Cate Blanchett y el despertar de la ¡®mala mal¨ªsima¡¯
Ante la invasi¨®n de superhero¨ªnas perfectas en la pantalla, ?d¨®nde quedan las s¨²pervillanas? Cate Blanchett ser¨¢ la primera de Marvel en el cine y pide incluir m¨¢s personajes inc¨®modos en pantalla.
?Estoy en la fase zorra, digamos que ese mercado me pertenece?. As¨ª de orgullosa estaba Charlize Theron en 2012. A?os despu¨¦s de hacerse con el Oscar por su papel de asesina en serie en Monster, la actriz disfrutaba poni¨¦ndose en la piel de la mala mal¨ªsima (Blancanieves y la leyenda del cazador) o de la t¨ªa asocial, repelente y faltona (Young Adult): ?Qu¨¦ gran legado dejar¨¦ atr¨¢s, dir¨¢n: ¡®interpret¨® a todas las zorras¡¯?, cont¨® a ...
?Estoy en la fase zorra, digamos que ese mercado me pertenece?. As¨ª de orgullosa estaba Charlize Theron en 2012. A?os despu¨¦s de hacerse con el Oscar por su papel de asesina en serie en Monster, la actriz disfrutaba poni¨¦ndose en la piel de la mala mal¨ªsima (Blancanieves y la leyenda del cazador) o de la t¨ªa asocial, repelente y faltona (Young Adult): ?Qu¨¦ gran legado dejar¨¦ atr¨¢s, dir¨¢n: ¡®interpret¨® a todas las zorras¡¯?, cont¨® a The Scotsman. A la australiana todav¨ªa le quedaban unas cuantas s¨²perzorras m¨¢s en la rec¨¢mara (Cipher en Fast & Furious 8 y otra vez Ravenna en Las cr¨®nicas de Blancanieves), antes de convertirse en la nueva superhero¨ªna patea culos oficial del cine gracias a t¨ªtulos como At¨®mica o Mad Max. Todo esta transformaci¨®n narrativa de p¨¦rfida a jefa absoluta la resume en una frase Anne Helen Petersen en su reciente ensayo sobre la evoluci¨®n de la actriz. ?Theron ya no es la zorra. Ahora es la tipa? (en ingl¨¦s original, broad, palabra que se utiliza para referirse a las mujeres que ni son tan respetables como las ladies ¨Cse?oras¨C ni son tan menospreciadas como las bitches ¨Cputas o zorras¨C?.
La transformaci¨®n de Theron es l¨®gica. En concordancia al repunte feminista de los ¨²ltimos a?os, las pantallas se han llenado de mujeres poderosas, fuertes e inspiracionales. Modelos de conducta inmaculados y nada nocivos para que las ni?as dejen de so?ar con ser salvadas por pr¨ªncipes y se planteen ser tan decididas como la Imperator Furiosa de Mad Max, la amazona de Wonder Woman o la justiciera Daenerys Targaryen en Juego de Tronos. Mujeres que matan al ¡®¨¢ngel de la casa¡¯ de Virginia Woolf y que toman el control de sus vidas sin rendir pleites¨ªa ante nadie. Pero, ante este repunte de hero¨ªnas que hasta ahora hab¨ªan brillado por su ausencia ¨CWonder Woman llega tras a?os de presi¨®n de los groupies y hasta documentales que lo reclamaban¨C, ?d¨®nde han quedado las villanas o esas t¨ªas que no caen bien al espectador, las inc¨®modas, las que te revuelven en el asiento? ?Existe un lavado intencionado de villanas en la cultura pop?
Cate Blanchett ser¨¢ la primera s¨²pervillana de Marvel en el cine. Se pone en la piel de Hela, la malvada que roba el martillo del protagonista, en Thor: Ragnarok, y est¨¢ que no da cr¨¦dito con tener que ostentar ese t¨ªtulo. ?Al principio no me cre¨ªa que yo fuese la primera, pero luego me di cuenta de que s¨ª?, dijo a E! recientemente. ?Hay much¨ªsimas, much¨ªsimas pero que much¨ªsimas villanas en los c¨®mics, pero ha sido muy dif¨ªcil traerlas a la pantalla, as¨ª que espero que a partir de ahora haya muchas m¨¢s?, a?adi¨®. Poco se sabe de esta nueva malvada del celuloide y de la complejidad en pantalla de su personaje, pero en el trailer vemos c¨®mo se carga a un pueblo entero y entona un ?no soy una reina, ni un monstruo, soy la diosa de la muerte?,? para destacar su personalidad mientras viste de cuero negro a lo dominatrix emo.
