Carmen Alborch, la feminista necesaria
Primera ministra de Cultura y escritora que reflexion¨® con atino sobre el lugar de la mujer en la sociedad, fue un referente liberador para muchas. Sus ¨²ltimas palabras en p¨²blico tambi¨¦n las dedic¨® al feminismo.
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Carmen Alborch se defin¨ªa, en primer t¨¦rmino, como ¡°feminista¡±. Con una carrera m¨¢s que prol¨ªfica que ahora centraba en su papel como profesora honor¨ªfica de Derecho mercantil en la Universidad de Valencia y en escribir (a pesar de la enfermedad), hab¨ªa hecho historia anteriormente como primera decana de la misma Facultad, como directora del Instituto Valenciano de Arte Moderno (IVAM) y como primera mujer de la democracia en ocupar la cartera ministerial de Cultura, con Gonz¨¢lez all¨¢ por el 93. Apenas dos semanas antes de su fallecimiento a los 70 a?os, Carmen recib¨ªa la Alta Distinci¨®n de la Generalitat Valenciana, m¨¢ximo reconocimiento de su tierra. Y dejaba una ¨²ltima reflexi¨®n que recoge la esencia de la causa que ocup¨® toda su vida: ?El feminismo, como ha mejorado la calidad de vida de todos los ciudadanos y ciudadanas, deber¨ªa ser declarado Patrimonio Inmaterial de la Humanidad¡±. Recordamos su trayectoria en la lucha constante por la igualdad.
Desde su posici¨®n como mujer que ocup¨® puestos de poder, y que lo hizo hace dos d¨¦cadas -hoy d¨ªa solo el 27% de estos cargos son ocupados por mujeres en nuestro pa¨ªs-, y tambi¨¦n desde el plano m¨¢s ¨ªntimo y personal: el propio hogar y decisiones vitales como abrazar la solter¨ªa o la no maternidad sin rechazarlas; reflexion¨® sobre diferentes aspectos de lo que supone ser mujer en la sociedad con una visi¨®n vanguardista para la Espa?a del momento. Fue en 1999 cuando puso sobre la mesa una conversaci¨®n entonces rompedora pero que hoy es a¨²n vigente y necesaria con la publicaci¨®n de Solas: gozos y sombras de una manera de vivir (Ed. Temas de Hoy). ¡°Las mujeres solas no nos conformamos. Vivimos acompa?adas mientras nos sentimos queridas, mientras se mantiene el deseo, mientras perduran la complicidad y el respeto. Pero cuando no existe sincronizaci¨®n con nuestra pareja, preferimos estar solas que resignarnos al desamor¡±, escrib¨ªa para reivindicar la no necesidad de rendirse al modelo patriarcal de mujer casada y entregada a la familia como prioridad y el vivir sola (que no estarlo) como opci¨®n.
Habl¨® de sororidad, solidaridad entre mujeres, cuando recoger la palabra en el diccionario a¨²n no estaba previsto ni esta se usaba. ¡°Nos conviene -y utilizo expresamente el verbo convenir- el ser m¨¢s c¨®mplices que rivales en este mundo tan complicado en el que vivimos¡±, escrib¨ªa en Malas: rivalidad y complicidad entre mujeres (Aguilar). Reivindicaba que la tendencia natural entre nosotras es a apoyarnos, a crear c¨ªrculos y que la rivalidad ha sido aprendida, las competiciones de qui¨¦n es la m¨¢s bella o tiene m¨¢s estatus son algo en realidad impuesto por una sociedad cuyas normas han ideado ellos. ¡°Los hombres, cuando pactaron -estoy hablando de hace miles de a?os, claro est¨¢-, pactaron estar en una determinada situaci¨®n y tener un determinado poder, y nosotras quedamos relegadas a otro ¨¢mbito en el que deb¨ªamos rivalizar por conseguir lo que nos daba el estatus, el reconocimiento, el apellido; en definitiva, por el hombre, que era quien nos proporcionaba todo esto¡±.
