Ser mujer como factor de riesgo en Bolivia
Un maremoto constante de casos de violencia de g¨¦nero embiste al pa¨ªs latinoamericano. La violencia sexual suma cada d¨ªa 28 casos; m¨¢s de uno a la hora. Frente a esta realidad, las mujeres levantan diques de contenci¨®n
Ya hab¨ªa conocido antes a Isabel Rey, proveniente de una comunidad afrodescendiente situada en el municipio boliviano de Coroico, pero no fue hasta aquella conversaci¨®n en que la vi apretar los dientes por primera vez cuando entend¨ª la gravedad de la situaci¨®n ¡°En mi ni?ez, conviv¨ª con la violencia. Mi padre era muy agresivo y, por este motivo, lucho ahora contra ella. Ser mujer es un factor muy peligroso, no sabemos cu¨¢ndo vamos a sufrir violencia y tenemos miedo. Yo tengo miedo¡±.
Rey, como otros cientos de ciudadanas en Bolivia, pertenece a una red estatal de promotoras comunitarias que, hartas de poner la otra mejilla al sufrir agresiones y o¨ªr diariamente en sus radios y televisiones los casos de feminicidios, han decidido levantarse para erradicar estas situaciones.
Las promotoras comunitarias son una figura legal recogida en la Constituci¨®n de Bolivia cuya finalidad es la de constituir una red de apoyo y protecci¨®n a mujeres que viven cualquier situaci¨®n de violencia. Es una red necesaria dada la desconfianza hacia las autoridades.
Su existencia podr¨ªa ser parad¨®jica, al entender a las promotoras como un grupo que toma la justicia por su propia mano. Pero, lejos de lo anterior, se trata de una red que llega donde la justicia no lo hace para empoderar, acompa?ar en todos los procesos de denuncia y dar ese apoyo emocional tan necesario cuando la mujer se siente vulnerable. Desde Alianza por la Solidaridad ¨C ActionAid hemos visto c¨®mo este recurso legal es m¨¢s necesario que nunca y, por este motivo, formamos a voluntarias como promotoras comunitarias para que se encarguen de prevenir, controlar y denunciar la violencia. As¨ª, ellas se convierten en un apoyo para otras y difunden las leyes en las comunidades.
Por exponer algunos datos, desde el inicio del a?o hasta el 5 de junio del 2022, se han registrado m¨¢s de 4.300 casos de violencia sexual en Bolivia: 28 por d¨ªa, m¨¢s de uno por hora; m¨¢s de 1.000 son violaciones a menores. N¨²meros que, lejos de disminuir, contin¨²an aumentando y suponen un incremento del 30% respecto al a?o anterior, seg¨²n la Coordinadora de la Mujer y la Fiscal¨ªa General del Estado de Bolivia.
En Bolivia, el problema de la violencia no es solo de las mujeres, ni de las autoridades, ni de los hombres. El problema es estructural y afecta a todas y todos
Se trata esta de una situaci¨®n insoportable para los casi seis millones de f¨¦minas que viven en el pa¨ªs andino y para quienes trabajamos con esta tem¨¢tica. Los n¨²meros subieron este a?o en comparaci¨®n con el anterior, pero todas las personas queremos pensar que no aumenta la violencia de g¨¦nero; lo hacen las que denuncian.
Recuerdo las palabras de mi compa?era Carolina Aliaga, t¨¦cnica de proyectos en nuestra organizaci¨®n. En una conversaci¨®n, me subrayaba c¨®mo la violencia no solo era una herida en el brazo o un morat¨®n, sino que adem¨¢s les quitaba derechos, las asesinaba, les negaba la participaci¨®n y las dejaba fuera de la toma de decisiones. Todas tienen derecho a vivir una vida libre de violencias de ning¨²n tipo.
