Marian Donner: ¡°Algo va mal cuando, mirando a tu alrededor, te das cuenta de que nadie es completamente feliz¡±
La escritora y periodista analiza en su ¨²ltimo libro, ¡®Manifiesto en contra de la autoayuda. En defensa de la autodestrucci¨®n¡¯, c¨®mo esta industria ha generalizado una serie de ideales inalcanzables que solo llevan a la frustraci¨®n.
La industria de la autoayuda predica un mensaje que, si se analiza con detenimiento, es algo perverso: el ¨¦xito y la felicidad son una elecci¨®n personal. De alguna manera, nos empuja a ser cien por cien productivos en nuestros puestos de trabajo, a que nuestros cuerpos sean igual de bellos que sanos y, adem¨¢s, a que recibamos las embestidas de la vida con una risa tatuada en la cara. Por supuesto, no est¨¢ permitido mostrar la m¨¢s m¨ªnima muestra de flaqueza. Pero la realidad, objetivamente, es muy distinta: la depresi¨®n, el estr¨¦s y los trastornos psicol¨®gicos se han disparado como nunca en lo ...
La industria de la autoayuda predica un mensaje que, si se analiza con detenimiento, es algo perverso: el ¨¦xito y la felicidad son una elecci¨®n personal. De alguna manera, nos empuja a ser cien por cien productivos en nuestros puestos de trabajo, a que nuestros cuerpos sean igual de bellos que sanos y, adem¨¢s, a que recibamos las embestidas de la vida con una risa tatuada en la cara. Por supuesto, no est¨¢ permitido mostrar la m¨¢s m¨ªnima muestra de flaqueza. Pero la realidad, objetivamente, es muy distinta: la depresi¨®n, el estr¨¦s y los trastornos psicol¨®gicos se han disparado como nunca en lo que llevamos de siglo. ?Y si el problema no fuera nuestro, sino de la sociedad neoliberal en la que vivimos?
Esta ¨²ltima pregunta es la que se ha hecho la escritora y periodista holandesa Marian Donner. En su ¨²ltima obra,?Manifiesto en contra de la autoayuda. En defensa de la autodestrucci¨®n (Libros C¨²pula), no solo ofrece un punto de vista provocador y cr¨ªtico sobre los superventas y las charlas de autoayuda. Tambi¨¦n nos invita a abrazar aquellas imperfecciones y esos fracasos que, ante todo, nos hacen ser humanos.
Tiempo atr¨¢s formaste parte del equipo de prensa de un reconocido partido pol¨ªtico de tu pa¨ªs. Sin duda, fuiste testigo directo de c¨®mo act¨²an aquellos que, tal como apuntas en tu libro, han instaurado un ideario neoliberal en la sociedad.?
S¨ª, y no fue algo agradable de ver. Trabaj¨¦ con ellos en una campa?a electoral. Mi labor consist¨ªa en conseguir el voto de los m¨¢s j¨®venes. Todos sabemos c¨®mo funciona, pero estando ah¨ª dentro te das cuenta de que lo ¨²nico que importa es proyectar p¨²blicamente una buena imagen del candidato. En varias ocasiones presenci¨¦ c¨®mo se planteaban posibles leyes solo para obtener la mejor foto. En ning¨²n momento se buscaba mejorar la vida de los ciudadanos, las condiciones de la clase obrera o acabar con la pobreza. Aun trat¨¢ndose de un partido de izquierdas, jam¨¢s reflexionaron en voz alta acerca de si el mercado o el sistema deb¨ªan mejorar. Claro est¨¢, perdieron las elecciones.
Tambi¨¦n ejerciste de recepcionista en una agencia de acompa?antes?entre 2006 y 2018. ?Qu¨¦ lecciones sacas de aquella experiencia?
En ning¨²n otro lugar he aprendido tanto sobre el comportamiento del ser humano. Se trataba de una agencia de lujo. Curiosamente, el sexo no era lo esencial: aquellos clientes adinerados buscaban otra cosa. Principalmente, alguien que tuviera la capacidad de escucharlos y entender sus problemas. Por muy exitosos que pudiesen parecer, se sent¨ªan muy infelices con sus vidas. Esto ¨²ltimo me llam¨® much¨ªsimo la atenci¨®n.
Los cap¨ªtulos de tu ensayo llevan t¨ªtulos tan provocadores como Apesta, Bebe, Sangra, Arde?y Baila. Pero todo ello podr¨ªa resumirse de la siguiente forma: no somos robots, de forma inconsciente nos han impuesto una serie de ideales inalcanzables y, por eso mismo, terminamos frustr¨¢ndonos.
Se ha deshumanizado a las personas. En cierta manera, se busca que seamos robots y que trabajemos sin descanso porque lo ¨²nico importante es la productividad. ?D¨®nde est¨¢ la humanidad en eso? Afortunadamente, ni somos robots ni m¨¢quinas. Tampoco tenemos unos cuerpos perfectos, ya que olemos y envejecemos. Algo va mal cuando, mirando a tu alrededor, te das cuenta de que nadie es completamente feliz. La inseguridad, la ansiedad, la depresi¨®n o el estr¨¦s est¨¢n a la orden del d¨ªa.
