¡°Volv¨ª a saber lo que era la alegr¨ªa¡±: electrodos en el cerebro contra la grave anorexia de Bel¨¦n
El Hospital del Mar practica una t¨¦cnica experimental de neuromodulaci¨®n para reducir s¨ªntomas de ansiedad y obsesi¨®n en los casos m¨¢s resistentes de este trastorno alimentario
Cuatro yogures y dos manzanas al d¨ªa. Nada m¨¢s. Eso era todo lo que comi¨®, durante 15 a?os, Ana Bel¨¦n G¨®mez Conde. La anorexia entr¨® en su casa poco tiempo despu¨¦s de casarse, cuando contaba 27 a?os (ahora tiene 42) y ya nunca m¨¢s se fue. Dej¨® de comer, de salir y de relacionarse con el mundo: encerrada en su casa de Monterroso, un peque?o municipio lucense, Bel¨¦n lidiaba a la vez contra esta devastadora enfermedad y la incomprensi¨®n de casi todo su entorno: ¡°Nadie me entend¨ªa. Solo mi madre, solo ella, supo entender que si yo no com¨ªa no es porque no quisiese, sino porque ten¨ªa una enfermedad...
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Cuatro yogures y dos manzanas al d¨ªa. Nada m¨¢s. Eso era todo lo que comi¨®, durante 15 a?os, Ana Bel¨¦n G¨®mez Conde. La anorexia entr¨® en su casa poco tiempo despu¨¦s de casarse, cuando contaba 27 a?os (ahora tiene 42) y ya nunca m¨¢s se fue. Dej¨® de comer, de salir y de relacionarse con el mundo: encerrada en su casa de Monterroso, un peque?o municipio lucense, Bel¨¦n lidiaba a la vez contra esta devastadora enfermedad y la incomprensi¨®n de casi todo su entorno: ¡°Nadie me entend¨ªa. Solo mi madre, solo ella, supo entender que si yo no com¨ªa no es porque no quisiese, sino porque ten¨ªa una enfermedad¡±, rememora. La anorexia la devoraba en silencio hasta no tenerse en pie. Ped¨ªa morir para dejar de sufrir, pero quer¨ªa vivir. Tanto, que se agarr¨® al ¨²ltimo clavo ardiendo que encontr¨® en la otra punta del pa¨ªs: un tratamiento experimental con estimulaci¨®n cerebral profunda, que probaban en el Hospital del Mar de Barcelona para tratar la anorexia nerviosa m¨¢s grave.
La doctora Gloria Villalba, neurocirujana de ese centro, tiene grabada en la retina la primera vez que vio a Bel¨¦n. ¡°La trajo su madre por la mano porque ella no pod¨ªa caminar. Y me dijo: ¡®Esta es mi hija, se me muere¡±, recuerda la m¨¦dica, emocionada, en una peque?a salita del hospital. Enfrente, Bel¨¦n y su madre, Mari Carmen Conde, de 66 a?os, asienten en silencio. Las palabras se quedan cortas para explicar aquellos d¨ªas en los que la enfermedad se lo llevaba todo por delante. ¡°Fue muy duro. Yo la ve¨ªa que se estaba marchando de este mundo¡±, acierta a decir la madre. Villalba detalla el calvario: ¡°Cuando su hija se iba a dormir, Mari Carmen vigilaba a ver si respiraba para que no muriese de una parada card¨ªaca. Esta madre estuvo a?os sin dormir para vigilar su respiraci¨®n como si fuese un beb¨¦¡±.
Bel¨¦n estaba al borde de la muerte y el procedimiento experimental del Hospital del Mar era su ¨²ltima baza. La terapia no iba a obrar milagros ni curar la anorexia, le advirti¨® Villalba desde el primer momento. Pero si funcionaba, pod¨ªa ayudar a aliviar algunos s¨ªntomas, como la ansiedad y la depresi¨®n, que acostumbran a acompa?ar a la anorexia. Un estudio anterior del mismo hospital, con ocho pacientes, demostr¨® que en la mitad esos s¨ªntomas mejoraron tras someterlos a estimulaci¨®n cerebral profunda.
Esta t¨¦cnica, que ya se emplea para tratar el p¨¢rkinson o el trastorno obsesivo-compulsivo y que se ensaya en otras dolencias psiqui¨¢tricas, consiste en implantar unos electrodos en una parte del cerebro asociada a la enfermedad (en este caso, el c¨ªngulo subgeniculado), y enviar impulsos el¨¦ctricos continuos para modular la actividad de los circuitos cerebrales que no funcionan bien. La estimulaci¨®n es ajustable y reversible porque los electrodos van unidos, a trav¨¦s de un cable, a una pila bajo la piel que puede apagar, encender o modular la intensidad del impulso el¨¦ctrico.
