(6p)LPA (GLA5N): el lenguaje secreto que las presas del franquismo escond¨ªan en sus cuadernos de labor
Las mujeres en las c¨¢rceles de la dictadura ocultaron en sus cuadernos de costura unas claves para comunicarse entre ellas. En ¡®El arte de invocar la memoria¡¯, la historiadora Esther L¨®pez Barcel¨® pone el foco sobre esta inexplorada forma de resistencia
¡°Primavera: Se empieza con 6 puntos de 4 agujas poniendo en 2 agujas 2 puntos, y uno en cada una de las otras dos (¡) Hay tres p¨¢ginas de instrucciones sobre esa labor, la Primavera. Hasta 197 l¨ªneas con letras y n¨²meros¡±. Tras una mesa de la oficina de la c¨¢rcel de Segovia, la presa Manuela del Arco Palacios transcribe la informaci¨®n que contiene su ¡®cuaderno de labores¡¯. Reproduce una amalgama de consonantes y vocales enredadas entre n¨²meros escritos a mano sin otro prop¨®sito aparente que trasladar a las reclusas unas instrucciones para tejer con cuatro y cinco agujas. Frente a ella, ...
Reg¨ªstrate gratis para seguir leyendo
Si tienes cuenta en EL PA?S, puedes utilizarla para identificarte
¡°Primavera: Se empieza con 6 puntos de 4 agujas poniendo en 2 agujas 2 puntos, y uno en cada una de las otras dos (¡) Hay tres p¨¢ginas de instrucciones sobre esa labor, la Primavera. Hasta 197 l¨ªneas con letras y n¨²meros¡±. Tras una mesa de la oficina de la c¨¢rcel de Segovia, la presa Manuela del Arco Palacios transcribe la informaci¨®n que contiene su ¡®cuaderno de labores¡¯. Reproduce una amalgama de consonantes y vocales enredadas entre n¨²meros escritos a mano sin otro prop¨®sito aparente que trasladar a las reclusas unas instrucciones para tejer con cuatro y cinco agujas. Frente a ella, una funcionaria persigue sus movimientos con ojo vigilante.
Manuela, o Manolita ¨Ccomo sol¨ªan dirigirse a ella¨C, contin¨²a concentrada en sus quehaceres. ¡°71.-(6p)LPA (GLA5N)PPL3LPP(GLLA-5V)GPL¡±, copia los inocentes puntos que, con el oscilar de sus manos sobre el hilo, se convertir¨¢n en un pa?ito, una filigrana o una peque?a prenda para vestir a la criatura de alguna de las internas con las que comparte encierro.
La monja que observa desconoce el lenguaje secreto con el que las mujeres encerradas entre los muros de la prisi¨®n se comunican con el exterior. ¡°Han fusilado a Seoane y a Gayoso. En la Coru?a. El 6 de noviembre de 1948. El doctor Bartrina ha sido conmutado en el ¨²ltimo momento y trasladado al penal de Burgos. Las cuatro mujeres se han salvado: Mari Bl¨¢zquez, Tina Gallego, Carmen Orozco, Fina Gonz¨¢lez Cudeiro¡±, descifrar¨¢ m¨¢s tarde Manolita a sus compa?eras, ante el tenue fulgor de la bombilla que ilumina el retrete de una celda atestada de mujeres. Para que todas lo sepan, para que se enteren.
¡°En la c¨¢rcel de Ventas y en la de Segovia, al parecer, hubo m¨¢s de una veintena de presas pol¨ªticas, organizadas en el Partido Comunista, que crearon su propio lenguaje. Un idioma secreto para resistir a la represi¨®n. Un c¨®digo clandestino enmascarado entre las abreviaturas que enmara?aban las p¨¢ginas de unas libretas¡±, escribe la historiadora y escritora Esther L¨®pez Barcel¨® en su ¨²ltimo libro, El arte de invocar la memoria. Anatom¨ªa de una herida abierta, editado por Barlin Libros. Un ensayo en el que aborda las diferentes formas de hacer despertar la memoria, ya sea a partir de los objetos, los grafitis, las exhumaciones de fosas comunes, el arte y los diferentes lenguajes secretos que, a lo largo del tiempo, han usado las mujeres para resistir.
En aquella ¨¦poca, ninguna mujer era ajena al saber enhebrar una aguja y, puntada a puntada, confeccionar su propia urdimbre. Por eso, aquellos ¡®cuadernos de claves¡¯ para sus labores de costura no levantaban las sospechas de las funcionarias y las monjas de la prisi¨®n. ¡°Ah¨ª se condensan esos c¨®digos encriptados que se utilizan en clandestinidad¡±, insiste la autora, para quien estos folios demuestran que ¡°las mujeres siempre han ideado formas de resistencia; y, en este caso, adem¨¢s, la desarrollaron a partir del rol que se les hab¨ªa atribuido, no solo en el franquismo, sino desde tiempos inmemoriales: el de la costura¡±.
Asegura L¨®pez Barcel¨® en su nuevo trabajo que, ¡°desde tiempos remotos, existe una uni¨®n indisoluble entre las mujeres y la memoria de los pueblos¡±. Quiz¨¢ esos tiempos remotos queden distantes para la imaginaci¨®n de algunas. Pero, si se excava en las primeras capas de la memoria, con toda probabilidad se recupere alg¨²n recuerdo de los a?os de infancia o adolescencia ¨Cqu¨¦ afortunadas quienes lo encuentren ya en la edad adulta¨C que transporte a alguna conversaci¨®n con esas abuelas que, entre susurros asustados, daban cuenta de un pasado no tan lejano. Unas historias protagonizadas por personajes de un poblado ¨¢rbol geneal¨®gico que anidaba bien custodiado tras las arrugas de su rostro.