Tras el impasse de la trilog¨ªa de malvadas de cuento que encarnaron Julia Roberts (la reina de Blancanieves), Angelina Jolie (Mal¨¦fica) y la citada Theron hace unos a?os, las zorras malvadas caricaturizadas vuelven en versi¨®n c¨®mic gracias a Marvel este oto?o. No ha sido algo f¨¢cil de conseguir. La propia Theron ha insistido en c¨®mo no ha podido interpretar seg¨²n qu¨¦ papeles porque la mujer ?no es maja? y ?no le gustar¨¢? al p¨²blico. ??Nos tienen que gustar todas las mujeres? Hay esa especie de versi¨®n m¨¢gica de las mujeres en el cine, nada complejas: todas son madres o son unas zorras absolutas. Esta idea de que podemos encontrar humanidad en comportamientos humanos femeninos que no sean tan gentiles, a la gente parece que le asuste?. La australiana lo dijo en 2012, cuando todav¨ªa no se hab¨ªa extendido el debate sobre cu¨¢n feminista era una serie o una pel¨ªcula, bas¨¢ndose en lo que algunos consideran como una escala de sororidad algo m¨ªstica.
?Es tu personaje una feminista ¡®perfecta¡¯?
?Cuando alguien empieza a discutir si una serie o una pel¨ªcula es feminista todo se reduce a: ?se alienea con la ideolog¨ªa? ?Act¨²a esa mujer de forma ¡®perfecta¡¯??, lamentaba la autora (y pol¨¦mica) Jessa Cripsin en Flavorwire a prop¨®sito de las cr¨ªticas que recibi¨® el despiadado papel de Isabelle Huppert en Elle o el de Rosamund Pike en Perdida. ?Lo que me encant¨® de Perdida era que el personaje era una mujer que usaba los estereotipos y expectativas del comportamiento femenino contra la sociedad. Entendi¨® c¨®mo se trata a las mujeres culturalmente y que pod¨ªa aprovecharse de ello para simular su muerte?.
El cuento de la criada o el uso de ¡®villanas-moraleja¡¯
La cr¨ªtica por esta supuesta falta de ¡®perfecci¨®n feminista¡¯ ha salpicado hasta la serie The Handmaid¡¯s Tale (que no al libro), a la que se le acusa de no serlo por el simple hecho de incluir a ?verdaderas villanas? que sustentan el poder contra la hero¨ªna y las oprimidas. Una visi¨®n reduccionista que contrasta con la inyecci¨®n intencionada de rebeld¨ªa y sororidad a su protagonista respecto al personaje original del libro (ojo, spoilers. En la novela de Margaret Atwood Offred es mucho m¨¢s pasiva: nunca protesta en la calle antes de la rep¨²blica de Gilead, nunca investiga a su ¡®se?or¡¯, no se anima a tirar la primera piedra en las lapidaciones y su detenci¨®n no viene motivada, o lo parece, por haber liderado una rebeli¨®n junto a sus compa?eras criadas, como la que se observa en el ¨²ltimo cap¨ªtulo de la primera temporada. En el libro, de hecho, la escena final de todas unidas y orgullosas desfilando como una tropa militar nunca ocurre).
Las villanas de la serie son, de hecho, necesarias para reforzar la moraleja de la historia contra el feminismo conservador o neoliberal, ese al que se adscriben figuras como Theresa May o, en nuestro pa¨ªs, Andrea Levy o Cristina Cifuentes. Los productores de la serie, entre los que se encuentra Elisabeth Moss, han dotado de mayor complejidad a una de sus malvadas. Serena Joy no es solo la presentadora televangelista que se menciona superficialmente en el libro, el show rellena vac¨ªos de su pasado para enfatizar su discurso contra la represi¨®n femenina y alertar de los peligros de predicar con la sumisi¨®n al hombre.
En la serie se descubre que Serena, antes del rep¨²blica de Gilead, era una escritora de ¨¦xito por libros que hac¨ªan apolog¨ªa de la domesticidad y defend¨ªan una especie de liberaci¨®n femenina a trav¨¦s de esposas sumisas dedicadas al bienestar de sus maridos. La propia Serena es la principal ide¨®loga de Gilead. Ella redacta las bases morales y las leyes machistas sobre las que sustenta despu¨¦s esta sociedad. Una rep¨²blica que despu¨¦s la aplasta y la priva del poder, siguiendo a pies puntillas el discurso que ella misma hab¨ªa redactado. Atrapada en una sociedad que ella misma ha ayudado a construir, sin poder de decisi¨®n en las altas esfera y profundamente molesta por esa negaci¨®n hacia su intelecto y persona, Joy ejerce su malvado poder, el ¨²nico que le queda, contra las m¨¢s d¨¦biles, las criadas, como v¨ªa de escape a esa represi¨®n patriarcal que ella misma ha edificado. Su personaje, la lectura de su maldad contra las mujeres, es un instrumento que refuerza la moraleja constante de la historia.