Una normativa desconocida
A pesar de que las leyes en Bolivia tienen todo un mecanismo de respuesta a la violencia de g¨¦nero, la falta de conocimiento por parte de la poblaci¨®n general; la naturalizaci¨®n del delito, la escasa formaci¨®n y la incapacidad de respuesta de las autoridades, unidas a unos pobres presupuestos y la ausencia de estructuras, forman una gran brecha entre los avances normativos y su adecuada implementaci¨®n.
Todo esto en un pa¨ªs en el que no ayuda ni la orograf¨ªa, ni una poblaci¨®n distribuida de forma dispersa. De hecho, el avance en las normativas sobre violencia de g¨¦nero a¨²n no ha hecho mella en la sociedad, tal y como me lleg¨® a se?alar Alicia Caranavi, directora de Centro de Desarrollo Integral de la Mujer Aymara. ¡°Muchas no tienen recursos ni para ir a denunciar. Desde muchas comunidades, hacerlo puede suponer tres o cuatro horas de caminata cargadas con sus beb¨¦s hasta el centro policial m¨¢s cercano. En un gran n¨²mero de ocasiones, los hombres no les dejan salir de la comunidad. Es entonces cuando ellas tienen que aguantar y sufrir todo lo que el hombre quiera, incluso violencia sexual¡±. Un panorama desolador para aquellas que intentan escapar de las manos de quienes les atrapan.
Un trabajo colectivo
En las comunidades, las normas se desconocen y la violencia est¨¢ naturalizada. La normalidad es que las mujeres sufran gritos, insultos, pu?etazos y patadas. Ellas creen que han nacido para sufrir y justifican as¨ª el da?o que reciben. La mayor¨ªa de las veces, ni las autoridades dan credibilidad cuando las v¨ªctimas denuncian y las culpan a ellas por haber cometido alg¨²n error. En Bolivia no escasean los titulares en peri¨®dicos en que los feminicidios se justifican por infidelidades u otros motivos.
Solo en Coroico existen 112 comunidades disgregadas por su territorio. Como indica la propia polic¨ªa, en esta localidad de menos de 20.000 habitantes constan denuncias de agresiones sexuales a mujeres o ni?os una o dos veces al mes e, incluso, semanalmente. Una realidad que no es m¨¢s que la punta del iceberg y que se visibiliza gracias a las denuncias, pero que lamentablemente, en muchas ocasiones, quedan sin denunciar porque en las comunidades no hay presencia ni del Servicio Legal Integral Municipal ni de la polic¨ªa.
Aunque las diferentes autoridades tratan de llevar las normativas hasta las comunidades alejadas, es cierto que las distancias dificultan la posibilidad de denunciar. Adem¨¢s, muchas veces, las mismas autoridades responsabilizan al alcohol o a la propia v¨ªctima. Por dar un ejemplo, el propio jefe de la Unidad del Servicio Legal Integral Municipal de Coroico me dec¨ªa que les llegan muchas denuncias y se inician procesos, pero, al tiempo, la v¨ªctima firma el desistimiento del tr¨¢mite. ¡°?Qu¨¦ ha pasado m¨¢s tarde? Ha vuelto a haber conflictos en la pareja y el marido ha intentado apu?alarla en el pecho¡±, contaba.
En Bolivia, el problema de la violencia no es solo de ellas, las v¨ªctimas; ni de las autoridades, ni de los hombres. El problema es estructural y afecta a todas y todos. Seg¨²n datos recogidos del Centro de Desarrollo de Informaci¨®n y Desarrollo de la Mujer, el 64% de los casos de muertes de ellas corresponden a feminicidios, siete de cada diez mujeres sufren alg¨²n tipo de violencia en sus hogares y, en un 75% de los casos, tiende a ser repetitiva. Por este motivo, vamos a continuar en pie de armas para que el g¨¦nero no sea un factor de riesgo, erradicar esta pandemia que recorre la columna vertebral del pa¨ªs andino y conseguir que cualquier mujer viva una vida libre de violencias.
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