En su charla TEDx ValenciaWomen de 2013, en la que repasa la trayectoria de su pensamiento feminista, remarcaba tambi¨¦n la importancia de los referentes femeninos que rompen con los patrones cl¨¢sicos, algo que ella misma ha sido para muchas mujeres de su generaci¨®n o que crecieron con ella como con un refrescante personaje de la esfera p¨²blica. Bajo esta creencia y a modo de homenaje a mujeres relevantes de la historia contempor¨¢nea, como la ecologista Vandana Shiva o la cient¨ªfica Rita Levi Montalcin, hab¨ªa cerrado en 2004 su trilog¨ªa feminista con Libres: Ciudadanas del mundo (Aguilar). De nuevo, un paso por delante de la conversaci¨®n sobre de la necesidad de incluir las historias de mujeres en los libros que hoy se da tanto en el ¨¢mbito de la educaci¨®n como en el editorial.
Desde la agudeza, pidi¨® siempre un trato igualitario en los medios: ¡°T¨² ibas a hacer una presentaci¨®n de un gran proyecto al Congreso de los Diputados y hablaban de c¨®mo ibas vestida. Aquello s¨ª que supon¨ªa una mirada fr¨ªvola y mis¨®gina. T¨² hab¨ªas trabajado con tu equipo con intensidad e ilusi¨®n y a lo mejor ve¨ªas titulares de si ibas as¨ª o as¨¢. Ah¨ª s¨ª que sent¨ªa rabia y me sent¨ªa injustamente tratada¡±, cont¨® a Vanitatis. Una realidad que en 2018 sigue siendo una asignatura pendiente. Sus elecciones estil¨ªsticas, m¨¢s all¨¢ de llevarse el protagonismo cuando no tocaba, fueron parte de su se?a de identidad (pelo rojo y labios rojos eran marca de la casa). Representaba con su ropa una forma de poder femenino propia, no aprendida o imitada del hombre. Un ejemplo de empoderamiento, haciendo de su vestimenta una v¨ªa de expresi¨®n, con la que adem¨¢s mostraba su amor por el arte y la cultura con piezas exquisitas, y obviando el patr¨®n establecido de colores gris o azules y trajes de corte masculino al que recurren las mujeres para ser tomadas en serio o ser vistas como ¡®una m¨¢s¡¯ en la mayor¨ªa masculina. Algo sobre lo que reflexiona Mary Beard en Mujeres y Poder (Cr¨ªtica) y con lo que Alborch dio otra lecci¨®n de su forma de pensar a la vanguardia, moderna.
Era revolucionaria y abander¨® el amor como manera de afrontar esa revoluci¨®n. Se quiso, quiso su autonom¨ªa y la de todas las mujeres y encaj¨® el paso del tiempo con sabidur¨ªa? y de nuevo, ignorando y rebatiendo las imposiciones sociales: ¡°Afrontar el envejecimiento con una idea m¨¢s de aprendizaje que de p¨¦rdida¡±, escrib¨ªa en Los placeres de la edad, (Espasa). ¡°Lucha y esperanza¡± era su lema, la alegr¨ªa su manera de entender la vida: ¡°El secreto de la alegr¨ªa es la resistencia. Saber encajar y adaptarse a las circunstancias¡±, contaba a Luz S¨¢nchez-Mellado para El Pa¨ªs en una de sus ¨²ltimas entrevistas. Subray¨® incansable ¡°el reto m¨¢s pendiente y dram¨¢tico de la desigualdad, eliminar la violencia contra las mujeres¡± -en lo que va de a?o 39 mujeres han sido asesinadas en Espa?a-. Y dej¨® una petici¨®n feminista para el presente y el futuro: ?Esperemos en que el efecto contagio surgido en la sociedad tras el movimiento feminista contin¨²e, ya que ha permitido que se escuchen m¨¢s voces diferentes y la apertura de m¨¢s espacios para las mujeres y para los hombres c¨®mplices¡±. En palabras de Maruja Torres: ¡°Carmen Alborch fue exactamente lo que necesita este pa¨ªs¡±.