Felipe VI ofrece una ¡°Monarqu¨ªa renovada para un tiempo nuevo¡±
"Encarno una Monarqu¨ªa renovada para un tiempo nuevo", afirma el Rey en las Cortes "Don Juan Carlos construy¨® los cimientos de un edificio pol¨ªtico que logr¨® la reconciliaci¨®n" "La Corona debe buscar la cercan¨ªa con los ciudadanos, su aprecio, su respeto y su confianza"
A las nueve de la ma?ana de este viernes, sin c¨¢maras, sin protocolo, Felipe VI empezar¨¢ su jornada con el primer despacho como monarca con el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy. Conocer¨¢ as¨ª la reforma fiscal que el Consejo de Ministros aprobar¨¢ durante su reuni¨®n semanal, que comenzar¨¢ en cuanto Rajoy vuelva desde el palacio de La Zarzuela al de La Moncloa. La capacidad del nuevo rey de ¡°contribuir a la estabilidad del sistema pol¨ªtico, facilitar el equilibrio de los ¨®rganos constitucionales y territoriales y ser cauce para la cohesi¨®n entre los espa?oles¡± se pone a prueba desde ahora mismo.
Esas intenciones son las que esboz¨® el Monarca en su discurso de 25 minutos tras ser proclamado rey de Espa?a por el presidente del Congreso, Jes¨²s Posada, despu¨¦s de haber jurado la Constituci¨®n ante las C¨¢maras, ¡°depositarias de la soberan¨ªa nacional¡±. No hubo invocaci¨®n a derechos din¨¢sticos de la Monarqu¨ªa como raz¨®n de ser de esta instituci¨®n, sino una concatenaci¨®n de funciones que Felipe VI ofrece a la sociedad espa?ola y a las instituciones.
Todo est¨¢ en la Constituci¨®n, pero Felipe VI ha querido decirlo con su propia voz. ¡°Comienza el reinado de un rey constitucional¡±, proclam¨®. Solo ejercer¨¢ las funciones que constitucionalmente le corresponden. Dentro de las mismas, no obstante, tratar¨¢ de reflejar su impronta en una ¡°monarqu¨ªa renovada para un tiempo nuevo¡±.
El tiempo nuevo lo apreciaron la mayor¨ªa de los diputados y senadores que este jueves aguardaban a don Felipe en el hemiciclo del palacio de las Cortes. A las diez y media llegaba el Monarca con su esposa, la reina Letizia, y sus dos hijas, Leonor, princesa de Asturias y la infanta Sof¨ªa. Los cuatro son los componentes exclusivos de la familia real. Desde una tribuna la reina Sof¨ªa, la infanta Elena, las hermanas del rey Juan Carlos y la familia de do?a Letizia, siguieron el acto sencillo pero no exento de solemnidad y trascendencia.
As¨ª lo sinti¨® la mayor¨ªa de los presentes, como reconocieron cuando el acto termin¨®, y, tambi¨¦n don Felipe. El aplomo que ha demostrado en sus comparecencias p¨²blicas desde hace muchos a?os se tambale¨® en un primer momento, cuando el presidente del Congreso, Jes¨²s Posada, proclam¨® el comienzo de su reinado como Felipe VI y dio vivas al rey y a Espa?a. Tras ese momento le tocaba dirigirse a los representantes de los espa?oles y la emoci¨®n se not¨® en su voz. Respeto y gratitud a su padre, el rey Juan Carlos, pero ya apareci¨® de entrada su concepci¨®n del papel que jugaron de la dictadura a la democracia muchos actores, no solo su padre. Su homenaje fue para ¡°una generaci¨®n de espa?oles que abri¨® camino a la democracia, al entendimiento entre los espa?oles y su convivencia en libertad¡±.
Esa generaci¨®n, incluido el rey Juan Carlos, fue capaz de algo que parec¨ªa imposible: ¡°Conseguir la reconciliaci¨®n de los espa?oles, reconocer a Espa?a en su pluralidad y recuperar para la naci¨®n su lugar en el mundo¡±. Este es el legado de la etapa que este jueves termin¨® con la abdicaci¨®n de Juan Carlos I y la proclamaci¨®n de Felipe VI. Es otro tiempo, en el que los problemas son otros.
La crisis econ¨®mica, pol¨ªtica, institucional y territorial son los males de la Espa?a actual. Y entre las instituciones tocadas por el desapego de los ciudadanos est¨¢ la Monarqu¨ªa. ¡°La Corona debe ganarse continuamente el respeto, el aprecio y la confianza¡±. La Corona como la concibe Felipe VI tiene que velar por la dignidad de la instituci¨®n, por preservar su prestigio y observar ¡°una conducta ¨ªntegra¡±. El esc¨¢ndalo que sacude a su cu?ado, I?aki Urdangar¨ªn, estaba sin duda detr¨¢s de esas palabras as¨ª como la determinaci¨®n del nuevo rey de alejarse de los problemas judiciales en los que est¨¢ inmersa su hermana Cristina, ausente en este acto y excluida parece que definitivamente de los actos p¨²blicos.
