La vida secreta de una webcamer
La crisis propicia el auge de p¨¢ginas de sexo de personas an¨®nimas retransmitido en directo. La industria del porno absorbe la f¨®rmula
Mientras sus padres ven la televisi¨®n en el sal¨®n de casa, Melanie ¡ªjienense de 32 a?os¡ª se desviste y cobra un euro el minuto por ense?ar su cuerpo en la habitaci¨®n de al lado. Ellos creen que su hija lleva en paro dos a?os, cuando dej¨® su trabajo de secretaria administrativa. Pero en el momento en que corre el pestillo de su puerta, se convierte en BichitaXXX, una de las espont¨¢neas estrellas espa?olas de la webcam er¨®tica, la modalidad del porno que mejor ha resistido en tiempos de crisis y a la que se ha agarrado la industria para sobrevivir. Es en directo y no se puede piratear. Una pr¨¢ctica cada vez m¨¢s extendida que ha encontrado su vuelta de tuerca en webs como Chaturbate o MyFreeCams, donde miles de personas an¨®nimas colocan una c¨¢mara en su casa y obtienen ingresos extra por mostrar escenas de sexo: solos, con sus parejas o incluso simplemente ba?ando a su perro desnudos. Algo as¨ª como el porno en la era de la econom¨ªa colaborativa, donde todo lo dom¨¦stico tiene un precio.
¡°Muchos creen que no trabajo, llevas una doble vida y eso agobia un poco. Es lo que m¨¢s agota¡±, dice Melanie
Melanie (nombre ficticio que ella ha elegido para la entrevista) trabaja cuando quiere y siempre en su dormitorio. Suelen ser unas cuatro horas al d¨ªa de lunes a viernes y saca unos 1.000 euros al mes. Delante de la c¨¢mara acostumbra a hacer lo que le pidan. Excepto alguna locura extra?a, como aquel tipo que quiso verla atravesando a un pollito vivo con un zapato de tac¨®n. Cosas del fetichismo y la dominaci¨®n. Se encuentra con todo tipo de hombres, pero en general le gusta su trabajo, explica por tel¨¦fono. ¡°Ya llevo tiempo, y a veces te aburres. Pero normalmente lo paso bien. Le veo m¨¢s cosas buenas que malas. Puede que la rutina con los clientes a veces sea un poco mec¨¢nica. Pero es interesante porque tienes a muchos fijos, alrededor de un 40%. Aprendes a conocerles y a saber lo que quieren¡±, se?ala. Lo malo es que nadie en su entorno sabe a qu¨¦ se dedica. Y ella pretende que siga siendo as¨ª. De hecho, su anterior pareja la dej¨® cuando revolviendo en su disco duro vio m¨¢s de lo que deb¨ªa. ¡°Muchos creen que no trabajo, llevas una doble vida y eso agobia un poco. Es lo que m¨¢s agota¡±, se?ala. Su pr¨®ximo novio, dice, tendr¨¢ que ser m¨¢s abierto de mente.
La segunda vida de Melanie, esa que obsesiona a un pu?ado de hombres que jam¨¢s han llegado a verle la cara (oculta su rostro en las emisiones), est¨¢ al otro lado de una pantalla de cristal l¨ªquido. ¡°Voy a sufrir mucho por no verte tantos d¨ªas¡±, le escribe al WhatsApp un cliente una semana que ella se va de viaje con sus padres. Ella juega a ese misterio que rodea a un personaje que ha ido construyendo con el tiempo. Sus clientes ¡ªtiene 5.000 seguidores en Twitter¡ª pagan por anticipado los minutos que desean verla a trav¨¦s de distintos modos de pago (PayPal no permite este tipo de transacciones). Normalmente, desembolsan de golpe unos 20 euros para pasar un rato juntos. 20 minutos. Pero el negocio tampoco es para hacerse rica, y a veces complementa sus ingresos vendiendo la ropa interior usada o sus medias. Tambi¨¦n acepta regalos (muchas webcamers tienen una lista de peticiones en Amazon que sus clientes satisfacen) que recibe por correo. Su ventana a ese mundo de extra?os es una cuenta de Skype privada, desde donde controla con qui¨¦n se relaciona y cu¨¢ndo. Muchos de ellos la consideran su novia virtual. Est¨¢n completamente enganchados a alguien de quien no conocen nada.
