Duras como la piedra
Idoia Etxeberria, r¨¦cord del mundo al levantar una mole de 163,4 kilos, lucha para que este deporte no sea algo exclusivo de los hombres
De todas las disciplinas del deporte rural vasco, todas de una alta exigencia f¨ªsica, Idoia Etxeberria ha elegido la m¨¢s dura: el levantamiento de piedras. Piedras de m¨¢s de 100 kilos de peso que ella maneja con una habilidad y un poder¨ªo asombrosos, algo que est¨¢ al alcance de muy pocas personas. Acaba de batir un r¨¦cord del mundo al colocarse sobre el hombro una mole de 163,4 kilos. Esta joven de 23 a?os, natural de Orio (Gipuzkoa), se ha quedado sin contrincantes que quieran hacerle sombra en los campeonatos, pero ella se resiste a que este deporte vuelva a ser, como sucedi¨® durante todo el siglo pasado, algo exclusivo de los hombres. En las escuelas de harrijasotzailes (levantadoras de piedra, en euskera) escasean las chicas y eso dificulta su tarea de formar a futuras campeonas.
¡°Yo estoy deseando que se animen m¨¢s chicas. Es verdad que es un deporte muy duro, pero a la vez te da muchas satisfacciones y recibes el apoyo de los aficionados. Yo me siento muy mimada por el p¨²blico¡±, comenta Etxeberria, quien antes de cumplir los 18 a?os ya levantaba 140 kilos y ha sido campeona de Euskadi en 2010 y 2014.
Etxeberria jugaba al f¨²tbol de peque?a en un pueblo donde todos los ni?os quieren ser remeros. Ella tambi¨¦n tiene antepasados (los Oliden) que marcaron una ¨¦poca dorada con la trainera de Orio, pero en una ocasi¨®n, con 15 a?os, se fij¨® en una chica que levantaba una piedra de 50 kilos durante una exhibici¨®n de deporte rural. ¡°Yo tambi¨¦n quiero probar eso¡±, le dijo de repente a su padre. ¡°Unos d¨ªas despu¨¦s me puse el chaleco y la faja y comenc¨¦ a probar con un tronco de 35 kilos. Me gust¨® desde el primer d¨ªa¡±, recuerda.
Aquellos pinitos con la piedra, que hac¨ªa muy a pesar de su madre y de algunos comentarios poco estimulantes ¡ª¡±est¨¢s loca¡±, ¡°eso no es para las chicas¡±, le dec¨ªan¡ª, dieron paso a una carrera mete¨®rica. Hab¨ªa entonces dos levantadoras, la judoca Mar¨ªa Jos¨¦ Sard¨®n y Miren Urkiola, que compet¨ªan por ser la m¨¢s fuerte, hasta que lleg¨® Etxeberria y les destron¨® de un plumazo: ¡°Yo no pensaba que aquello iba a ser posible. Parec¨ªan inalcanzables¡±.
La campeona no ha dejado de ganar t¨ªtulos, el ¨²ltimo hace dos a?os frente a Estitxu Almandoz, que como las anteriores ha renunciado a los torneos oficiales y ahora solo realiza exhibiciones. ¡°Me he quedado sola, y es una pena porque los campeonatos tienen un sabor especial. Lo m¨¢s bonito es medir tus fuerzas con una rival¡±, explica esta fortachona de 1,70 de estatura y 87 kilos de peso, a¨²n hoy invicta. Ese esp¨ªritu competitivo ha sido siempre la esencia del deporte rural vasco o herri kirolak. El desaf¨ªo y la apuesta eran, en origen, la forma que los vascos empleaban para demostrar que eran m¨¢s fuertes que el del caser¨ªo de enfrente, as¨ª fuese en el corte de troncos (aizkolaris), el arrastre con bueyes, la siega de hierba (segalaris) o el lanzamiento de fardos.
En una modalidad que hist¨®ricamente solo han practicado los hombres, la primera referencia que se tiene de una harrijasotzaile es una fotograf¨ªa tomada en enero de 1935 en la que aparece D¨¢masa Agirregabiria, vestida de calle, con una cil¨ªndrica de ocho arrobas (casi 100 kilos) sobre su hombro. Muchos a?os despu¨¦s, a comienzos de este siglo, surgieron las figuras de Urkiola y Sard¨®n, hasta que poco despu¨¦s se intercalaron Etxeberria y Almandoz.
La t¨¦cnica no tiene ning¨²n misterio, aunque s¨ª mucha dificultad. La piedra tiene que pasar del suelo a los muslos, de ah¨ª hay que subirla hasta el pecho y, por ¨²ltimo, darle un fuerte impulso para apoyarla sobre el hombro. Dicho as¨ª, parece sencillo. Miguel Saralegi tiene la mejor marca desde 2001, cuando levant¨® una mole de 329 kilos, y el carism¨¢tico I?aki Perurena -regenta un museo de la piedra en su Leitza natal- ha sido el ¨²nico en alzar 1.000 veces una de 100 kilos en cinco horas y cuatro minutos de esfuerzo ininterrumpido.
En las escuelas que dirigen Joseba Ostolaza, en Orio, y Jos¨¦ Ram¨®n Iruretagoiena Izeta II, en Zarautz, no quieren llegar a tanto. Se afanan por mantener viva la llama, descubrir nuevas figuras y tambi¨¦n tratan de que el levantamiento de piedra femenino no desaparezca. Jakes Iruretagoiena tiene siete a?os, es nieto de Izeta II, y con solo tres ya coqueteaba con las piedras. ¡°Todo comienza como un juego y una forma de practicar deporte, sin ning¨²n ¨¢nimo competitivo¡±, explica Ostolaza, siete veces campe¨®n de Euskadi en 30 a?os de dedicaci¨®n y preparador de Etxeberria. Su hija Udane, de 10 a?os, es una de sus alumnas, capaz de alzar la c¨²bica y la esf¨¦rica de 20 kilos. ¡°Tambi¨¦n juego a balonmano, pero me gusta ir con mi aita a los pueblos a hacer exhibiciones con la piedra¡±, dice con timidez.
La presencia de las mujeres en los espect¨¢culos que se organizan para amenizar las fiestas locales es cada vez m¨¢s reclamada: ¡°Son un buen atractivo para la gente, lo que pasa es que no hay muchas chicas dispuestas¡±, comenta Ostolaza. Cuenta la an¨¦cdota de que algunos aficionados se acercan a las piedras que levantan las mujeres y comentan desconfiados que pesan menos que las de los hombres, aunque en realidad, les responde ¨¦l, ¡°las de 100 kilos son iguales para ellos y para ellas¡±. De gira popularizando este deporte, han hecho en mayo un bolo en M¨¢laga, en junio actuar¨¢n en Sevilla y despu¨¦s, del 29 de junio al 10 de julio, intervendr¨¢n en el Smithsonian Folklife Festival de Washington, adonde acudir¨¢ Idoia Etxeberria con las piedras que no puede levantar ninguna otra mujer del mundo.
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