Agua muy clara

Quiero despedir a Carmen Alborch citando, adaptado al personaje, al gran poeta valenciano Vicent Andr¨¦s Estell¨¦s: ¡°No hi havia a Val¨¨ncia una llum com la teua, car de llums com la teua, a tot arreu i ara, en son parides ben poques¡± (No hab¨ªa en Valencia una luz como la tuya, porque luces como la tuya, en todas partes y ahora, son paridas muy pocas). Carmen Alborch era una verbena, pero una verbena muy seria. Llegaba, estallaba, iluminaba, escuchaba, decid¨ªa, animaba. Y era profunda. Luminosa y profunda.

De sus tiempos como ministra de Cultura recuerdo, sobre todo, el profundo contraste establecido con su sucesora en el cargo, Esperanza Aguirre, ¨¦tica y est¨¦ticamente, pero sobre todo ¨¦ticamente. Era, para qu¨¦ os lo voy a decir, todo lo contrario. Culta, socialista sin caspa, llena de savia y fecundidad, frutal. Pienso en ella y solo se me ocurren im¨¢genes relacionadas con la madre tierra y con el mar. La tierra que ahora la acoge y que ser¨¢ mejor porque ella la abona. Carmen Alborch fue exactamente lo que necesita este pa¨ªs: lo contrario de Bernarda Alba (que ser¨ªa Aznar, si tambi¨¦n me lo permiten). Era agua muy clara.