Perros de protecci¨®n para mujeres maltratadas
M¨¢s de veinte mujeres en toda Espa?a utilizan perros adiestrados para protegerse de sus agresores, un proyecto pionero y avalado por psic¨®logos
"?D¨®nde co?o estabas? ?eh? ?Ven aqu¨ª!". El hombre se dirige hacia Am¨¦rica agitando los brazos, amenaz¨¢ndola, insult¨¢ndola. Va a agredirla. Pero ella no huye y le da un primer aviso: "?Vete!", grita. ?l no se arredra, y sigue aproxim¨¢ndose, vociferando a¨²n m¨¢s. "?He dicho que te vayas!", insiste. Segundo y ¨²ltimo aviso. Cuando est¨¢ a apenas un metro, Am¨¦rica tira del arn¨¦s de Vero, su perro presa canario que hasta ese momento permanec¨ªa a sus pies, calmado. El gesto activa al animal, que se abalanza sobre el agresor, golpe¨¢ndole con el hocico metido en un bozal. A ¨¦l le inmoviliza. A ella, le salva la vida.
Ahora podr¨ªa huir, llamar a la polic¨ªa, o activar la se?al del GPS telem¨¢tico para alertar de que su expareja, condenado por violencia de g¨¦nero, ha quebrantado la orden de alejamiento. Pero es un simulacro. El hombre es en realidad un figurante, que recrea una ficci¨®n muy real, vivida por la propia Am¨¦rica: "Le pusieron una pulsera de localizaci¨®n, yo tuve un escolta y dos ¨®rdenes de protecci¨®n. Pero se acabaron y vino a por m¨ª y volvi¨® a maltratarme. Se avis¨®, pero la polic¨ªa no lleg¨® a tiempo", recuerda. Cree que el sistema de protecci¨®n judicial, policial y social le fall¨® y busc¨® una alternativa. Ella es una de las veinte mujeres v¨ªctimas de violencia de g¨¦nero que tienen en Espa?a perros adiestrados por la Fundaci¨®n Mariscal.
El perro trabaja en ese tiempo cr¨ªtico antes de que llegue la polic¨ªa
Hoy, mientras acude a esta sesi¨®n de entrenamiento con Vero, es capaz de mantener la mirada mientras habla de las palizas sufridas, el miedo y las humillaciones. "Cuando lleg¨® aqu¨ª, tard¨¦ dos meses en poder mirarla a los ojos", recuerda ?ngel Mariscal, el adiestrador y creador de este proyecto. Tambi¨¦n el figurante, el agresor ficticio. "Miradme a los ojos y decidme que me vaya" les pide al grupo de mujeres que hoy acude al campo de entrenamiento para aprender c¨®mo crear un v¨ªnculo con el can para que las proteja. Algunas pueden, para otras a¨²n es demasiado duro, demasiado pronto. Tienen de los treinta a los sesenta a?os, y algo venenoso en com¨²n: el miedo a que ¨¦l vuelva y esta vez no haya tiempo para huir. Para sobrevivir. "Nosotros trabajamos sobre ese tiempo-espacio cr¨ªtico en el que la mujer avisa a los cuerpos de seguridad del Estado de que el agresor ha roto la orden. En el mejor de los casos son de cinco a siete minutos hasta que aparece la polic¨ªa, en los que la mujer est¨¢ cara a cara con su agresor", explica ?ngel. Una eternidad: "En esos cinco minutos, aunque parezca una bobada de tiempo, te puede matar, apu?alar, y quitar a tu hija", apostilla Am¨¦rica.
Gema es una de las usuarias avanzadas, a la que el adiestrador utiliza como ejemplo para que el resto aprenda c¨®mo actuar si se produce una situaci¨®n de peligro. Lleva dos a?os y medio con Kala, su protector. Empez¨® a barajar la opci¨®n cuando los vecinos le avisaron que su expareja, condenado por agredirla, rondaba las cercan¨ªas de su domicilio con total impunidad durante un permiso. Se convenci¨® de hacerlo cuando ¨¦l rompi¨® la orden y Gema acab¨® encerrada en casa cuatro d¨ªas, sin poder ir a trabajar, con p¨¢nico a salir a la calle e incluso al balc¨®n. "Ahora mismo est¨¢ en la c¨¢rcel por esa infracci¨®n, pero cuando salga, se que va a venir a por mi. La otra vez me rompi¨® el t¨ªmpano y la nariz, cuando salga ser¨¢ peor. Kala y yo nos preparamos para ello", dice. Cree que los protocolos de defensa y protecci¨®n actuales son insuficientes.
