El sue?o de los ni?os de Ucrania: empezar el curso escolar, en casa y sin ser refugiados
M¨¢s de 100 d¨ªas de guerra han forzado a dos tercios de la poblaci¨®n infantil del pa¨ªs a huir de su hogar en busca de un refugio que les ofrezca paz y estabilidad
El 3 de junio fue el ¨²ltimo d¨ªa del curso escolar en Ucrania. Uno que empez¨® como cualquier otro tras dos a?os de pandemia, pero que termina con el horror de un pa¨ªs en guerra, con cientos de escuelas destrozadas por los bombardeos y con todos los estudiantes y profesores haciendo el esfuerzo heroico de terminar sus clases online, ya sea en Ucrania o en las docenas de pa¨ªses donde los m¨¢s afortunados han encontrado refugio.
El 3 de junio se cumplieron 100 d¨ªas desde el comienzo de una guerra que ya ha dejado 277 ni?os muertos y 456 ni?os heridos, en su mayor parte v¨ªctimas de artefactos explosivos situados en zonas habitadas por la poblaci¨®n civil. Unos 5,2 millones, dos tercios de la poblaci¨®n infantil en Ucrania, ya no viven en sus casas, en sus pueblos, en sus ciudades. Entre ellos, 3,2 millones de menores de edad ucranianos son ya refugiados en pa¨ªses como Polonia, Alemania, Italia o Espa?a, en el que ya es el desplazamiento de personas m¨¢s grande y r¨¢pido que ha vivido Europa desde la Segunda Guerra Mundial.
Polonia, un pa¨ªs generoso
El 3 de junio visit¨¦ Polonia para conocer de primera mano el trabajo incansable que realizan Unicef y sus aliados en los m¨¢s de 100 d¨ªas que ya dura la guerra. Una labor que, en casi cuatro meses, ha apoyado la integraci¨®n de m¨¢s de 200.000 escolares ucranios en los colegios polacos o prestado apoyo diario a los ayuntamientos y organizaciones que acogen a los m¨¢s de medio mill¨®n de desplazados que han decidido quedarse en Polonia hasta que puedan regresar a su pa¨ªs de forma segura.
La Fundaci¨®n Ukraine Unbreakable me invit¨® a participar en su ¨²ltimo d¨ªa de clases en un colegio de Cracovia, donde en las ¨²ltimas 10 semanas han hecho el milagro de reproducir la rutina diaria de su vida escolar ucrania para cerca de doscientos alumnos. Cada tarde estudian en sus aulas el curr¨ªculo ucranio, mientras los estudiantes polacos contin¨²an por la ma?ana con sus lecciones habituales.
Los alumnos de secundaria me cuentan lo que han vivido en las ¨²ltimas semanas, lo dif¨ªcil que fue salir del pa¨ªs, la generosa acogida que les brind¨® Polonia y el sentimiento de culpabilidad que les invade
Dos ni?os me reciben con una hogaza de pan y un ramo de flores, s¨ªmbolo de bienvenida en cualquier hogar del pa¨ªs. Visito cada clase y saludo a las profesoras y a los alumnos entre siete y 18 a?os. Gracias al apoyo de Unicef en toda Polonia, ayuntamientos, organizaciones y colegios pueden alquilar las instalaciones, comprar tabletas y materiales escolares, proporcionar comidas y contratar profesores de refuerzo tanto polacos como ucranianos.
La dedicaci¨®n, el entusiasmo y la profesionalidad de las profesoras es admirable. Todas ejerc¨ªan en su pa¨ªs hasta hace pocas semanas, escaparon con sus hijos con lo m¨ªnimo y dejaron atr¨¢s a sus maridos, a sus hijos, a sus padres. Sin embargo, mantienen el apoyo online para los alumnos que se quedaron atr¨¢s, mientras intentan replicar la rutina escolar para tantos otros ni?os ucranianos que intentan graduarse y terminar el curso escolar en un nuevo pa¨ªs donde todo es diferente, empezando por el idioma.
Un fin de curso agridulce
El fin del a?o acad¨¦mico se celebra con canciones, bailes, diplomas de graduaci¨®n, pero tambi¨¦n con un recuerdo constante por los que se quedaron por el camino. Por los que siguen viviendo en zonas asediadas. Por los que llevan semanas viviendo en s¨®tanos. Por los padres que no han visto a sus hijos en una eternidad. Tambi¨¦n se ven muchas l¨¢grimas y tel¨¦fonos m¨®viles desde los que, mano en alto, transmiten en directo la ceremonia para los amigos, familiares o compa?eros que todav¨ªa est¨¢n en Ucrania y se quedaron atr¨¢s. Con aquellos que no tuvieron la misma suerte de terminar el curso en un pa¨ªs en paz.
Los alumnos de secundaria me cuentan lo que han vivido en las ¨²ltimas semanas, lo dif¨ªcil que fue salir del pa¨ªs, la generosa acogida que les brind¨® Polonia y el sentimiento de culpabilidad que les invade por vivir en paz mientras sus amigos del colegio siguen atrapados en una guerra sin descanso. Pero, sobre todo, nos hablan de lo duro que fue dejar a sus padres atr¨¢s, de su angustia por el peligro que corren cada d¨ªa luchando sin ninguna experiencia militar, teniendo muchas edades avanzadas.
Lisa, de 14 a?os, me habla de c¨®mo de peque?a tuvo que huir de Crimea durante la ocupaci¨®n rusa y de c¨®mo el pasado 25 de febrero, en plena noche, tuvo que huir de nuevo con una peque?a mochila porque las bombas ca¨ªan demasiado cerca de su casa. Durmieron tres noches en un coche a las afueras de su barrio y decidieron emprender un viaje de tres d¨ªas hasta la frontera antes de que el ej¨¦rcito ruso entrara en su ciudad.
O la historia de Marc, de 15, que describe c¨®mo vivieron cuatro semanas en un s¨®tano junto a otras familias, c¨®mo su hermano mayor de 19 a?os fue herido en la pierna en los primeros d¨ªas de la guerra o c¨®mo su madre decidi¨® salir de Ucrania con los m¨¢s peque?os cuando se quedaron sin comida, sin calefacci¨®n y sin agua.
Apoyo sin importar la procedencia
Todas las familias con las que me re¨²no llegaron a Polonia exhaustos y con limitados recursos para sobrevivir. Todos agradecen a Unicef su prioridad de financiar y apoyar la escolarizaci¨®n de m¨¢s de 200.000 ni?os ucranios y garantizar, junto a 12 ayuntamientos de todo el pa¨ªs, campamentos de verano para al menos otros 100.000 m¨¢s. All¨ª aprender¨¢n polaco, convivir¨¢n con ni?os de esta nacionalidad, pero, sobre todo, poco a poco, volver¨¢n a la seguridad de una rutina y una vida no marcadas por el miedo y las bombas.
Hoy, D¨ªa Mundial del Refugiado, cada uno de los 3,7 millones de ni?as y ni?os refugiados ucranios necesitan nuestro apoyo, as¨ª como cada uno de los m¨¢s de 37 millones de ni?os procedentes de otras zonas en conflicto, como Siria o Yemen, que tambi¨¦n crecen lejos de su hogar, de su pueblo o en un pa¨ªs que no es el suyo. Unos y otros, todos, huyen de la guerra, la violencia o la pobreza. Todos necesitan un pa¨ªs que les acoja, un lugar donde se les garantice su derecho a crecer sanos, seguros y educados. Porque todos, vivan donde vivan, necesitan poder volver a un pa¨ªs en paz.
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