El independentismo protesta en Madrid contra el juicio del ¡®proc¨¦s¡¯

Decenas de miles de personas se han manifestado este s¨¢bado en el centro de Madrid para exigir la libertad de los presos del proc¨¦s y por el derecho a decidir. Convocados bajo el lema ¡°La autodeterminaci¨®n no es delito. Democracia es decidir¡±, la marcha independentista, entre la estaci¨®n de Atocha y la plaza de Cibeles, ha sido un negativo de la organizada hace cinco semanas por PP, Ciudadanos y Vox apenas a 850 metros, en la plaza de Col¨®n. Aquella vez, las calles se llenaron de banderas de Espa?a. Este s¨¢bado, entre esteladas, Madrid habl¨® catal¨¢n y los catalanes hablaron espa?ol.

¡±Hemos venido a despedirnos¡±, coreaban cientos de personas al paso de una cabecera nutrida de pol¨ªticos, entre ellos el presidente de la Generalitat, Quim Torra, y gran parte del Govern. Cerca de 500 autobuses y 15 trenes AVE llegaron desde Catalu?a para la marcha, convocada por unas 60 asociaciones civiles de toda Espa?a, entre ellas la Asamblea Nacional Catalana (ANC) y ?mnium Cultural, las dos grandes aglutinadoras del movimiento independentista.

No hab¨ªa sido una buena semana para el independentismo, que perdi¨® en el Tribunal Supremo a uno de sus h¨¦roes recientes. El major de los Mossos durante el proc¨¦s, Josep Llu¨ªs Trapero, neg¨® hasta dos veces a sus jefes, hoy sentados en el banquillo o huidos en pa¨ªses europeos. Primero al asegurar que hab¨ªa advertido a Puigdemont de la ilegalidad y del riesgo de violencia si se celebraba el refer¨¦ndum del 1 de octubre. Segundo porque explic¨® que ten¨ªa un dispositivo preparado para detener al expresident y sus consejeros tras la declaraci¨®n unilateral de independencia. Dos dardos directos al coraz¨®n del soberanismo, que este s¨¢bado busc¨® durante unas horas en las calles sacudirse el inmovilismo en el que se encuentran desde hace a?o y medio.

C?LCULO DE ASISTENTES A LA MANIFESTACI?N

"Estamos en stand by, pero en cuanto se nos dice, nosotros a la calle¡±, asegura Roser Borrell, de 65 a?os, una carnicera de Miravet de Ebro (Tarragona). Ha llegado en AVE a Madrid con unos amigos, entre ellos su vecina de calle, Pilar Ripoll, de 70 a?os, que dice orgullosa que tiene una pensi¨®n de 600 euros y que este fin de semana se va a gastar ¡°300 euros viniendo a Espa?a. Y no me lo paga nadie, eh¡±. ¡°Fuimos a Bruselas y tornarem. No hacemos vacaciones, lo guardamos para las manifestaciones¡±, dice.

Como en Bruselas en diciembre en 2017, donde se estim¨® la participaci¨®n en 45.000 personas, y en Barcelona hace justo un mes, con unas 200.000 seg¨²n la Guardia Urbana, las cifras de participaci¨®n muestran el baile de siempre. Seg¨²n la ANC hubo 120.000 personas, rebajadas a 18.000 seg¨²n la Polic¨ªa Nacional. Las estimaciones de este diario son de 55.000 personas.

Los m¨¢s presentes, una vez m¨¢s, fueron los l¨ªderes del proc¨¦s presos. ¡°Puigdemont, president!¡±, ¡°libertad¡± y ¡°este juicio es una farsa¡± fueron algunos de los lemas m¨¢s repetidos. Las caras de Oriol Junqueras, l¨ªder de ERC, de Jordi S¨¢nchez, Josep Rull o Jordi Turull volaron en pancartas sobre el paseo del Prado como previsiblemente lo har¨¢n en los pr¨®ximos d¨ªas en las listas electorales de los independentistas para las generales del 28 de abril.

Con la candidatura de Junqueras decidida entre los republicanos, la mirada se vuelve ahora contra el PDeCAT, que tras un enfrentamiento entre dos frentes parece haberse resuelto como viene siendo habitual. El sector m¨¢s pragm¨¢tico y favorable a hacer pol¨ªtica en Madrid del PDeCAT ha vuelto a perder el pulso ante al frente liderado por Carles Puigdemont, decidido a bloquear las instituciones para trabajar por la independencia como ¨²nico objetivo.

¡°La gente buena est¨¢ en la c¨¢rcel, son los ¨²nicos pol¨ªticos decentes¡±, asegura Borrell, que aplaude emocionada desde la primera fila del vallado de Cibeles cuando desde el escenario se escuchan las palabras que ha mandado Jordi Cuixart desde la c¨¢rcel de Soto Real: ¡°?Aqu¨ª estamos unidos frente al fascismo!¡±. Y Cibeles grita enardecida.

La manifestaci¨®n se celebr¨® sin incidentes. No los hubo salvo un momento en que un hombre se col¨® entre la gente con una bandera de Espa?a que pon¨ªa: ¡°Viva Espa?a, viva el Rey¡±. Los primeros intentos de sacarlo por la fuerza fueron afeados por los manifestantes, que lo dejaron continuar con su reivindicaci¨®n y su bandera custodiado por dos polic¨ªas.

¡°Ahora unas ca?as por Madrid, os lo recomiendo¡±, pidieron desde el escenario. La fiesta en Cibeles pasar¨¢ a formar parte de los recuerdos del independentismo a medida que los autobuses en los que viajaron a Madrid vayan avanzando por la A-2 de vuelta a casa. El ¨¦xito de este s¨¢bado quedar¨¢ atr¨¢s para enfrentarse ma?ana, otra vez, a una realidad suspendida que vive con un ojo en Waterloo y el otro en la c¨¢rcel.