A pesar de generar mil millones de d¨®lares al a?o, la industria de la autoayuda ha demostrado ser un aut¨¦ntico fracaso porque los trastornos psicol¨®gicos no cesan de aumentar. ?C¨®mo es posible que sean tan pocos quienes cuestionan su efectividad?
Es un c¨ªrculo que nunca termina. Cuanta m¨¢s gente haya deprimida o infeliz, mayor ser¨¢ su ¨¦xito. Como todo se ha individualizado, tendemos a creer que los problemas que sufrimos son por nuestra culpa. Lo que la industria de la autoayuda te dice es: ¡°Si haces esto, ser¨¢s feliz y exitoso¡±. Sin embargo, hemos obviado una reflexi¨®n mucho m¨¢s importante: ?por qu¨¦ la sociedad nos manda esos mensajes de que no somos lo suficientemente atractivos e inteligentes y, por tanto, no nos merecemos el ¨¦xito? La gente busca una soluci¨®n individual en la autoayuda. Ah¨ª est¨¢ el error: el problema no lo tenemos nosotros, sino la sociedad en la que vivimos. Lamentablemente, estamos rodeados de personas que tienen un sentimiento de culpa y verg¨¹enza porque consideran que no est¨¢n haciendo todo lo posible por crecer personal y profesionalmente. Y no deber¨ªa ser as¨ª.
?Los libros de autoayuda triunfan porque no todos tienen los recursos necesarios para ir a terapia o buscar ayuda profesional?
Ofrecen soluciones pr¨¢cticas, aunque no estructurales, como por ejemplo que debes ser m¨¢s positivo o sonre¨ªr m¨¢s. Pero por mucho que leas un libro as¨ª, obviamente, no vas a librarte de seguir trabajando dur¨ªsimo para que la mayor¨ªa de tu sueldo se vaya en el alquiler de una vivienda. A fin de cuentas, la autoayuda personaliza lo pol¨ªtico y ¨²nicamente te ense?a a adaptarte mejor en esta sociedad, a aceptar sus males y ser capaz de soportar lo insoportable. Estoy de acuerdo en eso de que muchas personas que no pueden afrontar la terapia se valen de la autoayuda, ya sea por falta de dinero o de tiempo. No estoy en contra de la autoayuda en s¨ª. Si te es ¨²til, adelante. Con este libro, sobre todo, quer¨ªa poner el foco en esa sociedad neoliberal que te culpa de no ser lo suficientemente productivo y te dice que t¨² tienes la culpa de todos tus males.
?La pandemia ha cambiado o cambiar¨¢ algo?
Afortunadamente, yo me encuentro feliz y no vivo estresada. Pero no puedo decir lo mismo de quienes me rodean. Durante los ¨²ltimos 30 a?os hemos tendido a trabajar m¨¢s y m¨¢s. Y aunque la pandemia ha potenciado el teletrabajo, ya se ha visto que no es una soluci¨®n v¨¢lida. Al inicio del confinamiento est¨¢bamos felices de poder optimizar el tiempo. No se perd¨ªan horas en ir a la oficina e, incluso, no hab¨ªa la necesidad de vestirse. Pero, quisi¨¦ramos o no, el trabajo se apoder¨® de nuestra esfera privada. Aparte de trabajar m¨¢s porque no ten¨ªamos ning¨²n otro plan, tuvimos que ense?ar a nuestros hijos a estar callados en casa porque su madre o su padre estaban frente al ordenador. No se hizo una separaci¨®n adecuada entre lo estrictamente laboral y lo privado, y esa tendencia parece que ha llegado para quedarse.
Ante esto, ?hay algo que se pueda hacer? ?Hay alguna forma de cambiar el sistema?
Recientemente, en Pa¨ªses Bajos ha habido una serie de manifestaciones en contra de la crisis de la vivienda y los abusivos precios del alquiler. El conocimiento est¨¢ ah¨ª. Ahora somos conscientes de que los precios son tan altos porque, entre otros motivos, los grandes fondos de inversi¨®n estadounidenses han adquirido calles enteras de ?msterdam y alquilan las viviendas a un precio mayor. Por muy b¨¢sico que sea, la vivienda no deber¨ªa ser un producto con el que puedas especular. Pero as¨ª es¡ El hecho de que miles de personas salgan a protestar es un gran avance. A diferencia de hace una d¨¦cada, cada vez son m¨¢s las voces contra el sistema. Al ser todo tan individual, lo ¨²nico que nos queda es unirnos. No hay que poner sobre la mesa solo los problemas que tienes t¨², sino los de todos. Solo as¨ª, conjuntamente, hallaremos alternativas para solucionar lo que realmente importa.
