Vida y muerte en las bandas latinas
El ¨²ltimo homicidio en Madrid por una reyerta entre Dominican Don?t Play (DDP) y Trinitarios entra?a el magma en el que surgen esos grupos violentos
Esta es una historia de azar y fatalidad. De chicos perdidos y mujeres muy solas. De dos madres que hoy lloran por un hijo muerto y otro encerrado, a¨²n m¨¢s solas. Es la historia de Daniel y Abel, dos adolescentes de 15 y 17 a?os, espa?ol y dominicano, que se la jugaron a vida o muerte en la Puerta del Sol sin haberse visto jam¨¢s. Este es un peque?o relato de dos hogares mil veces rotos en mil pedazos, dos familias desconocidas, cada una en una punta de la ciudad y conectadas por una siniestra loter¨ªa el pasado 7 de marzo. Dos crudas realidades en una, bajo la que se oculta el magma en el que crece y se desarrolla ese alarmante fen¨®meno social conocido como ¡°bandas latinas¡± y que tiene en Espa?a su epicentro en Madrid, donde se concentran el 80% de los incidentes entre estos grupos juveniles violentos y rivales, versiones descafeinadas e inmigrantes de las despiadadas maras y pandillas de Latinoam¨¦rica.
Aquella noche Abel lleg¨® a casa tarde. ¡°Llevaba meses diciendo que quer¨ªa irse a Santander con su hermano mayor porque aqu¨ª no hac¨ªa nada y ten¨ªa un a?o que hab¨ªa dejado de ir al centro de formaci¨®n profesional de Campamento¡±, cuenta su madre desde su peque?o piso cercano a la Plaza El¨ªptica (Carabanchel), donde hasta entonces viv¨ªan los dos con una habitaci¨®n alquilada a un tercero para poder pagar el alquiler. Ya bien entrada la madrugada, ¡°hacia las 4.00¡±, le llegaron varios mensajes al tel¨¦fono. ¡°Ha habido un muerto mami, con un machetazo¡±, le dijo a su madre. Al d¨ªa siguiente compraban un billete para Santander, donde lo detendr¨ªan acusado de homicidio los agentes de la Brigada Provincial de Informaci¨®n d¨ªas m¨¢s tarde.
Encuentros fortuitos
¡°Los encontronazos entre bandas no se producen por cita, son siempre casuales, en el metro ¡ªdonde se cuelan¡ª o en la v¨ªa p¨²blica, porque entre ellos se conocen perfectamente unos a otros, saben los parques, las discotecas, las canchas que frecuenta cada grupo y las respetan en una relaci¨®n de dominios, que son tan cambiantes y fugaces como sus l¨ªderes dentro de una estructura organizativa piramidal basada en valores de pandilla: el m¨¢s duro y valeroso es el que m¨¢s veces ha estado detenido¡±, explican fuentes de la investigaci¨®n. ¡°Un encuentro fortuito es el que desencadena la pelea, casi siempre violenta porque van armados, pero autor y v¨ªctima es un tema aleatorio, no suele haber relaci¨®n previa entre muerto y asesino¡±.
Ante la alarma que generan estos enfrentamientos violentos y frente al temor ¡ªexistente¡ª de una vendetta entre miembros de las bandas¡ª la polic¨ªa ha puesto en marcha un plan especial de prevenci¨®n con agentes mediadores de la Brigada de Seguridad Ciudadana, seg¨²n anunci¨® el jefe superior de polic¨ªa de Madrid, Alfonso Fern¨¢ndez D¨ªez. Y el grupo socialista en el Congreso ha solicitado la comparecencia de la Delegada del Gobierno, Concepci¨®n Dancausa, para que explique las medidas adoptadas ante los ¨²ltimos episodios de muertes y agresiones violentas que se han sucedido en la capital en las ¨²ltimas dos semanas
La misma noche de s¨¢bado, a eso de las 21.00, Daniel llam¨® a su madre para pedirle que le dejara quedarse a dormir en casa de Adri¨¢n, un nuevo amigo, que acababa de cumplir los 18 a?os, y que hab¨ªa conocido en el centro Ciudad Joven, un proyecto educativo de Vallecas donde aprend¨ªa electricidad. ¡°Iban a ver a la madre de un amigo que trabaja en un local de la Puerta del Sol, me resist¨ª pero al final me convenci¨®, era la primera vez que iba a dormir fuera de casa¡±, relata su madre, separada y con los cuatro hermanos peque?os de Daniel a su cargo y uno en camino, desde un piso subvencionado por C¨¢ritas en el barrio de Sinesio Delgado (Plaza de Castilla), y en el que lo ¨²nico que hay sobre la mesa son recibos y cartas que anuncian el corte de todos los suministros.