Perros de protecci¨®n, no perros escolta
El proyecto comenz¨® con una llamada telef¨®nica hace siete a?os. Una mujer se puso en contacto con ?ngel Mariscal, pidi¨¦ndole que adiestrara a su perro para que la protegiera de su maltratador. En principio, se neg¨®. Aquello no ten¨ªa nada que ver con lo que hac¨ªan en su empresa, Security Dogs, adiestrando a canes para seguridad privada y otros eventos. Pero quer¨ªan ayudarla. "Empezamos a trabajar en otra direcci¨®n, sin entrenar al perro el instinto de caza, ni en el de defensa, ni el de seguridad. Nos dimos cuenta de que todos tienen un instinto muy arraigado, el instinto de protecci¨®n. Llevaba 25 a?os adiestrando y ni siquiera me hab¨ªa dado cuenta de que exist¨ªa" reconoce.
Al perro no se le entrena el instinto de caza ni de defensa, sino de protecci¨®n
Por eso estos animales no son "perros escolta", ni "perros de seguridad". Son perros de protecci¨®n, o Pepos, como les bautizaron ellos. Se les entrena para que su sola presencia disuada a los maltratadores, y protejan a las v¨ªctimas en caso de que los hombres no respondan a los avisos, repeliendo la agresi¨®n. "Estos perros no muerden, ni van a matar. No son agresivos, necesitamos perros supersociales que sean capaces de convivir con ni?os, y ser completamente normales hasta el momento en el que la mujer coge el catalizador de la protecci¨®n", subraya Mariscal. Se refiere al arn¨¦s y a un comando de voz que cada una escoge, y al que el perro reacciona instant¨¢neamente.
Es un trabajo largo y concienzudo, tanto para la mujer como para el animal. "Creemos que es un error darle un perro de protecci¨®n a una mujer sin que tenga la formaci¨®n adecuada", defiende. Cuando solicitan el programa, los psic¨®logos de la fundaci¨®n especializados en violencia de g¨¦nero, valoran cada caso y su peligrosidad. "Es importante que lleguen con una orden de alejamiento, pero se estudian tambi¨¦n los casos en los que no la hay, porque muchas no se atreven a denunciar", apostilla ?ngel. Despu¨¦s, un et¨®logo visita el domicilio de la solicitante, para verificar el entorno en el que vivir¨¢ el animal. Si todo es favorable, la mujer inicia el programa formativo que comienza con un curso de 20 horas, el mismo que por ley deben realizar los vigilantes de seguridad y que se imparte en un centro habilitado por la Direcci¨®n General de la Polic¨ªa. Contin¨²an con otro de otras 150 horas que las capacita para ser adiestradoras, donde el equipo escoger¨¢ qu¨¦ perro se adecua m¨¢s a cada una, con cu¨¢l podr¨¢n construir un v¨ªnculo en funci¨®n de su personalidad. El animal se les dona gratuitamente, al igual que el resto de la formaci¨®n. ?
El proceso cuesta 8.000 euros por cada perro, que costea ¨ªntegramente la Fundaci¨®n. No reciben ning¨²n tipo de ayudas p¨²blicas y subvencionan el programa con los beneficios de la empresa de seguridad. "En cuanto no hay p¨¦rdidas, montamos los cursos", aclara ?ngel. Psic¨®logos, formadores y adiestradores trabajan altru¨ªstamente para garantizar la eficacia y seguridad del proyecto, pionero en trabajar el instinto de protecci¨®n. "Las instituciones como la Comunidad de Madrid nos apoyan y nos derivan muchas mujeres desde los programas de atenci¨®n a las v¨ªctimas, pero a¨²n es un campo muy desconocido en todos los pa¨ªses del mundo", explica ?ngel, a quien han contactado desde el gobierno de M¨¦xico para implantar el programa all¨ª. De momento, aqu¨ª, est¨¢n desbordados. Tienen m¨¢s de 16 peticiones en lista de espera de mujeres de toda Espa?a, pero aseguran que atender¨¢n a todas, priorizando los casos m¨¢s graves.