Se ha acabado lo de las actrices y las 'pornstars'. Ahora casi todo es amateur¡±, analiza el productor Torbe
A trav¨¦s de las redes sociales, estas nuevas estrellas del porno realizan casi toda la promoci¨®n que necesitan. Tienen entre 20 y 35 a?os y conocen los cauces de la comunicaci¨®n viral. Sus cuentas de Twitter, como la de una famosa webcamer de Barcelona, licenciada universitaria que prefiere no revelar su nombre, pueden llegar a tener 45.000 seguidores. A ella le gusta su trabajo, cuenta tomando un caf¨¦. No tiene inconveniente en considerarlo una versi¨®n light de la prostituci¨®n y admite ciertas presiones en el sector cuando una de ellas decide cambiar de compa?¨ªa. A¨²n as¨ª, ella y la mayor¨ªa de mujeres que se dedican a esto en Espa?a prefieren trabajar para empresas que gestionan una plataforma desde donde emiten y que se ocupan de proporcionar toda la infraestructura necesaria. Pueden tener hasta seis clientes a la vez, pero cobran menos: 20 c¨¦ntimos por minuto de cada usuario conectado.
Una de las principales compa?¨ªas de este sector es Putalocura, la productora del polifac¨¦tico Torbe, que desde hace alg¨²n tiempo se dio cuenta de que el futuro estaba en las webcams. A cambio de un porcentaje de las ganancias, la empresa gestiona las cuentas de las webcamers, proporciona la plataforma tecnol¨®gica y les hace publicidad. ¡°Se ha acabado lo de las actrices y las pornstars. Aqu¨ª hay ya tan pocas empresas porno y tan poco resolutivas, que casi no les dan trabajo y ya no existe ese modus operandi de siempre. Ahora casi todo es amateur¡±, explica en referencia al declive de la industria en Espa?a (en cuatro a?os pas¨® de facturar 400 millones a casi la mitad) que, parad¨®jicamente, encuentra en las nuevas tecnolog¨ªas que la hundieron su tabla de salvaci¨®n.
¡°Muchos entran solo para hablar, es lo que hago la mayor¨ªa del tiempo. Es lo que m¨¢s me sorprendi¨® el primer d¨ªa. Pueden estar hasta dos o tres horas", se?ala Alexxa
La granadina de 21 a?os Rena Reindeer trabaja para esta productora. Ella emite desde su habitaci¨®n en el barrio madrile?o de Villaverde, donde se mud¨® en septiembre pasado porque en su pueblo no ten¨ªa trabajo. "Un amigo que sab¨ªa que me gusta el sexo sugiri¨® que pod¨ªa intentar dedicarme a esto, y fue buena idea", resume ella. Alg¨²n d¨ªa le gustar¨ªa ser actriz, de las que salen en las pelis normales, cuenta. Pero mientras tanto este trabajo de transici¨®n se le est¨¢ dando muy bien. ¡°Con la crisis, muchas chicas han encontrado en la webcam una manera de ganar dinero de forma relativamente c¨®moda¡±, explica en su dormitorio a las 11 de una ma?ana de mediados de febrero.
