El Gobierno activa una unidad contra la desinformaci¨®n ante las elecciones
La participaci¨®n de ese ¨®rgano evidencia que la manipulaci¨®n es percibida como amenaza a la seguridad nacional
Las citas electorales de abril y mayo multiplican el riesgo de injerencias para incidir en el resultado. Ante ese escenario, el Gobierno ha puesto en marcha una unidad contra las llamadas ¡°amenazas h¨ªbridas¡±, con procedimientos de respuesta temprana que mitiguen tanto los ciberataques como la desinformaci¨®n. Expertos del Departamento de Seguridad Nacional, de la Secretar¨ªa de Estado de Comunicaci¨®n (ambos en La Moncloa) y de los ministerios m¨¢s concernidos lideran esos esfuerzos. Aunque el impulso inicial provino de la UE para preservar los comicios europeos de mayo, Espa?a adelanta la estrategia ante las generales.
Espa?a nunca fue el pa¨ªs m¨¢s receptivo a las alertas europeas sobre la manipulaci¨®n informativa. Los avisos que llegaban del Este, muy centrados en los intentos de intoxicaci¨®n informativa por parte de Rusia a partir de 2014, sonaban lejanos en Madrid. Pero los indicios de que este tipo de mensajes distorsionados prendieron en la crisis de Catalu?a y la certeza de que las pr¨®ximas elecciones constituyen una coyuntura f¨¦rtil para la tergiversaci¨®n han elevado el nivel de alerta.
Conscientes de que el reto es casi inabarcable, miembros de la Administraci¨®n afectados por el fen¨®meno han celebrado reuniones interministeriales para tratar, al menos, de detectar las amenazas. En las ¨²ltimas semanas, han intercambiado impresiones responsables de Interior, como garante de la limpieza de las elecciones; de Defensa, donde se encuadra el Centro Nacional de Inteligencia (CNI); de Exteriores, que analiza el problema con los socios europeos; y de Presidencia del Gobierno. Los esfuerzos han cristalizado en una especie de unidad, integrada en La Moncloa y conformada, entre otros, por responsables del Departamento de Seguridad Nacional (asesora al presidente en esta materia) y de la Secretar¨ªa de Estado de Comunicaci¨®n, seg¨²n explican a EL PA?S fuentes de La Moncloa.
La participaci¨®n de ese ¨®rgano evidencia que la manipulaci¨®n es percibida como amenaza a la seguridad nacional. Aun as¨ª, se trata de esfuerzos limitados ante la magnitud de un problema que atenaza a las sociedades democr¨¢ticas de todo el mundo.
La primera petici¨®n que recibi¨® el Gobierno de las autoridades comunitarias fue que acreditase el blindaje inform¨¢tico de los procesos electorales venideros. La responsabilidad recae en Interior. Se explic¨® a Bruselas que el recuento de votos es manual (aunque los datos se incorporen a un sistema inform¨¢tico) y que las empresas que concursan para participar en estos procesos tienen que estar certificadas por el Centro Criptol¨®gico Nacional, un organismo del CNI especializado en seguridad inform¨¢tica.
Pese a todas las cautelas, el riesgo dista de estar neutralizado. Los ciberataques constituyen uno de los principales riesgos a los que se enfrenta Espa?a, seg¨²n recoge la reciente estrategia nacional contra el crimen organizado, elaborada por Interior.
M¨¢s complejo si cabe resulta atajar el otro gran foco de amenazas no convencionales: la manipulaci¨®n informativa. ¡°Estamos empezando. Por el momento no hay herramientas inform¨¢ticas que garanticen la detecci¨®n de las llamadas fake news. Estamos pidiendo a empresas de alto nivel que trabajen en programas que las detecten, pero no es sencillo¡±, explica una fuente de La Moncloa implicada en estos trabajos.
La batalla es desigual. Mientras existen ya m¨¢quinas que diseminan y multiplican los bulos a un ritmo muy superior al que podr¨ªan hacerlo usuarios reales en redes sociales, las posibilidades de detectar autom¨¢ticamente un mensaje enga?oso son nulas.
Protocolo variable
Como alternativa, un grupo de personas coordinadas por La Moncloa ha empezado a rastrear las redes para identificar falsedades o distorsiones de los hechos. M¨¢s all¨¢ de este peque?o c¨ªrculo, cada ministerio tiene el encargo de hacer lo mismo y de comunicar sus hallazgos para analizarlos de manera urgente. Aunque se han esbozado algunos procedimientos, no existe un protocolo fijo de actuaci¨®n. ¡°Se analiza caso por caso. En ocasiones puede ser mejor no decir nada para no hinchar la bola de nieve. En otros se puede optar por emitir un comunicado o por contactar con la prensa tradicional, que tiene un papel muy importante en esto¡±, explican las fuentes consultadas.
