Siete ejemplos de masculinidad t¨®xica que reconocer¨¢s en tu d¨ªa a d¨ªa
El anuncio de Gillette ha puesto las cartas sobre la mesa: ?c¨®mo (no) debe ser un hombre en 2019? Recopilamos convenciones sociales y situaciones cotidianas en las que la idea de lo masculino resulta da?ina para todos y nos aleja de la igualdad.
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Entre el aplauso feminista y el boicot de los ultraderechistas, el anuncio de Gillette sigue protagonizando una conversaci¨®n necesaria. Si en 2018 el t¨¦rmino masculinidad t¨®xica ya dej¨® un poso de preocupaci¨®n e inter¨¦s que se tradujo en b¨²squedas -el diccionario de Oxford lo contempl¨® como primera opci¨®n para convertirlo en palabra del a?o, aunque finalmente opt¨® por simplificarlo como ¡®t¨®xico¡¯-, 2019 ha arrancado proponiendo im¨¢genes de c¨®mo debe ser un hombre en una sociedad igualitaria.
Intenciones comerciales aparte, el gesto tiene valor: ¡°Es fundamental que cambiemos el imaginario que tenemos sobre la masculinidad. Hay toda una construcci¨®n simb¨®lica de qu¨¦ es ser hombre que tiene que cambiar tambi¨¦n desde lo cultural: lo que lees, lo que ves¡¡±, explica a S Moda Octavio Salazar, profesor de Derecho Constitucional en la Universidad de C¨®rdoba, investigador de g¨¦nero, masculinidades y derechos LGTBI y autor de El hombre que no deber¨ªamos ser (Planeta, 2018). Un modelo de masculinidad hegem¨®nica que ha defendido tradicionalmente valores como la agresividad y la invulnerabilidad y que se ha posicionado con el poder y la palabra por encima de las mujeres. Aqu¨ª algunos ejemplos de estas convenciones que han calado y que entorpecen el camino hacia una sociedad m¨¢s justa.
1. ¡°Los chicos no lloran¡±
Lo cant¨® Robert Smith en los 80 y, en los 90, Miguel Bos¨¦. Los hemos escuchado en el patio del colegio mientras alg¨²n compa?ero se secaba r¨¢pidamente las l¨¢grimas tras una ca¨ªda y puede que incluso haya salido de nuestras bocas para consolar a un ni?o. En una sociedad que ha ense?ado a los hombres a reprimir sus emociones (relegando lo emocional a las mujeres, tachadas a la vez de d¨¦biles por ello), artistas como James Blake han abanderado la ruptura de ese estigma de ¡®hombre triste¡¯ impuesto a cualquier hombre que muestre sus emociones. El brit¨¢nico lo hac¨ªa el pasado a?o al publicarse su tema Don¡¯t Miss It, en el que muestra abiertamente sus sentimientos (multitud de titulares se burlaron de ello). ¡°Siempre he considerado que esta expresi¨®n, que se utiliza para describir a los hombres que hablan abiertamente de sus sentimientos, es insana y problem¨¢tica¡±, escrib¨ªa en un tuit que se hizo viral. Recordando tambi¨¦n que este veto cultural a que los hombres hablen de c¨®mo se sienten o muestren su vulnerabilidad contribuye a engrosar la lista de suicidios masculinos o de hombres que no han acudido al m¨¦dico en busca de ayuda a tiempo porque, ya se sabe, tienen que ser fuertes, hombres de verdad.
Como pretende el anuncio de Gillette y como recuerda a S Moda Ritxar Bacete, antrop¨®logo especializado en g¨¦nero y autor de Nuevos hombres buenos: La masculinidad en la era del feminismo (Ed. Pen¨ªnsula). ¡°Toca poner en relieve que el modelo de hombre hegem¨®nico puede ser sensible, bueno y razonable¡±.
