Costumbrismo feminista

Si la gentrificaci¨®n de un barrio de Par¨ªs era la excusa para Bienvenidos al barrio, la anterior comedia del director francoargelino Mohamed Hamidi, en ?Va por nosotras! la excusa para desplegar su bienintencionado costumbrismo es el f¨²tbol femenino. Nada muy nuevo: pocos deportes ha dado tantos frutos cinematogr¨¢ficos como el balompi¨¦. Ya sea por su cualidad ¨¦pica, por sus contrates sociales, por la locura alrededor de sus ¨ªdolos y tambi¨¦n por estar considerado el m¨¢s machista de todos los deportes. El f¨²tbo...

Si la gentrificaci¨®n de un barrio de Par¨ªs era la excusa para Bienvenidos al barrio, la anterior comedia del director francoargelino Mohamed Hamidi, en ?Va por nosotras! la excusa para desplegar su bienintencionado costumbrismo es el f¨²tbol femenino. Nada muy nuevo: pocos deportes ha dado tantos frutos cinematogr¨¢ficos como el balompi¨¦. Ya sea por su cualidad ¨¦pica, por sus contrates sociales, por la locura alrededor de sus ¨ªdolos y tambi¨¦n por estar considerado el m¨¢s machista de todos los deportes. El f¨²tbol como met¨¢fora del poder y orden masculino est¨¢ en Fuera de juego, donde el iran¨ª Jafar Panahi reivindicaba con humor los derechos de las mujeres de su pa¨ªs, o en la famosa Quiero ser como Beckham, de la directora Gurinder Chadha, todo un fen¨®meno en el pa¨ªs que pari¨® este juego hegem¨®nico, el Reino Unido. Sin la ambici¨®n pol¨ªtica de Panahi o Chadha, ?Va por nosotras! se arrima al calor del presente con un argumento que sobre todo entronca con Ellas dan el golpe, la pel¨ªcula de los noventa de Penny Marshall sobre la primera liga de beisbol femenino en Estados Unidos, y con la cita comercial ineludible de este subg¨¦nero: Evasi¨®n o victoria.

El filme cumple casi al dedillo, aunque con irregular fortuna, con todos los t¨®picos y arquetipos

Como lo de humillar a los nazis ya no esta de moda, Mohamed Hamidi traslada la rivalidad a la guerra de sexos y al cambio de roles dentro de una liguilla regional del norte de Francia, donde un equipo local acaba con todos sus jugadores sancionados en el banquillo por una tangana en el c¨¦sped. Para no tirar por la borda el esfuerzo de toda la temporada, la hija del entrenador y el resto de mujeres que animan cada fin de semana a sus maridos y parientes deciden dar un paso al frente para intentar salvar al equipo del descenso y jugar ellas.

A partir de ah¨ª, ?Va por nosotras! cumple casi al dedillo, aunque con irregular fortuna, con todos los t¨®picos y arquetipos: el entrenador sobre el que recae el peso de la historia, un buenazo que pudo haber sido algo en el juego interpretado por Kad Merad; el disparatado reclutamiento y entrenamiento de las jugadoras; el equipo desastroso que nunca pierde la esperanza; el discurso ¨¦pico de turno; el enredo por el cambio de roles y, c¨®mo no, la puta, la rica, el borracho y el abuelo.