Autoestima y masaje constitucional
El espacio de convivencia y el esp¨ªritu de di¨¢logo del discurso del Rey contradicen la perversi¨®n del independentismo
La convulsi¨®n pol¨ªtica de los ¨²ltimos meses ha transformado a Felipe VI de rey joven a figura senatorial. La barba blanca y el aplomo matizaban delante del Bel¨¦n y de las c¨¢maras la distancia generacional que el sucesor de Juan Carlos I, de 50 a?os, ha abierto con los l¨ªderes de la renovaci¨®n pol¨ªtica. El presidente del Gobierno tiene 46 a?os. Y el l¨ªder de la oposici¨®n 37. Requer¨ªa mucha imaginaci¨®n conjeturar el 24 de diciembre de 2017 que Pedro S¨¢nchez estar¨ªa en La Moncloa y que Pablo Casado desempe?ar¨ªa la tutela de G¨¦nova como l¨ªder incontrovertible del PP.
La volatilidad explica el ¨ªmpetu pedag¨®gico con que Felipe VI ha reivindicado la solidez de la Constituci¨®n. Y el mensaje subliminal hacia las personalidades pol¨ªticas que no la respetan o no la consideran porque no asistieron al milagro de la Transici¨®n. O porque no parecen percatarse de una paradoja: la Constituci¨®n se alumbr¨® desde las peores condiciones pol¨ªticas, igual que pretende cuestionarse o degradarse ahora desde las mejores.
Es la raz¨®n por la que Felipe VI persever¨® en una defensa corporativa y conmemorativa. Su discurso era una prolongaci¨®n del oficiado el pasado 6 de diciembre. Una apolog¨ªa constitucional cuya lectura entre l¨ªneas implica un escarmiento a los partidos que pretenden sabotearla. El espacio de convivencia, el esp¨ªritu de di¨¢logo contradicen la perversi¨®n soberanista, pero Felipe VI no mencion¨® de manera expl¨ªcita el proc¨¦s, el chantaje esloveno ni la contorsi¨®n independentista. Las ¨²nicas palabras espec¨ªficas a Catalu?a se resumieron en la felicitaci¨®n del 24-D -bon nadal-, m¨¢s o menos como si el esp¨ªritu navide?o y hasta pontificio del discurso renunciara a cualquiera irritaci¨®n o pol¨¦mica. Fue un mensaje gen¨¦rico que custodiaba el "respeto a la Constituci¨®n" en la sensibilidad de los derechos y libertades.
La previsibilidad del discurso estimula las objeciones no menos previsibles que van a amontonarse. Y no por la puesta en escena o por el exorcismo de la Princesa Leonor leyendo la Constituci¨®n en una de las im¨¢genes de la alacena, sino porque los adversarios de la monarqu¨ªa y de la Constituci¨®n -de Iglesias a Torra, de Rufi¨¢n a Garz¨®n- van a coincidir en el reproche al escapismo de Felipe VI. Ha sido un mensaje navide?o sensible con la violencia de g¨¦nero y responsable, paternalista, con la precariedad laboral de los j¨®venes, pero tambi¨¦n evasivo en la sustancia coyuntural.
La prudencia, en realidad, forma parte de la contenci¨®n y neutralidad del jefe del Estado. Menos razones hay para intervenir, m¨¢s sosegado se desenvuelve el monarca, de forma que en el umbral del 24-D prevalece la redacci¨®n de un manual de autoayuda y de autoestima, quiz¨¢ demasiado ingenuo y voluntarista, pero descriptivo de un rey maduro, digno del relieve con que se acu?an las monedas.
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