¡°Tardaron doce horas en coserme las heridas despu¨¦s de saltar la verja¡±
Testimonios de subsaharianos cortados hace a?os por las cuchillas de la valla que rodea Melilla ¡°El grueso de los traumatismos eran por la alambrada y despu¨¦s por los golpes de los marroqu¨ªes" ¡°Nunca vi una amputaci¨®n, pero los cortes en tendones de la mano si provocaban discapacidades"
Kenjo, de 38 a?os, pas¨® las ¨²ltimas horas de la noche del 3 de diciembre de 2006 escondido en un gran contenedor de basura junto, con otros inmigrantes cameruneses, en Mariguari, casi pegado a la valla de Melilla. ¡°Llov¨ªa a c¨¢ntaros¡±, recuerda en una cafeter¨ªa de un pueblo de Valencia donde reside desde hace m¨¢s de seis a?os. Soldador de profesi¨®n, no tiene papeles y sobre ¨¦l recae una orden de expulsi¨®n de Espa?a. Por eso insiste en que no se publique su nombre.
Era la cuarta vez que iba a intentar entrar irregularmente en la ciudad de sus sue?os. En julio de ese a?o lo hab¨ªa incluso conseguido sin grandes esfuerzos f¨ªsicos. ¡°Algunos de los agentes marroqu¨ªes [del cuerpo para militar de las Fuerzas Auxiliares] que acampan pegados a la verja han escarbado t¨²neles de menos de diez metros que desembocan en Melilla para poder hacer sus trapicheos o para dejar entrar a inmigrantes mediante pago¡±, prosigue Kenjo.
¡°Pese a que ten¨ªa la entrada tapada localizamos un t¨²nel y cuando los agentes dorm¨ªan nos introducimos en ¨¦l, pero una vez en Melilla la Guardia Civil nos caz¨® y nos expuls¨® a trav¨¦s de una portezuela en la valla¡± no sin antes preguntar por d¨®nde hab¨ªan atravesado. ¡°No se lo dijimos porque qui¨¦n sab¨ªa entonces si no volver¨ªamos a utilizar ese t¨²nel¡±. El relato de Kenjo confirma, como el de otros muchos subsaharianos, que la Guardia Civil echa manu militari de Melilla a inmigrantes incumpliendo la ley de extranjer¨ªa que estipula que deben ser llevados a la comisar¨ªa m¨¢s cercana.
Diluviaba tanto aquella madrugada de diciembre que a las cinco Kenjo opt¨® por quitarse las deportivas, ¡°porque empapadas de agua y barro pesaban mucho¡±, y tambi¨¦n parte de su ropa mojada para trepar as¨ª por la valla con m¨¢s agilidad en compa?¨ªa de tres compatriotas. ¡°Nada m¨¢s empezar a subir ya nos hirieron las cuchillas¡±, rememora. ¡°Pero los cortes m¨¢s profundos me los hice arriba en el abdomen y las manos¡±, asegura.
¡°Gracias a Dios logr¨¦ caer del lado espa?ol¡±, recuerda. Fue trasladado al Hospital Comarcal de Melilla donde le curaron y le cosieron. Tardaron ¡°doce horas, desde las seis de la ma?ana hasta las seis de la tarde¡±. ¡°Aun hoy en d¨ªa me averg¨¹enzo de ponerme en ba?ador en una playa¡±, afirma mientras muestra las cicatrices en brazos y piernas.
Jos¨¦ Palaz¨®n, responsable de la ONG melillense Prodein, que le conoci¨® durante una visita al hospital, le encontr¨® en la cama ¡°todo vendado, piernas, brazos y manos y abdomen¡±. Al haber trepado semidesnudo fue m¨¢s vulnerable a las cuchillas. Aunque sea pleno verano los subsaharianos trataban entonces de escalar con varias capas de ropa para protegerse algo de las cuchillas.
¡°Las cuchillas de la verja desgarran hasta los guantes industriales¡±
Los cortes de Kenjo eran ¡°impresionantes¡±, seg¨²n Palaz¨®n, pero no fue el peor parado. Sambo Sadiako, un senegal¨¦s, qued¨® enganchado en lo alto de la valla de Ceuta una noche ventosa de 2009 y ¡°muri¨® desangrado por la fuerza de un viento que golpe¨® su cuerpo contra una de esas alambradas¡± salpicadas de cuchillas, escribi¨® Carmen Echarr¨ª, directora del peri¨®dico El Faro de Ceuta.
