Huelga de hambre en Calais para denunciar el trato humillante a las personas exiliadas
La situaci¨®n humanitaria en el antiguo asentamiento de desplazados y solicitantes de asilo conocido como La Jungla, en el norte de Francia, no mejora. Los afectados inician una nueva protesta por la violencia policial
Cinco a?os despu¨¦s del desalojo de la denominada Jungla de Calais, el campo que lleg¨® a albergar a cerca de 10.000 personas en el norte de Francia, la situaci¨®n no ha mejorado y miles de personas siguen malviviendo en asentamientos informales en varias zonas de este municipio ante el constante hostigamiento y maltrato de las fuerzas policiales francesas.
El informe Miseria forzosa: El trato degradante de los ni?os, ni?as y adultos migrantes en el norte de Francia, recientemente publicado por Human Rights Watch (HRW), se?ala que las autoridades francesas someten regularmente a las personas adultas y menores de edad que viven en los alrededores de Calais a un trato degradante. Desde el desalojo en octubre de 2016, la consigna del Gobierno franc¨¦s es evitar que se repitan las im¨¢genes de un asentamiento estable de personas cuyo sue?o es cruzar a Reino Unido y, para ello, la polic¨ªa confisca y destruye los hogares temporales creados con tiendas de campa?a y lonas. Esta constante humillaci¨®n, que a veces incluye la sustracci¨®n de objetos personales como tel¨¦fonos o documentaci¨®n que se encuentran dentro de las tiendas y sacos de dormir, obliga a los afectados a estar en constante alerta.
El informe de HRW se basa en la labor diaria de organizaciones que trabajan en el norte de Francia, como el caso de Human Rights Observers (HRO), un proyecto de L¡¯Auberge des Migrants encargado de documentar y denunciar las expulsiones que se producen casi a diario tanto en Calais como en Grande-Synthe, otro campo cercano a la ciudad de Dunkerque. Solo en los tres meses de verano de 2021, HRO document¨® 287 desalojos y la confiscaci¨®n de 1.169 tiendas, 972 lonas y 196 mochilas, adem¨¢s de excesos policiales como el uso de gases lacrim¨®genos contra las personas migrantes.
Las vallas, muros y concertinas que dibujan el paisaje de Calais no impiden que miles de personas sigan intentando cruzar cada a?o, ya sea a trav¨¦s de precarias embarcaciones en una peligrosa traves¨ªa o mediante los camiones que cruzan cada d¨ªa hacia Gran Breta?a en ferry o por el Eurot¨²nel. La mayor¨ªa de quienes llegan a Calais y que arriesgan su vida para reunirse con sus familiares o redes de apoyo que est¨¢n en territorio brit¨¢nico proceden de Sud¨¢n, y en menor medida de la vecina Eritrea. La colonizaci¨®n y la globalizaci¨®n explican que muchas de las personas que intentan cruzar dominen el ingl¨¦s, un factor muy importante a la hora de empezar una nueva vida en un pa¨ªs seguro.
En las ¨²ltimas semanas se han producido grandes expulsiones en las que el Estado franc¨¦s no solo confisca y destruye los asentamientos, sino que obliga a estos exiliados a montar en autobuses para enviarles, contra su voluntad, a centros de acogida temporal en otros puntos de Francia. El objetivo de esta ineficiente medida es alejarlos de la frontera, aunque la mayor¨ªa vuelve, ya que solamente pueden pasar unos d¨ªas en los centros y su objetivo es llegar a Reino Unido.
La organizaci¨®n Utopia 56 public¨® este v¨ªdeo de la destrucci¨®n del campo en Grande-Synthe el pasado 23 de septiembre. Poco despu¨¦s, el 28 de septiembre, un joven sudan¨¦s llamado Yasser falleci¨® en su intento de subir a un cami¨®n para cruzar la frontera. Ese mismo d¨ªa la polic¨ªa desaloj¨® la zona cercana al hospital de Calais, y al d¨ªa siguiente las autoridades locales impusieron nuevas restricciones en esa zona ¨Chasta ese momento, la m¨¢s poblada en Calais¨C que en la pr¨¢ctica impiden operar a las organizaciones que reparten comida, agua, ropa o que ofrecen conexi¨®n WiFi y cargas de tel¨¦fono.