Tendemos a sentirnos mal cuando procrastinamos o no hemos alcanzado de adultos el ¨¦xito con el que so?¨¢bamos de peque?os. Ahora bien, por mucho que acaparen los medios de comunicaci¨®n, quienes triunfan son verdaderamente muy pocos. ?No deber¨ªamos ser conscientes de ello?
Por supuesto. Y no habr¨ªa que olvidar que, detr¨¢s de cualquier caso de ¨¦xito, suele haber una cuesti¨®n de suerte. A pesar de que quienes lo consiguen siempre repiten que han trabajado muy duro y sin descanso, jam¨¢s cuentan que han tenido la fortuna de estar en el lugar adecuado o han conocido a las personas adecuadas. Todos trabajamos duro, no hace falta que nos lo digan. Este punto es interesante porque, en nuestra cultura, constantemente nos comparamos los unos a los otros. Eso mismo es lo que pasa en las redes sociales. A trav¨¦s del m¨®vil puedes ver lo atractivo que es alguien o el ¨¦xito que tiene. Y, aunque no lo quieras, terminas compar¨¢ndote con esa persona que quiz¨¢s ni conoces personalmente. Siempre habr¨¢ alguien m¨¢s guapo y exitoso que t¨², no vas a ganar en ese sentido. Por ello, es importante tener presente que aquellos que triunfan son muy pocos, que son un grupo muy reducido. Por mi propia experiencia en la agencia de acompa?antes,?puedo decirte que ni siquiera aquellos que lo tienen todo, los que no sufren problemas econ¨®micos, son completamente felices.
M¨¢s que escuchar a los triunfadores, ?no ser¨ªa mucho m¨¢s interesante dar voz a los que han fracasado?
Echo en falta esas voces a nivel p¨²blico y en los medios. B¨¢sicamente, las de las personas no exitosas o que, por los motivos que sean, han fracasado o llevan una vida diferente. Es positivo que cada vez haya m¨¢s libros y podcasts con este punto de vista. Pero todav¨ªa continuamos viendo una narrativa muy t¨®pica: la del hombre o la mujer de ¨¦xito que recalca que ha fracasado decenas de veces hasta cumplir su objetivo. Volvemos a lo de siempre. En resumidas cuentas te est¨¢n diciendo que no eres exitoso porque no quieres o luchas lo suficiente. ?La vida puede ser maravillosa sin ser exitoso!
En el libro, cuando abordas el tema de las redes sociales e internet, hablas del concepto de la dismorfia del selfi. Es decir, la obsesi¨®n por parecer dioses y diosas con la ayuda de los filtros para obtener el mayor n¨²mero de likes posibles. En ese sentido, ?consideras que las generaciones m¨¢s j¨®venes tendr¨¢n que hacer frente a una frustraci¨®n mayor?
Las redes sociales son un escenario en el que simplemente actuamos. Y lo cierto es que tengo sensaciones encontradas sobre ello. Actualmente, hasta los m¨¢s peque?os tienen un m¨®vil y no se despegan de ¨¦l ni estando de vacaciones. Pero creo que la tecnolog¨ªa no es el problema, sino para qu¨¦ se utiliza. Desde que las grandes empresas se han apoderado de internet, el ¨²nico objetivo es el beneficio. Instagram y Facebook quieren hacernos adictos, distra¨ªdos e infelices. Pero tambi¨¦n es posible imaginar una plataforma social en la que el beneficio no sea lo primordial, como Wikipedia, en la que no se promuevan las noticias falsas y donde mantener las apariencias no sea recompensado por los algoritmos. Del mismo modo, eso se puede extrapolar a una esfera mayor. Hay que imaginar otra sociedad, otro mundo, en el que no todo gire en torno al crecimiento, la eficiencia y el beneficio. Como una vez dijo Walt Disney, otro mantra popular de la autoayuda: ¡°Si puedes so?arlo, puedes hacerlo¡±. En definitiva, tenemos que so?ar para el mundo, no para nosotros mismos.
?En 10 a?os crees que tu ensayo seguir¨¢ teniendo la misma validez?
Justo he acabado de escribir un peque?o libro sobre el fil¨®sofo Herbert Marcuse, el autor de El hombre unidimensional. Cuando lo lees te sorprendes porque, ya en 1964, hablaba de lo que ahora nos afecta, lo que estamos viviendo. Marcuse describi¨® en aquellas p¨¢ginas c¨®mo funciona el capitalismo a nivel cultural, no a nivel econ¨®mico o financiero. Y, verdaderamente, lo que pronostic¨® es a¨²n peor en nuestros d¨ªas. Eso no me hace ser muy optimista de cara al futuro. Pero, al mismo tiempo, sin esperanza no se puede hacer nada. Por muy complicado que sea cambiar el sistema, tendremos que hacerlo porque hasta la misma naturaleza nos lo est¨¢ advirtiendo. No tenemos m¨¢s alternativa.