Rubalcaba: ¡°Nos consideramos compatibles con la Monarqu¨ªa¡±
Discurso ¨ªntegro del l¨ªder socialista en el debate sobre la ley org¨¢nica de abdicaci¨®n
Se?or presidente, se?oras y se?ores diputados. Estamos aqu¨ª convocados, en representaci¨®n de todos los ciudadanos, para debatir sobre la abdicaci¨®n del Rey Juan Carlos I. Una abdicaci¨®n que es una de las formas de sucesi¨®n a la Corona recogida en nuestra Constituci¨®n. Estamos en una sesi¨®n parlamentaria que trae causa directa de la Constituci¨®n, concretamente de su art¨ªculo 57.5 en el que se encomienda a una ley org¨¢nica la resoluci¨®n de las abdicaciones. Una ley que debe ser aprobada en estas C¨¢maras.
Examinemos, siquiera brevemente, el car¨¢cter de esa ley, repito una ley obligada por la Constituci¨®n. Resulta evidente que se trata de una norma en la que esta C¨¢mara se limita a aceptar formalmente una decisi¨®n que es solo del Rey, a la que a trav¨¦s de una ley se otorga efectos legales.
Perm¨ªtanme que me haga ret¨®ricamente algunas preguntas ?Podr¨ªa esta C¨¢mara no hacer esta ley? No, no podr¨ªa. Tiene que hacerla porque as¨ª lo establece la Constituci¨®n. Y una segunda pregunta ?Puede esta C¨¢mara votar no a una ley que recoge la voluntad expresada libremente por el Rey?
O dicho de otra manera ?Qu¨¦ significar¨ªa un voto negativo a esta ley? Pues, o bien, esta C¨¢mara entiende que la abdicaci¨®n no estaba bien formulada por parte del Rey, lo que no es el caso, o que este Congreso no autoriza la abdicaci¨®n del Rey, lo que entre otras cosas, comportar¨ªa el dislate de que esta C¨¢mara le dijera al Rey que debe seguir si¨¦ndolo aunque no quiera.
En resumen: la Constituci¨®n nos mandata para hacer esta ley y, mi juicio no cabe otra posibilidad que votarla afirmativamente si la voluntad libre del Rey de abdicar est¨¢ correctamente acreditada.
Una segunda reflexi¨®n: En la ley que hoy debatimos debemos decidir sobre la abdicaci¨®n, y solamente sobre la abdicaci¨®n. La sucesi¨®n del Rey, est¨¢ regulada en el art¨ªculo 57.1 de la Constituci¨®n. No es eso lo que nos trae hoy aqu¨ª. Es obvio que en esta C¨¢mara se puede discutir todo, pero a la hora de votar debe quedar claro aquello a lo que estamos diciendo s¨ª o no.
No vamos a votar la sucesi¨®n del Rey Juan Carlos I por su hijo el Pr¨ªncipe de Asturias. No. Eso ya lo votamos. Lo votamos aqu¨ª en esta C¨¢mara en 1978 y lo ratific¨® ampliamente por refer¨¦ndum el pueblo espa?ol cuando aprobamos la Constituci¨®n. La sucesi¨®n del Rey est¨¢ directamente regulada en la Constituci¨®n. Su materializaci¨®n es pura y sencillamente el cumplimiento de nuestra Carta Magna.
Tercera reflexi¨®n. La espa?ola es una monarqu¨ªa parlamentaria. Porque nuestra constituci¨®n s¨®lo reconoce una soberan¨ªa: la soberan¨ªa popular. No existen una soberan¨ªa real y otra popular. No. La soberan¨ªa nacional reside en el pueblo espa?ol del que dimanan todos los poderes del Estado. As¨ª reza el art¨ªculo segundo de la Constituci¨®n.