Las v¨ªctimas reciben la formaci¨®n y el perro gratuitamente
"Aunque esto empez¨® como un programa de protecci¨®n, en seguida nos empezamos a dar cuenta de que es alucinante la cantidad de beneficios que aporta el perro, m¨¢s all¨¢ de repeler las agresiones. Tambi¨¦n para la subida de autoestima, el empoderamiento, el recuperar la vida, el obligarlas a salir a la calle, el relacionarse con otras personas..." defiende Mariscal. Y no solo ¨¦l. La eficacia del programa est¨¢ avalada por psic¨®logos y psiquiatras: "El jefe de psiquiatr¨ªa del Doce de Octubre, que es miembro asesor de la fundaci¨®n, dice que en 7 d¨ªas con estos perros no lo consigue ¨¦l en 7 a?os de terapias de recuperaci¨®n", a?ade. Am¨¦rica acudi¨® a terapias de grupo para v¨ªctimas de violencia de g¨¦nero, pero no le fueron ¨²tiles: "No pod¨ªa sentarme en un c¨ªrculo con 10 personas oyendo todas las burradas que las hab¨ªan hecho, y que quisieran saber todas las burradas que me hab¨ªan hecho a mi. No pod¨ªa, me superaba. Me cerraba m¨¢s en mi misma viendo todos los casos que hay, pensando en c¨®mo pod¨ªa encontrar a alguien otra vez, como me iba a fiar de nadie nunca m¨¢s", recuerda.
Domesticar el miedo
M. inici¨® el programa hace poco m¨¢s de dos meses, y acude al entrenamiento acompa?ada de su hija, que juega con el perro en el c¨¦sped del campo. ?No es impactante para ella ver c¨®mo se simulan las agresiones, ver a un maltratador ficticio increpando a su madre? "Mi expareja me peg¨® durante a?os, era polic¨ªa y lo hizo delante de ellos. Todo lo que puedan ver no es ni la mitad de lo que ya han visto", responde. En cierto modo se siente afortunada, porque su perro puede estar con ella 24 horas, incluso en su puesto laboral. Gema, tambi¨¦n. "No voy a ninguna parte sin ¨¦l. Si no puede ir, yo tampoco". En su trabajo le han instalado una jaula junto a la garita del vigilante para que el animal permanezca all¨ª durante su jornada. "Puedo ir y venir tranquila sin que tema que va a estar esper¨¢ndome a la salida", asegura.
Pero no es as¨ª en todos los casos, y otras muchas mujeres afrontan dificultades para compatibilizar la protecci¨®n de sus perros con una vida normal. "Lo que reclamamos es que se legisle, porque ahora no hay nada estipulado. El poder ir al m¨¦dico, coger un tren o un autob¨²s con ellos, que lo igualen a un perro gu¨ªa. Porque para mi ¨¦l es mi gu¨ªa. En el juicio que tuvimos por la ¨²ltima agresi¨®n, yo tuve que sentarme casi frente a frente a mi agresor, imag¨ªnate c¨®mo te enfrentas a eso aunque all¨ª haya tambi¨¦n fuerzas de seguridad. Los jueces deber¨ªan dejar que acudi¨¦ramos a declarar con nuestros perros, porque el perro te quita parte del miedo", explica Am¨¦rica.
Erradicarlo del todo es imposible. Al perro le adiestran, y al miedo, lo domestican. "Mi agresor se pasea libremente, porque el tiempo pasa y las ¨®rdenes de alejamiento se acaban. Es un ciudadano libre que sabe d¨®nde trabajo, d¨®nde est¨¢ el colegio de mi hija... Y yo me siento segura si Vero est¨¢ conmigo. Lo entreno con la mentalidad de que no lo voy a tener que activar nunca, pero si ocurre, ¨¦l me proteger¨¢", aventura Am¨¦rica. Vive en una ciudad peque?a, y se cruza con su expareja con frecuencia. Prefiere acelerar el paso y cambiarse de acera.
Despu¨¦s del infierno, Gema cree que jam¨¢s recuperar¨¢ del todo la confianza en el ser humano. "De ¨¦l, s¨ª me f¨ªo", dice, acariciando Kala. Pero tambi¨¦n lo hace en ?ngel Mariscal: "Encontrarle fue como encontrar un ¨¢ngel, me proporcion¨® una herramienta para poder volver a salir a la calle, para estar preparada cuando ¨¦l salga de c¨¢rcel, que va a salir embalado". Suena duro, pero prefiere que lo haga. "Si no lo hace hoy, vendr¨¢ a por m¨ª ma?ana. As¨ª que prefiero que sea hoy. Tengo una absoluta fe en Kala, as¨ª que: que venga. Ya no me va a encontrar como una mujer que no sab¨ªa defenderse". Dice que ha aprendido a vivir con el miedo, aferr¨¢ndose a la correa de Kala.
La voz de Am¨¦rica se rompe cu¨¢ndo trata de condensar todo lo que simboliza Vero. Son perros de protecci¨®n pero no solo protegen: cuidan, curan, ense?an y sobre todo, liberan. Se?ala su brazo, donde una huella del perro decora su piel: "Entraste en mi vida para que volviera a ser libre", reza el tatuaje.
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