A la transmisi¨®n oral de nuestra memoria, las mujeres, sostiene la autora, suman la plasmaci¨®n del devenir hist¨®rico ¡°a trav¨¦s del trabajo de las (sus) manos en los tejidos, en la pintura, en los peinados, incluso en los capiteles rom¨¢nicos; en definitiva, a trav¨¦s de representaciones en las que se condensa un mundo o un tiempo ya pasado, que deja de ser perdido gracias a su fijaci¨®n tangible¡±. ¡°Las mujeres, tradicionalmente, y debido al sistema patriarcal, han ido heredando la interminable tarea de ser cuidadoras de los vivos y los muertos; siempre legatarias de lo acaecido, siempre guardianas de la memoria: la propia, la familiar, la comunitaria. Porque no hay mayor cuidado que el de hacer memoria. Sin embargo, a menudo, tambi¨¦n las mujeres se han valido de esa capacidad como arma de resistencia¡±, resalta.
Como Manolita del Arco. Como sus compa?eras.
Esther L¨®pez Barcel¨® descubri¨® los cuadernos de Manolita durante una visita en casa de su amigo, Miguel ?ngel Mart¨ªnez del Arco, el escritor de Memoria del fr¨ªo (editorial Hoja de Lata): ¡°Cuando le¨ª la novela, no me detuve en ellos, no pensaba que fueran reales; pero, cuando vi los cuadernos encima de la mesa de Miguel, me di cuenta de que constitu¨ªan en s¨ª mismos un testimonio ¨²nico y que, aunque muchos historiadores hab¨ªan conocido su existencia, no se hab¨ªan parado a mirar realmente la potencia que cargaban. Hab¨ªan sido reducidos a la subcategor¨ªa de an¨¦cdota¡±.
La madre del autor no es otra que Manolita del Arco Palacios. ¡°Hace mucho tiempo. Una mujer pas¨® diecinueve a?os en la c¨¢rcel. En el franquismo. Con otras muchas. Era mi madre¡±, cuenta entre las p¨¢ginas de su obra, que reconstruyen la vida de la presa pol¨ªtica que m¨¢s a?os pas¨® en las c¨¢rceles de la dictadura. ?l siempre supo de ¡°este refugio de claves¡± que escond¨ªan los cuadernos, conservados en su casa de la infancia. Sin embargo, tom¨® plena conciencia de su significado en 1977, cuando entrevist¨® a Manolita y su compa?era Josefina Amalia Villa para un trabajo de COU. ¡°El primer cuaderno es de Ventas, debe comenzar en el 45. S¨¦ que la informaci¨®n que apareci¨® en ellos fue, por ejemplo, una ca¨ªda del PCE gallego en el 48, en el que los agarrotan a todos. Tambi¨¦n est¨¢ la informaci¨®n de la huelga de tranv¨ªas del 51 en Barcelona que, para ellas, fue un momento de enorme ilusi¨®n. Despu¨¦s s¨¦ que se trataron tambi¨¦n temas internos del PCE, como ca¨ªdas en desgracia y expulsiones¡±, recoge sus palabras L¨®pez Barcel¨® en El arte de invocar la memoria.
El escritor sospecha que, a partir de este lenguaje codificado, cuyo entendimiento fue reservado para apenas unas decenas de hablantes, las presas de la c¨¢rcel de Segovia se comunicaban con las prisiones de Amorebieta, Ventas, Val¨¨ncia, M¨¢laga o Les Corts. Estos mensajes eran introducidos en los penales con la colaboraci¨®n de familiares, que escond¨ªan peque?os recortes de papel dentro de latas de sardinas o cosidos en las ropas, o de las funcionarias y monjas que, sin ser conscientes de su verdadera funci¨®n, autorizaban el env¨ªo de cartas entre internas de distintos lugares de encierro. En este sentido, explica que las c¨¢rceles se convirtieron en ¡°espacios de construcci¨®n de pol¨ªticas¡±. ¡°Las mujeres ten¨ªan la capacidad, no solo de entender lo que pasaba, sino de comunicarse con el exterior para el fundamento del accionar pol¨ªtico¡± del Partido Comunista, apunta Mart¨ªnez del Arco, que afirma que este hecho ¡°desprende a las presas de la condici¨®n de meras v¨ªctimas de la represi¨®n y las dota de agencia¡±.
El hijo de Manolita nunca dej¨® de preguntar a su madre por el c¨®digo secreto que se hallaba oculto en aquellos cuadernos, pero la respuesta siempre fue id¨¦ntica: ¡°Si alguna vez lo necesitas, tendr¨¢s que ser t¨² quien cree sus propias claves¡±. Despu¨¦s de muchos a?os de insistencia, fue d¨¢ndose cuenta de que este silencio se deb¨ªa al recelo de aquellas mujeres por que la historia se repitiera. ¡°Decirme las claves hubiera sido una manera de adelantar acontecimientos. No dec¨ªrmelas era un espacio de sanaci¨®n, de defensa: no te puede pasar esto, ya nos ha pasado a nosotras, y t¨² no vas a necesitar las claves¡±, reconstruye.
Ni L¨®pez Barcel¨® ni Mart¨ªnez del Arco han conseguido descifrar ¨Ctodav¨ªa¨C el enigma del lenguaje secreto de Manolita y sus compa?eras. El jerogl¨ªfico sigue intacto. Quiz¨¢s, tras acercarse a las l¨ªneas de Memoria del fr¨ªo y El arte de invocar la memoria, alguien vea despertar su curiosidad y sume sus esfuerzos a desentra?ar el misterio que se esconde detr¨¢s del habla particular de aquellas presas pol¨ªticas.