Es decir, en Espa?a hay un Rey, pero los espa?oles no somos s¨²bditos sino ciudadanos de pleno derecho. De esa soberan¨ªa que reside en el pueblo espa?ol dimanan todos los poderes del Estado; tambi¨¦n la Corona, cuyas funciones y competencias est¨¢n tasadas y explicitadas en la Constituci¨®n que ha sido refrendada por los ciudadanos.
Ese es el origen de su legitimidad: la voluntad de los espa?oles expresada libre y democr¨¢ticamente.
Con estas breves reflexiones ya podr¨ªa avanzar algunas de las razones del s¨ª de mi grupo: se tratar¨ªa con nuestro voto afirmativo, ante todo, de cumplir la Constituci¨®n, que contribuimos a elaborar, votamos y que defendemos. Se tratar¨ªa de cumplir la ley, que como he tenido ocasi¨®n de expresar en esta tribuna es ineludible, insoslayable para el Congreso de los Diputados en un Estado de democr¨¢tico de derecho como es el nuestro. Votaremos s¨ª porque es cumplir con la ley, con la Constituci¨®n.
Pero hay algo m¨¢s. Con este voto positivo los socialistas queremos reafirmar nuestra fidelidad al acuerdo constitucional, aquel consenso que los socialistas aceptamos, dir¨ªa m¨¢s, ayudamos decisivamente a construir y que nos permiti¨® sacar adelante la Constituci¨®n de 1978 y con ella iniciar el camino de paz, libertad, convivencia y progreso que nos ha tra¨ªdo hasta aqu¨ª.
Lo dijo magistralmente mi compa?ero Luis G¨®mez Llorente en el debate constitucional, aqu¨ª mismo, en esta C¨¢mara. Cito textualmente:
La espa?ola es una monarqu¨ªa parlamentaria"
¡°Si democr¨¢ticamente se establece la Monarqu¨ªa, en tanto sea constitucional, nos consideramos compatibles con ella¡±.
Lo explic¨® cabalmente Luis G¨®mez Llorente cuando dijo, vuelvo a citar textualmente
¡°Los socialistas no ocultamos nuestra preferencia republicana, incluso aqu¨ª y ahora, pero sobrados ejemplos hay de que el socialismo, en la oposici¨®n y en el poder, no es incompatible con la Monarqu¨ªa cuando esta instituci¨®n cumple con el m¨¢s escrupuloso respeto a la soberan¨ªa popular, y a la voluntad de reformas, y a¨²n transformaciones que la mayor¨ªa del pueblo desee en cada momento, ya sea en el terreno pol¨ªtico o econ¨®mico¡±.
Lo enmarc¨® cuando a?adi¨®, vuelto, por tercera y ¨²ltima vez, a citar a Luis G¨®mez Llorente:
¡°Si en la actualidad, el Partido Socialista no se empe?a como causa central y prioritaria de su hacer en cambiar la forma de gobierno, es en tanto, en cuanto puede albergar razonables esperanzas en que sean compatibles la Corona y la democracia. En que la Monarqu¨ªa se asiente y se imbrique como pieza de una Constituci¨®n que sea susceptible de un uso alternativo por los gobiernos de derecha o de izquierda que el pueblo determine a trav¨¦s del voto y que viabilice la autonom¨ªa de las nacionalidades y las regiones diferenciadas que integran el Estado¡±.
Y, se?or¨ªas, treinta y cinco a?os despu¨¦s, los socialistas constatamos que aquellas esperanzas no se han visto defraudadas. Espa?a en estos treinta y cinco a?os ha tenido monarqu¨ªa y democracia; en Espa?a en estos treinta y cinco a?os ha gobernado la derecha y la izquierda; en Espa?a en estos treinta y cinco a?os hemos sido capaces de llevar a cabo el proceso m¨¢s profundo de descentralizaci¨®n pol¨ªtica y administrativa de nuestra historia.
Treinta y cinco a?os despu¨¦s los socialistas seguimos sin ocultar nuestra preferencia republicana, pero nos seguimos sintiendo compatibles con la Monarqu¨ªa Parlamentaria.