2. ¡°¡Tienen que pelear¡±
Contin¨²a la frase de la canci¨®n de Bos¨¦. La agresividad como forma de resoluci¨®n de conflictos entre chicos u hombres, obviando por completo la conversaci¨®n. Este es otro de los ejemplos que pon¨ªa en relieve el spot de cuchillas. Algo que los reaccionarios han llegado a defender as¨ª: ??Si no fuera por esa masculinidad t¨®xica que tanto critic¨¢is no habr¨ªa valientes que evitaron la ocupaci¨®n nazi usando su fuerza en el Desembarco de Normand¨ªa!¡¯, se ha llegado a leer por ah¨ª¡±, se?alaba Guillermo Alonso en su art¨ªculo para?Icon?¡®Si como hombre te ofende el anuncio de Gillette, tienes un problema¡¯.
Y no solo entre ellos, la fuerza f¨ªsica y bruta y la legitimaci¨®n del poder masculino tambi¨¦n como forma de callar mujeres en una reuni¨®n (de nuevo, lo muestra el anuncio) o de conseguirlas (cultura de la violaci¨®n). En un v¨ªdeo en El Tornillo, Irantzu Varela lo explicaba as¨ª: ¡°Se os ha convencido en que la masculinidad en esta sistema heteropatriarcal consiste en conseguir todo lo que dese¨¦is, que las mujeres somos cosas que al servicio de vuestro placer que pod¨¦is conquistar, pero no, resulta que somos sujetas deseantes y pretender follar con nosotras sin que lo deseemos es intentar violarnos¡±.
3. F¨²tbol y ropa azul: cosas de chicos
¡°El tema del f¨²tbol durante mi infancia y mi adolescencia se convirti¨® en una pesadilla¡±, explica Octavio Salazar. ¡°Muchas veces participaba en los partidos por no sentirme desplazado. Era a lo que jugaban los ni?os en el recreo, al salir de clase, en la calle y los fines de semana con competiciones. Sent¨ª la opresi¨®n como disidente del modelo dominante. Especialmente duro durante la adolescencia, que es un momento en el que el sentimiento de fratr¨ªa es tan importante y que se forjan las identidades¡±. Algo parecido le ocurri¨® tambi¨¦n a Ritxar Bacete: ¡°Ten¨ªa 10 u 11 a?os cuando hicieron en un mi pueblo un taller de cer¨¢mica en unas vacaciones de navidad. Mis amigos de mi cuadrilla no me dejaban apuntarme, aunque lo hice. De 1.500 habitantes del pueblo, solo tres chicos nos apuntamos. Cuando sal¨ª con mis figuritas, me estaban esperando, las cogieron y me las rompieron. Me enfrent¨¦ a ellos y me qued¨¦ solo en el pueblo¡±. Y ambos se?alan que ven c¨®mo esos modelos y esas presiones siguen existiendo, ¡°igual no con las mismas caracter¨ªsticas, pero s¨ª esa presi¨®n por no desmarcarte del grupo y eso da pie a que se sigan reproduciendo comportamientos machistas¡±, explica Octavio.
Entre las nuevas generaciones de famosos s¨ª van surgiendo nuevos modelos como Jaden Smith, que a menudo viste con falda, o Timoth¨¦e Chalamet con sus trajes estampad¨ªsimos y coloridos, que adem¨¢s de abordar la conversaci¨®n sobre nuevas masculinidades, sirven como ejemplo para romper tambi¨¦n con el canon est¨¦tico del chico joven futbolista.
4. ¡¯Nenaza¡¯, ¡®mariquita¡¯, ¡®mariconez¡¯: hombres de primera y de segunda
¡°T¨ªos, si mi hijo llega a casa e intenta jugar con la casita de mu?ecas de mi hija, se la rompo en la cabeza y le voy a decir ¡®para, eso es de gays¡±, el tuit hom¨®fobo del a?o 2000 que le ha costado a Kevin Harst la presentaci¨®n de los Oscar plantea varias realidades. La primera: la violencia como resoluci¨®n de conflictos que ya se?al¨¢bamos. La segunda, mencionada justo arriba, el hecho de que un ni?o no haga esas ¡®cosas de chicos¡¯ se considera insultante. La tercera: es tambi¨¦n susceptible de convertirse en insulto. Usar lo femenino y lo gay como forma de desprestigio es mis¨®gino y hom¨®fobo. Demuestra la creencia patriarcal de que hay una ¨²nica forma de ser hombre y que, si alguien sale del patr¨®n (por ejemplo: si eres hombre, homosexual) no es considerado hombre-hombre, sino hombre de segunda. Una interesante reflexi¨®n sobre la relaci¨®n entre masculinidad t¨®xica y plumofobia la hac¨ªa Alfredo Murillo en su art¨ªculo en Buzzfeed La pluma es sexy.
