sin embargo, la pandemia de covid-19 y la guerra de Ucrania pusieron en riesgo la continuaci¨®n de muchas de ellas y, una vez que empezaban a superar sus efectos, algunas se enfrentan a la sequ¨ªa.
La falta de lluvias ha reducido la producci¨®n y la calidad de la miel de la cooperativa Ithri, en Taounil, una poblaci¨®n enclavada en pleno parque nacional de Alhucemas. ¡°Hay menos flores y el sabor de la miel no es tan bueno como antes¡±, afirma Farida Azzouzi, de 46 a?os, presidenta de la asociaci¨®n de 10 mujeres. ¡°Debido a la sequ¨ªa, el a?o pasado cada miembro solo consigui¨® 200 euros de beneficio¡±. En a?os anteriores consiguieron algo m¨¢s: ¡°Lo suficiente para invertir en nuestras casas, mejorarlas o hacer algunas compras¡±, reconoce Azzouzi. ¡°Pero 200 euros son mejor que nada¡±. Ahora, la cooperativa se ha visto obligada a trasladar sus colmenas a una zona donde domina el araar, una con¨ªfera muy presente en el parque, en busca de que su floraci¨®n primaveral atraiga a las abejas y la producci¨®n aumente.
Marruecos es muy patriarcal todav¨ªa. Este trabajo nos permite comprobar que el hombre no es mejor o m¨¢s fuerte. Yo tambi¨¦n soy fuerte y puedo trabajar y progresarDina Asrih, presidenta de la cooperativa de venta de miel Asrih
Las mujeres de la cooperativa Asrih comercializan sus productos a trav¨¦s de redes sociales. Muchos compradores, asegura la presidenta, Dina Asrih (30 a?os), en perfecto espa?ol, son marroqu¨ªes que viven en Europa y vienen de vacaciones. ¡°La miel es cara, un litro puede llegar a costar 50 o 70 euros. Por eso nuestros vecinos no la compran, solo si la necesitan como medicina. Los dulces tradicionales que antes se hac¨ªan con miel ahora se hacen con sirope de agua y az¨²car¡±. Asrih destaca ¡°el valor emocional¡± de la cooperativa para sus socias. ¡°Marruecos es un pa¨ªs muy patriarcal todav¨ªa. Este trabajo nos permite comprobar que el hombre no es mejor o m¨¢s fuerte que nosotras. Yo tambi¨¦n soy fuerte y puedo trabajar y progresar y hacer muchas cosas que antes solo hac¨ªan ellos¡±.
Las mujeres de estas dos cooperativas han recibido formaci¨®n y apoyo de RODPAL, una organizaci¨®n marroqu¨ª para el fomento del emprendedorismo y la conservaci¨®n del entorno natural. Como los dem¨¢s proyectos de este reportaje, han sido financiados por el programa Best Africa.
Cerca de Chauen se encuentra La maison de l¡¯abeille (la casa de las abejas). Aqu¨ª son los hombres los que cuidan de las colmenas y recolectan la miel. Sus esposas han formado una cooperativa para envasarla y fabricar velas, jabones o cremas. Hanan Ben Ali, de 39 a?os, casada y madre de dos ni?os, est¨¢ orgullosa: ¡°Todav¨ªa dependemos de nuestros maridos para muchas cosas, porque estamos empezando. Hacemos este esfuerzo para que nuestros hijos estudien y tengan las oportunidades que nosotras no tuvimos¡±. Todas las entrevistadas destacan la independencia que les da el trabajo, tener ingresos propios y viajar.
En Tanafet, una aldea en las monta?as del Rif a la que se accede a pie, tras conducir en una pista de tierra, algunas mujeres lavan ropa en el arroyo que desciende de las cumbres a¨²n nevadas. En la escuela, ni?os y ni?as juegan al f¨²tbol. Los hombres est¨¢n sentados contra las paredes, aprovechando su sombra. En la cooperativa, algunas mujeres manejan los telares, tejiendo la sobrefalda y velo que las amazigh portan, el mendil de lana o algod¨®n que identifica, con franjas de colores, a los distintos pueblos de la zona. Saida Chouli, de 37 a?os, soltera, como la mayor¨ªa de sus compa?eras, describe su vida antes de formar la asociaci¨®n: ¡°Se reduc¨ªa al trabajo dom¨¦stico y al campo. No ten¨ªamos ingresos propios. Ahora somos independientes¡±. Los turistas europeos que hacen senderismo son sus principales clientes.
Supone el doble de trabajo, hay que hacer las tareas de la casa, pues el marido no las va a hacer, y luego venir a trabajar aqu¨ª. Pero vale la penaFatima Stitou, presidenta de la cooperativa textil de Khizana
Fatima Stitou, de 55 a?os, presidenta de la cooperativa Khizana, lamenta que las j¨®venes no quieran aprender el duro oficio del telar. ¡°Supone el doble de trabajo, porque hay que hacer las tareas de la casa, pues el marido no las va a hacer, y luego venir a trabajar aqu¨ª. Pero vale la pena por lo mucho que nos aporta estar todas juntas, hablar de nuestros problemas y conseguir un dinero que tanto nos ayuda¡±. Lo que m¨¢s venden son los productos nuevos que han aprendido a elaborar en talleres de la ONG Dexde Design for Development: fundas, bolsas o manteles. La cooperativa ha recibido un ordenador del Instituto Nacional de Desarrollo Humano de Marruecos como premio por su buen hacer, pero nadie sabe utilizarlo. Aalae Bou Khajjou, trabajador de Dexde, lo enciende por primera vez y las mujeres miran asombradas los dise?os en pantalla. ?l se encargar¨¢ de formar a las m¨¢s j¨®venes para que lleven las cuentas de la asociaci¨®n.
Las que no ven la necesidad de innovar son las componentes de la cooperativa Nissae Badis, que usan palmito y lana para fabricar cestos, sombreros, salvamanteles... Hakima El Fateh, de 43 a?os, presidenta, explica que siempre realizan los mismos dise?os, porque es lo que demandan sus clientes: turismo local que acude a la playa de Badis al que le gustan las cosas tradicionales. El Fateh, ayudada por una aguja, recubre de lana las tiras de palmito. ¡°Soy diab¨¦tica y las medicinas que necesito son muy caras. Gracias a estos ingresos puedo adquirirlas y pagar el taxi, 20 euros, que me lleva hasta Alhucemas cuando tengo que ir al m¨¦dico. Antes me era imposible¡±.
Las hermanas Aziat han formado a los miembros de m¨¢s de 30 cooperativas textiles por todo Marruecos incluso han viajado a Espa?a para mostrar su arte con los telares. Est¨¢n al frente de Talassemntane, una asociaci¨®n de seis mujeres que tiene su taller y tienda en el centro de Chauen. La mayor, Zohra, de 49 a?os, dice que su marido est¨¢ enfermo y no puede trabajar: ¡°Si no fuera por este oficio, mis hijas estar¨ªan en la calle¡±. La m¨¢s joven, Hajida, de 43, est¨¢ soltera y cuida de su madre y una hermana con discapacidad intelectual. Las dos r¨ªen continuamente. Est¨¢n felices a pesar de la dureza de su trabajo: ¡°Mira mis manos, parecen de un hombre de duras que est¨¢n¡±, comenta Hajida. ¡°Pero no me importa, con ellas me gano la vida y no dependo de nadie¡±.
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