En resumen. El PS es un partido que tiene 135 a?os, que cumple sus acuerdos, que no va a romper el consenso constitucional y que si un d¨ªa estima pertinente que ese consenso se revise, para sustituirlo por otro, lo propondr¨¢ a trav¨¦s de los cauces pactados, por los cauces legales.
Nadie nos va a sacar del cumplimiento de la Constituci¨®n. Tampoco a la hora de abordar sus reformas. Todas las propuestas de reforma son posibles; todas merecen una discusi¨®n. Pero su aprobaci¨®n debe seguir los cauces que esta C¨¢mara estableci¨® y que los espa?oles ratificaron.
La de que este reinado ha coincidido con el per¨ªodo m¨¢s largo de paz, de libertad y de progreso de nuestra historia"
Hoy, pues, nuestro voto positivo es tambi¨¦n una ratificaci¨®n del consenso alcanzado durante nuestra transici¨®n sobre la forma pol¨ªtica del Estado. Es un voto positivo al consenso y, sobre todo, a la convivencia que ese consenso nos ha permitido.
Es, as¨ª mismo, un ejercicio de coherencia pol¨ªtica. Estos d¨ªas me he preguntado que habr¨ªa hecho el gobierno de FG o de JLRZ si la abdicaci¨®n se hubiera planteado durante su mandato. Y no tengo duda alguna. Habr¨ªa tra¨ªdo una ley org¨¢nica a las Cortes Generales y habr¨ªa solicitado el s¨ª en su tramitaci¨®n. Pues bien, hoy en la oposici¨®n vamos a hacer lo mismo que habr¨ªamos hecho si estuvi¨¦ramos gobernando.
Esa y no otra es la forma en la que entendemos los socialistas la responsabilidad y la coherencia en la acci¨®n pol¨ªtica. En los temas de Estado, y este lo es, nos comportamos de la misma manera estemos en el gobierno o estemos en la oposici¨®n. De la misma manera.
No quiero, sin embargo, dejar de apuntar aqu¨ª que el reconocimiento del car¨¢cter lib¨¦rrimo de la decisi¨®n de abdicar del Rey Juan Carlos I no impide que mi grupo parlamentario exprese su opini¨®n m¨¢s all¨¢ del respeto con el que siempre nos hemos manifestado en relaci¨®n con las decisiones del Rey.
Y quiero dejar claro que a mi grupo le parece bien la decisi¨®n del Rey.
Que compartimos las razones con las que en su discurso a los espa?oles el Rey justific¨® su decisi¨®n de abdicar. En particular, me gustar¨ªa se?alar aqu¨ª el reconocimiento que en el discurso del Rey del pasado 2 de Junio se hace a las serias cicatrices que la crisis est¨¢ dejando en nuestro tejido social, el balance autocr¨ªtico que, seg¨²n el Rey, la crisis nos ha obligado a hacer de nuestros errores y a la necesidad de corregir esos errores con las transformaciones y reformas necesarias.
Como compartimos con el Rey Juan Carlos que el Pr¨ªncipe de Asturias tiene la madurez, la preparaci¨®n y el sentido de la responsabilidad necesaria para asumir con plenas garant¨ªas la Jefatura del Estado y abrir una nueva etapa en Espa?a.
Creo, as¨ª mismo, que este es el momento para hacer un balance, siquiera somero, del reinado de Juan Carlos I. En los ¨²ltimos d¨ªas una idea se ha reiterado en todos los medios: la de que este reinado ha coincidido con el per¨ªodo m¨¢s largo de paz, de libertad y de progreso de nuestra historia.
Y es cierto. Para esa historia queda ya el decisivo papel del Rey en nuestra transici¨®n democr¨¢tica, su contribuci¨®n a la estabilidad pol¨ªtica y social que hemos vivido en estos a?os, su respeto hacia las distintas opciones pol¨ªticas que conviven en nuestro pa¨ªs. Es algo que los socialistas hoy aqu¨ª queremos expresamente agradecer al Rey Juan Carlos.
