Abramos las puertas de la justicia
En tiempos donde priman el enfoque de seguridad, los discursos de odio y los recelos hacia las instituciones, estas tendr¨¢n que dar mensajes claros para que la ciudadan¨ªa pueda seguir confiando en ellas
Cuando estudiaba Derecho, nos ense?aban que la justicia era igual para todos. Y sigo creyendo, de verdad, que ese es el principio que inspira la gran mayor¨ªa de constituciones del mundo. Con los a?os, cuando he viajado por trabajo a otros lugares, he podido darme cuenta de que sus puertas no est¨¢n igual de abiertas para todos. He visto a mujeres v¨ªctimas de violencia de g¨¦nero renunciar a interponer una denuncia por miedo, por presiones de su maltratador o desconfianza en las instituciones policiales y judiciales. He visto c¨®mo las personas que no han podido ir a la escuela o quienes hablan lenguas originarias no conocen sus derechos o se sienten abrumadas ante un lenguaje jur¨ªdico a menudo muy t¨¦cnico e incomprensible, renunciando as¨ª a recurrir a las instituciones que los podr¨ªan hacer valer.
Una situaci¨®n que me ha impactado particularmente es la de las personas privadas de libertad en prisiones de Am¨¦rica Latina, en espera indefinida de un juicio que no llega y en situaciones, como he podido ver en algunas visitas a las c¨¢rceles, de hacinamiento completamente insostenibles. Por no hablar de aquellos que viven en lugares remotos o en barrios de la periferia de las grandes ciudades del continente, que simplemente no pueden permitirse pagar el transporte para llegar hasta el juzgado a interponer una denuncia.
Cuando te dedicas a la cooperaci¨®n internacional te das cuenta muy pronto de que hay situaciones complejas que no pueden resolverse con un solo proyecto espec¨ªfico para un grupo de poblaci¨®n y con un marco temporal limitado (principio-fin) que no permite perdurar o por una ¨²nica instituci¨®n o donante de forma aislada.
Toda la solidaridad y la ayuda son necesarias en un mundo herido de desigualdades, pero las tiritas no ser¨¢n suficientes para sanarlo
Creo en el poder de las instituciones y de la cooperaci¨®n, y en la colaboraci¨®n entre ambos para promover cambios profundos y sostenibles. Pero sobre todo, creo en el poder de las personas, en el esfuerzo diario y el impulso vocacional de juezas y jueces, fiscales, defensores para generar el cambio desde dentro de sus instituciones, para lograr una justicia m¨¢s accesible y equitativa para todos, sin discriminaci¨®n alguna por raz¨®n de sexo, edad, origen o pertenencia a cualquier colectivo.
Por eso hemos decidido cooperar ¨Cque no quiere decir otra cosa que actuar juntos¨C las instituciones de justicia de Europa y Am¨¦rica Latina con el fin de remover todos los obst¨¢culos y abrir de par en par sus puertas. Considero que es importante que se conozcan maneras menos cl¨¢sicas de cooperaci¨®n.
100 reglas de Brasilia para un acceso equitativo a la justicia
Este camino empez¨® en 2008 cuando en la XIV Cumbre Judicial Iberoamericana se aprobaron las 100 reglas de Brasilia para el acceso a la justicia de las personas en situaci¨®n de vulnerabilidad. Este texto, de referencia en la regi¨®n, fue elaborado por la Cumbre Judicial Iberoamericana en coordinaci¨®n con las principales redes de justicia de Am¨¦rica Latina (Asociaci¨®n Iberoamericana de Ministerios P¨²blicos (AIAMP) y Asociaci¨®n Interamericana de Defensor¨ªas P¨²blicas (AIDEF), y la organizaci¨®n internacional Conferencia de Ministros de Justicia de los Pa¨ªses Iberoamericanos (COMJIB). En 2018 fue actualizado y recoge una serie de principios y recomendaciones para los ¨®rganos p¨²blicos y para quienes prestan sus servicios en el sistema judicial. Y no solamente se refieren a la promoci¨®n de pol¨ªticas p¨²blicas que garanticen tal acceso, sino tambi¨¦n al trabajo cotidiano de todos los servidores, operadores y quienes intervienen de una u otra forma en su funcionamiento.
?Para qui¨¦nes? Ni?os, ni?as, adolescentes, personas mayores, personas discapacitadas, comunidades ind¨ªgenas, v¨ªctimas, personas en situaci¨®n de movilidad (entre ellas migrantes y refugiadas), en situaci¨®n de pobreza, mujeres, personas privadas de libertad, personas LGTBIQ+... Entre otros colectivos en situaci¨®n de vulnerabilidad.
La de la justicia es, adem¨¢s, una llave para muchos otros derechos b¨¢sicos como salud, vivienda, educaci¨®n o empleo.
El pasado mes de enero tres redes judiciales (AIDEF, AIAMP y COMJIB) realizaron en Valpara¨ªso una declaraci¨®n sobre c¨®mo la pandemia ha afectado a la justicia, y especialmente a las personas m¨¢s vulnerables ¨C30 millones de nuevos pobres en Am¨¦rica Latina por la pandemia, seg¨²n la CEPAL¨C e hicieron un llamamiento para continuar impulsando y promoviendo el acceso como un pilar esencial para el Estado de Derecho, la protecci¨®n y la promoci¨®n de los derechos humanos en l¨ªnea con los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Agenda 2030. Incluyeron, adem¨¢s, un llamamiento para que este asunto siga siendo una l¨ªnea prioritaria para la cooperaci¨®n internacional, cuyo apoyo ha sido fundamental hasta ahora para impulsar gran parte de los procesos en la regi¨®n.
Una de las primeras medidas adoptadas en este sentido ha sido la decisi¨®n avanzar en un convenio internacional con base en los principios y recomendaciones de las 100 reglas de Brasilia y otros instrumentos ampliamente aceptados en la regi¨®n como las Gu¨ªas de Santiago de Protecci¨®n de V¨ªctimas y Testigos y el Acuerdo de Escaz¨². La importancia de este convenio es crucial, porque actualmente no existe un instrumento internacional de car¨¢cter vinculante en la materia. S¨ª se reconoce el derecho de acceso a la justicia en diferentes convenios internacionales, pero no est¨¢ desarrollado en toda su amplitud. Los mencionados son documentos de lo que se conoce como soft law, recomendaciones de muy alto valor pero cuya aplicaci¨®n no es obligatoria.
Invitar a entrar
En tiempos donde prima el enfoque de seguridad, los discursos de odio y los recelos hacia las instituciones, las de justicia tendr¨¢n que dar mensajes claros para que la ciudadan¨ªa pueda seguir confiando en ellas. Abrir las instituciones implica tambi¨¦n invitar a entrar en ellas, que sean percibidas como lugares cercanos, transparentes y proveedores de protecci¨®n y soluciones. Hay que conseguir que las personas conozcan sus derechos y c¨®mo defenderlos. Que pasen, que entren, que se sientan como en casa. La de la justicia es, adem¨¢s, una llave para muchos otros derechos b¨¢sicos como salud, vivienda, educaci¨®n o empleo.
Creo que sobran argumentos para seguir cooperando y para abrir las puertas de la justicia.
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