La escalada de violencia y represi¨®n estatal llev¨® a los voluntarios Ana?s Vogel y Ludovic Holbein, de la asociaci¨®n Shanti, junto al capell¨¢n p¨¨re Philippe Demeest¨¨re, de Secours Catholique (C¨¢ritas Francia) a iniciar una huelga de hambre en la iglesia St. Pierre de Calais, que comenz¨® el 11 de octubre con tres reivindicaciones: primero, que se dejaran de realizar los desalojos durante el fr¨ªo invierno. Segundo, durante el mismo per¨ªodo, poner fin a la confiscaci¨®n de objetos personales; y tercero, pedir el inicio de un di¨¢logo razonado entre las ONG y el Estado relativo a la apertura y ubicaci¨®n de puntos de distribuci¨®n de todos los bienes necesarios para el mantenimiento de la salud de las personas exiliadas. Su petici¨®n virtual ya ha superado las 50.000 firmas y sus reivindicaciones y la evoluci¨®n de la huelga de hambre pueden seguirse a trav¨¦s de su activa cuenta de Instagram @faimauxfrontieres.
Las asociaciones humanitarias presentes en Calais han sido testigo de c¨®mo las expulsiones contin¨²an en el mes de noviembre
El pasado 25 de octubre Emmanuel Macron fue interpelado por una ciudadana en su visita a la localidad de Montbrison, a prop¨®sito de la huelga de hambre. Macron mostr¨® inter¨¦s y ofreci¨® su disposici¨®n a enviar a alg¨²n miembro de su Gobierno a Calais. El elegido fue Didier Leschi, presidente de la Oficina francesa de inmigraci¨®n e integraci¨®n (OFII). Su propuesta de dar 45 minutos de margen a las personas desplazadas para recoger sus pertenencias antes de las expulsiones rutinarias no ha satisfecho ni a los huelguistas ni a las asociaciones, ya que significa que las expulsiones no van a cesar.
Las asociaciones humanitarias presentes en Calais han sido testigo de c¨®mo las expulsiones contin¨²an en el mes de noviembre. El d¨ªa 4, p¨¨re Philippe, de 72 a?os, anunci¨® que pon¨ªa fin a la huelga tras 25 d¨ªas sin alimentarse. Philippe seguir¨¢ su defensa de los derechos de las personas desplazadas en Calais por otros medios, como la preparaci¨®n de dispositivos de acogida para la temporada de fr¨ªo. Ese mismo d¨ªa, miembros de asociaciones, activistas locales y personas exiliadas se unieron para desayunar y formar una cadena humana que evit¨® un nuevo desalojo de un campo. Esta peque?a victoria no evit¨® que, en un nuevo intento de evitar un desalojo, la polic¨ªa utilizara gases lacrim¨®genos para proceder a vaciar el mismo campo tres d¨ªas despu¨¦s. Mientras las expulsiones y la violencia policial no cesan, Ana?s y Ludovic contin¨²an su huelga de hambre en la iglesia St. Pierre de Calais.
La situaci¨®n en Calais puede agravarse si las organizaciones no gubernamentales, gravemente afectadas por la pandemia, reducen sus servicios o no consiguen salir adelante. Para hacer frente a la inestabilidad financiera que caracteriza a estos proyectos que sobreviven gracias a personas voluntarias, y tras el anuncio de la retirada de Calais del principal donante procedente de Reino Unido, varias organizaciones que trabajan en Calais y Grande-Synthe han unido fuerzas para dar a conocer sus proyectos y recaudar fondos que les permitan seguir operando mientras su labor siga siendo necesaria en el norte de Francia.