Es cierto, pues, que podr¨ªamos inscribir este acto ¨²nicamente dentro de la normalidad constitucional. Sin embargo, el pleno que estamos celebrando hoy aqu¨ª es un acto de una enorme trascendencia hist¨®rica y, tambi¨¦n pol¨ªtica. Lo apunt¨¦ de alguna manera antes, al comentar el ¨²ltimo discurso del Rey.
Si democr¨¢ticamente se establece la Monarqu¨ªa, en tanto sea constitucional, nos consideramos compatibles con ella¡±.
No se trata, ¨²nicamente, de un relevo generacional. Deber¨ªa ser algo m¨¢s. Deber¨ªa significar la apertura de un tiempo nuevo. Y digo deber¨ªa porque es evidente que el que as¨ª se produzca, el que de verdad este cambio propicie un tiempo nuevo, de di¨¢logo y de renovaci¨®n institucional, exige el esfuerzo de todos, no solo del nuevo Rey. Y, en particular, de los grupos pol¨ªticos representados en esta C¨¢mara.
Porque este cambio en la Jefatura del Estado se produce en un momento extraordinariamente dif¨ªcil para Espa?a y, sobre todo, para muchos espa?oles.
Me refiero a los millones de trabajadoras y trabajadores sin empleo, pienso en los j¨®venes que no tienen otra alternativa que abandonar nuestro pa¨ªs para encontrar un futuro, hablo de las familias con dificultades para atender las necesidades de los m¨¢s d¨¦biles, de sus hijos y sus mayores. Todos ellos nos reclaman que se abra un tiempo nuevo en nuestro pa¨ªs.
Como he reiterado aqu¨ª en varias ocasiones, Espa?a vive tres crisis simult¨¢neas- una social a la que acabo de referirme, una pol¨ªtica cuya principal expresi¨®n es la desconfianza hacia las instituciones y una crisis territorial- tres crisis que exigen cambios, entre otros cambios constitucionales. Que exigen no un nuevo proceso constituyente sino una reforma constitucional.
Reformas, con consenso, pero reformas al fin y al cabo. Para mejorar el funcionamiento de los partidos pol¨ªticos; para cambiar nuestro sistema electoral. Reformas tambi¨¦n para recoger en nuestra Constituci¨®n los avances sociales que en estas d¨¦cadas se han producido y consolidarlos.
Reformas, en fin, para abordar nuestros problemas territoriales, el funcionamiento de nuestro Estado Auton¨®mico y hacerlo en una direcci¨®n federal. Son reformas que en estos momentos creemos inaplazables e imprescindibles.
El debate que hoy celebramos, la abdicaci¨®n del Rey Juan Carlos I y la proclamaci¨®n en los pr¨®ximos d¨ªas del nuevo Rey Felipe VI deber¨ªan servir, pues, para abrir paso a un tiempo de cambios y reformas, pactadas, consensuadas, cambios institucionales, tambi¨¦n constitucionales. No deber¨ªamos desperdiciar ni la oportunidad pol¨ªtica que hoy se nos abre ni el impulso asociado a la llegada de un nuevo rey.
Y as¨ª quiero terminar. Dese¨¢ndole al pr¨ªncipe de Asturias lo mejor para su reinado; garantiz¨¢ndole el respeto y la lealtad del grupo socialista y, ofreci¨¦ndole nuestra colaboraci¨®n para abrir ese tiempo nuevo que nuestro pa¨ªs necesita.
Mi grupo votar¨¢ s¨ª a la abdicaci¨®n. Para cumplir con la Constituci¨®n, para ser fieles al consenso que permiti¨® su aprobaci¨®n y como expresi¨®n de la voluntad de colaborar para abrir un tiempo nuevo, que nos permita hacer frente a la crisis social, pol¨ªtica y territorial por la que atraviesa nuestro pa¨ªs, Espa?a.
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