Pero estas no son las mejores horas y hoy no hay mucho trasiego en el ordenador de Rena. Mientras no aparecen clientes, ella ve series o alguna de las pel¨ªculas de terror que le encantan. Su cuarto est¨¢ lleno de libros de zombies y una colecci¨®n de ponys de colores en la estanter¨ªa. Sus dos gatos (Chucky y Amen¨¢bar) se pasean y se frotan en el respaldo de la silla donde ella trabaja. Y en cuanto oye el suave sonido de la conexi¨®n de un nuevo cliente...?zas! fija la mirada en la pantalla y pone cara de pretendida inocencia. Aparece uno. Chatea un poco, se levanta, baila para ¨¦l, se quita el cors¨¦, teclea en el ordenador un poco... y mala suerte. Pierde la conexi¨®n. A saber qui¨¦n pod¨ªa estar al otro lado. Pero a ella no le da miedo pensar que alg¨²n loco pueda estar al otro lado. Nunca le ha pasado nada malo, sostiene. Por eso, a diferencia de muchas otras, nunca oculta su rostro. Dice que los ojos son la parte m¨¢s bonita de su cuerpo. Adem¨¢s, no hay nada de qu¨¦ avergonzarse, defiende. ¡°No hago da?o a nadie y me gusta este trabajo¡±.
Si esto fuera un trabajo como otro, podr¨ªa decirse que Rena es compa?era de oficina de Alexxa, de 22 a?os, que tambi¨¦n trabaja para la misma empresa. Ella lleva un a?o y medio dedicada a esto, pero ya es una de las m¨¢s solicitadas de Espa?a, tiene 22.000 seguidores en Twitter y unos porcentajes de productividad alt¨ªsimos (el tiempo en el que estando conectada mantiene usuarios pagando). Cada ma?ana prepara el desayuno, despide a su compa?ero de piso, pasea a sus perros y pone a calentar la habitaci¨®n para empezar a emitir. Eso es b¨¢sico. Porque lo malo de este trabajo, cuenta, es que pasa la mitad del tiempo resfriada de tanto desvestirse y volverse poner la ropa cada vez que se lo piden.
¡°Algunos clientes han desarrollado una adicci¨®n incre¨ªble, y a veces te sientes como una tragaperras", afirma una webcamer
Pese a todo, este negocio no solo consiste en ense?ar. La conversaci¨®n tambi¨¦n forma parte de la interpretaci¨®n (ellas se consideran actrices y as¨ª lo facturan a Hacienda). Eso es lo que m¨¢s le sorprendi¨® el primer d¨ªa. ¡°Pens¨¦ que me pedir¨ªan que me desnudara enseguida. Alguno ped¨ªa carne, pero no era solo sexo. Muchos entran para hablar con una chica guapa. Pueden estar hasta dos o tres horas. El 70% del tiempo me lo paso charlando. Al principio no entend¨ªa c¨®mo se gastaban ese dineral solo por hablar. Algunos me dec¨ªan que ten¨ªan que pagar la factura del tel¨¦fono a plazos. Pero les genera una adicci¨®n incre¨ªble, a veces te sientes como una tragaperras. Es lo que m¨¢s impresiona. Yo los defino como adictos al amor, personas muy enamoradizas, con falta de cari?o¡±, explica.
Alexxa tambi¨¦n emite a trav¨¦s de Chaturbate. Ah¨ª la partida se juega a escala global con cientos de miles de usuarios de todo el mundo que se exhiben gratis, montan shows a cambio de tokens (la moneda virtual que utiliza la web) o simplemente miran. Es el reino de lo amateur, donde es posible monetizar la intimidad. Todo sucede en las casas de las gentes, con tendederos, lavadoras o mesas camilla de fondo. Viena, Los ?ngeles, Madrid, Praga, Texas¡ La puesta en escena es cutre y desali?ada. Es pura realidad. La democratizaci¨®n absoluta del porno con audiencias estratosf¨¦ricas para lo que ser¨ªa una webcamer profesional. Algunos se exhiben por puro placer y otros a cambio de lo que llaman propinas. En esta plataforma Alexxa ha llegado a tener un p¨²blico de 5.000 personas mientras hac¨ªa un show l¨¦sbico con una amiga. Dur¨® tres horas y, al cambio, consiguieron recaudar cada una 200 d¨®lares. Todo sin salir del dormitorio. Es el reino del porno de andar por casa.
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