Sin hogar y con 30 grados a medianoche
Las personas que viven en la calle sufren para hidratarse y resguardarse del sol durante la ola de calor
Sentado sobre unos cartones en la Plaza Mayor de Madrid, Jos¨¦ G¨®mez se queja del calor. Apura la cerveza porque se calienta con? los 30 grados que hace a medianoche. G¨®mez, que prefiere no dar su nombre real, vive en la calle. Cerca de ¨¦l, otro hombre sin hogar se seca el sudor y con una camiseta mata las cucarachas que salen de las piedras. A las temperaturas extremas que trae la ola de calor, se les suman la dificultad para conseguir agua y resguardarse del sol, la mayor exposici¨®n a ataques y robos y los inconvenientes de salubridad que traen algunos insectos. Aunque los Ayuntamientos activan operaciones por el calor extremo, las ONG destacan que el sinhogarismo es un problema estructural y que la calle es ¡°dura de por s¨ª en cualquier momento del a?o¡±.
¡°La gente tiene la sensaci¨®n de que el calor no es un problema para las personas que viven en la calle¡±, apunta Ferran Busquets, director de la fundaci¨®n catalana Arrels. Pero asegura que el verano es igual de duro que cualquier ¨¦poca del a?o. Busquets se?ala que la exposici¨®n continua al sol puede causar insolaciones, quemaduras y deshidrataci¨®n a las personas que duermen a la intemperie y que ¡°la situaci¨®n higi¨¦nica es peor¡±. En el caso concreto de Barcelona, la masificaci¨®n de turistas en verano lo hace a¨²n m¨¢s dif¨ªcil, explica.?
¡°El calor es mortal, te asfixia¡±, comenta Olga Mart¨ªn, de 32 a?os, que desde enero vive en la calle sobre la Gran V¨ªa de Madrid. ¡°El fr¨ªo me lo he comido con patatas. Pero si tengo que elegir el fr¨ªo, fr¨ªo, o el verano, verano, elijo el fr¨ªo¡±, afirma. A sus pies tiene dos bidones de agua de cinco litros cada uno y cerca de su cabeza, dos botellas. Los cubre con mantas para que no se calienten demasiado. ¡°Fr¨ªos aguantan poco. Bebibles, un poco m¨¢s. Pero a veces los tiramos porque son fuego¡±, cuenta. Para conseguir agua camina unos diez minutos hasta la fuente m¨¢s cercana.
Abdelhadi Adaoui, un marroqu¨ª de 49 a?os que vive desde el 2000 en la calle, recorre casi media hora andando para ducharse en ba?os p¨²blicos. Prefiere hacerlo por la tarde porque durante el d¨ªa camina con algunas de sus pertenencias a cuestas y suda mucho, asegura. ¡°El verano en la calle se pasa muy mal¡±, opina. El cansancio se hace m¨¢s dif¨ªcil de soportar para una persona que pasa muchas horas caminando por la ciudad como ¨¦l, asegura. Y la falta de un domicilio complica la posibilidad de encontrar sitios donde poder descansar, agrega.
Gema Castillo, portavoz de la Fundaci¨®n RAIS, explica: ¡°El calor afecta a las personas que viven en la calle del mismo modo que a cualquiera y encima tienen el agravante de no tener las soluciones a mano¡±. Castillo rechaza que se trate el sinhogarismo como una emergencia meteorol¨®gica. ¡°Es una vulneraci¨®n de un derecho fundamental. El principal problema es la falta de una vivienda digna, un espacio seguro¡±, sostiene. Para la portavoz de RAIS, el sistema de atenci¨®n intenta solucionar el problema con ¡°parches¡±.
Diferentes Ayuntamientos, como el de Madrid, Barcelona o Murcia, activan en verano protocolos especiales de informaci¨®n y asistencia. ¡°El calor no es un riesgo mayor siempre que la gente se hidrate, coma, se refresque¡±, indica Mar¨ªa del Mar L¨®pez, jefa de secci¨®n del Servicio Social de Atenci¨®n Municipal a las Emergencias Sociales de Madrid. ¡°El problema aparece cuando su estado de salud no es bueno, por ejemplo, o no aceptan salir de la calle¡±, aclara L¨®pez.?La concejala de Derechos Sociales de Murcia, Conchita Ruiz, dice que en verano se intensifican las tareas de atenci¨®n e insiste en que las situaciones m¨¢s graves son las de las personas con problemas de drogadicci¨®n, alcoholismo o de salud mental, porque pueden no ser conscientes de los riesgos.
En verano las personas que viven en la calle se exponen a m¨¢s delitos de odio
No todos los centros de asistencia, sin embargo, se mantienen abiertos durante el verano y las personas que los usan con frecuencia lo notan. El centro Santiago Masarnau, de Madrid, es uno de los que frena su actividad en agosto por las vacaciones del personal voluntario. Puede llegar a atender a unas 200 personas, que durante ese mes son dirigidos a otras instalaciones. Un trabajador del centro se?ala, sin embargo, que en esta temporada algunas personas en situaci¨®n de riesgo se marchan a otras ciudades en busca de trabajo o para visitar a sus familias. Tambi¨¦n las ONG reducen su actividad en agosto, cuando muchos voluntarios se van de vacaciones o vuelven a sus casas por el verano.
En el colch¨®n que comparte con su novio, Olga Mart¨ªn asegura que se ha asentado en una calle c¨¦ntrica porque all¨ª se siente m¨¢s segura. Aunque le han robado y a veces la molestan personas borrachas que pasan por ah¨ª, la presencia de la polic¨ªa le da tranquilidad. ¡°En verano las personas que viven en la calle se exponen a m¨¢s delitos de odio¡±, asegura Carmen Tamayo, responsable en Sevilla de los programas de personas sin hogar de la ONG Solidarios para el desarrollo. ¡°Est¨¢n m¨¢s expuestos porque duermen menos resguardados y adem¨¢s la gente sale m¨¢s de fiesta. A veces intentan robarles, grabarlos con el m¨®vil y les tiran botellas¡±, se?ala.
Seg¨²n los datos del Observatorio Hatento de Delitos de Odio contra las Personas sin Hogar, las agresiones aumentan cuando comienza el buen tiempo: en los meses de primavera y verano de 2016 registr¨® 713, frente a los 559 en oto?o e invierno. Hatento se?ala que casi la mitad de las personas sin hogar manifiesta haber sufrido alg¨²n delito de odio.
Una decena de personas se prepara para dormir a la intemperie en la Plaza Mayor de Madrid. La temperatura alcanza los 30 grados. Cada uno se acomoda como puede. Un hombre estira las mantas que tiene sobre un cart¨®n. Se quita la camiseta y se resigna: ¡°Que c¨®mo pasamos el calor? Igual que como hemos pasado el fr¨ªo. Es lo que toca ahora¡±.
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