¡°No se conoce qu¨¦ parte del cerebro es la que ocasiona la anorexia. Se piensa que es un circuito m¨¢s que una zona. En nuestro ensayo cl¨ªnico probamos dos zonas del cerebro [el n¨²cleo accumbens y el c¨ªngulo subgeniculado] y el c¨ªngulo subgeniculado nos funcion¨® mejor¡±, expone Villalba. En la pr¨¢ctica, dice, se trata de una neuromodulaci¨®n, ¡°porque en un circuito, hay varias partes y algunas las activa y otras las inhibe¡±.
En el caso de Bel¨¦n, el c¨ªngulo subgeniculado era hipofuncionante y hab¨ªa que estimularlo, pero, a la vez, tambi¨¦n inhibir otras ¨¢reas que est¨¢n asumiendo su funci¨®n. Villalba explica que ¡°en las enfermedades neurol¨®gicas, en vez de que todas las partes del circuito sean proporcionales, hay una parte que deja de funcionar y otra que se lleva todo el protagonismo. Y eso lleva a cosas malas¡±.
La intervenci¨®n es ¡°una cirug¨ªa elegante¡±, dice Villalba: no hay que abrir todo el cr¨¢neo, sino que se accede al cerebro a trav¨¦s de dos peque?os orificios y se colocan los electrodos con un brazo robotizado. La operaci¨®n, con todo, no est¨¢ exenta de peligros; por eso hay que seleccionar tan bien a los pacientes y medir riesgos y beneficios. ¡°Tiene un 1% de riesgo de hemorragia, un 5% de infecci¨®n y un 3% de dec¨²bito [erosi¨®n del tejido donde est¨¢ el implante]. Pero la probabilidad de que un paciente con anorexia nerviosa muera es del 30%. Aunque la operaci¨®n tiene riesgos, la propia enfermedad los supera¡±, contextualiza la neurocirujana.
No cura, pero mejora s¨ªntomas
La neurocirujana reitera, eso s¨ª, que este procedimiento ¡°no mejora la enfermedad, sino alg¨²n s¨ªntoma de la enfermedad¡±. Minimizan cuadros como la obsesi¨®n, la depresi¨®n o la ansiedad, insiste. ¡°Despu¨¦s de colocar los electrodos, el paciente sigue pensando igual que antes: Bel¨¦n sigue pensando en las calor¨ªas. Lo que cambia es que est¨¢s menos ansiosos, menos deprimido y esto hace que permitas cosas que antes eran impensables por la depresi¨®n y la ansiedad. Eres m¨¢s tolerante y eso genera m¨¢s tranquilidad, comes un poquito m¨¢s, est¨¢s m¨¢s animado¡¡±, matiza la m¨¦dica, que ha escrito su tesis doctoral sobre esta t¨¦cnica en anorexia. No es, en cualquier caso, un procedimiento a disposici¨®n de cualquier persona con anorexia. La t¨¦cnica, todav¨ªa en fase experimental, se reserva a personas que est¨¢n en una situaci¨®n muy grave, con una enfermedad de muchos a?os de evoluci¨®n, resistentes a todos los tratamientos y sin alternativas terap¨¦uticas.
Para Bel¨¦n no fue f¨¢cil llegar al Hospital del Mar. Al tratarse de otra comunidad aut¨®noma, con un tratamiento experimental y la paciente en un estado tan deteriorado, Galicia rechaz¨® su derivaci¨®n para operarse. As¨ª que, ella y su madre se plantaron en Barcelona pagando el viaje de su propio bolsillo. Se empadron¨® en la ciudad, alquil¨® un peque?o piso cerca del hospital, y ah¨ª llevan m¨¢s de un a?o.
Se oper¨® en enero de 2023 y el procedimiento funcion¨®. ¡°Volv¨ª a saber lo que era la alegr¨ªa. En unas semanas, ya no ten¨ªa depresi¨®n, ni migra?a, ni ansiedad. Volv¨ª a re¨ªr, disfrutaba de momentos, quer¨ªa pasear, pas¨¢rmelo bien, salir de tiendas, comprarme cosas. Fue un cambio radical¡±, cuenta Bel¨¦n. Est¨¢ mejor, pero no se ha curado. Como le advirti¨® Villalba desde el primer momento, la anorexia sigue ah¨ª, pero ya ha dado pasos de gigante hacia adelante. ¡°Consigo probar todo, pero comerme cosas que tengan az¨²car o aceite, pues no¡±, ejemplifica, y afirma que est¨¢ menos cansada: ¡°Antes no me ten¨ªa en pie y ahora soy capaz de andar kil¨®metros¡±. Seg¨²n los nutricionistas que controlan su evoluci¨®n, ha pasado de ingerir 250 kilocalor¨ªas diarias a tomar 1.800.
La paciente ha mejorado, incluso, pese al traspi¨¦ que sufri¨® en junio, cuando la pila se infect¨® y tuvieron que sac¨¢rsela unas semanas: en ese tiempo, not¨® el apag¨®n de la neuromodulaci¨®n, pero cuando el pasado septiembre volvieron a colocarle el dispositivo, remont¨®. ¡°Bel¨¦n es una muestra del ¨¦xito que puede tener este procedimiento en algunos pacientes. Pero insisto: esto no es para todo el mundo¡±, reitera una y otra vez Villalba. Por ahora, se reserva a casos cr¨®nicos y muy graves. ¡°Nuestra ayuda es para quien se va a morir. Quiz¨¢s, el d¨ªa que sepamos m¨¢s, lo aconsejamos a m¨¢s gente. Pero este procedimiento, en concreto, hay que hacerlo con quien su vida corra peligro realmente¡±, expone la m¨¦dica.