La preocupaci¨®n por este fen¨®meno no deja de crecer. Ocho de cada 10 espa?oles perciben la desinformaci¨®n como un problema para la democracia, y para Espa?a en particular, seg¨²n el ¨²ltimo Eurobar¨®metro elaborado por el Parlamento Europeo y divulgado la semana pasada. La unidad contra la desinformaci¨®n creada por la Uni¨®n Europea en 2015, muy centrada en los bulos fabricados desde Rusia, ha desmontado 5.014 falsedades (1.166 de ellas en el ¨²ltimo a?o), seg¨²n la base de datos de la web Euvsdisinfo.eu, elaborada por esa divisi¨®n del servicio diplom¨¢tico europeo.
Una peque?a parte de los casos (alrededor de una decena en el ¨²ltimo a?o y medio) alude al conflicto en Catalu?a. Como ejemplo de bulo, la base de datos recoge la supuesta noticia de que Baleares pide independizarse de Espa?a. La unidad desmonta esa tergiversaci¨®n, divulgada en 2017 por Sputnik (medio ruso sostenido con fondos p¨²blicos). Pero la incidencia de estos mensajes, distribuidos con apariencia informativa, es dif¨ªcil de evaluar.
La sutil amenaza de la mensajer¨ªa instant¨¢nea
Las redes sociales de car¨¢cter m¨¢s o menos abierto inquietan a las autoridades por ser correa de transmisi¨®n de muchas falsedades. Pero m¨¢s todav¨ªa preocupan redes de mensajer¨ªa instant¨¢nea como WhatsApp. ¡°Espa?a es uno de los pa¨ªses donde m¨¢s se utiliza esta aplicaci¨®n. Adem¨¢s de que los mensajes van cifrados, el problema es que lo que se recibe por esa v¨ªa, al ser un mensaje de un contacto personal o de un grupo del que formas parte, tiene m¨¢s credibilidad que informaciones distribuidas por otros canales¡±, explican las fuentes consultadas de La Moncloa. El resultado es que el usuario dudar¨¢ menos de esos mensajes, que sin embargo pueden tener efectos muy perniciosos, como se observ¨® en la campa?a electoral que aup¨® como presidente de Brasil al radical Jair Bolsonaro el pasado mes de octubre.
Antes que en el gigante latinoamericano, la evidencia de mensajes manipuladores ¡ªsin certezas sobre sus efectos¡ª se produjo en la batalla electoral estadounidense que dio la victoria a Donald Trump y en el refer¨¦ndum del Brexit. Desde entonces, los Gobiernos han tratado de implicar a las grandes plataformas de Internet en la compleja labor de poner freno a los bulos. ¡°Es dif¨ªcil. Si les pedimos ayuda contra un pederasta, act¨²an enseguida; contra la manipulaci¨®n tienden a no hacerlo¡±, a?aden esas fuentes, que piden anonimato.
Una de las claves del ¨¦xito de estas estrategias de intoxicaci¨®n es que resultan baratas (frente al coste, por ejemplo, de una actuaci¨®n militar) y pueden conseguir objetivos de desestabilizaci¨®n que antes requer¨ªan muchos m¨¢s medios. Adem¨¢s, la desinformaci¨®n no est¨¢ penada, la atribuci¨®n del origen resulta compleja y, en ¨²ltima instancia, las sociedades abiertas son m¨¢s propicias para diseminar cualquier tipo de mensajes.
M¨¢s all¨¢ del Gobierno, tambi¨¦n el Parlamento muestra inquietud ante algunas de estas amenazas. La comisi¨®n mixta sobre seguridad nacional que ha funcionado durante esta legislatura concluy¨® hace unos d¨ªas sus trabajos y emiti¨® un informe de conclusiones en el que pide al Ejecutivo que aborde ¡°desde el punto de vista legislativo¡± cuestiones como ¡°la criminalidad en la red, el ciberterrorismo y las amenazas a la estabilidad econ¨®mica o a los sistemas pol¨ªticos¡±. En ¨²ltima instancia, el documento del Congreso cita ¡°el sentido cr¨ªtico¡± de los ciudadanos como la herramienta m¨¢s eficaz para acercarse al mundo digital.
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