Cuando llevar el velo isl¨¢mico te deja sin trabajo
Mujeres musulmanas residentes en Espa?a reivindican que la decisi¨®n de usar hiyab no condicione su vida laboral
Yasmina Baach recibi¨® un comentario discriminatorio por primera vez cuando ten¨ªa nueve a?os. Un profesor le dijo frente a toda la clase: ¡°Como musulmana, podr¨ªas ser perfectamente una chica bomba¡±. Sus compa?eros la miraron, pero ella fij¨® la vista en el pupitre y se qued¨® callada. Era un d¨ªa de marzo de 2004, justo tras el atentado yihadista en Atocha, en el que murieron 192 personas. Yasmina no entendi¨® muy bien aquello, pero su familia le explic¨® que no ten¨ªa nada que ver con su religi¨®n. Al poco tiempo dej¨® atr¨¢s la primaria, entr¨® en un instituto p¨²blico de Madrid y en tercero de la ESO decidi¨® empezar a usar el velo isl¨¢mico. ¡°Quer¨ªa sentirme mayor. En vez de ponerme los tacones de mi madre, me puse el hiyab¡±, cuenta.
El hiyab formar¨ªa parte de la indumentaria de esta espa?ola de 22 a?os durante siete a?os m¨¢s. La madre de Yasmina, marroqu¨ª, usaba velo pero nunca le insisti¨® en que ella lo llevara tambi¨¦n. Un d¨ªa de colegio Yasmina se prob¨® un pa?uelo negro y lo llev¨® todo el d¨ªa. ¡°Eres un fantasma¡±, le espet¨® un profesor de pl¨¢stica. Se lo quit¨® y no volvi¨® a pon¨¦rselo hasta llegar al instituto. El 9 de enero de 2015, dos d¨ªas despu¨¦s del atentado contra el semanario sat¨ªrico franc¨¦s Charlie Hebdo, un hombre increp¨® a Yasmina por la calle. ¡°Eres una esclava sexual del ISIS¡±, le grit¨®. Ella sali¨® corriendo.
Como muchas otras mujeres, Yasmina no denunci¨®. Pero en 2015, tras el atentado contra la revista francesa, comenzaron a sucederse los delitos islam¨®fobos. Este tipo de cr¨ªmenes aumentaron en un 40% ese a?o en Espa?a, seg¨²n los datos del Ministerio del Interior, que recoge los casos en los que existe denuncia. La discriminaci¨®n por creencias religiosas representa adem¨¢s el 5,3% de los delitos de odio.
La Plataforma Ciudadana contra la Islamofobia recoge tambi¨¦n casos ¡ªabarca desde insultos y vejaciones a agresiones f¨ªsicas¡ª que no han sido denunciados. Seg¨²n esta organizaci¨®n, en Espa?a se han duplicado los incidentes durante el pasado a?o. De los 573 actos registrados, 80 han sido contra mujeres que, tal y como se?ala esta plataforma, reciben una doble discriminaci¨®n, de g¨¦nero y de religi¨®n.
Como cualquier adolescente, Yasmina pas¨® por una etapa en la que buscaba su lugar en el mundo. ¡°El pa?uelo era parte de mi identidad¡±, explica sentada en una c¨¦ntrica plaza de la capital. En esa ¨¦poca, aunque iba solo una vez al a?o a Marruecos, se pintaba las manos con henna y se sent¨ªa un poco m¨¢s cerca de la cultura ¨¢rabe. Pero un d¨ªa de septiembre del a?o pasado Yasmina comprendi¨® que la religi¨®n no era la ¨²nica v¨ªa de conformar su identidad y se quit¨® el velo. ¡°Hace siete a?os el hiyab me representaba y me sent¨ªa c¨®moda llev¨¢ndolo. Hoy siento que ya no forma parte de m¨ª¡±, dice con seguridad.