5. ¡®C¨®mo no va a querer sexo, ?si es un t¨ªo!¡¯
La idea del hombre m¨¢quina sexual que siempre est¨¢ deseoso de relaciones sexuales y que, adem¨¢s -y aqu¨ª viene un matiz m¨¢s turbio-, se siente legitimado a tenerlo. Eso genera problemas para los hombres que sienten que tienen que cumplir unas expectativas (de esa presi¨®n derivan muchos problemas de impotencia, seg¨²n los sex¨®logos) y crea un modelo de hombre seductor masculino que identifica la virilidad o la hombr¨ªa con el mayor n¨²mero de conquistas y parejas sexuales. Un personaje habitual en las pel¨ªculas al que se identifica tambi¨¦n con el amor que se ans¨ªa conseguir (John Travolta en Grease, por ejemplo). De esta creencia, y a modo de reafirmaci¨®n de esa hipersexualidad, deriva en parte?la confusi¨®n de muchos hombres del piropo con acoso callejero que justifican tantos y que se denuncia en el spot de Gillette y en una campa?a argentina lanzada por Av¨®n (#Cambi¨¢eltrato) para que ninguno siga siendo c¨®mplice. ?D¨®nde est¨¢n los hombres que frenan los pies a otros hombres que acosan a mujeres por la calle?
6. El hombre corresponsable es ?el hombre blandengue?
Las declaraciones que El Fary dio en TVE desarrollando su idea de qu¨¦ es un hombre blandengue son insalvables. ¡°Al hombre blandengue le detesto. Ese hombre de la bolsa de la compra, del carrito del ni?o¡ la mujer abusa mucho de la debilidad del hombre¡±, dec¨ªa reivindicando la masculinidad m¨¢s tradicional y rancia (y arrojando culpa sobre la mujer, para colmo). Por blandengue, El Fary identificaba al hombre corresponsable que contribuye al 50% en las tareas dom¨¦sticas y de cuidados junto a su pareja. Un hombre al que tradicionalmente se ha tachado tambi¨¦n a modo de insulto como ¡®calzonazos¡¯ y que a¨²n es la excepci¨®n (las mujeres dedican a estos trabajos no remunerados 26,5 horas semanales frente a las 14 de ellos).
7. ¡®Los chicos son as¨ª¡¡¯, ¡®no todos los chicos¡¯: echar balones fuera
El ¡®boys will be boys¡¯?y el ¡®not all men¡¯?copan la lista de las respuestas m¨¢s trilladas y reaccionarias de internet a cualquier tipo de denuncia machista o debate feminista, tambi¨¦n cuando se habla de masculinidad t¨®xica. ¡°Los hombres tendemos a ver estas como una especie de ataque individual, no colectivo. No se identifica ese contexto en el que cada cual tiene diferentes nivel de responsabilidad y la forma de reacci¨®n es personal, falta esa visi¨®n de problema colectivo y adem¨¢s hay mucha resistencia que se alimenta precisamente desde las redes sociales con discursos muy estereotipados que circulan por ellas y supone un peligroso caldo de cultivo de masculinidades muy t¨®xicas¡±, dice Octavio Salazar. Y Ritxar Bacete reflexiona: ¡°Tenemos que hacer bandera de esto en las vidas personales de los hombres, es sentido com¨²n. La igualdad no es posible sin la incorporaci¨®n de los hombres y los hombres tenemos que desintoxicarnos¡±.