El conocimiento todav¨ªa es limitado. Apenas hay 78 personas con anorexia intervenidas en todo el mundo, apunta Villalba, y los resultados son variables. ¡°A d¨ªa de hoy, no se sabe ni cu¨¢l es la mejor diana (se han probado tres), ni cu¨¢l es el perfil de paciente ideal. Estamos en pa?os menores todav¨ªa¡±, admite. Donde m¨¢s enfermos se han tratado es en China y han obtenido resultados positivos, pero suelen ser m¨¢s laxos en la selecci¨®n de pacientes, explica la m¨¦dica: ¡°Vas directamente a la cirug¨ªa, sin que seas cr¨®nico. Con 17 a?os ya te operan. Pero siempre nos quedar¨¢ la duda de si hubieran mejorado igual por la propia evoluci¨®n natural de la enfermedad¡±. Un grupo en Oxford ha reportado siete casos, pero con resultados m¨¢s desfavorables. En su investigaci¨®n, optaron por incidir en el n¨²cleo accubens, un ¨¢rea del cerebro que tampoco dio buenos resultados al equipo de Villalba. ¡°A quien le ha ido muy bien es al grupo de Canad¨¢, que han publicado 18 pacientes. Como cr¨ªtica, ellos han aceptado pacientes graves, pero que aceptaban ingresar y engordar como 12 kilos antes de la cirug¨ªa y ese ya es un perfil maravilloso¡±, apunta la neurocirujana.
Un camino poco explorado
Al tratarse de una t¨¦cnica experimental, los cient¨ªficos tampoco saben mucho sobre el largo plazo. ¡°No hay suficiente experiencia en el mundo para saber qu¨¦ va a pasar. No sabemos si van a continuar bien o si habr¨¢ que subirles la intensidad. Bel¨¦n tendr¨¢ que tener controles para chequear el sistema¡±, se?ala Villalba.
En trastornos del movimiento, como el p¨¢rkinson, es donde hay m¨¢s experiencia con esta t¨¦cnica: ¡°La empleamos desde hace 30 a?os y ahora se usa de rutina en un perfil de pacientes que no responden a otros f¨¢rmacos. Es un tratamiento implantado y eficaz: lo que haces es modular la actividad de las neuronas y mejoras los s¨ªntomas¡±, explica ?lvaro S¨¢nchez Ferro, coordinador del Grupo de Estudio de Trastornos del Movimiento de la Sociedad Espa?ola de Neurolog¨ªa. Tambi¨¦n se ha ensayado en epilepsia y en demencias, pero con resultados irregulares, apostilla el neur¨®logo. Cada patolog¨ªa es un mundo.
La comunidad cient¨ªfica investiga tambi¨¦n el potencial de esta t¨¦cnica en otros trastornos mentales. El Hospital Cl¨ªnic de Barcelona, por ejemplo, ha probado la estimulaci¨®n cerebral profunda en esquizofrenia y trastorno bipolar. ¡°Con las t¨¦cnicas de neuromodulaci¨®n intentamos dar respuesta a pacientes resistentes a f¨¢rmacos y psicoterapia. Tienen buen perfil las patolog¨ªas donde se conoce bien la circuiter¨ªa cerebral y donde sabes que, inhibiendo alg¨²n n¨²cleo cerebral, puedes regular una v¨ªa. En trastornos mentales m¨¢s difusos, como autismo, quiz¨¢s no tenga tanto peso¡±, expone Miquel Bioque, psiquiatra del Cl¨ªnic que lleva esta investigaci¨®n.
El m¨¦dico, que admite no ser especialista en el campo de la anorexia, s¨ª subraya, con todo, que en su experiencia con trastorno bipolar y esquizofrenia, las mejoras se ven y el paciente las celebra, pero apunta a una eventual complejidad en anorexia: ¡°En su caso, la mejora es ganar peso y eso, un paciente con anorexia no lo quiere. Por eso veo m¨¢s complejo que las mejoras se consoliden¡±. La propia Villalba admite en su tesis que, en el reclutamiento de pacientes con anorexia severa ¡°es dif¨ªcil que estos pacientes acepten un tratamiento que puede hacerles ganar peso¡±. Los pacientes tratados en el campo de la psicocirug¨ªa, en cualquier caso, se cuentan con cuentagotas y la evidencia es limitada, admite Bioque. ¡°Son intervenciones complejas, no se hacen en cualquier hospital, son caras y no es tan f¨¢cil encontrar pacientes adecuados. Por ahora, es importante delimitar bien los perfiles cl¨ªnicos para ver d¨®nde mejoran y qu¨¦ pacientes son m¨¢s adecuados¡±.
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