El debate sobre usar o no el velo sigue estando sobre la mesa. En marzo de este a?o el Tribunal Europeo hizo p¨²blica una sentencia que avala que las empresas proh¨ªban el velo en el trabajo. La decisi¨®n cay¨® como un jarro de agua fr¨ªa a Sokaina Alouat, una estudiante de derecho que espera ejercer la abogac¨ªa usando el velo. ¡°Con esta sentencia una empresa me puede rechazar solo por llevar hiyab¡±, dice con cierto tono de resignaci¨®n. Para las mujeres musulmanas y ¨¢rabes que viven en la Uni¨®n Europea no es f¨¢cil conseguir trabajo. Muchas sufren discriminaci¨®n por g¨¦nero, etnia, religi¨®n o una combinaci¨®n de las tres, seg¨²n el ¨²ltimo estudio sobre islamofobia de la Red Europea contra el Racismo (ENAR). ¡°Quiero que me valoren por mi formaci¨®n y no por lo que lleve puesto¡±, dice Alouat en la puerta de la Facultad de Derecho de la Universidad Aut¨®noma de Madrid.
El sentimiento de pertenencia a la ummah, la comunidad musulmana, fue el que llev¨® a esta madrile?a de 21 a?os a ponerse el velo el d¨ªa en el que se inscribi¨® a cuarto de la ESO. ¡°Para m¨ª el hiyab representa libertad¡±, dice Sokaina. Al tomar la decisi¨®n de ponerse el velo sinti¨® algo de miedo. Tem¨ªa que sus compa?eros se alejaran de ella pero nada cambi¨®. Le hicieron unas cuantas preguntas curiosas que ella contest¨® con esmero. Y sigui¨® con su vida. Ella dice no haber pasado m¨¢s dificultades que el resto de sus amigas, pero ve que su madre, marroqu¨ª que no domina del todo el castellano, lo ha tenido m¨¢s dif¨ªcil. ¡°A veces no la quieren atender en el supermercado o no le dejan devolver una compra con ticket¡±, cuenta.
Discriminaci¨®n laboral
Sokaina, sin embargo, conoce muy bien sus derechos. ¡°La sociedad asocia a la mujer musulmana con la ignorancia y la sumisi¨®n¡±, explica, ¡°pero cuando la gente ve que me expreso bien me tratan como a una m¨¢s¡±. No ocurre lo mismo cuando manda curr¨ªculos a ciertas empresas: ¡°No consigo trabajo ni en el Carrefour ni como ni?era¡±. No quiere pensar que es por su forma de vestir, pero cuando va al supermercado de su barrio no ve cajeras con velo.
En Europa hay estad¨ªsticas m¨¢s elaboradas porque el hiyab est¨¢ m¨¢s arraigado en ciertas comunidades. En Alemania, las posibilidades de que una mujer consiga trabajo se reducen por cuatro si tiene nombre ¨¢rabe y usa velo, seg¨²n un estudio de IZA, un think thank alem¨¢n, publicado a finales de 2016. En Francia, una mujer con nombre ¨¢rabe y con velo tiene un 1% de posibilidades de conseguir una entrevista de trabajo, frente al 72% de una mujer con nombre franc¨¦s y sin velo, seg¨²n informe de la Universidad de Lorena en 2014.
La campeona marroqu¨ª de taekwondo, Fadoua Zarouala de 37 a?os, opt¨® por priorizar su trabajo a su deseo de usar velo. Trabajaba en un hotel de lujo en Barcelona de cara al p¨²blico. ¡°Al llegar a la puerta me quitaba el pa?uelo y al salir a la calle me lo pon¨ªa¡±, cuenta la deportista. Pese a haber emigrado a Espa?a bien pasada la mayor¨ªa de edad, no se hab¨ªa planteado hasta entonces esta dualidad. El hecho de ponerse el velo en el ¨¢mbito privado y quit¨¢rselo en el laboral hizo sentir a Fadoua que no respetaba la prenda as¨ª que dej¨® de usarlo.
La marroqu¨ª se adapt¨® a las circunstancias y no se tom¨® este episodio como una discriminaci¨®n laboral. ¡°En Espa?a trabajar con velo no est¨¢ aceptado todav¨ªa y eso yo lo respeto¡±, explica mientras entrena en su gimnasio habitual, El Club de la Lucha. El nombre parece tener sentido en la vida de Fadoua, que tras competir profesionalmente durante 10 a?os por Catalu?a y m¨¢s tarde por Andorra, adopta una actitud tenaz pero pac¨ªfica ante sus retos vitales. Dice que alg¨²n d¨ªa espera volver a usar el hiyab, pero sobre todo espera ser libre de elegir pon¨¦rselo o quit¨¢rselo.
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