Los vecinos que quieren hacer del Poble Sec una ciudad comestible
Residentes del barrio barcelon¨¦s aprovechan los jardines urbanos para generar convivencia y recolectar alimentos
Cosechar, segar, vendimiar y espigar deber¨ªa ser tambi¨¦n normal en ciudad. El asfalto no nos lo permite, claro, aunque cada vez hay m¨¢s iniciativas que nos cuentan lo contrario. Es porque necesitamos tierra, pero tierra de verdad, en zona urbana. Cada oto?o me descubro recolectando aceitunas en los olivos del parque y esta vez no ha sido diferente.
En el barrio del Poble Sec, en Barcelona, acompa?o a las vecinas de Somla Clau, un colectivo mixto que lucha por la justicia ambiental y social y que naci¨® con una misi¨®n muy clara: nutrir a la comunidad con herramientas para impulsar lo que llaman ¡°transici¨®n ecosocial¡± y proteger la vida. La primera impresi¨®n ya es impactante, porque quedamos en una plaza dura, de cemento, y vamos con cestos, gorra para el sol, guantes y herramientas para peinar las ramas.
Paseamos por el barrio, localizamos el ¨¢rbol y, entre cantos de siega de los diferentes rincones del Mediterr¨¢neo, recolectamos un mont¨®n de aceitunas. Es una ma?ana de fiesta, igual que lo es unos d¨ªas m¨¢s tarde, dentro de la Tercera Feria Social y Solidaria del Poble Sec, el encuentro para preparar en colectivo la salmuera, utilizando hierbas del huerto comunitario cercano de la Font Trobada, como romero, salvia, tomillo, mejorana, ajos y trozos de lim¨®n. Si falta alguna, se a?aden las verduras de la tienda cercana que iba a deshacerse de ellas, porque otro de los objetivos de Somla Clau es luchar contra el desperdicio alimentario.
Claro que la iniciativa es el aprovechamiento urbano de los jardines comestibles que tenemos cerca, pero tambi¨¦n es un intento de generar convivencia y de reclamar una ciudad comestible. Para las incitadoras recolectoras y espigadoras es el ¨²nico camino que tienen las urbes para reaccionar ante la crisis clim¨¢tica y la carencia de recursos que nos traer¨¢ su aceleraci¨®n. En unos meses, antes de primavera, ser¨¢ el momento de degustarlas juntos de nuevo en el espacio de CooperaSec.
Tambi¨¦n la artista Laura Palau defiende el acceso a la agricultura urbana con sus acciones de recolecci¨®n de ¨¢rboles frutales en plena ciudad. Su intenci¨®n es provocar la reflexi¨®n sobre la necesidad de un acercamiento rural-urbano sin tapujos. Las acciones de Palau est¨¢n llenas de motivos que tienen que ver con el concepto paisaj¨ªstico de parques urbanos.
Habremos conectado con nuestro entorno el d¨ªa que entendamos que una calle llena de hojas en oto?o no est¨¢ sucia sino llena de vida. Para ella y tantas otras recolectoras urbanas esa acci¨®n significar¨¢ tambi¨¦n luchar por eliminar los qu¨ªmicos herbicidas que algunas ciudades siguen usando; el glifosato en concreto. Barcelona, Tarragona, Zaragoza, Madrid y Valdemoro ya dieron el paso y se han declarado libres de glifosato, pero faltan muchas m¨¢s para que los parques y jardines urbanos sean lugar de biodiversidad y vida silvestre. No a la inversa.
Palau ha resumido su trabajo en un corto que lleva el t¨ªtulo de Help Yourself Olea Europea y que present¨® a los premios del Humus Film Fest, el festival de La Casa Encendida que busca activar la vinculaci¨®n rural-urbana. Lo puedes ver aqu¨ª. Intercambiar semillas en esta ¨¦poca del a?o es otra de las acciones claves para asegurar la soberan¨ªa alimentaria de nuestros pueblos y ciudades y caminar hacia una agricultura conectada.
Lo interesante de esos encuentros es la peque?a escala en la que est¨¢n organizados y la respuesta cada vez mayor de sus participantes. Los bancos de semillas vuelven a extenderse y nacen de peque?os agricultores comunitarios y urbanos que quieren recuperar y preservar especies vegetales en peligro de extinci¨®n. Este encuentro en concreto lo realizamos hace unos d¨ªas en los huertos comunitarios de la localidad de Torroella de Montgr¨ª en el Baix Empord¨¤, Catalunya.
Manuel, Jordi, Anna, Raim¨®n, Marta¡ cada una con sus semillas recolectadas y catalogadas dispuestas a ser intercambiadas por otras tantas de los huertos y horticultoras cercanas. No hay dinero por medio: el valor es la semilla en s¨ª y el poder de transmisi¨®n de conocimiento que lleva incorporada. Una tierra f¨¦rtil, con semillas plantadas, fruto del intercambio, asegurar¨¢ la calidad del entorno y regenerar¨¢ el lugar con alimentos sanos dentro de unos meses. Y no importa d¨®nde actuemos porque, aunque el cemento nos rodee, bajo el asfalto est¨¢ la huerta y volver al verde es ahora una necesidad que debemos abordar cuanto antes, sea donde sea que nos encontremos.