Kenjo no solo ten¨ªa incisiones. Ten¨ªa una bala o un perdig¨®n ¡°alojado justo encima del tobillo¡±, asegura. Ante el grupo compacto de subsaharianos que, de sopet¨®n, corre hacia la valla los militares y antidisturbios que la custodian del lado marroqu¨ª optan primero por apartarse, pero cuando empiezan a trepar les golpean, les tiran piedras y hasta les han disparado con escopetas de postas y de perdigones.
¡°?He extra¨ªdo tantas postas de las piernas, las nalgas y las espaldas; he cosido tantas heridas de las cuchillas!¡±, recuerda con una sonrisa amarga Bert¨ªn Makoumson, camerun¨¦s de 44 a?os, que vivi¨® nueve meses en el monte Gurug¨², que domina Melilla, con los ojos puestos en la ciudad que estaba a sus pies. Las concertinas, como llama el Ministerio del Interior a las cuchillas, ¡°cortan hasta los guantes industriales que alg¨²n compatriota consigui¨® en una obra y se puso para saltar¡±, sostiene. ¡°Nunca he visto una amputaci¨®n, pero los cortes en los tendones de la mano, que no pod¨ªamos operar, s¨ª dejaron a algunos discapacitados¡±, rememora.
Makoumson, que reside legalmente en Bilbao donde trabaja para una agencia de publicidad, estudi¨® biolog¨ªa en Nigeria y trabaj¨® incluso en un laboratorio. ¡°Hablo franc¨¦s e ingl¨¦s y era lo m¨¢s parecido que hab¨ªa all¨ª a un m¨¦dico; por eso hice de enfermero en el monte, primero con medicamentos caducados que sac¨¢bamos de la basura y despu¨¦s con los que nos proporcionaba la ONG M¨¦dicos Sin Fronteras¡±, relata paseando por la capital guipuzcoana.
¡°Cada vez que los chavales se marchaban rumbo a Melilla, los que no lograban saltar volv¨ªan todos heridos¡±, prosigue Makoumson. ¡°La mayor¨ªa de los traumatismos los causaba la alambrada y, en segundo lugar, los golpes que propinaban las fuerzas de seguridad marroqu¨ªes¡±, a?ade. ¡°Se ensa?aban sobre todo con las articulaciones para que los inmigrantes para quitarles las ganas de volver a escalar la verja durante meses¡±.
Sambo se desangr¨® al golpear el viento su cuerpo contra la alambrada
Makoumson nunca logr¨® cruzar a Melilla ¨Cacab¨® llegando a nado a Ceuta en 2007- pero tampoco se hiri¨® en la valla. ¡°Desarroll¨¦ una t¨¦cnica¡±, explica. ¡°Las cuchillas de la parte inferior se sorteaban con escaleras de madera fabricadas en el monte y las de arriba yendo despacio; cogiendo el alambre pero evitando las hojas y, una vez del lado espa?ol, dej¨¢ndose caer de frente a la verja con las manos agarradas al enrejado hasta que no diera m¨¢s de s¨ª¡±.
El alambre entremezclado con hojas cortantes fue instalado en el oto?o de 2005 por el Ministerio del Interior junto con sirgas de acero, mallas met¨¢licas y un sistema de dispersi¨®n de l¨ªquidos urticantes que nunca fue empleado. Ceuta y m¨¢s a¨²n Melilla hab¨ªan padecido ese a?o una presi¨®n migratoria sin precedentes -5.551 inmigrantes lograron entrar- a la que el Gobierno socialista reaccion¨® colocando cuchillas al pie de la valla, del lado marroqu¨ª, y en lo alto. A la vista de las heridas que causaban Interior decidi¨® retirarlas a principios de 2007, pero solo de la parte superior de la verja melillense. En Ceuta se mantuvieron.
La multiplicaci¨®n de los asaltos a la valla de Melilla en 2012 ¨Ccon 2.186 entradas irregulares- y en lo que va de a?o ha incitado al titular de Interior, Jorge Fern¨¢ndez D¨ªaz, a volver a colocarlas en los tres kil¨®metros m¨¢s calientes del per¨ªmetro fronterizo sobre un total de doce. Sostiene el ministro que ¡°no son agresivas¡±, que solo causan heridas ¡°superficiales¡± pero que son ¡°disuasorias¡±. ?Lo son? ¡°Para nada, con o sin ellas los africanos lo seguir¨¢n intentando¡±, contestan al un¨ªsono Kenjo y Makoumson desde su lugares de residencia. Makoumson se declara satisfecho por la vida que lleva en Espa?a. Kenjo, en cambio, est¨¢ desilusionado, pero no se arrepiente de haber emigrado.
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