Daniel, con Adri¨¢n y sus amigos dominicanos Trinitarios se encontraron en el metro con Abel y sus colegas de los Dominican Don?t Play, conocidos como DDP. Reconocieron a Adri¨¢n y comenzaron los insultos, las carreras, las persecuciones y a los navajazos. ¡°Cinco contra 20 ¨® 21, armados con navajas mariposa, estiletes, bolomachetes, y cuchillos de cocina, que son las armas habituales de estos grupos¡±, seg¨²n la versi¨®n de la polic¨ªa, que esta semana detuvo a siete de los participantes en la reyerta ¡ªcinco menores de edad y dos mayores¡ª pero mantiene la operaci¨®n abierta para atrapar al resto mientras prevalece el secreto del sumario.
Daniel muri¨® porque un cuchillo le atraves¨® el coraz¨®n. Adri¨¢n result¨® gravemente herido de varias pu?aladas, una en el h¨ªgado que le mantiene en el hospital, aunque ya est¨¢ en planta. Abel huy¨® y hoy llama por tel¨¦fono a su madre desde un centro de menores, en el que permanecer¨¢ ¡ªde momento¡ª tres meses hasta que se celebre el juicio, en el que ¨¦l es el principal acusado del homicidio.
200 detenciones al a?o
La rivalidad entre DDP y Trinitarios, las dos bandas m¨¢s numerosas en la ciudad con un total de 80 miembros activos cada una, seg¨²n datos policiales, ¡°no est¨¢ ni m¨¢s ni menos recrudecida que antes¡±, aseguran fuentes de la investigaci¨®n. El ¨²ltimo enfrentamiento entre bandas rivales ¡ª?etas contra Latin Kings¡ª con resultado de muerte se produjo en febrero de 2013 en Madrid y ha habido 11 asesinatos de esta ¨ªndole desde el 2004, todos resueltos, seg¨²n fuentes policiales. Las aproximadamente 200 detenciones ¡ªel 35% de menores¡ª por pertenencia a bandas, posesi¨®n il¨ªcita de armas, lesiones o amenazas que se producen cada a?o en Madrid relacionadas con los pandilleros (198 en 2015) permiten un riguroso control de sus miembros, sus incorporaciones, y sus deserciones (muy pocas por estar sometidas al castigo del grupo). Abel estaba fichado como DDP. Daniel no exist¨ªa en los archivos policiales.
En estos momentos la polic¨ªa calcula que puede haber unos 300 miembros actuando, contando a Latin Kings y ?etas, de ascendencia ecuatoriana y los primeros en asentarse en la ciudad hacia el a?o 2001. Y entre todos se reparten por los distritos de Tetu¨¢n (¡°el peque?o Caribe¡±), Carabanchel, Vallecas, Usera y Villaverde.
Abel, a quien su madre ¡ªtrabajadora dom¨¦stica desde hace cinco a?os en Espa?a¡ª se trajo desde la ciudad de Nagua (Rep¨²blica Dominicana) hace tres ¡°porque all¨¢ no le estaban vigilando bien¡±, se gan¨® la chapa (apodo dentro de la pandilla) de ¡°Fresquito¡± en ese centro educativo de Campamento al que acud¨ªa en turno de tarde. ¡°Al principio no quer¨ªa ir, dec¨ªa que hab¨ªa chicos de bandas y m¨¢s de un d¨ªa vino con los pantalones cagados¡±, recuerda esta mujer, ¡°testigo de Jehov¨¢ desde hace 21 a?os¡±, que asegura trabajar de la ma?ana a la noche de lunes a viernes en casa de una familia y que le dejaba la comida preparada los fines de semana. Hace un a?o dej¨® de ir, pero mantuvo su chapa. ¡°Se pasaba el d¨ªa en la calle cuando no me hac¨ªa a mi los recados, yo trataba de hacerle razonar¡¡±. Dos fotos en su tel¨¦fono m¨®vil hablan del antes y el despu¨¦s. En una, Abel en su actitud m¨¢s chulesca, hace un gesto obsceno hacia la c¨¢mara. En la otra, sentado en una silla, derrotado, espera a ser atendido por una psic¨®loga en el juzgado.
¡°Daniel pensaba ponerse a trabajar en cuanto cumpliese los 16 para ayudar en casa. ?l realmente no sab¨ªa nada de bandas, estaba despertando al mundo, se fue con un amigo y pag¨® el pato¡±, cuenta su madre, con una n¨®mina de 240 euros mensuales y ahogada entre deudas de la tarjeta del Carrefour y recibos de la luz.
Dos madres incr¨¦dulas y muy solas lloran en dos pisos en extremos opuestos de la ciudad. ¡°Yo s¨¦ que ¨¦l no ha elegido buenas compa?¨ªas pero no es capaz de matar una mosca, no puedo creerlo, Jehov¨¢ no deja sin castigo a nadie, si hizo algo mal va a sufrir con dolor¡±, dice una. ¡°Mi vida hace tiempo que es un desastre, puedo aguantarlo todo, pedir por las parroquias, coger comida de la basura, pero no vivir sin mi hijo porque no tiene sentido¡±, dice otra. Hay una tercera mujer. Vive en Santander y lleva en su vientre una semilla de Abel.
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