De las crisis existentes, la territorial la percibi¨® el monarca dentro del hemiciclo, por acci¨®n y omisi¨®n. La frialdad con la que los presidentes de Catalu?a, Artur Mas, y del Pa¨ªs Vasco, ??igo Urkullu, acogieron su discurso, fue ostensible. Ambos observaron estrictamente las m¨ªnimas normas de cortes¨ªa como fue el aplauso ligero y brev¨ªsimo cuando Posada proclam¨® al nuevo rey, y con m¨¢s intensidad con la cita del monarca a las v¨ªctimas del terrorismo.
La Espa?a plural que concibe Felipe VI no es a la que aspira el nacionalismo catal¨¢n y vasco. Y tampoco, los nacionalistas gallegos del BNG, que no acudieron al acto, como tampoco Izquierda Plural, ERC, Geroa Bai y Amaiur.
A nadie le pudo extra?ar que el Rey mostrara su fe ¡°en la unidad de Espa?a¡±, pero una unidad que no es ¡°uniformidad¡±. ¡°En la Espa?a unida y diversa, cabemos todos, caben todos los sentimientos y sensibilidades, caben las distintas formas de sentirse espa?ol¡±. Los sentimientos no deben nunca enfrentar, excluir o dividir, sino ¡°comprender y respetar¡±. El presidente catal¨¢n no se demor¨® en manifestar su disconformidad con lo escuchado. ¡°No he aplaudido porque no he visto reflejado en el discurso que empezara un tiempo nuevo¡±, declar¨® Mas en la delegaci¨®n de Catalu?a en Madrid. Le hubiera gustado al presidente catal¨¢n que el Rey hubiera hablado de un ¡°Estado plurinacional¡±, y del reconocimiento ¡°de naciones¡±.
El Rey departi¨® un par de minutos con Artur Mas en catal¨¢n y a ambos se les vio sonrientes. El Rey har¨¢ lo que pueda para que no se derrumben los puentes que a¨²n existen con Catalu?a. Al final de su discurso dio las gracias en castellano, catal¨¢n, euskera y gallego.
Felipe VI puede sentir cierta tranquilidad porque empieza su reinado con el apoyo de la mayor¨ªa parlamentaria (PSOE y UPyD, y, al menos, con la de las miles de personas que salieron a aclamarle. Muy pocos centenares de manifestantes salieron a las calles a mostrar su rechazo a la Monarqu¨ªa, aunque los miles de agentes de la polic¨ªa impidieron cualquier perturbaci¨®n en el espacio por el que iba a desfilar el veh¨ªculo del Rey y la Reina. La m¨¢xima concentraci¨®n de p¨²blico se dio frente al Palacio Real, donde se produjo la escena que quedar¨¢ para la Historia. Los nuevos reyes salieron al balc¨®n, segundos despu¨¦s sus hijas, y como broche los reyes Juan Carlos y Sof¨ªa. La madre del Rey se esforz¨® por dar la imagen de normalidad familiar, con muestras de afecto a su esposo. Quiz¨¢ involuntariamente la reina Sof¨ªa tuvo especial protagonismo al cosechar los m¨¢ximos aplausos de los representantes pol¨ªticos en el hemiciclo. La alusi¨®n de Felipe VI a su madre lo propici¨® por el fondo y la forma emocionada.
Do?a Letizia, sin papel constitucional, fue mencionada por el Rey al se?alar que ambos educan a sus hijas en los valores ¡°de libertad, responsabilidad, solidaridad y tolerancia¡±.
A lo que aspira es que con su esfuerzo los espa?oles ¡°pudieran sentirse orgullosos de su nuevo Rey¡±. Por el tiempo verbal utilizado dej¨® claro su consciencia de que se lo tiene que ganar.
El primer decreto del Rey regular¨¢ su escudo de armas
El primer real decreto que firmar¨¢ Felipe VI ser¨¢ el que regula su escudo de armas y que aprobar¨¢ este viernes el Consejo de Ministros. Don Felipe ha contado con armas propias mientras ha sido Pr¨ªncipe. De su escudo se eliminaron elementos como el yugo y las flechas de los Reyes Cat¨®licos y la cruz de Borgo?a roja, al ser ornamentos personalizados en la figura de don Juan Carlos. No as¨ª elementos comunes como el cuartelado en cruz de Castilla, Le¨®n, Arag¨®n y Navarra.
En el que ser¨¢ el nuevo escudo de Felipe VI, la corona de Pr¨ªncipe ser¨¢ sustituida previsiblemente por la real -ocho diademas, de las que se ven cinco- y que refleja la naturaleza del Estado. Se mantendr¨¢ el Tois¨®n de Oro como privativo de la Monarqu¨ªa espa?ola junto a nuevos ornamentos decididos por Felipe VI.
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