Cersei y Claire (o el triunfo de la superzorra televisiva)
?Quiero personajes que hagan maldades, y que se salgan con la suya. Quiero personajes que piensen mal y que tomen p¨¦simas decisiones. Quiero personajes que cometan errores y que se pongan en su sitio sin tener que pedir perd¨®n por ello?, contaba Roxanne Gay en su ensayo No he venido a hacer amigos (o la importancia de los personajes femeninos que no gustan). Aunque el texto de Gay se centraba espec¨ªficamente en el papel de Charlize Theron en Young Adult y la ficticia Amy Dunne en Perdida, algunos de sus pasajes vuelven a estar de relevancia frente al despertar de las s¨²perzorras televisivas. Cersei Lannister (Lena Headey, Juego de Tronos) o Claire Underwood (Robin Wright, House of Cards) vapulean con altos niveles de bitchismo a otras primas contempor¨¢neas como la crazy bitch, pero con coraz¨®n de oro, tipo Rebecca Bunch (Rachel Bloom) en Crazy Ex Girlfriend) o la bitch hembra alpha triunfadora tipo Madeline McKenzie (Reese Witherspoon, Big Little Lies) o Diane Lockhart (Christine Baranski, The Good Fight).
?Las mujeres necesitan a Claire como aliada feminista igual que un pez necesita a un le?ador?, lamentaban desde The Atlantic a prop¨®sito de varios ensayos que ensalzaron al personaje en la segunda temporada, con la trama dedicada a la revelaci¨®n de haber sido violada por un militar. Es evidente que la moralidad no invita a querer a Claire: es c¨®mplice de asesinatos, despide a mujeres sin motivo, opta por el camino del terror en la pol¨ªtica y ejerce su poder de forma despiadada contra cualquiera. Pero tambi¨¦n es un personaje que ha luchado por prosperar y hacerse escuchar en un mundo de hombres, aislada emocionalmente por voluntad propia pese a sus escarceos y a la que no le ha importado romper tab¨²s p¨²blicamente sobre lo femenino y las supuestas verg¨¹enzas de pasar por tres abortos y una violaci¨®n. Su complejidad enriquece a su personaje.
?Estar¨ªa bien que dej¨¢semos atr¨¢s esas asunciones infantiles sobre c¨®mo act¨²an las mujeres en la ficci¨®n. S¨ª, me gusta el personaje de Claire Underwood, pero no porque deba ser un modelo de conducta feminista. Me gusta por la misma raz¨®n que me gusta Don Draper, ese mis¨®gino mujeriego?, defend¨ªa Amanda Marcotte, atacando a aquellos que ?tienen asumido que las mujeres buscamos en la ficci¨®n a modelos de conducta?.
Apliquen esa alergia social a alabar la brillante complejidad a Cersei Lannister, infravalorada en la cultura del meme frente al enaltecimiento continuo de hero¨ªnas justicieras como Arya Stark o Daenerys Targaryen. Cersei se ha convertido en una de las villanas m¨¢s ¨¦picas de la ficci¨®n. (M¨¢s spoilers) Encorsetada por un padre machista que la oblig¨® a casarse con un hombre que no amaba, apartada de la toma de decisiones familiares por el simple hecho de ser mujer, encarcelada por mantener relaciones sexuales, violada y expuesta al walk of shame m¨¢s desgarrador de la historia televisiva. S¨ª, esa mujer v¨ªctima del patriarcado de su reino tambi¨¦n es la misma que mantiene relaciones sexuales con su hermano, se ha cargado a media ciudad y est¨¢ liderando aut¨¦nticas matanzas con el af¨¢n de clamar venganza (sim¨¦trica) por el asesinato de sus hijos y de perpetrar monstruosidades inimaginables por hacerse con los siete reinos. No, Cersei no es un modelo de conducta feminista. Nadie espera que lo sea. Pero negarle reconocimiento a su personaje (y a la excelsa Lena Headey) por su afilada maldad y porque no encaja con los valores feministas que se esperan de una mujer hoy en d¨ªa ser¨ªa totalmente injusto.
En su libro de ensayos All the lives I want, Alana Massey hace hincapi¨¦ en c¨®mo la ¡®crazy bitch¡¯ ha pasado de ser un estreotipo machista a un adjetivo empoderador.?He visto c¨®mo el bitches be crazy se ha convertido m¨¢s que una frase de t¨ªos diciendo que las mujeres est¨¢n locas, en un lema reapropiado por las mujeres con derecho a defender su locura. Escucho esa frase y pienso en un grito de batalla. Veo a una colona liderando a otras mujeres y diciendo a los hombres: ¡®os quitamos el zorra, ahora venimos por el loca?. Porque por cada hero¨ªna feminista sin m¨¢cula que gana terreno en el ¨²ltimo taquillazo, hay una zorra mal¨ªsima al fondo de la pantalla, esperando su turno para aventajarla.