Anacardo, el superalimento de las mujeres de Koulikoro
Mal¨ª, con una manifiesta sociedad patriarcal, es ejemplo de la lucha diaria de miles de mujeres para asegurar alimento a sus familias. El responsable de proyectos de AECID en el pa¨ªs africano describe el ¨¦xito de una de las cooperativas agr¨ªcolas de nueces de caj¨²
El monje y naturalista franc¨¦s Andr¨¦ Thevet a quien su forma le record¨® la de un coraz¨®n invertido (¡°ana¡± significa hacia arriba, y ¡°cardium¡± coraz¨®n) le dio su actual nombre.
Mal¨ª, un pa¨ªs con una manifiesta sociedad patriarcal, anclada en las ideas otorgadas por la tradici¨®n, la cultura y la religi¨®n, donde las mujeres no tienen acceso a la propiedad de la tierra y a los pr¨¦stamos bancarios, es un claro reflejo de la imperiosa lucha diaria de miles de mujeres que tratan de fortalecer y de mejorar su seguridad alimentaria y nutricional (SAN) y la de sus familias. Por ello, m¨¢s de 200 mujeres de la regi¨®n de Koulikoro tomaron la decisi¨®n de convertirse en transformadoras de la nuez de caj¨² y agruparse en cinco cooperativas, lo que les asegura, adem¨¢s de un empleo digno en el sector agr¨ªcola, evitar su exclusi¨®n en el control econ¨®mico del hogar y obtener algunos ingresos que les permiten hacer frente a los gastos corrientes de sus familias y a realizar peque?as mejoras en sus viviendas.
Respaldadas por el Proyecto de Apoyo al Sector del Anacardo en Mal¨ª (PAFAM) que la Agencia Espa?ola de Cooperaci¨®n viene ejecutando desde 2016, en la ciudad de Siby la actividad en las cooperativas de mujeres es fren¨¦tica. Estamos a finales de marzo y es tiempo de recogida del anacardo. Si bien este es un ¨¢rbol frutal originario del norte de Brasil, fueron los descubridores portugueses quienes, en el siglo XVI, atra¨ªdos por sus m¨²ltiples propiedades nutricionales ¨Cfibra, minerales, antioxidantes y vitaminas¨C lo exportaron a la India. En ese momento fue cuando se introdujo por el Sudeste Asi¨¢tico y, paulatinamente en la d¨¦cada de los a?os sesenta, en algunos pa¨ªses del continente africano, entre ellos Mal¨ª, donde se constat¨® su buena adaptaci¨®n al entorno.
El trabajo comienza temprano para estas transformadoras. Con los primeros rayos de sol y tras el Fajr ¨Cla primera oraci¨®n del d¨ªa en la religi¨®n isl¨¢mica¨C, las mujeres se agrupan en turnos hasta llegar a los campos, la gran mayor¨ªa propiedad de peque?os agricultores que cultivan terrenos inferiores a 10 hect¨¢reas, donde se encuentran los anacardos, ¨¢rboles muy resistentes a las duras condiciones clim¨¢ticas y pluviom¨¦tricas de la regi¨®n y de r¨¢pido crecimiento.
Una vez reunidas, se dividen para recoger los frutos, por un lado, la nuez, que se vende en su totalidad sin transformar para la obtenci¨®n posterior de la almendra, y por otro, la manzana, la cual la transforman en productos como zumos, mermeladas, pasteles, galletas y barras ricas en prote¨ªnas que atesoran un gran potencial comercial.
El trabajo comienza temprano. Con los primeros rayos de sol y tras la primera oraci¨®n, las mujeres se agrupan en turnos hasta llegar a los campos, donde se encuentran los anacardos
En la arquitectura social maliense el papel encomendado a la mujer limita sus libertades y derechos. Pero la mayor¨ªa de ellas no lo saben. Las cooperativas les sirven de espacios de encuentro y participaci¨®n, donde sentir que a pesar de formar parte de una sociedad en la que est¨¢n subrepresentadas, e incluso ausentes, aqu¨ª son libres para interactuar entre pares. Adem¨¢s, se las capacita para que gracias al trabajo manual que ahora realizan, otrora masculinizado, sean capaces de modificar la percepci¨®n de su rol econ¨®mico, pol¨ªtico o social en el centro de la sociedad y consigan un empoderamiento real a trav¨¦s del fruto del anacardo.
La filial del anacardo se ha convertido en uno de los sectores prioritarios para las autoridades de Mal¨ª, incluy¨¦ndose como eje fundamental en su Pol¨ªtica de Desarrollo Agr¨ªcola (PDA) y en su Plan Nacional de Inversiones en el sector agr¨ªcola (PNISA). Prueba de ello es el considerable desarrollo del sector en la regi¨®n sudoeste, que cuenta con un ¨¢rea plantada superior a las 800.000 hect¨¢reas, donde se concentra m¨¢s del 90% de la producci¨®n nacional, lo que lo convierte en un producto vital para su econom¨ªa.
Sin duda, el compromiso adquirido por parte de la cooperaci¨®n espa?ola y los agentes sociales con las cooperativas de mujeres en la creaci¨®n de una marca de calidad que reconozca este producto en los mercados internacionales servir¨¢ para mejorar la cadena de valor y apoyar la transformaci¨®n de los productos derivados del anacardo. De esta manera, se contribuir¨¢ a la creaci¨®n de empleos en el ¨¢mbito rural, reduciendo considerablemente el ¨¦xodo y los movimientos migratorios internos.
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